El maestro Sutej dirigiendo el concierto inaugural de la ROSS en el Teatro Lope de Vega |
Breve historia sentimental
Aquel 10 de enero de 1991 en el que tuvo lugar el primer concierto de la ROSS, de la mano de su creador y mentor el fallecido Vjekoslav Sutej, Sevilla vivía el mayor proceso de transformación de su historia, algo que se percibía en sus barrios, en sus infraestructuras y también en su ambición por mirar al resto del mundo sin complejos. Lástima que desde entonces no hayamos avanzado a la misma velocidad, que el mantenimiento siga siendo uno de los puntos débiles de las corporaciones que han dirigido la ciudad, y que se nos escapen muchas de las oportunidades que debieran fomentar el carácter moderno y vanguardista de la urbe. Pero la ROSS ha resistido, ha sembrado y progresado con mayor frecuencia que sus contados retrocesos. Ha sido una historia también de desencuentros, protestas y desencantos, pero se han ido superando y ahí sigue nuestra orquesta.
A Sutej le sucedieron maestros como Klaus Wiese, que dejó muy buena impronta en la calidad de la orquesta, Alain Lombard, cuyo reinado conviene olvidar por su falta de responsabilidad y compromiso, y más recientemente John Axelrod, que llegó con energías renovadas y mucha ambición, pero chocó con crisis variadas y una manifiesta desgana frente al ímpetu inicial. Pedro Halffter ocupó el podio durante más de una década, convenciéndonos a muchos e irritando a otros y otras; pero dejó claras sus intenciones, a menudo satisfechas, de renovación y vanguardia, aunque también él chocara con esas crisis que en esta parte del globo nunca somos capaces de esquivar.
Carácter de ceremonia
Un gesto simpático del maestro Soustrot |
Ciertamente Soustrot logró que la Sinfónica sonara como en sus mejores ocasiones, brillante, sedosa, matizada y elegante, con una Sinfonía Sevillana en la que el maestro galo dejó percibir su particular acento para edificar música desde una sensibilidad profundamente francesa a la que la partitura de Turina no es ajena, gracias a sus estudios en París y su acercamiento a los impresionistas. Especialmente lograda estuvo el pasaje central de este poema sinfónico, Por el río Guadalquivir, prodigio de mesura que Soustrot dibujó como mecido por las aguas, frente al carácter más festivalero del Panorama introductorio y sobre todo la Fiesta en San Juan de Aznalfarache final, que un portentoso cuerpo de metales reprodujo a la perfección.
También acertó el director a poner énfasis en su huella francesa en la recurrente orquestación raveliana de Cuadros de una exposición de Músorgski, cuando todavía mantenemos vivo el recuerdo de su interpretación al piano por Andrés Martínez con las ilustraciones de María Merino dando vida a los personajes y situaciones retratados por Viktor Hartmann, en aquella Casa de los Pianistas que tanto añoramos, confiando en que su artífice, Yolanda Sánchez, encuentre pronto otro proyecto que lo reemplace. La ROSS hizo aquí una interpretación brillante, equilibrada y matizada en todos sus aspectos, acertando a transmitir misterio en El viejo castillo, alegría en las Tullerías, carácter grotesco en los Dos viejos judíos polacos, suspense en las Catacumbas romanas o grandeza en la Gran Puerta de Kiev final, sin desfallecer ni en conjunto ni por separado cada solista interviniente, con un trabajo sobresaliente de equipo, sin caer ni en ritmo ni en tensión, con un muy dinámico y comprometido Soustrot al frente.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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