
Tenemos la suerte de vivir muy cerca del Algarve portugués y disfrutarlo con frecuencia, como hace Natalia de Molina para tratar su agorafobia en la nueva película del sevillano Paco R. Baños (Ali), 522. Un gato, un chino y mi padre, que acaba de estrenarse hace escasamente cuatro días. Un mundo tan cercano al nuestro y a la vez tan diferente, en el que incluso la guitarra, estandarte de nuestra cultura musical, suena y funciona de manera distinta. Así vino a demostrarlo este virtuoso del instrumento y gran enamorado de la música en general.
Paseos por Lisboa, Coimbra y su Algarve natal
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Foto: Actidea |
Martins interpretó fundamentalmente obras propias, que le han hecho merecer importantes reconocimientos, como el premio a la mejor interpretación instrumental de 2018 en los International Portuguese Music Awards que obtuvo Corre Corre Corridinho, una pieza que como las Danças na Eira, el Baile de los Juglares o As Minhas Variaçoes de Jorge Fontes, sirvieron para exhibir agilidad y virtuosismo, haciendo gala de un fraseo claro y transparente, una enorme precisión y un formidable sentido del ritmo. Una pasión por la música que también se evidenció en páginas tan delicadas como Atardecer en Lisboa, las Variaciones sobre el Fado Lopes o el Prelúdio para uma Tristeza Menor, de considerable raigambre en la villa universitaria y especial cantabilidad. Entre danza y fado, hubo lugar también para un sensacional A Guerra en tres partes, como una sonata o un concierto clásico, una especie de andante obsesivo y constante como una composición minimalista, que el trío interpretó con prodigioso sentido del ritmo y el drama. Claudio Sousa acompañó a la guitarra clásica mejor en el rasgueado que en un punteado que a menudo se reveló descompasado, a su aire; mientras Lui Trindade contribuyó con su trabajo al bajo a dar cuerpo al conjunto, basando en el respeto y la admiración su artesanal trabajo. Entre pieza y pieza pudimos disfrutar con las muy didácticas y simpatiquísimas explicaciones del joven talento en perfecto castellano.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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