Alemania-Francia-España 2017 111 min.
Dirección Wim Wenders Guión Erin Dignam, según la novela de J.M. Ledgard Fotografía Benoît Debie Música Fernando Velázquez Intérpretes Alicia Vikander, James McAvoy, Alexander Siddig, Celyn Jones, Reda Kateb, Mohamed Hakeemshady, Jess Liaudin, Harvey Friedman Estreno en el Festival de Toronto 10 septiembre 2017; en España 6 abril 2018
Hay un puñado de películas de Wim Wenders que son memorables, pero otras no son desdeñables, y no conforman etapas identificables de su filmografía, por mucho que haya quien se empeñe en considerar este último tramo el peor de todos. A falta de estrenar Los hermosos días de Aranjuez, disfrutamos mucho con el documental tridimensional Pina, también lo hicimos con La sal de la tierra, y apoyamos la poesía y el dolor inherentes a su última ficción estrenada entre nosotros, Todo saldrá bien. En un tono parecido reaparece con Inmersión, una producción en la que ha intervenido España y que nos lleva a lugares hermosos de nuestro planeta en busca del amor verdadero y de nuestro particular cielo e infierno. En este sentido la novela de Ledgard y la película de Wenders le dan la vuelta al planeta y sitúan el infierno del siglo XXI en la superficie, donde rehenes occidentales esperan la muerte, mujeres infieles son lapidadas y niños disparados, mientras Europa mira hacia otro lado o colabora exclusivamente para salvaguardar sus intereses. En el reverso se encuentra el cielo, escenificado en unos fondos marinos que la protagonista analiza para encontrar el origen de la vida y del ser humano, y que con rigor científico nos regala imágenes sorprendentes e irrepetibles. Son los márgenes de una historia de amor que se desarrolla en uno de los pocos paraísos que nos quedan y que parecen reservados sólo a algunos privilegiados. Wenders intenta insuflar de poesía este romance impregnado de fatalidad, a través de unos protagonistas atractivos y unas imágenes evocadoras fotografiadas con encomiable sentido del color y el encuadre, aunque la empresa resulte a veces empalagosa y otras cansina, por reiterativa. El saldo no obstante siendo una película menor, es disfrutable, consiguiendo en cierto modo provocar un efecto melancólico aunque no lo suficientemente emotivo en el espectador.
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