Canadá 2018 129 min.
Guion y dirección Philippe Lesage Fotografía Nicolas Canniccioni Intérpretes Théodor Pellerin, Noée Abita, Brett Dier, Mylène MacKay, Marc Beuapré, Pier-Luc Funk, Edouard Tremblay-Grenier, Paul Ahmarani Estreno en el Festival de Locarno 5 agosto 2018; en Canadá (Quebec) 15 marzo 2018; en España 19 julio 2019
La cinta que cautivó al jurado de la última Seminci, donde acaparó los premios a la mejor película, director y actor, es una nueva mirada retrospectiva, introspectiva y autobiográfica de su director, Philippe Lesage, después de la aclamada Los demonios, donde exploraba la pérdida de la inocencia de un niño en un ambiente hostil, y la inédita entre nosotros Copenhague. A Love Story, donde un grupo de estudiantes de cine experimentan con el amor como reflejo de la vida y el arte. La atención está puesta ahora en dos jóvenes hermanastros que sufren sus primeros amores, pero no en la manera complaciente, romántica y convencional en que se suele hacer en otras producciones que abordan el mismo tema. Aquí se plantea más como subversión y rebeldía frente a los valores establecidos.
Ambientada de forma equívoca y poco cuidada entre el vestuario, los automóviles y la música que evoca la década de los ochenta del pasado siglo, y los ordenadores y móviles que se recrean más bien en finales de los noventa, la educación desplegada en instituciones de carácter eminentemente conservador se erige en principal eje y escollo para el desarrollo natural y fluido de unas personalidades imponentes en lo sentimental y en lo intelectual. El cómico e ingenioso líder de la clase desplegará un doloroso viaje entre la incomprensión real y la admiración obligada e impostada de sus compañeros, mientras el ansia de libertad de su hermanastra universitaria, en principio inspirada por cierto aire de venganza, se verá castigada en una sociedad con doble moral que aún hoy causa estragos en mujeres jóvenes y maduras y legitima el ejercicio de un machismo violento y exacerbado, promovido desde las propias aulas, aunque esté castigado por la justicia.
Lástima que el análisis esté realizado con tanta frialdad expositiva que una vez más asistimos al sacrificio humano, el de quien se siente diferente y la que reclama sus derechos de mujer como ser humano indistinto, para exponer sus tesis. Una vez más recorremos el camino de la verdad a través de la flaqueza y la debilidad, y no de la decisión y la fortaleza. En un alarde de estructura narrativa original y diferente, tras casi dos horas repartidas en paralelo por las turbulencias amorosas de ambos protagonistas, que solo comparten pantalla en un par de ocasiones, asistimos a un epílogo ambientado en un campamento de verano para adolescentes, donde se intuye que la educación segregada, como en el colegio interno en el que vive sus amargas experiencias el personaje estupendamente interpretado por Théodor Pellerin, pueda llegar a adulterar el amor inocente y desprejuiciado que experimentan dos tiernos adolescentes. En el camino sin embargo se malogra la posibilidad de contar con un mayor número de simpatizantes al incluir una desacertada secuencia en la que los jóvenes campistas juegan a costa del sufrimiento de un pez moribundo.
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