martes, 30 de julio de 2019

MIDSOMMAR Rituales bajo luz blanca

USA 2019 145 min.
Guion y dirección Ari Aster Fotografía Pawel Pogorzelski Música Bobby Krlic Intérpretes Florence Pugh, Jack Reynor, Will Poulter, William Jackson Harper, Ellora Torchia, Archie Madekwe, Vilhelm Blomgren, Julia Ragnarsson, Henrik Norlén, Gunnel Fred Estreno en Estados Unidos 3 julio 2019; en España 26 julio 2019

Entre tanto estreno de terror, prácticamente uno a la semana, que repiten esquemas y situaciones hasta la desesperación, Hereditary se consolidó el año pasado como la propuesta más carismática y renovadora del género en mucho tiempo, por encima de otros trabajos más celebrados pero decididamente sobrevalorados como Un lugar tranquilo o Déjame salir. Digna a entrar en la lista de mejores películas de terror de todos los tiempos, Hereditary dejó el listón muy alto a su joven director, el norteamericano Ari Aster. La duda sobre si sería capaz de revalidar la hazaña nos la ha resuelto en tan solo un año con esta propuesta tan inquietante y perturbadora como su ópera prima, aunque quizás no tan redonda.
 
Aster traslada ahora el mundo de las sectas del mal al hipotético bien, auspiciado por ritos ancestrales tan en sitonía con la naturaleza como podrían haberlo estado los sacrificios humanos celebrados por comunidades indígenas a lo largo y ancho del planeta en tiempos remotos. Y traslada el ambiente nocturno y sombrío habitualmente asociado al género y que practicaba también en aquella primera cinta, a las noches blancas y luminosas del extremo norte de Suecia en primavera-verano. Un terror bajo la luz blanca y el sol que nunca se pone, en el seno de una comunidad que lleva el concepto y la idea como tal hasta las últimas consecuencias. Allí acude una pareja en crisis, solo para revelar su aún más grande brecha, poner en entredicho las instituciones universalmente aceptadas, y sobre todo su capacidad para conectar y somatizar los sentimientos del prójimo. Hundida emocionalmente por unos trágicos acontecimientos familiares, la protagonista del film encuentra redención y consuelo, tras un largo y lógico periplo de perplejidad y desconfianza, en el perturbador mundo que se abre ante sus ojos en el país escandinavo, dentro de una comunidad mitad hippy mitad vikinga que convierte el sacrifico humano en vehículo para la venganza y la comunión con la naturaleza, con rituales que recuerdan incluso a los cuadros de Giuseppe Arcimboldo y generan una fuerte conmoción en el espectador.
 
Lo significativo del film es basar su horror en la consecución del bien, en la creencia del monstruo de estar obrando conforme a la nobleza y la responsabilidad del ser humano. A partir de ahí se suceden episodios más o menos escabrosos, algunos verdaderamente espeluznantes y macabros, con escenas campestres de cariz ensoñador y naturaleza ambigua dentro de un metraje seguramente muy dilatado, uno de los pocos problemas que tiene la cinta, especialmente en relación al equilibrio interno. El ciclo vital, la disciplina de grupo, la relatividad de la traición emocional, el apoyo sentimental y la asunción comunitaria del dolor personal, son algunos de los temas que la cinta analiza de forma medianamente certera y decididamente inquietante, dentro de un conjunto que solo como propuesta de género ya funciona de forma considerablemente aceptable.

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