Francia 2019 115 min.
Guion y dirección Agnès Varda Fotografía Claire Duguet, Julia Fabry y François Décréau Documental Estreno en el Festival de Berlín 13 febrero 2019; en Francia 18 marzo 2019; en España 5 julio 2019
Concebido como serie de televisión en dos capítulos de una hora de duración cada uno, y estrenado en el Festival de Berlín, Varda por Agnès es un trabajo minucioso en el que la recientemente fallecida realizadora francesa analiza su forma de ver y hacer cine, sus inquietudes, su visión del mundo y su particular lenguaje para sintonizar con el público y transmitirle aquello que le interesa comunicar y compartir. Que se estrene con carácter póstumo y constituya su testamento cinematográfico añade mayor dosis de emotividad a un trabajo que ya es de por sí bastante emotivo y sentimental.
Varda aparece frecuentemente sentada en su silla de realizadora frente al público, observándolo y analizándolo, porque todo el discurso versa sobre su manera de ver y amar a la humanidad, de buscar en ella el contenido y la fuente de inspiración de su cine, lo que la convierte en una infatigable filántropa, y de demostrarlo se encarga este precioso documento, un repaso a su filmografía de forma tan original como atrevida. Todos sus temas favoritos son objeto de análisis pormenorizado en este singular film; el feminismo desde esa Corinne Marchand cantando Sans toi de Michel Legrand en Cléo de 5 a 7, a la sufrida Sandrine Bonnaire de Sin techo ni ley, pasando por las dos amigas militantes de Una canta, la otra no. La vida sencilla del campo en La felicidad, su barrio en el documental Daguerrotipos, su hábitat preferido en Las playas de Agnès, su particular interés por la humanidad en continua supervivencia bajo los efectos del cambio climático en la imprescindible Los espigadores y la espigadora y su último trabajo, Caras y lugares.
Y por supuesto su amor al cine en el documental Jane B. por Agnès V. así como la fallida all-star Las cien y una noches, conmemorativa de los cien años del cine. Pero sus impagables testimonios frente a un público universitario, la cámara o contertulios de variada índole, a veces difíciles de seguir debido a la cantidad de información que contienen, muy a pesar de su valor didáctico y ameno, van más allá y nos hablan también de su faceta como videocreadora y artista de la instalación, siempre al servicio de entender mejor a los seres humanos, ayudarles y manifestarles su admiración y enorme comprensión. Todo un conjunto de emotividad y respeto, que se traslada también al recuerdo de su compañero de vida, Jacques Demy, fallecido cuando Agnès tenía 72 años y empezaba a convertirse en la venerable y entrañable ancianita que nos da lecciones de cine, arte y sobre todo vida en este impagable documento.
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