Dirección Ángel Alonso Guión José Antonio Vitoria y Garbiñe Losada Música Joseba Beristain Animación Estreno 5 julio 2019
El caso del director Ángel Alonso es curioso. Después de realizar una serie de trabajos para la televisión en la década de los noventa del pasado siglo, se embarcó en una olvidada película de animación en 2000, El ladrón de sueños, y diez años después en una extravagante y fallida cinta de fantasía y aventura, Mystikal, que pasó sin pena ni gloria. Casi otra década después presenta su trabajo más ambicioso hasta la fecha, cuya preparación según él le mantuvo ocupado muchos años, y que estrena ahora con motivo de la celebración del quinto centenario de la primera vuelta al mundo documentada, la que comenzó el portugués Fernando de Magallanes y culminó el vasco Juan Sebastián Elcano, entonces bajo la corona de Castilla, tras la muerte del primero en Filipinas.
Es un acierto contar esta historia a través del cine de animación, con el fin de despertar la curiosidad de los más jóvenes por conocer nuestra historia, y de paso contagiarnos a los más adultos y desempolvar nuestros recuerdos de primaria. Pero a la vista de los resultados no nos parece que logre cumplir estos loables objetivos. Estéticamente nos encontramos ante una película técnicamente decepcionante, capaz de lo mejor en la recreación de algunos decorados, Sevilla incluida, y de lo peor en otros fondos difuminados o apenas trabajados, o de lo mejor en la recreación de aguas y tormentas, y lo peor en el diseño y el movimiento de los personajes, en su mayoría muy primitivos.
Se trata de ensalzar la figura del marino vasco, y para eso tiene todo un equipo técnico y artístico de la comunidad detrás, algunos y algunas incluso forzando el exagerado acento sevillano hasta el ridículo. A Elcano se le presenta como un bravucón guapetón y enérgico, no le faltarán seguidoras a uno y otro lado de los océanos, y todo acaba resultando demasiado simple, rancio y anticuado, sin llegar a suscitar ni el interés de los más pequeños, ni el nuestro, aburridos por una narrativa tan raquítica a la que una banda sonora épico sinfónica pretende insuflar todo el ritmo del que la película adolece. Se agradece el intento, pero sinceramente tenían que habérselo currado más y que sus logros hubieran dominado más el conjunto.
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