domingo, 13 de noviembre de 2011

MELANCOLÍA La incapacidad del Hombre para asumir su posición en la Naturaleza

Título original: Melancholia
Dinamarca-Suecia-Alemania-Italia-Francia 2011 139 min.
Guión y dirección Lars von Trier Fotografía Manuel Alberto Claro Intérpretes Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg, Kiefer Sutherland, Charlotte Rampling, John Hurt, Alexander Skarsgard, Jesper Christensen, Udo Kier, Stellan Skarsgard, Brady Corbet, Cameron Spurr Estreno en España 4 noviembre 2011


La melancolía es un estado de ánimo por el cual se siente una profunda tristeza que te hace incapaz de disfrutar de la vida. Por eso quizás el personaje por el que Kirsten Dunst ganó el premio a la mejor actriz en el pasado Festival de Cannes, y que originalmente fue concebido para Penélope Cruz, que decidió embarcarse en otros proyectos más lucrativos, siente una enorme apatía en su propia boda, y por eso un planeta con el nombre de la patología se abalanza contra la Tierra para provocar la destrucción de toda vida sobre ella. Un prólogo preciosista, con imágenes oníricas deudoras del arte de la videocreación, ilustradas muy significativamente con el preludio de Tristán e Isolda de Wagner, y dos partes muy diferenciadas conforman este nuevo trabajo del director Lars von Trier, con el que se reafirma en su condición de perfecto realizador nórdico redentor en la línea de un Dreyer y dramático al estilo Bergman. Se trata en cierto modo de su obra más pictórica, evidente en el retrato de la protagonista como una Ophelia de John Everett Millais, o en su imagen tendida desnuda bajo la luz del planeta que pondrá fin a todas las banalidades de los humanos. En su primera parte la protagonista experimenta una progresiva degradación psicológica y moral cuando comprende, merced a la visión del planeta presuntamente hostil, que el mundo que le rodea es superficial y banal, ridículo y egoísta. Los invitados a su celebración representan lo más bajo y ruin de la condición humana, y para ello Trier se rodea de un lujoso y espectacular elenco, incluyendo al hijo, Alexander Skarsgard (True Blood, Perros de paja), de uno de sus actores fetiches, también presente en la cinta. Lástima que el realizador se empeñe en esta orgía de falsa felicidad conducida por la voluntariosa y más tarde desesperada hermana del personaje central, una espléndida Charlote Gainsbourg, con cámara fatigosa en mano y un uso de los tiempos muy caprichoso. Incomoda y desorienta esta tendencia al exceso, al montaje frenético y al empeño de epatar a toda costa. Las cosas cambian radicalmente en una segunda parte mucho más sosegada, ilustrada siempre por la famosa página wagneriana, en la que asistimos a la desesperanza absoluta, a la resignación frente a lo inevitable, al cataclismo absoluto que pondrá fin a la incapacidad del Hombre para asumir su verdadera posición en la Naturaleza. Es en este sentido en el que la música de Wagner cobra todo su significado, merced al empeño del autor por plasmar en sus óperas la lucha de la Naturaleza en un entorno dominado por el Hombre y condenado a la devastación, aunque sea en la tetralogía del anillo, y no en el romántico Tristán e Isolda, donde esa inquietud se plasme con más transparencia y claridad. En definitiva, el hombre es cretino por naturaleza y sólo la devastación podrá redimirle, lo que confirma la tendencia teológica del realizador.


El Preludio al Acto III de "Tristán e Isolda" de Richard Wagner, aquí en una interpretación de Daniel Barenboim frente a la Orquesta de París, ilustra los títulos de crédito finales de esta película

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