viernes, 31 de marzo de 2017

FeMÀS 2017. RACHEL PODGER Y KRISTIAN BEZUIDENHOUT: EL SONIDO POR DELANTE

FeMÀS 2017. Rachel Podger, violín. Kristian Bezuidenhout, fortepiano. Programa: Sonatas para violín KV 454, 306 y 302, de Mozart; Sonata para violín nº 7 Op. 30 nº 2, de Beethoven. Espacio Turina, jueves 30 de marzo de 2017

Bienvenido sea este festival si con él disfrutamos de grandes nombres de la interpretación, aunque sea incluyendo con calzador el Clasicismo vienés por venir ofrecido con instrumentos originales. En apenas unos días hemos podido observar un programa similar desde ángulos estéticos tan distintos como los que ofrecen Staier y Midori, muy expresivo con sus más y sus menos, o estos británicos (sudafricano él) Podger y Bezuidenhout, más atentos a la belleza del sonido, lo que sin duda enriquece mucho nuestra apreciación de la magia cuando la música se aborda con criterios dispares. Rachel Podger es sin duda un referente a la hora de interpretar a Mozart; su sonido penetrante y la flexibilidad con la que mueve el arco, extrayendo del violín pasajes tan vivos como ricos en colores, así lo atestiguan. Kristian Bezuidenhout se revela como un consumado artista del teclado, ya sea al clave, el piano o este fortepiano construido por McNully según un original de principios del XIX de Graf. Su pianismo es delicado, igualmente vivo y ensimismado en extraer tanta belleza de la música como le sea posible, aún a costa de descuidar otros matices inherentes a las partituras que afronta.

Tres sonatas bien distintas de Mozart y otra majestuosa de Beethoven centraron el programa, de estilo concertante las que ocuparon la primera parte del concierto. Algunos inconvenientes en el patio de butacas afectaron a nuestra concentración en el Largo que abre la K454, si bien ya fue posible atisbar la compenetración entre ambos intérpretes y el dominio melódico de cada uno. El Andante resultó sublime, pero sin acertar a marcar el patetismo que caracteriza su desarrollo central, y con cierta tendencia de Bezuidenhout a mirar al romanticismo en sus largas y rubateadas frases. La K306, última de las sonatas llamadas Palatinas de Mozart, evidenció la delicadeza y sofisticación de los músicos, marcando ritmo y color pero descuidando sus acentos dramáticos, que le dan a la partitura una particular profundidad expresiva.

La Sonata K302 permitió un fuerte contraste entre su a veces melancólico Allegro y el inhabitualmente lento Rondó, acertándose en imprimir considerable ternura a la partitura. De hecho Podger se agarra al violín como si fuera una almohada, descansando plácidamente sobre él y dejándose mecer por la magia y el ensueño para lograr un sonido perfecto y homogéneo; el disfrute se vislumbra en su rostro todo el tiempo. Con la Sonata nº 7 de Beethoven cambiaron las coordenadas estéticas y ambos se amoldaron a la perfección a su carácter dramático, pero siempre desde una óptica en el que primara la belleza del sonido y la delectación en sus frases melódicas, sin descuidar en exceso sus efectos trágicos y espíritu heroico. En la propina, Podger continuó provocando un efecto balsámico, como si nos cantara una nana, con el Andante sostenuto de la Sonata K296 de Mozart, también bellísimo y cristalino.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 30 de marzo de 2017

GERMINAL, ES TIEMPO DE REVOLUCIÓN: LA APUESTA GANADORA DE MOGUER

Germinal. Es tiempo de revolución, de Iván Macías y Félix Amador, según la novela de Emile Zola. Una producción de la Fundación Primitivo Lázaro y el Liceo Municipal de la Música de Moguer. Iván Macías, dirección musical. Mike Ashcroft, dirección artística. Virginia Carmona, dirección vocal. Miguel Ángel García, sonido. Manolo Ramírez, iluminación. Fran Tamayo, vestuario. Banda Sinfónica y Coro del Liceo Municipal de la Música de Moguer. Con David Romero, Virginia Carmona, Rodrigo Blanco, Soraya Méndez, Francisco Javier Sánchez, Javier Serrano, Pablo López, Fran Tamayo, Antonio Lara, María José López, Sergio Quirantes, Lorena Escobar, Nicolás Capelo, Marisa Pérez, Diego Sánchez, Francisco Lagares, Leticia Méndez. Teatro Lope de Vega, miércoles 29 de marzo de 2017

Hace años que el Ayuntamiento de Moguer apuesta por la cultura, y lo hace a través de un programa educativo del Liceo Municipal de la Música que consiste en poner en escena musicales emblemáticos con la participación del profesorado y alumnado de dicha institución, con resultados sorprendentes. Su anterior espectáculo, El fantasma de la ópera, ya nos entusiasmó por su insospechada calidad, en una versión semiescenificada con acompañamiento orquestal en escenario, muy por encima de la calidad que a priori, lo confesamos, esperábamos. La apuesta salió bien y ahora sus artífices, encabezados por el director musical Iván Macías, se ha atrevido con un título enteramente original, la adaptación de la célebre novela de Emilio Zola Germinal, varias veces llevada al cine, la última con Gerard Depardieu como protagonista. Su argumento tiene un fuerte componente de actualidad, en estos difíciles tiempos en el que tanta gente ha visto diezmados sus derechos y libertades a causa de una clase política incompetente que ha favorecido al empresario, cada vez más rico, frente al proletariado, cada vez más pobre. Es lo que denunciaba Zola a propósito de las lamentables condiciones laborales y económicas de la mina, y con mucha intención ha adaptado el escritor de Moguer Félix Amador, especializado como él en realismo y denuncia de injusticias.

Amador y Macías son los autores de un musical enteramente hecho aquí, con pocos precedentes en el país salvo en la más melómana Cataluña. Tras su velado paso por Madrid el verano pasado, le ha tocado el turno a Sevilla, donde hemos podido comprobar que el resultado merece mucho la pena y convierte a la apuesta del Ayuntamiento, el Liceo y la Fundación Primitivo Lázaro, también onubense, en ganadora. Aficionados y aficionadas de la ciudad, junto a algunos profesionales, han hecho realidad un sueño, con apariencia cien por cien de profesionalidad. A ello han ayudado considerablemente la dirección escénica, ágil, brillante y nada rancia, de Mike Ashcroft, proveniente de la Royal Shakesperae Company, y la precisa y muy ajustada escenografía del académico Juan Ruesga, que ha creado una utilería excelente, acomodada con brillantez al presupuesto. En el escenario la banda municipal reforzada con teclado y cuerda, en su mayoría jóvenes que nos regalaron una interpretación poderosa y potente de una brillante partitura en números cerrados que echó mano del aire marcial de Holst, la música del Malecón (estupenda escena en casa de los dueños de la mina), y por supuesto toda la influencia romántica de musicales como Los miserables, los títulos de Lloyd Webber y las películas de Disney musicalizadas por Alan Menken, o las partituras de Maury Yeston (Nine, Titanic), que orquesta y cantantes defendieron con excelentes resultados. Atención también a una medida coreografía y escenas cómicas como la de la taberna, con estupendo solo de violín a la rusa, o la de la tienda, con tímida coreografía a lo Busby Berkeley incluida.

Repetían muchas de las voces de El fantasma de la ópera, con la sevillana Virginia Carmona, profesora del Liceo, entonando magníficamente su muy dramático papel, la natural de Moguer Soraya Méndez exhibiendo su brillante tesitura de soprano lírica, o las excelentes voces de David Romero y Francisco Javier Sánchez, sin olvidar al resto del elenco, todos y todas estupendos. Una dramaturgia fácil de seguir, a pesar de una megafonía que falló frecuentemente, y cierto desequilibrio entre orquesta y cantantes que convendría pulir reorquestando las piezas para evitar tanto forte, así como una brillante dirección redondearon un espectáculo emocionante y emotivo, con continuos crescendi emocionales y un acabado que merece atención por parte de los empresarios para convertirse en un merecido éxito en la Gran Vía de Madrid, de donde podríamos exportar un musical enteramente español, como los franceses hicieron con Los miserables y Miss Saigon.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 29 de marzo de 2017

FeMÀS 2017. ISIDRO ALBARREAL Y SANTIAGO SAMPEDRO, CANTERA PARA EL RELEVO

FeMÀS 2017. Isidro Albarreal, violin. Anna Lachegyi, viola da gamba. Santiago Sampedro, clave. Programa: Sonata nº 1 “La Anunciación” de las Sonatas del Rosario, de Biber; Violino solo senza basso, de Matteis; Sonata TWV 42 D:2, de Telemann; Sonata BWV1014, de Bach; Les Sauvages, de Tapray; Concierto nº 5 de Pièces de clavecin en concerts, de Rameau. Espacio Santa Clara, martes 28 de marzo de 2017

Por segundo año consecutivo el FeMÀS fue el escenario perfecto para conocer las virtudes de quienes ganan la beca que otorga la Asociación de Amigos de la Barroca, destinada a jóvenes con estudios avanzados con los que se quiere asegurar la continuidad de la tan arraigada escuela historicista que se cultiva en nuestra ciudad. Una ayuda inestimable para la formación de estos jóvenes talentos, que se traduce en estudios en el extranjero fundamentales para una buena educación musical, como ya atestiguan los convocados en esta ocasión, tras su paso por Holanda, donde coincidieron con la violagambista que les acompañó en esta particular cita.

En los atriles un complicado y complejo programa de enorme responsabilidad para los intérpretes; un repaso exhaustivo a estilos tan diversos como el de Telemann, el italiano de Matteis o el galante de Rameau, junto al único e inconfundible de Bach. No dudamos del buen criterio de los integrantes del jurado a la hora de valorar el talento y las virtudes de las candidaturas, por eso apostamos que Albarreal sufrió la traición de los nervios a la hora de abordar el programa con tanta atención al pentagrama y tan poca a la expresividad, apreciándose en él problemas de afinación y tono, como el preludio de la primera de las Sonatas del Rosario de Biber, o la fantasia del Solo para violín de Matteis, que alternó con la perfecta armonía observada en pasajes como el pastorale de la Sonata en re mayor de Telemann. Acertó en articulación, y salvó no sin dificultad una Sonata BWV 1014 de Bach quizás algo fuera de estilo, pero con un sonido en general que deambuló entre lo estridente y lo dulce.

La joven húngara Anna Lachegyi acompañó con notable musicalidad y sentido del ritmo, pero fue Santiago Sampedro, al que seguimos con atención desde que acompañara al ganador de la beca del año pasado, quien cautivó con su dominio y seguridad al clave. A falta de un merecido premio de la Asociación en solitario, su mayor reconocimiento hasta el momento es figurar en la plantilla que la Barroca ha preparado para su cita en Pamplona a final de este mes con los Conciertos de Brandeburgo. A pesar de un Concierto nº 5 de Rameau que acusó una grave falta de sintonía entre los instrumentistas, su solo en las variaciones de Tapray sobre Les Sauvages de Rameau fue sensacional, no obstante lógicos y puntuales problemas de legato, extrayendo del instrumento un sonido brillante, musculoso y de considerable expresividad.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 30 de marzo de 2017

martes, 28 de marzo de 2017

LA CURA DEL BIENESTAR Una pamplina muy larga

Título original: A Cure for Wellness
USA 2017 156 min.
Dirección Gore Verbinski Guión Gore Verbinski y Justin Haythe Fotografía Bojan Bazelli Música Benjamin Wallfisch Intérpretes Dane DeHaan, Jason Isaacs, Mia Goth, Ivon Nandi, Adrian Schiller, Celia Imrie, Harry Groener, Craig Wroe, David Bishins Estreno en Estados Unidos 17 marzo 2017; en España 24 marzo 2017

Lejos de su trilogía pirata, Gore Verbinski no parece hallar la fórmula del éxito. El llanero solitario fue un fracaso estrepitoso, Rango logró un inmerecido Oscar a la mejor película de animación, y The Mexican no sacó partido de su explosiva pareja protagonista. La cura del bienestar corre el peligro de superar a todas las anteriores en sandeces, disparates e incoherencias. Lo curioso es que empieza bien, con un hipócrita mensaje sobre los peligros del trabajo excesivo (a buen seguro de que todos los implicados en esta cinta han trabajado duro y mucho); una primera media hora que logra provocar intriga a través de un juego en el que deja entrever su vocación de cuento de terror gótico, con castillo incluido y un ambiente onírico y malsano que invita y perturba. Pero enseguida todo se va de las manos, con científico loco y tal acumulación de despropósitos que poco ayudan a la verosimilitud del conjunto, y alargando su metraje a fuerza de reiteraciones y de evocar toda suerte de clásicos del género, desde Coma de Michael Crichton a las películas de Roger Corman pasando por Shutter Island de Scorsese, quizás la memez a la que más se parece; hasta los protagonistas se parecen. Demasiado larga para tener un guión tan endeble y mal construido, y demasiada fantasía para pretender ser una historia plausible. Más allá de esa media hora inicial, el resto disparata más que delira, a pesar de los esfuerzos de su protagonista, Dane DeHaan, a quien vimos en Life interpretando a James Dean y lo veremos pronto en Valerian y la ciudad de los mil planetas de Luc Besson. Por su parte la extravagante belleza de Mia Goth la está convirtiendo en ideal para este tipo de producciones (la veremos en el remake de Suspiria). Las bellas localizaciones y la inspirada música de Benjamin Wallfisch se convierten en última instancia en los escasos atractivos de esta prescindible película.

RARA La mirada limpia

Chile 2016 93 min.
Dirección Pepa San Martín Guión Pepa San Martín y Alicia Scherson Fotografía Enrique Stindt Música Ignacio Pérez Martín Intérpretes Julia Lübbert, Emilia Ossandón, Mariana Loyola, Agustina Muñoz, Daniel Muñoz, Coca Guazzini, Sigrid Alegría, Micaela Cristi Estreno en el Festival de Berlín 13 febrero 2016; en Chile 27 octubre 2016; en España 24 marzo 2017

La ópera prima de la realizadora chilena Pepa San Martín intenta ser una mirada limpia a los prejuicios sociales, a la vez que un retrato certero de esa difícil etapa de la vida que es la adolescencia, a través del punto de vista inocente de una niña de trece años y procurando no caer ni en estereotipos ni lugares comunes. San Martín acierta considerablemente al plantear cuestiones que la sociedad no ha encajado suficientemente, como son por ejemplo los nuevos modelos de familia, con esa mirada que todo lo encaja con naturalidad y sin prejuicios, que ha conocido cierta realidad como cotidiana y ni le perturba ni le condiciona. Otra cosa es que sean los mayores a su alrededor quienes sí encuentren en determinadas situaciones condicionamientos para el sano desarrollo de una chica que empieza a vivir. la directora deja claro que lo que preocupa a la niña son otras cosas propias de su edad, sus relaciones con las amigas, con su hermana pequeña, su primer amor o su aceptación en el entorno en el que vive. Lo malo es que en su empeño por mostrar la situación con la mayor naturalidad posible, sin maniqueísmos ni aspavientos, la realizadora opte por un ejemplo de adolescente taciturna, discreta e incluso algo tristona, que contrasta con la gracia y el desparpajo, aunque sea un poco pava, de su hermana, un soplo de aire fresco frente a la sosería de la niña protagonista. Que los prejuicios y lo socialmente aceptado y establecido se vayan imponiendo sólo será cuestión de tiempo, a la vez que la mirada inocente de la niña vaya siendo contaminada por la dictadura de lo convencional. Pero hasta entonces el espectador se ve sometido a una sucesión de sketches en su mayoría poco estimulantes, sin un discurso progresivo e interesante, y con el inconveniente añadido del idioma… cuesta trabajo entender los diálogos en su integridad.

lunes, 27 de marzo de 2017

FeMÀS 2017. EXCELENTE STAIER, PERO ALGO PASA CON MIDORI

FeMÀS 2017. Midori Seiler, violin. Andreas Staier, fortepiano. Programa: Sonatas para violín y piano D384 y D574, e Impromptu nº 1 D899, de Schubert; Sonata para violín y piano K526, de Mozart; Bagatelas para piano Op. 33 (1-4), de Beethoven. Espacio Turina, domingo 26 de marzo de 2017

La dosis habitual de clasicismo que nos ofrece el Festival desde hace algunos años, so pretexto de interpretación rigurosa e históricamente informada, nos trajo uno de los tándem más esperados de la temporada, no sólo del certamen sino de toda la programación musical de este año, sobre todo teniendo en cuenta la escasez de música de cámara que desde hace años vivimos en la ciudad, al margen de la que nos ofrecen los agentes locales. Nada más y nada menos que Andreas Staier, uno de los mejores teclistas en activo, y Midori Seiler, cuyo prestigio y reconocimiento como activista de la interpretación historicista la avalan, se postularon como uno de los puntos culminantes del festival de este año. Otra cosa fueron los resultados.

Staier vino acompañado de un fortepiano de lujo, una réplica de un original de Conrad Graf construido por uno de los mejores especialistas de la actualidad, Paul McNully, hace apenas unos años. En él el afamado pianista y clavecinista alemán desgranó un Impromptu nº 1 de Schubert poderoso y enérgico, sin descuidar la delicadeza que caracteriza algunos de sus pasajes, potenciando en todo momento el sonido del instrumento y abriendo las posibilidades tímbricas de una pieza tan transitada como ésta a nuevas sensibilidades más afines a la estética con la que fueron concebidas; y cuatro de las Siete bagatelas Op. 33 de Beethoven, de las que emergieron su notable encanto y genial inventiva, sin menoscabo de su sofisticación. Su pulsación firme, ágil y precisa trascendió la irrupción de alguna nota falsa, que no logró eclipsar una interpretación excelente, diáfana y perfectamente definida, que se extendió también a su participación en las piezas a dúo que completaron el programa.

La Sonatina nº 1 de Schubert es una obra menor que apenas establece un diálogo entre el teclado y el violín, destacando la melodía por encima de un desarrollo superfluo. La escasa importancia que el autor daba al violín no es excusa para que Seiler extrajera un sonido tan desvaído y lánguido, de sonido dulce y sedoso pero líneas imprecisas y modulantes. Quizás fuera sólo mi apreciación, pues apenas conseguí sumar adeptos cuando tuve oportunidad de intercambiar opiniones. El problema sin embargo se agravó en la Sonata K526 de Mozart, cuyo encanto rococó y aparente sencillez melódica no debe eclipsar su arrolladora y penetrante profundidad, que la violinista no acertó a nuestro juicio plasmar en su debida proporción, faltando concisión, vitalidad y equilibrio. Especialmente grave fue el resultado en el andante, si bien Staier y Seiler no debieron considerarlo así al elegirlo precisamente como propina final. Los resultados mejoraron considerablemente en la Sonata D574 de Schubert, más conocida como Dúo para violín y piano, de carácter también desenfadado, llena de dulzura pero con espacio también para el drama; aspectos todos perfectamente encajados en una interpretación ahora sí vigorosa, con portamenti perfectamente medidos y una extraordinaria fusión de los instrumentos.

DOÑA CLARA Un papel a la medida de Sonia Braga

Título original: Aquarius
Brasil 2016 140 min.
Guión y dirección Kleber Mendonça Filho Fotografía Pedro Sotero Intérpretes Sonia Braga, Jeff Rosick, Irandhir Santos, Maeve Jinkings, Julia Bernat, Carla Ribas, Fernando Teixeira, Rubens Santos, Humberto Carrao Estreno en el Festival de Cannes 17 mayo 2016; en Brasil 1 septiembre 2016; en España 10 marzo 2017

Un director que en toda su filmografía anterior ha profesado un amor incondicional por Recife, la capital de Pernambuco, y una actriz en estado de gracia que exhibe su belleza madura e intemporal al servicio de un personaje sólido y atractivo, son las cartas de presentación de una larga y relajada película en torno a las vicisitudes de una crítica de música jubilada que ve cómo su tranquila existencia se ve perturbada por los especuladores inmobiliarios. Claro que esto no es más que el pretexto para diseñar el retrato de una mujer fuerte y luchadora con un intenso y apasionado pasado, que se resiste a vivir de él y prueba a seguir disfrutando de la vida sin mirar la edad ni los prejuicios. Los objetos, la música, las personas y los recuerdos se convierten en compañeros inseparables de esta mujer hacia un crepúsculo lleno de ilusiones y esperanzas, derivando lo que en principio debería ser un retrato íntimo y costumbrista a una suerte de comedia coral donde hasta el más mínimo detalle tiene su relevancia. El problema reside en que Mendonça necesita casi dos horas y media para erigir un ensayo que bien podría haberle costado casi una hora menos. La dilatación de sus situaciones y su carácter a menudo anecdótico no ayudan a involucrarse suficientemente en esta aventura de vida, mientras la claridad con la que se reflejan los deseos e inquietudes de una mujer que se resiste a morir en vida, que necesita amar y desear tanto como ser amada y deseada, constituyen los elementos más válidos y menos viciados de un conjunto nostálgico y amable en todos sus ángulos y resortes. El trabajo de Sonia Braga es fundamental para llevar la empresa a buen puerto, y en este sentido hay que reconocer que la mítica actriz hace una labor excelente, que junto al esmero puesto por el realizador haya posiblemente propiciado el éxito del film en los festivales donde se ha proyectado, así como su nominación al César a la mejor película extranjera.

domingo, 26 de marzo de 2017

REDENCIÓN Cansino intento de reinventar el género pugilístico

Título original; Southpaw
USA 2015 124 min.
Dirección Anthony Fuqua Guión Kurt Sutter Fotografía Mauro Fiore Música James Horner Intérpretes Jake Gyllenhaal, Forest Whitaker, Rachel McAdams, Ona Lawrence, Victor Ortiz, Naomie Harris, Curtis ’50 Cent’ Jackson, Dominic Colón, Skylan Brooks, Miguel Gómez Estreno en Estados Unidos 24 julio 2015; en España 24 marzo 2017

Con casi dos años de retraso se estrena la penúltima película del director de Día de entrenamiento (lleva quince años publicitándose como el realizador de esa violenta película que le reportó a Denzel Washington su segundo Oscar); la última ha sido el remake de Los siete magníficos, lo que unido a una serie de olvidables títulos producidos con anterioridad, dan idea del talento de Antoine Fuqua, más bien discreto. Esta cinta de boxeo empieza donde otras acaban, con un combate triunfal y una vida familiar y laboral llena de felicidad y esperanza (el protagonista se llama así, Hope). Después un giro dramático pasará factura al protagonista y derivará hacia un via crucis en el que todo deberá empezar de nuevo, recuperando así la estructura narrativa habitual en este tipo de películas. Tenemos al héroe irredento y hundido en su propia miseria, un personaje al que Gyllenhaal da vida con mucho interés y entrega, apartándolo en su justa medida del arquetipo en este tipo de historias sobre boxeadores, aunque eso no le librará de seguir las pautas tradicionales en el combate final, esta vez con fundamento personal, como si así se quisiera reinventar el género. Su hija, una niña con un sentido de la responsabilidad y un halo trágico más propio de adultos que de alguien de su edad; ya se sabe, niños americanos. Y un entrenador, incorporado con profesionalidad por Forest Whitaker, que responde a todos los arquetipos: buen tipo pero amargado y de vuelta de todo. Un montaje gastado y apresurado que apenas permite fijarse en los detalles y deja en manos de las frases lapidarias el progreso narrativo, y una dialéctica cansina y alborotada de la violencia, conducen a un espectáculo en el que lo que más merece la pena es la interpretación de un actor que aún no ha recibido el reconocimiento que merece. Nuestros distribuidores han optado por redimir al protagonista en lugar de referirse al golpe zurdo del título original. La música de James Horner planea discretamente durante todo el largo recorrido de la cinta, mientras la cinta se dedica a su memoria, ya que falleció apenas un mes antes de estrenarse.

FeMÀS 2017. EL MELODRAMA MONTEVERDIANO SEGÚN CAPPELLA MEDITERRANEA

FeMÀS 2017. Cappella Mediterranea: Emöke Baráth, soprano. Quito Gato, tiorba, guitarra y percusión. Margret Koell, arpa. Margaux Blanchard, viola da gamba. Leonardo García Alarcón, órgano, clave y dirección. Programa: Selección de madrigales, arias de ópera, scherzi musicali y piezas de Selva morale e spirituale, de Claudio Monteverdi. Espacio Turina, sábado 25 de marzo de 2017

Leonardo García Alarcón
El homenaje que el Festival dedica este año a Claudio Monteverdi, cuando se cumplen cuatrocientos cincuenta años de su nacimiento, tuvo en este concierto su segunda parada directa, tras la interpretación que Rinaldo Alessandrini y Concerto Italiano hicieron de las Vísperas de la Virgen con motivo de su inauguración. Después de desgranar su más consagrada y reconocida obra religiosa, le llegó la hora a hacer lo propio con su música escénica, a través de arias de ópera y canciones de contenido igualmente dramático que ayudaran a situar la verdadera revolución del compositor de Cremona, la creación de una nueva música, impensable para el Medievo y el Renacimiento, capaz de despertar emociones y pasiones, así como de profundizar en el contenido poético de los textos.

Expectantes ante lo que nos podían ofrecer el teclista argentino Leonardo García Alarcón y el conjunto que formó hace doce años, Cappella Mediterranea, cuya excelente reputación les precede, la sensación final fue sin embargo algo decepcionante. Esperábamos encontrar una mayor variedad de matices y estéticas en un recorrido por la música contextualizada de Monteverdi, que se antojaba a priori muy significativa para entender su carácter innovador y revolucionario. Nada que reprochar desde luego al sonido empastado, bien definido y perfectamente articulado de cada uno y una de los integrantes del grupo, pero una cierta monotonía se adueñó no sólo de la instrumentación sino del carácter con el que abordaron cada composición. No había en la época una precisión exhaustiva sobre la instrumentación con la que interpretar cada pieza, ni siquiera las óperas, que en el caso de Monteverdi y su Orfeo implantaron el género tal como luego hemos seguido conociéndolo. Pero sí unas pautas de interpretación y unas coordenadas para que cada familia de instrumentos expresara emociones distintas, tanto bucólicas como infernales, y que en este caso no llegaron a cumplirse, generando una sensación de monotonía a la que no fue ajena la soprano húngara Emöke Baráth.

Emöke Baráth
La suya es una voz enérgica, potente y bien proyectada, que la joven cantante modula con holgura y solidez, pero que emite un sonido algo impostado, de escasa naturalidad, y siguiendo unas pautas dramáticas y estéticas de semejante calado, da igual la pieza que interpretase. De nada sirvieron los juegos de luces, el esfuerzo por dotar a las obras de expresiva teatralidad ni los movimientos escénicos de la soprano a lo largo de la sala. Al final la sensación era la misma interpretase un madrigal (el famoso Lamento della Ninfa), un motete (Jubilet) o un aria (Dal mio Permesso amato de L’Orfeo con el que arrancó la cita, o el temperamental Disprezzata Regina de L’incoronazione di Poppea), limitándose a cierto aire más desenfadado cuando de interpretar un scherzo musicale se trataba (Quel sguardo sdegnosetto), así hasta acabar en la propina con un Si dolce é’l tormento tan correcto y pulcro pero corto de emoción como el resto del programa. 

sábado, 25 de marzo de 2017

FeMÀS 2017. PERRINE DEVILLERS Y LA REVERENCIA: UNA VOZ EN LA CORTE DEL REY SOL

FeMÀS 2017. La Reverencia. Andrés Alberto Gómez, clave y dirección. Perrine Devillers, soprano. Programa: Piezas en trío de Marin Marais; arias dramáticas de Michel Lambert; arias de ópera de Jean-Baptiste Lully. Espacio Santa Clara, viernes 24 de marzo de 2017

La música cortesana francesa del siglo XVII apenas ha tenido una gran difusión hasta hace aproximadamente treinta años, cuando su presencia en salas de concierto y grabaciones ha sido reivindicada por músicos de la talla de Jordi Savall, propiciando la proliferación de formaciones como La Reverencia, que han encontrado en el repertorio el filón perfecto para poner en escena programas de lo más diverso y atractivo. Lo curioso es que junto a esta labor musicológica se haya recuperado la memoria de Luis XIV, rey de Francia y Navarra, paradigma de la monarquía absoluta y hoy sin embargo más asociado a su mítica y exquisita sensibilidad, en lo que a música y danza se refiere. Una recreación de la música que podría escucharse en su alcoba, al despertar y acostar del monarca, constituyó la propuesta del grupo comandado por el clavecinista Andrés Alberto Gómez.

Tres de los más reputados músicos de la corte centraron un meticuloso y delicado programa en el que se alternaron, en tres bloques perfectamente definidos y delimitados, obras instrumentales con arias de ópera y tonadas dramáticas escritas ex profeso para la vida en palacio. Las tres piezas en trío de Marin Marais seleccionadas recibieron de los integrantes de La Reverencia un trato elegante y exquisito, apoyado en el delicado fraseo de las flautas, de pico y travesera, de Iván Sánchez y José Fernández Vera, el violín perfectamente articulado y en estilo de Pavel Amilcar y el bajo continuo en el que no podía faltar el instrumento fetiche del autor, la viola da gamba, de la que Sara Ruiz extrajo un sonido poderoso, sedoso y maleable, y el clave de Gómez, que protagoniza la sesión matinal de este domingo en el mismo Espacio Santa Clara. La tiorba de Rafael Muñoz lució mejor en las arias de corte de Michel Lambert, maestro de capilla en la misma época en que Lully creaba algunas de sus óperas más memorables a la sombra de la vida palaciega, acompañando con precisión y elegancia las piezas cantadas.

En este sentido, la mayor sorpresa la recibimos de la voz perfectamente colocada y expresivamente impecable de la soprano francesa, y también clarinetista, Perrine Devillers. Alumna de Andreas Scholl entre otros, su voz cálida y potente, aterciopelada y segura, se adaptó como un guante, siempre según textos de Philippe Quinault, a la estética melancólica de las composiciones de Lambert, así como a las más autoritarias y enérgicas de las óperas de Lully, Teseo y Armide, más popular la segunda por más que apenas se represente a pesar de la recuperación aludida. Su timbre espeso y dramático se acerca ocasionalmente a la tesitura de una mezzosoprano, lo que multiplica las posibilidades de una voz preciosa que nos encandiló de principio a fin, añadiendo a ello una fuerza expresiva encomiable que sobresalió por encima del buen hacer y la impecable factura técnica del resto del conjunto.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

EL BAR No se crean lo que les cuentan

España 2017 102 min.
Dirección Álex de la Iglesia Guión Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría Fotografía Ángel Amorós Música Carlos Riera y Joan Valent Intérpretes Blanca Suárez, Mario Casas, Secun de la Rosa, Carmen Machi, Jaime Ordóñez, Terele Pávez, Joaquín Climent, Alejandro Awada, Jordi Aguilar, Diego Braguinsky Estreno en el Festival de Berlín 15 febrero 2017; en salas comerciales 24 marzo 2017

Seguros de que algún día su cine será objeto de análisis y estudio incluso en los centros académicos, no podemos sin embargo evitar pensar que las películas de Álex de la Iglesia, a pesar de ser entretenidas y estar muy bien rodadas, no suelen estar bien acabadas, no logran redondear su mensaje ni intención, perdiéndose a menudo en su vocación de astracanada, y rematando la faena frecuentemente de forma descuidada y apresurada. Felizmente no es el caso de su última película, que nos parece superar esos inconvenientes y convertirse seguramente en la mejor y más conseguida de su filmografía. Tomando como base una anécdota cuya efímera actualidad ha quedado sobrepasada en apenas unos meses, la cinta se sumerge en el mundo de las apariencias, lo que creemos y damos por hecho que es y sin embargo no lo es. Los medios de comunicación y los poderes fácticos nos convencen de que todo lo que vemos y leemos es cierto; a veces incluso los primeros se convierten en instrumento a través de los cuales los segundos siembran la opinión pública de mentiras y falsedades, dada la progresiva falta y pereza que los medios tienen de contrastar y comprobar la certeza de lo que nos cuentan. De la Iglesia, con su inseparable Jorge Guerricaechevarría al guión, urden un film cómico y dramático en torno a un grupo de personas que intentan sobrevivir a una situación límite y desesperada en el interior de un bar. Lógicamente el experimento servirá para enjuiciar el comportamiento mezquino del ser humano, que trasciende cuando las normas de convivencia y de educación parecen sobrar. El impecable trabajo interpretativo de todos y cada una de los actores y actrices convocadas, unido a esa portentosa manera técnica de trabajar del director vasco, consiguen un film envolvente y sorprendente de principio a fin, que aunque en ocasiones se hace difícil de digerir, con momentos realmente nauseabundos, divierte considerablemente y logra hacernos reflexionar no ya sobre nuestro propio comportamiento sino sobre la manipulación a la que se nos somete constantemente con el fin de asirse a un incomprensible y absurdo poder con el que controlar todo lo que nos rodea y sacar la máxima tajada del mundo en el que vivimos. Todo eso es objeto de un esmerado tratamiento en el que una vez más se evidencia el amor del realizador por el cine, con soluciones estéticas (y dramáticas) que recuerdan en esta ocasión a películas como Los pájaros de Hitchcock o La niebla de Frank Darabont, donde la inexplicable (y metafórica) amenaza también se encontraba al otro lado del ventanal de un local, supermercado o restaurante. Por todo lo referido resulta incomprensible la fría acogida que el film ha tenido en su paso por el Festival de Berlín, mientras la crítica española tampoco se ha deshecho en elogios tras su paso por la inauguración del Festival de Málaga. Ya se sabe que aquí cualquier porquería que llegue del otro lado del charco recibe más apoyos que el cine realizado en nuestro país con más esfuerzo y creatividad.

viernes, 24 de marzo de 2017

NACHO DE PAZ Y LA ROSS: GRANDES SOLISTAS ENVUELTOS EN UN SUEÑO

7º concierto de la 26ª temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Vladimir Dmitrenco, violín. Juan Ronda Molina, flauta. José Manuel González Monteagudo, oboe. Miguel Dominguín Infante y Piotr Szymyslik, clarinetes. Lucian Ciorata, contrabajo. Nacho de Paz, director. Programa: Dúo brillante sobre temas de Guillermo Tell, de Dessermann y Berthélemy; Konzertstück nº 1, de Mendelssohn; Gran dúo concertante, de Bottesini; Danzas del ballet “Estancia”, de Ginastera; Tangazo, Oblivion y Libertango, de Piazzolla. Teatro de la Maestranza, jueves 23 de marzo de 2017


Nacho de Paz
El repertorio que ha consagrado al asturiano Nacho de Paz, y que le ha convertido en uno de los directores españoles más reconocidos dentro y fuera del país, pertenece más a la música contemporánea que a la que presentó en su debut sevillano. No obstante dejó una impronta muy personal en sus visiones del clasicismo, romanticismo y nacionalismo, en este séptimo concierto de abono de la ROSS que se destacó también por la numerosa participación de solistas integrantes de la propia plantilla en unos cometidos harto complicados en lo técnico, saldándose con resultados excelentes.

Rossini flotó a lo largo de la primera parte, en páginas originalmente concebidas para conjuntos de cámara y posteriormente infladas por sus propios artífices para formato de concierto a gran orquesta. La pieza que Jules Dessermann y Felix Berthélemy escribieron a partir de los pasajes más célebres de Guillermo Tell, derrocha amabilidad y encanto, que Ronda a la flauta y Monteagudo al oboe convirtieron en un dechado de alegría y aparente espontaneidad, mientras de Paz y la numerosa orquesta arroparon con aires ensoñadores. El primero de los dos Konzertstück que Mendelssohn compuso para clarinete, corno di bassetto y piano, más tarde reconvertido en dos clarinetes y orquesta, evidencia la admiración que el joven músico profesaba a Rossini, especialmente en el andante y en el ágil presto final. Szymyslik e Infante demostraron aquí un altísimo nivel interpretativo, con agilidades al máximo nivel y ornamentaciones al alcance sólo de los más talentosos. Hay que tener en cuenta que estas páginas, aunque discretas, se concibieron para lucimiento de las habilidades de sus virtuosos dedicatarios. Bottesini compuso sus tres dúos para contrabajos en la misma época que una Fantasía sobre temas de Rossini. En el primero de estos dúos Ciorata al contrabajo extrajo frases imposibles en un instrumento como éste, y Dmitrenco al violín (según arreglo de Camillo Sivori) exhibió buen gusto y capacidad de seducción. Un ragtime de Scott Joplin revalidó el talento de los dos intérpretes.

Tras un acompañamiento orquestal depurado y mimoso, en la segunda parte de Paz ofreció unas Danzas del ballet Estancia de Ginastera dramáticas, vigorosas, sensuales y misteriosas, con frases entrecortadas en Los trabajadores agrícolas que potenciaron su carácter virulento, y un poder de seducción en la Danza del trigo, con juegos de tempi que multiplicaron su considerable lirismo. Los solistas de la ROSS, junto a unos espléndidos metales, volvieron a demostrar su talento en las piezas de Piazzolla, con unos excelentes Sarah Roper al oboe y Vicent Morelló a la flauta. La solemnidad casi religiosa de Tangazo, el poder evocador y la emoción nostálgica de la estremecedora Oblivion, a cuyo arreglo le sobró quizás la trompeta en el segmento central, y el carácter festivo (y festivalero) de la versión ofrecida de Libertango, con atinada inclusión de la batería, redondearon una noche mágica y llena de sensaciones. Ahora queda disfrutar, esperamos que pronto, a este sensacional director en el repertorio que aún parece mejor domina.

Versión extensa del artículo publicado en El Correo de Andalucía el 25 de marzo de 2017

jueves, 23 de marzo de 2017

INCIERTA GLORIA Intriga y pasión en el frente ibérico

Título original: Incerta glòria
España 2017 115 min.
Dirección Agustí Villaronga Guión Agustín Villaronga y Coral Cruz, según la novela de Joan Sales Fotografía Josep M. Civit Música Marcús Jgr Intérpretes Marcel Borrás, Núria Prims, Oriol Pla, Bruno Cusí, Luisa Gavasa, Terele Pávez, Fernando Esteso, Juan Diego, Bruno Bergonzini, Mario Alberto Díez, David Bagés, Jorge Usón, Roger Casamajor, Rubén Jiménez Sanz Estreno 17 marzo 2017

Desconozco la base literaria de esta película, pero intuyo que debe contener los mismos méritos que esta impecable película, un folletín en toda regla pero con trasfondo social y político que deriva en un retrato claro y contundente del temperamento ibérico, a la vez que un análisis profundo de cómo la violencia pervierte las más mínimas reglas de convivencia entre seres humanos. Se trata de un relato de supervivencia, con lo que de venganza y traición conlleva, llevado a muy buen término por un director que no siempre atina (El rey de La Habana) pero que cuando lo hace es merecedor de los más encendidos elogios (Tras el cristal, El mar, Pan negro). Villaronga regresa al escenario de su película más premiada, pero esta vez lo hace en clave diferente, centrándose en un drama romántico a cuatro bandas en el que la línea que separa nacionalistas y republicanos en una Guerra Civil, a pesar de algunos y algunas no siempre suficientemente tratada, se hace más delgada y difusa, evidenciando el absurdo y la barbarie de una confrontación bélica, sobre todo cuando se produce entre vecinos. Cuatro personajes a los que el guión define de forma concisa, femme fatale incluida al más puro estilo cinematográfico pero con iconografía rural de fondo. Conveniencias e irresponsabilidades son utilizadas en una historia en la que no sobra ni falta nada para provocar la sensación de desolación que persigue. Lo inexplicable es que con estos resultados y un considerable esfuerzo de producción, que debe haber supuesto una holgada inversión, la cinta haya sufrido el mayor de los desprecios por nuestros distribuidores, con una exhibición raquítica precedida de una promoción nula. Una vez más se pone en evidencia la incapacidad de este país para vender lo que hace, que ni siquiera la tortilla, el gazpacho ni el jamón serrano cuentan con la popularidad que merecen fuera de nuestras fronteras. Igual pasa con nuestro cine, permitiéndose que films tan valiosos como éste pasen desapercibidos. Una película tan bien planteada, ambientada e interpretada, con buenas dosis de intriga y pasión, que habla de cuestiones tan interesantes para comprendernos a nosotros mismos, incluso tan de actualidad, merecería una mayor atención, algo que esperemos el tiempo vaya corrigiendo.

miércoles, 22 de marzo de 2017

FeMÀS 2017. ONOFRI Y LA OBS: LA NOCHE EN SESIÓN CONTINUA

FeMÀS 2017. Temporada 2016/17 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Enrico Onofri, director-concertino. Programa: Serenata para cuerdas y bajo continuo “Der Nachtwächter”, de von Biber; Sinfonia prima de La Senna festeggiante RV 693 y Concierto para flauta “La Notte” RV 439, de Vivaldi; Concierto para dos violines nº 1, de Barsanti; Musica notturna delle strade di Madrid, de Boccherini; Serenata Notturna KV 239, de Mozart. Espacio Turina, martes 21 de marzo de 2017

Que la Barroca hiciera coincidir este concierto de su temporada con el Festival de Música Antigua, y que éste acabe siempre el Sábado de Pasión, ayudó a acotar las fechas de celebración del FeMÀS con suficiente antelación, dado el retraso con el que sus organizadores suelen anunciarlo. Que además programase dos sesiones seguidas del mismo concierto para cumplir con sus numerosos e incondicionales seguidoras y seguidores, entra ya en los límites de la proeza, y que ni siquiera acusase cansancio es prodigioso. El programa fue otro aliciente: la noche como tema, como escenario de cortejos y celebraciones, o ambas cosas a la vez.


Con la serenata Der Nachtwächter de Heinrich Ignaz von Biber se dieron ambas circunstancias, pieza para ser interpretada de noche y con tema nocturno, el sereno, que encontró en las voces de Alejandro Casal, Guillermo Martín y Ventura Rico el sustituto ideal del bajo y pretexto perfecto para la comicidad, aunque sus voces estuvieran más cerca del canto de goliardos que de un sereno alemán. La scordatura y el contrapunto característicos del compositor bohemio se notó quizás en exceso, hasta el punto de provocar más de un desencuentro con tendencia al barullo. Nada que la sinfonía introductoria de La Senna festeggiante no corrigiera con resultados óptimos, como ya ocurriera hace algo más de un año cuando la orquesta interpretó esta serenata vivaldiana en su integridad, también a las órdenes de Onofri. La energía y el empuje característicos de la Barroca se hizo patente también en el Concerto grosso nº 1 que Francesco Barsanti compuso a partir de las Sonatas Nocturnas de Sammartini, donde Onofri y Alexis Aguado protagonizaron un competente duelo algo sofocado por el resto de la cuerda, al igual que la flauta de Vicente Parrilla en el Concierto RV 439 de Vivaldi, cuyo sonido apagado deslució de forma inesperada en un intérprete consumado como él, a pesar de su dominio de la respiración y las articulaciones.

Los efectivos de la Barroca demostraron ser unos fuera de serie en las dos últimas piezas, una Música nocturna de las calles de Madrid de Boccherini que nos dejó con la boca abierta, empezando con el feliz descubrimiento de Diana Vinagre al violonchelo, de fraseo elegante, matizado y muy expresivo. También Onofri hizo gala aquí de su versatilidad y calidad como violinista. La original (y de título redundante) Serenata Nocturna de Mozart, por su estética concertista, el magnífico uso de timbales (espléndido Pepe Tur) y la confrontación entre cuarteto y tutti, se saldó con una interpretación excelente en la que los músicos incluso se permitieron el lujo de recrear solos como si se tratase de una jam session.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

CRUDO Poco recomendable para estómagos delicados

Título original: Grave
Francia-Bélgica 2016 98 min.
Guión y dirección Julia Ducournau Fotografía Ruben Impens Música Jim Williams Intérpretes Garance Marillier, Ella Rumpf, Rabah Nait Oufella, Laurent Lucas, Joanna Preiss, Bouli Lanners, Marion Vernoux, Jean-Louis Sbille Estreno en el Festival de Cannes 14 mayo 2016; en Francia 15 marzo 2017; en España 17 marzo 2017

No es que sea una película redonda, ni muchísimo menos, pero se agradece que pretenda arrojar, y lo consiga, un poco de aire fresco y originalidad a un género tan trillado como el terror, donde muchas supuestas nuevas vías de exploración fracasan estrepitosamente, o se opta directamente por el camino más obvio y convencional. Cuenta una historia de canibalismo que supone a la vez un camino de exploración y autodescubrimiento para una joven recién ingresada en una infernal facultad de veterinaria situada en ninguna parte. El problema radica quizás en que su realizadora no parece tener muy claro qué contarnos a través de esta desorientada adolescente en principio vegetariana, que descubre transformaciones en su cuerpo a la vez que nuevos apetitos alimenticios y sexuales. Todo eso enmarcado en un ambiente enfermizo de jóvenes entregados a una orgía de iniciación sadomasoquista (a través de las una vez, hace tiempo, muy denunciadas novatadas), fiestas rave, drogas, sexo y alcohol. Aunque hay episodios que se alimentan del disparate y el delirio, el acierto de Ducournau es provocar el terror no a través de las víctimas del monstruo, sino del monstruo mismo, que es con quien empatizamos, y podríamos llegar a identificarnos, y con su descubrimiento y transformación. Para eso cuenta con la excelente interpretación de Garance Marillier y una rica iconografía en la que podemos apreciar influencias de David Lynch, Dario Argento (esa inquietante música de Jim Williams a lo Goblin) y Nicolas Winding Refn, mientras el festín para adeptos al gore y la sangre está asegurado, lo que hace al conjunto poco recomendable para estómagos delicados. Premio Fipresci en la Semana de la Crítica en Cannes, y mejor película europea en Sitges, entre otros galardones.

domingo, 19 de marzo de 2017

LOCAS DE ALEGRÍA Retrato femenino desequilibrado

Título original: La pazza gioia
Italia-Francia 2016 111 min.
Dirección Paolo Virzi Guión Paolo Virzi y Francesca Archibugi Fotografía Vladan Radovic Música Carlo Virzi Intérpretes Valeria Bruni Tedeschi, Micaela Ramazzotti, Anna Galiena, Valentina Carnelutti, Elena Lietti, Tommaso Ragno, Bob Messini, Carlotta Brentan, Francesca Della Ragione, Roberto Rondelli Estreno en el Festival de Cannes (Quincena de Realizadores) 14 mayo 2016; en Italia 17 mayo 2016; en España 17 marzo 2017

Hay poco de la melodramática La prima cosa bella y menos aún de la inquietante y espléndida El capital humano en esta crónica de amistad, camaradería y complicidad entre dos desequilibradas, emocionalmente inestables y maltratadas, que se conocen en una delirante institución psiquiátrica; es decir, que no hay una línea estilística y temática identificable en la filmografía de Paolo Virzi, saludado por amplios sectores críticos como el nuevo Mario Monicelli, a nuestro juicio injustamente. Hay sin embargo destellos de simpatía y amabilidad en esta historia que sin embargo pretende ser dura y original. Lo segundo porque apenas esboza los caracteres más allá de lo que vemos en pantalla; nada sabemos exactamente del pasado de estas Thelma y Louise que emprenden una escapada con el fin de rendir algunas cuentas con su pasado, pues desde el momento en el que poca fiabilidad merecen sus transfiguradas confesiones, no sabemos realmente quiénes son y cuál es exactamente su drama hasta bien entrado el metraje, lo cual dificulta la empatía con su progreso como personajes. Pero al margen de estas consideraciones, Locas de alegría (o La alegría loca como reza su título original) brilla por las interpretaciones de sus protagonistas, especialmente una Valeria Bruni Tedeschi que reluce en sus líneas de guión y aporta esa expresiva y exquisita madurez que va contaminando su reciente filmografía. Su trabajo y el de su compañera, Micaela Ramazzotti, esposa del director, les valió el Premio a la mejor actriz en Valladolid, donde la cinta se alzó también con la Espiga de Oro y el Premio del Público.

sábado, 18 de marzo de 2017

LA BELLA Y LA BESTIA Un suntuoso musical de perfil romántico y melancólico

Título original: Beauty and the Beast
USA 2017 123 min.
Dirección Bill Condon Guión Stephen Chbosky y Evan Spiliotopoulos, según la novela de Jeanne-Maire Leprince de Beaumont Fotografía Tobias A. Schliessler Música Alan Menken Intérpretes Emma Watson, Dan Stevens, Luke Evans, Kevin Kline, Emma Thompson, Ewan McGregor, Ian McKellen, Josh Gad, Audra McDonald, Gugu Mbatha-Raw, Stanley Tucci, Hattie Morahan, Adrian Schiller, Chris Andrew Mellon Estreno en Estados Unidos y España 17 marzo 2017

Siguiendo con su política de reconvertir sus clásicos animados, especialmente los que tienen princesas como protagonistas, en películas de imagen real, Disney acomete ahora el acondicionamiento de su éxito de hace veintiséis años La bella y la bestia, único film de animación de la historia que logró una nominación al Oscar a la mejor película, cuando aún no se había creado la categoría de mejor película de animación. Se trata por lo tanto del clásico más reciente reconvertido, con resultados gratamente estimulantes. Al contrario que en otras ocasiones (Blancanieves, La bella durmiente, Cenicienta, Alicia en el país de las maravillas), esta vez se ha optado por seguir más el espíritu y la literatura del original, apenas apartándose de él sino para añadir perfiles a los personajes. Para ello se ha contado con un director de probada aptitud como Bill Condon, cuya personal mirada sobre iconos reales y ficticios como James Whale (Dioses y monstruos), el biólogo Alfred Kinsey (Kinsey), el polémico Julian Assange (El quinto poder) o Sherlock Holmes (Mr. Holmes), así como su capacidad para el musical, demostrada en la sensacional Dreamgirls, le han granjeado una categoría y dignidad que ni siquiera su incursión en la saga Crepúsculo (Amanecer) ha logrado mancillar. Valiéndose de un par de guionistas de tan dispar trayectoria como Stephen Chbosky (La ventajas de ser un marginado) y Evan Spiliotopoulos (al servicio de Disney para poner en pie productos meramente coyunturales), Condon ha logrado una lectura del cuento de Leprince de Beaumont a medio camino entre el suntuoso musical que proponía la versión de 1991 y su adaptación a Broadway una década después, y la poesía inherente al film que dirigió Jean Cocteau en 1946, resultando una cinta extremadamente triste y melancólica. No podemos pasar por alto su barroquismo estético y su estilizada banda sonora, para la que Alan Menken ha añadido a su oscarizada partitura original nuevas canciones y un score más complejo y completo. No falta el humor, incluidas divertidas referencias gays a las que son tan proclive el realizador, y las referencias cultas y musicales, mientras el espléndido elenco protagonista no tiene sentido si no se disfruta en versión original, ya que en su mayoría prestan su voz y gestos a una serie de objetos animados según la tecnología digital más avanzada. Sin embargo, en su versión doblada nuestros distribuidores no tienen el detalle de destacar el excelente trabajo de dobladores y dobladoras, en textos y canciones, relegando su acreditación al final de todos los títulos y a velocidad de vértigo. En fin, un espectáculo notable, realizado con mucho cariño y atención a los detalles, con un considerable sentido romántico y un elevado nivel dramático que justifican que nos encontremos ante un producto válido y bienvenido.

viernes, 17 de marzo de 2017

EL FUNDADOR El país de la hamburguesa

Título original: The Founder
USA 2016 115 min.
Dirección John Lee Hancock Guión Robert D. Siegel Fotografía John Schwatrzman Música Carter Burwell Intérpretes Michael Keaton, Nick Offerman, John Carroll Lynch, Laura Dern, Linda Cardellini, Patrick Wilson, B.J. Novak, Lauren Denham, Catherine Dyer, Ric Reitz, Wilbur Fitzgerlad Estreno en Estados Unidos 20 enero 2017; en España 10 marzo 2017

Tras Un sueño posible y Al encuentro de Mr. Banks, John Lee Hancock continúa analizando el sueño americano, pasando esta vez de un icono de la cultura popular como Walt Disney a otro de la perseverancia empresarial, esa que tantas veces se ha dicho ha hecho a Estados Unidos grande. Se trata del creador de la cadena de restaurantes de comida rápida, y por extensión basura, más grande y rentable del mundo, McDonald’s. Para la ocasión Hancock abandona el tono amable casi de fábula que imperó en su particular análisis de la gestación de Mary Poppins para adentrarse en un terreno más ácido y espinoso, el que domina la atmósfera de esta interesante crónica que constituye al mismo tiempo una lúcida lección de negocios y una crítica al poder y la arrogancia del pueblo americano. La figura de Ray Kroc, vendedor de Illinois que se recorrió toda la Ruta 66 para encontrar el restaurante que los “hermanos” McDonald regentaban en San Bernardino (Califonria), para finalmente hacerse con el control de la empresa y expandirla por todo el globo, es tratada por Hancock y el guión de Robert Siegel (The Wrestler o El luchador) con inteligente respeto, sin incidir como suele hacerse últimamente en su miseria, sino destacando su talento y aptitud para los negocios, sin por ello renunciar a su vertiente crápula y su a la larga falta de escrúpulos, por mucho que su relación con los virtuosos hermanos se trate con humor y ciertas dosis de amabilidad. El diseño de personajes es excelente, su interrelación formidable (especial atención a la atracción que sienten el protagonista y la que fuera su segunda esposa, basada en una sintonía para los negocios que no alcanzó a tener con su primera y abnegada cónyuge), lográndose con una ambientación cuidada y nada estridente, una estructura precisa y una dramaturgia absorbente, un film por encima de la media en este tipo de empresas. Keaton triunfa con su interpretación, flanqueado por un conjunto de secundarios y secundarias que hacen un trabajo ejemplar, una fotografía luminosa y nostálgica y una inquietante banda sonora de Carter Burwell, a la que apenas se le puede reprochar su carácter casi omnipresente.

jueves, 16 de marzo de 2017

KONG: LA ISLA CALAVERA Apoteósico y apocalíptico

Título original: Kong: Skull Island
USA 2017 120 min.
Dirección Jordan Vogt-Roberts Guión John Gatins, Dan Gilroy, Max Borenstein y Derek Connolly Fotografía Larry Fong Música Henry Jackman Intérpretes Tom Hiddleston, Brie Larson, Samuel L. Jackson, John Goodman, John C. Reilly, Toby Kebbell, Tian Jing, Thomas Mann, Corey Hawkins, Jason Mitchell, Shea Whigham, John Ortiz, Eugene Cordero Estreno en Estados Unidos y España 10 marzo 2017

La intención queda clara justo al final de la película, tras los títulos de crédito: revivir a todos y cada uno de los monstruos que han acaparado las pantallas norteamericanas, y sobre todo japonesas, desde la década de los cincuenta, en pleno pánico nuclear, con el precedente de King Kong, el clásico de 1933, como bandera. De momento tenemos ésta y dentro de un par de años otra revisión de Godzilla. El encargo se le ha hecho a un director refugiado en la televisión desde que hace cuatro años obtuviera cierto éxito con la muy evocadora Los reyes del verano. Jordan Vogt-Roberts da ahora el salto mortal de género pero con red, la que le proporciona un nutrido grupo de guionistas curtidos en aventuras de corte similar, desde la última versión de Godzilla a Jurassic World pasando por Acero puro y El legado de Bourne. Pero lo que en principio se propone, y saluda, simplemente como mero divertimento, una película de aventuras sin más pretensión que entretener, tiene mucho más trasfondo de lo aparente, con una guerra frustrada, la de Vietnam, planeando por un sargento con ínfulas de venganza y un equipo de científicos aprovechando la especulación política en un momento de horas bajas para la moral norteamericana. Pero sobre todo la cinta se erige como alegato, una vez más, del papel destructivo del hombre sobre la tierra. Esta vez ya no es la amenaza nuclear ni el ansia de dinero y poder, sino la más de moda denuncia ecológica, con una expedición que comienza destruyendo todo lo que encuentra a su paso para llamar la atención de los monstruos que habitan una isla perdida. El paisaje apocalíptico en el que se desarrolla la acción tiene, como ya se ha dicho en otras reseñas, reminiscencias claras del Apocalypse Now de Coppola, con personaje llamado Conrad incluido, al que da vida un Tom Hiddleston (High-Rise, La cumbre escarlata) con más pinta de dandy que de auténtico aventurero, mientras el resto del reparto responde a los arquetipos del género, con mujer florero incluida, una Brie Larson oscarizada por La habitación, que de pie a la consabida porción de poesía que la empresa demanda desde los tiempos de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack. Pero nada de esto sería un inconveniente si no fuera por la enorme carga de violencia que ofrece el producto, donde a la también típica estructura narrativa se une un proceso de aniquilación de los personajes del film según los más cruentos parámetros imaginables. No cabe duda de que su impacto visual y sonoro es considerable, verdaderamente espectacular, con secuencias memorables como la del ataque a los helicópteros y las numerosas luchas de King Kong con otros monstruos gigantescos; pero no escapa de sus pretensiones de estéril denuncia y su ambición de taquillaje que es, en última instancia, la única razón de ser de este más de lo mismo sobre el pobre gorila triste e incomprendido.

miércoles, 15 de marzo de 2017

ZONA HOSTIL Fuerzas armadas de aventuras

España 2017 93 min.
Dirección Adolfo Martínez Guión Luis Arranz y Andrés M. Koppel Fotografía Alfredo Mayo Música Roque Baños Intérpretes Adriana Gil, Roberto Álamo, Raúl Mérida, Antonio Garrido, Ingrid García-Jonsson, Jacobo Dicenta, Younes Bachir, Ismael Martínez, David de la Torre, Marian Hernández, Berta Hernández, Ruth Gabriel Estreno 10 marzo 2017

Si hay algo que agradecer al cine español cuando se atreve con las superproducciones es que ni se le noten las costuras ni se empeñe en ser pretencioso y trascendental. Ambas cosas se las tenemos que agradecer a Adolfo Martínez, que aunque con ésta firma su ópera prima, está ya muy curtido en el cine hecho en Estados Unidos, país donde nació y a donde regresó para estudiar y perfeccionar su bagaje cinematográfico. Martínez se ha tomado esta empresa simplemente como una película de aventuras, a la antigua usanza. Cine bélico no para cuestionar ni analizar sino únicamente para entretener; en ello tiene naturalmente mucho que ver la participación de nuestras fuerzas armadas, sin las cuales su presupuesto se habría tenido que inflar considerablemente para dar al conjunto el realismo que merece. Unas pinceladas para definir a los personajes, algunas de ellas para dejar claro que todo lo dicho sobre la guerra, la barbarie y el dolor no cae en saco roto. Pero a partir de ahí lo que a Martínez y al ejército interesa es poner en pie una película de aventuras en la que un helicóptero protagoniza un rescate en el que las vidas humanas valen más, pero el sentimiento romántico casi de coleccionista hacia un objeto, en este caso el helicóptero referido, también tiene su importancia. Asumida su vocación de espectáculo aventurero no nos ha de extrañar que los talibanes aparezcan únicamente como el enemigo a exterminar, sin más matices, y que las neuras y obsesiones de sus personajes queden en un destacado segundo plano. La incorporación de mujeres, dos más que en los hechos reales en los que se basa, sumando hasta cinco, aporta originalidad y glamour a una empresa que arroja un saldo positivo como producto bien hecho y satisfactorio al nivel comentado, de puro y sencillo entretenimiento, al que no hay que buscarle lecturas colaterales de ningún tipo, ni siquiera el recurrente neofascismo con el que suelen asociarse este tipo de películas.

martes, 14 de marzo de 2017

DUDAMEL CON BEETHOVEN EN BARCELONA

Justo cuando su carrera y su vida personal se encuentran en punto álgido o más efervescente, con el Concierto de Año Nuevo aún reciente y el rumor de su boda con María Valverde hace unos días en Las Vegas, Gustavo Dudamel ha iniciado en Barcelona su periplo de actuaciones por Europa dirigiendo a la Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela con la integral de las sinfonías de Beethoven, el más popular y seguramente importante ciclo sinfónico de cuantos conocemos. Una proeza que realiza cuando aún es joven y con una formación  que ha escrito su historia con él y de la que ambos se retroalimentan. Y lo hace muchos años después de su actuación junto a una jovencísima orquesta en el Maestranza, ahora que eso sólo se nos antoja un eco. Dudamel granjeó su fama a través del programa educativo que él mismo promovió e incentivó en su tierra como forma de sacar de la pobreza y la marginación a miles de niños y niñas de Venezuela, algo que tuvo como principales adeptos a Claudio Abbado o Daniel Barenboim, que justamente pusieron en marcha sus propios retos de filosofía parecida y objetivos diversos. Proponer a una orquesta aún joven y todavía inexperta un reto de tanta envergadura como interpretar en tan sólo unos días las nueve sinfonías de Beethoven, y que Barenboim ya puso en marcha hace algunos años con su Orquesta del Diván, es un paso significativo tanto para él como para los jóvenes integrantes de la popular formación sudamericana. De momento podemos dar fe del resultado, según nuestros parámetros técnicos, expresivos y estéticos por supuesto, de las sinfonías 3 y 4, interpretadas en el segundo bloque, el mismo domingo en el que por la mañana se iniciaba el ciclo parece ser que con asistencia de la bella ex de Mario Casas y protagonista de A puerta fría.
 
Momento de la actuación de Dudamel y la
Sinfónica Simón Bolívar en el Palau
Capaz de dividir a crítica y afición entre su vibrante y brillante recreación de clásicos sudamericanos en Fiesta y su meliflua y blandengue versión de célebres páginas sinfónicas wagnerianas, de convencer a unos y no tanto a otras de su manera de abordar el conservadurismo inherente a los valses y polcas straussianas junto a la Filarmónica de Viena, no cabe duda de que su posición ante la Filarmónica de Los Angeles como director musical y su confesa admiración por el célebre compositor de bandas sonoras John Williams, nos dan idea de la controvertida y versátil personalidad del joven venezolano. Su aproximación al siempre fascinante mundo beethoveniano bebe también, según parece, de este desequilibrio que le caracteriza, de forma que frente a una poco lúcida (y lucida) Tercera, apreciamos una Cuarta más allá de las coordenadas que habitualmente definen esta página, descubriéndonos nuevos y muy creativos matices.
 
El carácter apoteósico de la Sinfonía nº 3 quedó menguado por una orquesta cuyos niveles técnicos no están todavía suficientemente depurados, lo que llevó a un sonido opaco y a menudo encorsetado, con una batuta incapaz de dar cohesión y equilibrio a la variedad de ideas que propone Beethoven, aún acertando a abordar el primer y segundo movimientos con un marcado carácter nostálgico e incluso agónico en el caso de la famosa marcha fúnebre. Tras un intrascendente scherzo, el finale lo asumieron con evidente sentido de la espectacularidad, por mucho que los numerosos efectivos convocados no lograran el empaste y la trasparencia que la obra exige. Mucho mejor quedó sin embargo la nº 4, ya con menos músicos en los atriles, lo que seguramente debió propiciar un mayor grado de compenetración y un más acertado equilibrio en una pieza que Dudamel abordó, como el resto del ciclo, sin partitura. Esta vez se amoldó con soltura y naturalidad al carácter alegre y desenfadado de la obra, pero sin restarle majestuosidad. Tras una introducción no ya misteriosa sino casi terrorífica, se adentró en el espíritu global de la sinfonía destacando su jovialidad y la viveza de sus colores y ritmos, acentuando su elegancia y lirismo, y permitiendo el lucimiento de los instrumentistas, especialmente maderas, que marcaron un punto elevado en esta integral que corresponderá a otros u otras juzgar en su totalidad. De momento el público ya está entregado y proclive a aplaudirle hasta la extenuación, haga lo que haga, como se pudo comprobar el pasado domingo por la noche en el polémico Palau de la Música Catalana. Por cierto, el sensacionalismo ha querido que se hable más del magnífico auditorio barcelonés por la corrupción y el expolio en sus cuentas que por el excelente plantel de artistas que propone esta temporada, que incluye a Cecilia Bartoli, Andras Schiff, René Jacobs o William Christie entre otros, y que se le dedique a Dudamel más atención mediática por su supuesta boda con María Valverde que por esta gira europea con el ciclo beethoveniano.

jueves, 9 de marzo de 2017

LA CHICA DESCONOCIDA Doctora y detective las 24 horas del día

Título original: La fille inconnue
Bélgica 2016 113 min.
Guión y dirección Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne Fotografía Alain Marcoen Intérpretes Adèle Haenel, Jérémie Rennier, Olivier Gourmet, Thomas Doret, Fabrizio Rongione, Christelle Cornil, Olivier Bonnaud, Louka Minnella, Nadège Quedraogo Estreno en el Festival de Cannes 18 mayo 2016; en Bélgica 5 octubre 2016; en España 3 marzo 2017

Fieles a su estilo y temática, los hermanos Dardenne proponen ahora un film aparentemente policíaco o detectivesco, en el que una doctora se convierte en detective a raíz de un desafortunado incidente, volcándose en ambos menesteres las veinticuatro horas del día, especialmente en el segundo, con el que pretende aliviar su mala conciencia procurando restablecer la dignidad de la persona víctima del referido incidente. Los Dardenne apelan de nuevo a nuestra conciencia social, con la novedad de que en esta ocasión no es directamente el sistema el objeto de su crítica, sino la consecuencia del mismo, la sociedad que hemos creado a partir de dicho sistema, y que nos convierte a todos y todas en cómplices del mismo y colaboradores imprescindibles de sus fallos y miserias. La joven protagonista, la un tanto hermética e inexpresiva Adèle Haenel, sospechamos que intencionadamente, realiza un periplo que le lleva a investigar las circunstancias y protagonistas de ese incidente, generando un puzzle en el que varios son los componentes generadores de la tragedia. Se produce así una cadena de comportamientos con los que nos podemos identificar fácilmente, desde el desprecio al extranjero, el recurrente mirar hacia otro lado o el aprovechamiento circunstancial de su situación para provocar una situación de abuso y extorsión que lleva a enriquecernos vilmente de la desgracia ajena. El problema es que, a diferencia de otras ocasiones, los Dardenne se muestran algo fatigados a la hora de poner en pie una historia que por su propia envergadura debería resultar apasionante. Hay una notable falta de tensión y misterio en una película que parece repetir esquemas continuamente, avanzando más a golpe de guión que de auténtico y natural progreso dramático. No funciona satisfactoriamente como cinta de suspense y tampoco como denuncia social; ni es tan directa ni logra captar esa atención que sí acaparaban títulos como Dos días, una noche o El niño de la bicicleta.