martes, 30 de junio de 2020

PERSONAL ASSISTANT Entrañable retrato de un ambiente musical

Título original: The High Note
USA 2020 113 min.
Dirección Nisha Ganatra Guion Flora Gleeson Fotografía Jason McCormick Música Amy Doherty Intérpretes Dakota Johnson, Tracee Ellis Ross, Ice Cube, Bill Pullman, Kelvin Harrison jr., Ze Chao, June Diane Raphael, Eddie Izzard Estreno en Estados Unidos (Internet) 19 mayo 2020; en España 26 junio 2020

Ya es grave que en nuestro país se cambien a menudo los títulos de las películas, pero que se haga para ponerle otro en inglés es el colmo. Cierto es que The High Note no tiene traducido a nuestro idioma un significado tan expresivo como Asistente personal, pero así en castellano, que es a lo que se dedica Dakota Johnson en esta quizás su mejor película hasta la fecha. Y es que la realizadora Nisha Ganatra, curtida en televisión pero con alguna interesante comedia en su haber como Late Night protagonizada por Emma Thompson, dirige con buen pulso, un encomiable sentido del ritmo y un brillante conocimiento del mundo que retrata, esta crónica sobre una joven admiradora del soul, el blues y el rythm’n’blues, que busca con ambición y determinación su camino hacia el éxito.

Casi como si de una Eva Harrington se tratara, utiliza aunque no de forma tan despiadada a su particular Margo Channing, una madura estrella del pop a la que encarna Tracee Ellis Ross, famosa en América por sus trabajos en televisión, pero poco conocida aquí más allá que por el honor de ser hija de Diana Ross, para alcanzar su meta como productora musical. Ganatra, con ayuda de su guionista Flora Gleeson, se interesa sin embargo más por el lado de cuento moral que pueda tener la aventura que por su vertiente más morbosa y cruel. De tal forma el personaje de Johnson es oportunista y tramposa, algo traicionera pero no despiadada. Admira sinceramente a su estrella, de la misma forma que directora y guionista parecen adorar el mundo que retratan, un Los Angeles plagado de talento, trabajo y esfuerzo para que todos y cada uno y una de nosotras disfrutemos con la mejor música posible, que ha generado leyendas como Sam Cooke, Marvin Gaye, Aretha Franklin, Donny Hathaway o Al Green.

Ellis Ross encarna a la perfección ese ideal de diva de la música pop ya entrada en años, al más puro estilo Cher o Madonna, que lucha contra viento y marea para que un puñado de productores agotados, ya sean veteranos, como el que encarna Ice Cube, o recién salidos de la Universidad, no le marquen un destino predecible y le dejen seguir diseñando su propia voz, mientras Johnson destila humildad y buena voluntad sin que resulte mera apariencia ni sacrifique su propia ambición. El espectáculo es vistoso, entretenido y bien intencionado, sin que una vez más tengamos que enfrentarnos a las miserias, vicios y desgracias de la fama, sino todo lo contrario, a su gloria y mérito. Solo alguna que otra de esas casualidades de guion que se disfrazan de ingenio ensombrecen el brillante resultado, pero no lo malogran.

LA CINTA DE ÁLEX Voluntarioso y esforzado drama emocional

España-USA-India 2019 109 min.
Guion y dirección Irene Zoe Alameda Fotografía Richard López y Rita Noriega Música Antonio Escobar Intérpretes Fernando Gil, Rocío Yanguas, Aitana Sánchez Gijón, Amit Shukla, Krishna Singh Bisht, Aida Folch, Rohit Choudhary, Monica Khanna, Mia Speight Estreno 26 junio 2020

Volvemos al cine esperemos que no de forma provisional, después del confinamiento y la paralización de la rutina diaria, con el primer estreno español de la temporada y de la nueva realidad. Se trata, como tantas otras veces en nuestro cine, de una ópera prima, la que después de un par de cortometrajes y con un considerable esfuerzo ha realizado la joven directora madrileña Irene Zoe Alameda con financiación española, norteamericana e india. Precisamente en el país asiático se desarrolla parte de este drama coyuntural en el que un padre con hechuras de Gerard Butler y su hija adolescente se reencuentran tras un largo periodo del primero en la infame base de la Bahía de Guantánamo, acusado de terrorismo al parecer injustamente.

El potaje contiene una niña criada en un Washington que parece detestar y turista en una India que parece despertar en ella más de un sentido, alguno indeseablemente, una serie de choques culturales y alguna peripecia propia de la relación paternofilial, las responsabilidades propias de la paternidad y las ansias de independencia de una joven a caballo entre la pedantería a la que nos tienen acostumbrados los americanos y la inocencia más propia de la edad. No funciona mal, aunque sea a golpe de guion y de alguna que otra interpretación forzada, pero consigue reflejar ese buen sentimiento de la multiculturalidad, acumulando en su camino temas tan polémicos como la explotación laboral del tercer mundo, el extremismo islámico en su doble vertiente doméstica y terrorista, o el colonialismo cultural americano, todos tratados naturalmente de refilón. 

La empresa está llevada con esfuerzo y mucho color para ir paulatinamente metiendo la pata a fuerza de giros de guion ridículos y un final precipitado y lamentablemente convencional. Haber perfilado algo mejor los personajes – algunos, como el malo de la película, es francamente caricaturesco – y pulido más el ambicioso guion, le hubiera venido bien a una película que no obstante no cuenta con la gracia suficiente para hacerla memorable.

jueves, 25 de junio de 2020

MAESTRANZA, UNA PROGRAMACIÓN DE AMPLIO ESPECTRO

Il combattimento
Pendientes aún de la incierta evolución de una crisis sanitaria que ha puesto en jaque a todo el planeta y que si no mantenemos unos niveles considerables de responsabilidad y solidaridad, amenaza con volver a trastocar nuestra rutina, el Teatro de la Maestranza, con su director general Javier Menéndez al frente, presentó ayer Día de San Juan su nueva temporada 2020-21 sustentada en varios pilares fundamentales. Por un lado un indisimulado interés por la renovación, que pasa por una evidente ampliación de la oferta lírica, razón principal de ser de un teatro de estas características, una encomiable voluntad de confiar en el talento español para poner en pie la ambiciosa programación, sumándose así a una política generalizada de apoyo incondicional a nuestra materia prima con el fin de reforzar una economía gravemente azotada por la crisis provocada por el coronavirus, y una generosa respuesta a la amplia demanda cultural que suscita una gran ciudad como Sevilla, representada en tan amplios sectores, a la que se ha querido satisfacer con una de las más eclécticas temporadas que recordamos, aunque en el camino se hayan frenado propuestas otras veces más arraigadas como el piano o la música de cámara.

Notable ampliación de la oferta lírica

Tres consignas definen la nueva programación del Maestranza: catarsis, renacimiento y transformación. Y a las tres da respuesta esta ilusionante nueva temporada, que tras la frustración suscitada en la recién terminada, supone por fin la puesta de largo de su director, que cumple así las expectativas depositadas en él como consecuencia de su anterior cometido al frente del Teatro Campoamor y la Ópera de Oviedo, y del que de momento siempre recordaremos con gratitud el hito que supuso la Agrippina con la que casi cierra la temporada anterior al enfrentarse a la pandemia iniciada en marzo pasado. Muy a fondo se deben haber empeñado los responsables del coliseo sevillano durante el confinamiento para ofrecer una programación tan diferente y estimulante. Lo primero que llama la atención es la ampliación de la oferta lírica, con nueve títulos entre ópera, zarzuela, ópera en concierto y ópera de cámara, a los que debemos añadir tres atractivos recitales líricos y un espectáculo del mismo género que celebra los treinta años del teatro.

Je suis narcissiste
A la espera del anuncio de la programación de la Sinfónica, el coliseo ha querido ser cauto y no arrancar hasta noviembre su temporada oficial. Mientras tanto setiembre y octubre estarán ocupados exclusivamente por los dos primeros conciertos de abono de la orquesta, que sumará dieciséis hasta julio del 2021. Confiamos que para entonces el peligro esté totalmente controlado y no tengamos que renunciar a los suculentos platos que integran el menú del Maestranza, y que tiene como aperitivo una nueva imagen, un logotipo corporativo sencillo y conceptual que sustituye al más clásico que tenía hasta ahora. Un Cosí fan tutte cocinado entre el propio Maestranza y el Calderón de Valladolid, volverá a dar la alternativa al joven sevillano Rafael Villalobos como director de escena, quien independientemente de su acierto o no volcará su personal y ambiciosa impronta en este inmortal y desenfadado título mozartiano. El director y contratenor mexicano Iván López Reynoso dirigirá entre otras a la italiana Carmela Remigio y la madrileña bien conocida del público del Maestranza Natalia Labourdette, que sin duda aportarán talento y encanto a esta sugerente producción. Las tres funciones de este título serán seguidas a finales del mismo mes por dos de un singular espectáculo, el que Joan Anton Rechi ha ideado a partir de Il combattimento di Tancredi e Clorinda de Monteverdi, una sucesión de madrigales sobre la guerra y el amor que tendrá como escenario un ring de boxeo poblado de personajes ataviados y enmascaradas como personajes de lucha libre, y que nos llega del Festival Castell de Peralada, con el especialista Fausto Nardi al frente de la Barroca de Sevilla. Del Clasicismo y el primer Barroco pasaremos a la música más estrictamente contemporánea con un título de la compositora catalana Raquel García Tomás estrenado el año pasado en el Teatro Español, Je suis narcissiste, una suerte de ópera bufa en torno a las modernas esclavitudes directamente enlazadas con el canto al yo más indiscriminado, que ocupará tres sesiones de diciembre y contará con la dirección escénica de Marta Pazos según una colorista producción de la Ópera de Butxaca i Nova Creaciò en coproducción con el Teatro Real, el Teatro Español y el Teatre Lliure. Y no será la única propuesta de nuestro siglo, porque por fin la música “moderna” tendrá su lugar con otro título, esta vez del muy prestigioso César Camarero, que con Es lo contrario abrirá las puertas del Maestranza a Juan García Rodríguez y su imprescindible Zahir Ensemble y nos propondrá una experiencia sensorial sumergiéndonos en la oscuridad total gracias a este trabajo inspirado en Los ciegos de Maurice Materlinck.

Ketevan Kemoklidze
Eso será en marzo de 2021, antes en febrero Un ballo in maschera ocupará la cuota de ópera romántica y tradicional con este título que recrea el asesinato del Rey Gustavo III de Suecia durante un baile cortesano, proponiendo una intriga romántica y política que se verá reforzada en sus ideales de libertad por una cabeza gigante de la Estatua de la Libertad en esta producción de La Fenice de Venecia en cuya reposición han colaborado el Maestranza y el Teatro Real. Francesco Ivan Ciampa, reciente su debut en el Covent Garden londinense, dirigirá al célebre tenor mexicano Ramón Vargas en este título verdiano. También en febrero tendremos oportunidad de conocer otra ópera de cámara del sevillano universal Manuel García. Esta vez se tratará de su última obra, La cinesi, que propone una confrontación entre oriente y occidente a propósito de la siempre latente igualdad de género. El espectáculo vendrá servido de mano del Proyecto Ópera Studio de Sevilla, bajo la dirección musical del estupendo pianista Rubén Fernández Aguirre apostando por nuevas voces en esta producción del Teatro de la Zarzuela y la Fundación Juan March. Precisamente de ese teatro especializado llegará un año más la única zarzuela programada; será en marzo con El barberillo de Lavapiés, puro casticismo ideado por el Maestro Asenjo Barbieri según libreto de Larra, en una tradicional producción en la que destacan las voces de Borja Quiza y Cristina Faus. La ópera barroca volverá a finales de marzo con Argippo de Vivaldi en concierto y nada más y nada menos que Fabio Biondi y Europa Galante haciéndola realidad, celebrando doscientos cincuenta años de su estreno, aunque desde entonces y hasta muy recientemente apenas se había vuelto a representar. Vivica Genaux se sumará además al gran reclamo de esta producción del Femás enmarcada en la programación del Festival de Música Antigua del año próximo. La esperadísima Carmen de finales de mayo y principios de junio, ausente en la ciudad que popularizó Bizet desde la inauguración del coliseo y muy demandada por amplios sectores populares de la urbe, pondrá el broche de oro a esta suculenta temporada. En coproducción del Maestranza y la Ópera de Roma, con Emilio Sagi en la dirección escénica y la directora estonia Anu Tali a la batuta, Carmen tendrá siete funciones y dos repartos, destacando la mezzo georgiana Ketevan Kemoklidze, el tenor francés Sébastien Guèze y las voces españolas de María José Moreno, Sandra Fernández, Simón Orfila y Raquel Lojendio. Solo echamos de menos entre los títulos previamente anunciados Jenufa de Janácek, aunque el resto ha sido tan sorprendente y esperemos que gratificante que compense la caída de ese imprescindible título del compositor checo, cuya recuperación será no obstante una prioridad en la gerencia del teatro.

La oferta lírica se completa con varios recitales, el de la soprano de Lancaster especializada en el barroco Julia Doyle, que junto a la Barroca de Sevilla dirigida por Andoni Mercero interpretará en enero piezas de Purcell y Locke entre otros; otro a dúo entre Mariola Cantarero e Ismael Jordi, pareja romántica en la última Traviata vista en Sevilla, acompañados esta vez por el pianista Fernández Aguirre, y Ainhoa Arteta y Nancy Fabiola Herrera derrochando temperamento junto a la ROSS en marzo, para terminar con todo un espectáculo lírico celebrando los treinta años del teatro en torno a los títulos operísticos más famosos ambientados en Sevilla, con Arteta, Carlos Álvarez, Orfila, Xabier Anduaga, José Bros, Leonor Bonilla y Rocío Ignacio, voces que han ayudado a cimentar estas tres décadas de rienda cultural de la ciudad.

Una oferta generosa en espectáculos

La danza será también uno de los ejes fundamentales de la nueva programación, esta vez con dos comparecencias de la ROSS en el foso. La primera para el tradicional ballet de Año Nuevo, una vez más Giselle de Adam pero en producción de la Compañía Nacional de Danza, con la dirección y la coreografía de Joaquín de Luz actualizando el libreto de Vernoy y Gautier. La segunda para conmemorar el centenario de Antonio el Bailarín en un ambicioso proyecto del Ballet Nacional de España en el que Manuel Coves dirigirá música del Padre Soler, Albéniz, Sarasate y Ernesto Halffter entre otros en una estimulante combinación de ballet clásico y flamenco. En este exigente género destaca también el homenaje a Federico Fellini en el centenario de su nacimiento, que con el Balletto de Siena celebrará la música de sus películas, especialmente la que compuso Nino Rota y Nicola Piovani, además de música adicional de Max Richter. Mientras, el Ballet del Gran Teatro de Ginebra pondrá en marzo en escena la música de Wagner para Tristán e Isolda, y Carmen volverá a protagonizar la programación con un espectáculo del Centro Nacional de Danza con coreografía de Johan Inger y la música no solo de Bizet sino también de Rodin Schredin y nuevas composiciones para la ocasión de Marc Álvarez.

Grigory Sokolov
También como un espectáculo en el que la danza es fundamental se presenta Gugurumbé, el último proyecto de Fahmi Alqhai y Accademia del Piacere, que se estrenará este verano en el Festival de Granada. Rocío Márquez y Nuria Rial son algunas de las artistas que acompañan al violagambista en este viaje por la influencia de los ritmos sudamericanos en nuestra música y folclore. Eso será en enero, mismo mes en que los excelentes O Sister! subirán por primera vez al escenario principal del Maestranza para recrear como ellos solo saben hacerlo la popular música americana de la Depresión del 29 que tanto ilusionó a millones de estadounidenses y ayudó a consolarse de sus miserias. Pastora Soler en diciembre y Soledad Giménez en febrero también subirán a un escenario que el 23 de febrero contará con una de las más acreditadas voces pianísticas mundiales, el veterano Grigory Sokolov que también tendremos oportunidad de disfrutar en Granada el próximo mes. La Orquesta Joven de Andalucía acudirá puntualmente a su cita anual, esta vez en abril de la mano de la directora australiana Sarah Ioannides, celebrando el centenario de Astor Piazzola, con el bandoneonista Claudio Constantini arreglando su música, a la que se unirá la Rapsodia en Blue de Gerhswin y la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorák. Otra cita importante la protagonizará Jordi Savall en mayo, que junto a Le Concert des Nations homenajeará a la Tierra, ese planeta que a poco que nos descuidemos habremos condenado a su total desaparición, y prueba de ello son estos casi tres meses de confinamiento que tanto le han ayudado a reponerse. Música de Vivaldi, Telemann, Rebel, Locke, Marais y Rameau sonará para nuestro deleite en una propuesta que cuenta con Manfredo Kraemer como concertino.

De todos los espectáculos perdidos a costa de la pandemia, el Maestranza recupera solo dos, el de Pat Metheny, que volverá en junio, y el de Promenade Duo Piano, que se quedaron a las puertas de debutar en la Sala Manuel García y que de nuevo de la mano de Juventudes Musicales de Sevilla, probarán suerte en abril. La arraigada institución hispalense estará también detrás de las escasas propuestas de música de cámara de la temporada, el trío de cuerda Vandalia en febrero y el dúo Carlos Martínez y Seth Schulthéis, viola y piano, en mayo. Finalmente el regreso a Sevilla del legendario Teatro Negro de Praga y su particular versión de Alicia en el País de las Maravillas para deleitar las Navidades, y la producción de Els Comediants y El Liceo de Barcelona de La pequeña flauta mágica en abril, integrarán la necesaria oferta educativa para los más pequeños. Ahora solo falta cruzar los dedos, que nos portemos bien y no tengamos que lamentar un déja vu basado en nuestra falta de conciencia y responsabilidad. Pero mientras tanto tendremos oportunidad de entrar en el Maestranza, que el próximo jueves 9 de julio abrirá sus puertas para todo quien desee colaborar con el Banco de Alimentos de Sevilla en estos tiempos tan difíciles, como diría Dickens, y disfrutar con nada más y nada menos que la Real Sinfónica de Sevilla, Javier Perianes, Leonor Bonilla, Natalia Kuchaeva y el Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza, entre otros, o si ya estamos en nuestros lugares de veraneo, optar por la fila cero. En estos tiempos la solidaridad es lo que menos sobra.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 19 de junio de 2020

PRIVILEGIOS DE GRANADA: EL LUJOSO CARTEL DEL FESTIVAL

Quienes estos días se acercan a la Alhambra están disfrutando de una experiencia única, poder pasear por sus estancias y jardines y admirar sus encantos prácticamente en la intimidad, sin aglomeraciones de turistas ni premuras de tiempo. Un privilegio de la gente de Granada y quienes se hayan atrevido a viajar del resto de Andalucía, a quienes quizás podamos añadir gente que haya vivido el confinamiento en la hermosísima ciudad aunque no sean de allí. Pero las fronteras se abrirán en breve y aunque cabe esperar que la prudencia evitará las masificaciones de antes de la pandemia, ese recogimiento que han podido experimentar quienes hayan protagonizado las primeras visitas desaparecerá. La consigna es salvar el turismo, objetivo que a veces parece más relevante que el de la propia salud. El planeta está lejos de superar esta enfermedad, no obstante le abrimos las puertas para salvar el que parece sea el bastión fundamental de nuestra economía. ¿No sería quizás más inteligente y afortunado reinventarse, utilizar esa imaginación que nos distingue de otros seres vivos para buscar otras alternativas que permitan conciliar salud y bienestar social con parámetros más aceptables? De cualquier modo la mal llamada nueva normalidad, si es que existe algo denominado anormalidad, está ya aquí y agentes y programadores culturales no se resisten a poner en marcha eventos y espectáculos que en otras épocas potenciaron aún más la magia del verano. Si se respetan las normas de seguridad y protección, éste también podrá recuperar su magia.

El próximo jueves 25 de junio arranca oficialmente la edición número sesenta y nueve del Festival de Granada, en la que domina con todos los honores la celebración del doscientos cincuenta aniversario del nacimiento de Beethoven, y donde se dará un protagonismo especial al piano. Tras un concierto benéfico extraordinario que se celebrará en la Catedral ese día 25, y en el que a modo de homenaje a las víctimas del coronavirus la Orquesta, Coro y Coro Joven Ciudad de Granada, junto a su director titular Andrea Marcon y voces tan celebradas como las del contratenor Carlos Mena y el barítono Carlos Álvarez interpretarán el Réquiem de Mozart, el festival arranca los primeros días en modo virtual, con una serie de conciertos englobados bajo la marca Digital Granada Festival. La guitarra del internacional Pepe Romero desde el Patio de los Arrayanes, con un programa centrado en la ciudad de la Alhambra, la cantaora Rocío Márquez desde el Patio de la Acequia en el Generalife, Cañizares interpretando obras suyas desde La Casa del Chapiz en el Palacio de Dar al-Bayda, Javier Perianes paladeando a Debussy, Falla y Albéniz desde el Pórtico del Palacio del Partal en el Albaicín, Jordi Savall dialogando entre músicas cristianas, judías y musulmanas alrededor del Mare Nostrum y haciendo acopio de instrumentos tan exóticos como un rebab de finales del siglo XIV o una lira y una viola da gamba italianas de mitad del siglo XV, y Fabio Biondi desde la Fundación Rodríguez Acosta interpretando una sonata y dos partitas de Bach, serán quienes protagonicen del 28 de junio al 7 de julio el lujoso cartel de bienvenida a un festival que no se conforma con ofrecerse de forma virtual, sino que a partir del jueves 9 de julio recupera su formato habitual, aun manteniendo todas las normas de seguridad recomendables y prescritas.

Mucho Beethoven

Krystian Zimerman
Será en el Palacio de Carlos V, escenario de las citas más solicitadas, cuando ese día 9 arranque la integral de sinfonías de Beethoven con la Orquesta Ciudad de Granada, auténtico salvavidas del certamen ante la imposibilidad de invitar grandes formaciones extranjeras garantizando su seguridad, haciéndose cargo de la Novena, ofrecida en formato participativo. Dos sesiones con todas las entradas agotadas, al igual que el Réquiem inaugural, que dirigirá Miguel Gómez Martínez y contará con las voces de Raquel Lojendio y Gustavo Peña entre otros. Las sinfonías 2 y 5 ocuparán tan emblemático escenario con la Orquesta Nacional de España y su director principal David Afkham al frente, mientras de las 6 y 8 se encargará la Orquesta de la Comunitat Valenciana dirigida por Thomas Hengelbrock. La número 4 será oficiada por la orquesta granadina dirigida por el legendario pianista Krystian Zimerman, que además tocará (y dirigirá por primera vez) los cinco conciertos beethovenianos en ésta y dos citas más, en lo que constituye uno de los grandes atractivos de esta edición. La Sinfónica de Galicia y Juanjo Mena se encargarán de la Sinfonía nº 7, en un concierto en el que además destaca la interpretación del Concierto para violín a cargo de la joven granadina María Dueñas, toda una revelación al instrumento. La misma orquesta pero bajo la dirección de su actual titular Dima Slobodeniouk completará el ciclo con las sinfonías 1 y 3. Todas se ofrecerán también en los arreglos para piano de Liszt, tal como se hizo en el Maestranza hace dos años y casi con el mismo plantel de pianistas de nuestro país, en el Corral del Carbón. El madrileño Eduardo Fernández, el canario Javier Negrín, el excelente pianista vasco Miguel Ituarte, el granadino Juan Carlos Garvayo y la residente en Nueva York Enriqueta Somarriba son los y la artistas convocadas.

La joven revelación granadina María Dueñas
El homenaje al músico de Bonn se completa con el estupendo violonchelista español Adolfo Gutiérrez y el célebre pianista alemán Christopher Park dando vida a sus sonatas en el patio de los Mármoles del Hospital Real el miércoles 15 de julio, el Cuarteto Quiroga con los cuartetos 15 y 16 desde el Patio de los Arrayanes es otra de las citas agotadas, como también lo es al día siguiente, domingo 20 de julio, la del extraordinario pianista alemán de origen ruso y muy comprometido políticamente Igor Levit, que interpretará las tres y prodigiosas últimas sonatas de Beethoven. Y por último la superestrella, avalado por ser el primero en agotar entradas en un tiempo récord, Daniel Barenboim, que aunque veterano en el festival será una de las pocas veces que ofrezca un recital de piano en solitario, con las Variaciones Diabelli, de las que es un consumado e indiscutible especialista, y una mirada distinta e insustituible a la Sonata nº 31, el viernes 24 del mes próximo, a dos días de terminar el festival, en el Palacio de Carlos V por supuesto.

Grandes pianistas

Barenboim y Argenrich, dos genios del piano
Grandes nombres del instrumento rey se darán también cita en esta edición, empezando por Grigory Sokolov, que el sábado 11 interpretará obras de Mozart así como el Bunte Blätter de Schumann en el Auditorio Manuel de Falla, Elisabeth Leonskaya, que junto a Josep Pons y la Orquesta Nacional de España interpretará el Concierto nº 20 de Mozart. El conjunto además ofrecerá las sinfonías 27 y 40 del compositor de Salzburgo. Martha Argerich, por primera vez en Granada desde hace cuarenta y un años, interpretará junto al violinista Renaud Capuçon, cuyo hermano Gautier está este año en el ojo del huracán por su cotizadísimo caché a pesar de la pandemia, sonatas de Schumann, Prokofiev y por supuesto Beethoven. Igor Levit añade a su recital en solitario otro junto al aclamado tenor inglés Ian Bostridge entonando Winterreise de Schubert; y finalmente el francés Bertrand Chamayou demostrará su magisterio en Liszt, cuyo Años de peregrinaje ha sido muy celebrado, combinado con Preludios de Debussy y Reflejos (Mirroirs) de Ravel. Otros virtuosos, como el violonchelista donostiarra Iagoba Fanlo, que estrenará en el Hospital Real obras de Alfredo Aracil junto a otras de Bach y Britten con las que se interrelacionan, o los cantaores Miguel Poveda celebrando a Lorca desde el Teatro del Generalife y Carmen Linares celebrando cuarenta años de carrera desde el Palacio de los Córdova, con ambos conciertos agotados, además del sorprendente y extravagante Niño de Elche, también se darán cita en esta edición del Festival de Granada.

Sevilla, eje de la música antigua

La aportación sevillana se enmarca dentro de la Música Antigua, con la Accademia del Piacere estrenando Gugurumbé, uno de esos espectáculos tan del gusto de Fahmi Alqhai que combina barroco con flamenco y danza, y en esta ocasión también ritmos africanos, como extensión de la conmemoración de la primera vuelta al Mundo. La soprano Nuria Rial y la cantaora Rocío Márquez participan en el evento. Por otro lado Vandalia, con Rocío de Frutos y Gabriel Díaz entre sus integrantes, recuperarán la Misa de Bomba del compositor granadino Pedro Bermúdez, contextualizándola con obras de Mateo Flecha y Francisco Guerrero, maestros de la polifonía del Siglo de Oro. Será en los conciertos matinales de la Capilla Real y la Iglesia de Santos Justo y Pastor que también acogerán recitales de Lina Tur Bonet y Musica Alchemica, alternando la armonía de Bach con la exuberancia de Biber, o la tradición polifónica inglesa de Tenebrae, que el sábado 11 en el Monasterio de San Jerónimo interpretarán obras antológicas como el Miserere de Allegri o la Misa de Réquiem de Tomás Luis de Victoria. Así se completa un cartel esperanzador y cuando menos milagroso en estos dramáticos tiempos que corren.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 18 de junio de 2020

ARTEMIS FOWL Más delirio que fantasía

USA 2020 96 min.
Dirección Kenneth Branagh Guion Conor McPherson y Hamish McColl, según el libro de Eoin Colfer Fotografía Haris Zambarloukos Música Patrick Doyle Intérpretes Ferdia Shaw, Josh Gad, Colin Farrell, Nonso Anozie, Lara McDonnell, Conor McNeil, Adrian Scarborough, Judi Dench, Tamara Smart, Nikesh Patel Estreno en España y Estados Unidos (internet) 12 junio 2020

Lo mejor que se puede decir de este engendro es que dura poco. Bueno, hay además por ahí alguna secuencia que raya lo brillante, y nos referimos a una boda congelada en una típica y pintoresca aldea italiana. Branagh, sin haber dado carpetazo definitivo a su etapa shakesperiana, que para eso está ahí El último acto, estrenada también en internet y que cuenta los últimos días de la vida del genial dramaturgo, ha abrazado definitivamente el cine engendrado por computadora. Ahí están para demostrarlo sus delirantes puestas en escena, plagadas de y ahogadas por la infografía, en películas como La flauta mágica, La cenicienta, Thor, el remake de Asesinato en el Orient Express y mucho nos tememos que también el de Muerte en el Nilo.

A partir de aquí lo que encontramos es la enésima revisión del superhéroe luchando contra las fuerzas del mal, supuestamente enfocado al público juvenil con protagonista adolescente, sin ofrecer nada más que otra vez lo mismo, inflado de efectos visuales con los que suplir la alarmante carencia de imaginación. Cruce entre Harry Potter y Marvel, el joven Artemis se revela de nuevo como el joven melancólico y traumatizado, pedante hasta aburrir y definido con una apabullante sosería. Y es una pena porque había posibilidades en este niño superinteligente y extremadamente cultivado, lo que podía erigirle en ejemplo y motivación para los de su edad.

Pero nada de eso le sirve cuando se enfrenta a una trama anodina y pueril en la que hadas, goblins y trolls tienen un enorme protagonismo en la estela de la tradición y la leyenda celta, lo que podría haber derivado también en un sentido homenaje a Irlanda, evocado pero malogrado como todo en esta insufrible y barroquísima cinta. Incluso Patrick Doyle parece recuperar su brío y estilo en los primeros acordes para abandonarse luego a una rutinaria mezcla de música efectista y ruidosa sin mayor interés que el resto de esta película estrenada directamente en internet como consecuencia del cierre de los cines por la pandemia. Y lo peor es que amenaza secuelas.

miércoles, 17 de junio de 2020

DA 5 BLOODS: HERMANOS DE ARMAS Perdiendo el rumbo

Título original: Da 5 Bloods
USA 2020 154 min.
Dirección Spike Lee Guion Spike Lee y Kevin Willmott Fotografía Newton Thomas Sigel Música Terence Blanchard Intérpretes Delroy Lindo, Clarke Peters, Norm Lewis, Isiah Whitlock jr., Chadwick Boseman, Jonathan Majors, Melánie Thierry, Jasper Pääkkönen, Paul Walter Hauser, Jean Reno, Veronica Ngo, Johnny Nguyen, Lam Nguyen Estreno en España y Estados Unidos (internet) 12 junio 2020

Quién sabe si inspirado por Charada, lo cierto es que lo último de Spike Lee coincide en el mismo punto de partida, cinco excombatientes de una guerra cruenta, la Segunda Guerra Mundial en el caso del clásico de Stanley Donen, la de Vietnam en la que nos ocupa, uno de ellos difunto y un tesoro en forma de lingotes de oro. Allí eso desencadenaba una sofisticada intriga parisina (también hay franceses en la cinta de Lee) y aquí una presunta película de aventuras en la que el oro dispara los peores instintos humanos, ya de por sí menoscabados tras un trauma bélico sin precedentes. Algo así como que Delroy Lindo asume el papel protagónico de un Humphrey Bogart en El tesoro de Sierra Madre. Pero ésta no es ninguna obra maestra, ni siquiera lo parece. Mezclar lucha antirracista, de la que el director de Haz lo que debas es sin discusión todo un experto y comprometido activista, con un drama de aventuras y acción, parece convertir cualquier título en una obra importante, más con todo lo que está actualmente ocurriendo a lo largo y ancho del mundo tras los últimos atropellos policiales en Estados Unidos

Spike Lee comienza su odisea con unas impactantes escenas documentales en las que entre otras cosas, discursos de Martin Luther King y Malcolm X incluidos, se recrean en color y acción atrocidades que solo conocíamos por fotografías en blanco y negro. La cinta se adorna con licencias estéticas variadas, como no variar el aspecto de sus protagonistas aunque retrocedamos cincuenta años atrás, o cambiar de formato cuando lo hacemos, lo que entre otras cosas nos hace recordar lo necesario que sigue haciendo ver películas en grandes pantallas cinematográficas para disfrutarlas en todo su esplendor siguiendo las intenciones de sus responsables. Pero a Lee se le va pronto la mano en su discurso; no acierta a definir de forma convincente a sus personajes, cuatro veteranos de guerra, a los que se suma el hijo de uno de ellos, que regresan a Vietnam cincuenta años después (demasiado tiempo) para buscar el cadáver del quinto, desaparecido en intrigantes circunstancias, y de paso recuperar el tesoro que encontraron y enterraron en su momento. Hechas las erráticas presentaciones, el film se lanza a una aún más errática aventura, demasiado arriesgada y compleja como para ser abordada por estos sujetos con achaques, mientras se cruzan con paramilitares del Vietcong, activistas humanitarios y minas antipersonas por doquier, en una sucesión de despropósitos y casualidades tan irritantes y poco convincentes como el disparatado proceso de desintegración moral al que es sometido el único votante de Trump de la formación.

Está claro, sobre todo viniendo de Spike Lee, que se trata de destacar el sacrificio de unos ciudadanos negros por un país que los maltrataba y sigue haciéndolo, aunque continúe enarbolando la bandera de la libertad con pleno convencimiento y orgullo extremo. Pero entre el desmesurado metraje, la falta de cohesión entre dramas personales y aventuras estrambóticas, y la pérdida evidente del norte en su escalada hacia un fresco histórico sobre el sufrimiento de la raza en tan incomprensible país, lo que debía ser apasionante deviene en meramente entretenido. La épica musical del jazzista Terence Banchard entregado a un sinfonismo sin complejos, convive con un puñado de buenas y bailables canciones de Marvin Gaye.

lunes, 15 de junio de 2020

LA ESTAFA (BAD EDUCATION) La perversión de lo público

Título original: Bad Education
USA 2020 103 min.
Dirección Cory Finley Guion Mike Makowsky, según el artículo de Robert Kolker “The Bad Superintendent” Fotografía Lyle Vincent Música Michael Abels Intérpretes Hugh Jackman, Allison Janney, Geraldine Viswanathan, Alex Wolff, Kathrine Narducci, Rafael Casal, Jimmy Tatro, Ray Romano, Kayli Carter, Annaleigh Ashford Estreno en el Festival de Toronto 8 septiembre 2019; en Estados Unidos (televisión) 25 abril 2020; en españa (internet) 5 junio 2020

Confesaban quienes vieron Thoroughbreds (Pura sangre) que les había dejado tan buen sabor de boca que estaban deseando ver con qué les sorprendería su director, Cory Finley, en su siguiente trabajo. Al revés, a quienes nos hemos bautizado en el cine de este joven realizador con Bad Education, aquí titulada tan peregrina como vulgarmente La estafa, nos ha entrado como mínimo la curiosidad por ver cómo eran esas Pura sangre. Y es que el realizador traza con pulso firme y un estilo certero y socarrón un entretenido análisis del abuso del dinero público que se convierte en todo un inteligente dilema moral para quienes somos invitados a dejarnos llevar por su absorbente trama. Consiste en el retrato de un triunfador norteamericano, educado en el capitalismo a ultranza, la competitividad y el liberalismo despiadado y ciego, pero atrapado en los límites de la administración pública. Ya se sabe que trabajar como funcionario proporciona equilibrio y estabilidad, pero no riqueza. Ésta queda reservada en el ámbito público para los políticos, como también se encarga de reflejar Finley en su segunda película, esta vez de la mano de un guion tan preciso como el que aporta Mike Makowsky basándose en un artículo publicado en The New York Magazine.

Lo mejor de la función es que no marca juicios de valor y deja al espectador que valore lo justo o injusto de la situación, si la perversión del dinero público no es sino consecuencia del salvaje liberalismo económico al que estamos expuestos y expuestas y en el que nos educamos. La posición cambia así de villano a víctima de un sistema al que a menudo exigimos roles que no le pertenecen, como cuando reivindicamos intervención del gobierno en el cierre de empresas a las que no les salen los números en un sistema que hemos elegido los humanos como el más reconfortante posible, sin pensar que no se trata sino de la ley del más fuerte aplicada desde los anales de la historia. En un tono burlón y satírico que se encarga de enfatizar la banda sonora de Michael Abels, con aires haendelianos, rossinianos, haydnianos o beethovenianos según decida transmitir ceremoniosidad, guasa, solemnidad o gravedad, Finlay brinda a Hugh Jackman una de sus interpretaciones más memorables, incluso algo desmejorado físicamente, que siempre suma mérito, a pesar de interpretar a un burócrata trajeado y narcisista, magníficamente flanqueado por una espléndida Allison Janney como cómplice de unas fechorías que quizás no lo sean tanto, porque son muchas las personas que consiguen grandes logros con mucho trabajo y voluntad como para que luego se cuelguen la medallita quienes con ello engrosan su cuenta bancaria. La mala educación no entiende de delitos, su sombra es alargada y el castigo no lo soluciona.

PARTE DE LA ROSS SE ESTRENA CON JUVENTUDES MUSICALES

Mientras en otras plazas andaluzas el regreso de la música a los escenarios es ya una realidad, con propuestas adaptadas a las circunstancias por parte de conjuntos sinfónicos como los de Córdoba, Almería o Málaga, nuestra orquesta parece resistirse a ese contacto con el público, quizás más como demostración de responsabilidad y buena letra que como consecuencia de un aletargamiento tan peligroso como inevitable. Hasta la Orquesta Ciudad de Granada se perfila como bote salvavidas del Festival de Música y Danza de la ciudad, que se celebrará a partir del próximo 25 de junio. Nosotros hemos sabido hace apenas unos días que no nos quedaremos este verano sin las Noches de los Jardines del Alcázar, aunque el programa está todavía por determinar. Una noticia que celebramos y consideramos lógica teniendo en cuenta la naturaleza abierta del espacio y la posibilidad de que incluso limitando su aforo no suponga una empresa demasiado gravosa para su organización. Pero de momento tendremos que conformarnos con engancharnos a la red para disfrutar de la música hecha en casa, en esta primera ocasión con la concurrencia de algunos y algunas de las integrantes de la Sinfónica de Sevilla.

Será a partir de esta tarde a las ocho cuando durante algunos días podamos asistir al primer concierto de Juventudes Musicales tras el confinamiento por coronavirus al que hemos estado sometidos y sometidas. Grabado in situ, en el Pabellón del Parque María Luisa en el que mantienen su sede, el Totem Ensemble, quinteto de cuerdas que se formó hace más de quince años a iniciativa del contrabajista Francisco Lobo, profesor del Conservatorio Manuel de Falla de Cádiz y colaborador de la ROSS, ofrecerá un programa tan ecléctico como suele ser su costumbre, que para la ocasión mantiene un hilo conductor muy adecuado a las circunstancias. Comenzará con los aires profundamente tristes del Adagio de Samuel Barber, con clara vocación de réquiem por las víctimas de la pandemia, aunque inmediatamente cambiará de registro con uno de los tres Divertimentos que compuso Mozart al regreso de una triunfal gira por Italia, en concreto el KV 136, también conocido como Sinfonía Salzburgo. Concebido para cuarteto de cuerdas, sugiere esa vocación de puro entretenimiento en el que la armonía y la melodía prevalecen sobre el virtuosismo. Para esto último sin embargo se propondrá el cuarto de los conciertos de Il cimento dell’armonia e dell’inventione, el Invierno de Las cuatro estaciones, donde el primer violín Vladimir Dmitrienco tendrá que empeñarse a fondo para lucir sus complejos pasajes solistas.

Nimrod de las Variaciones Enigma del compositor victoriano por antonomasia, Edward Elgar, aportará ese aire de solemnidad que toda ceremonia merece. Las más conocida de las catorce variaciones, y eje central de la obra, será seguida por el Intermezzo de la ópera Goyescas de Enrique Granados, pieza de concierto extraída de esta pieza lírica basada en el ciclo pianístico del compositor catalán, a su vez inspirado en las pinturas del artista aragonés. A continuación los aires festivos se apoderarán de la velada, primero de forma sensual y relajada con la segunda de las cinco danzas del Acto Segundo del ballet El Cascanueces de Chaikovski, la Árabe. El ambiente exótico se mantendrá luego con dos marchas de Johann Strauss hijo, muy populares en los conciertos de Año Nuevo de Viena, especialmente la Egipcia, compuesta con motivo de la inauguración del canal de Suez. La Persa denota también ese interés en la Europa del siglo XIX por Oriente. El ambiente bucólico y nostálgico regresará después con el Vals sentimental de Chaikovski, prodigio de emociones diversas en tan breve espacio de tiempo. Y la manifestación terminará mirando hacia el futuro, con los aires de agradecimiento y esperanza que despierta el popular canto hebreo Hava Naguila.

Nonna Natvlishvili al violonchelo, Luis Miguel Díaz Márquez al segundo violín y Jerome Ireland a la viola, todos profesora y profesores de la ROSS, acompañarán a los otros dos mencionados, mientras el joven pianista granadino Germán García será el encargado de tomarles el relevo a partir del día 29 de este mes.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 12 de junio de 2020

EL CINE EXPERIMENTAL DE SAUL BASS

WHY MAN CREATES

USA 1968 24 min.
Dirección Saul Bass Guion Saul Bass y Mayo Simon Fotografía Erik Daarstag
Música Jeff Alexander

SUCESOS EN LA IV FASE

Título original: Phase IV
Reino Unido 1974 83 min.
Dirección Saul Bass Guion Mayo Simon Fotografía Dick Bush Música Brian Gascoigne Intérpretes Michael Murphy, Nigel davenport, Lynne Frederick, Alan Gifford, Robert Henderson, Helen Horton

Animados por la reciente celebración del centenario del artista gráfico Saul Bass, autor de algunos de los más memorables títulos de crédito y pósters de la historia del cine, hemos sentido la curiosidad de comprobar su talento como director de cine. Por su primer trabajo, el cortometraje documental Why We Create, ganó un Oscar, mientras su único largometraje de ficción, Sucesos en la cuarta fase, es un título tan enigmático como inclasificable a pesar de adoptar una temática típica de la ciencia ficción. A estos dos trabajos, a los que habría que sumar el cortometraje The Solar Film y el mediometraje Quest basado en una novela corta de Ray Bradbury, ambos realizados junto a su esposa Elaine Bass. Tanto Why We Create como Sucesos en la cuarta fase tienen guion del dramaturgo norteamericano Mayo Simon, autor también de los libretos de Atrapados en el espacio, una de las primeras películas que aprovecharon los avances tecnológicos presentados por Stanley Kubrick en 2001 Una odisea del espacio, y de I Could Go On Singing, uno de los últimos trabajos de Judy Garland ya en el ocaso de su carrera.

En el corto oscarizado Bass, haciendo acopio de su talento visual, ofrece un vehículo experimental para cuestionar la capacidad creativa del hombre en diversos campos, desde la arquitectura a la ingeniería, pasando por la política, las habilidades sociales y por supuesto el arte, para concluir demostrando la tendencia del ser humano a enfrascarse en asuntos sin encontrar soluciones factibles a los problemas que nos acucian como colectividad, muy especialmente en el campo científico, a menudo obstaculizado por diatribas de corte filosófico y religioso. El trabajo funciona como espectáculo visual en el que se combina animación e imagen real con el uso adelantado de unos muy eficaces efectos visuales.

También eficaz en ese sentido es su visión apocalíptica en Sucesos en la cuarta fase, donde el tema de la invasión extraterrestre, el virus letal, las fuerzas del universo y el género catastrófico tan de moda en aquella época, sirven al artista para reflexionar sobre la falta de capacidad del ser humano para organizarse. Para ello plantea la posibilidad de que si las hormigas lograran desarrollar un nivel intelectual a la altura de los seres humanos, y en este caso así sucede por intervención de fuerzas cósmicas, lograrían aniquilarnos gracias a su enorme potencial organizativo y su férrea disciplina. Logra así reflejar de forma metafórica el fracaso de los humanos para ir más allá de la propia individualidad, y su falta de conciencia como grupo. Volvemos a apreciar en este insólito y experimental trabajo una puesta en escena audaz y diferente, combinando en este caso un trabajo documental de primer orden a nivel técnico con otro más perentorio de diseño artístico y efectos visuales cuyo mayor lastre resulta sin embargo una desequilibrada estructura narrativa que cae en demasiados formulismos técnicos y frecuentes caídas de tensión y momentos muertos. Nuestros avispados distribuidores, que la estrenaron en 1980, aprovecharon el título original para identificarla con la famosa película de Spielberg, con la que no guarda relación alguna.

sábado, 6 de junio de 2020

EL PRINCESA DE ASTURIAS VA A MORRICONE Y WILLIAMS

Cuando se conocen noticias como ésta, la concesión del Princesa de Asturias de las Artes a John Williams y Ennio Morricone, se echan de menos aquellos tiempos en los que uno emitía a través de las ondas radiofónicas programas de cine y estrictamente de bandas sonoras, como hacía treinta años atrás en Radio Aljarafe, donde con motivo del Centenario del Cine llegamos a realizar un maratón de música de cine de veinticuatro horas, y más adelante en Radiópolis, donde junto al programa de difusión informativa Alfombra Roja emitíamos otro dedicado solo a la música cinematográfica, Pantalla Sonora. Ahora sería el momento perfecto para dedicar a los dos más grandes compositores de bandas sonoras vivos, Ennio Morricone y John Williams, un par de buenos y generosos ciclos donde apreciáramos la brillante y distinta trayectoria profesional y artística de cada uno.

Como apasionado de este mundo de la música de cine que tantas puertas ha abierto a millones de gente aficionada a la música con mayúsculas, la que denominamos clásica y atesora a los más grandes e influyentes compositores de todos los tiempos, trazar un perfil merecido y meritorio de estas dos significativas figuras se convierte en una responsabilidad además de un inmenso placer. Nos encontramos una vez más ante un reconocimiento que llega si no tarde muy avejentado, cuando ambos artistas cuentan ochenta y ocho (Williams) y noventa y un años (Morricone) de edad. Una constante en este mundo de los reconocimientos y los homenajes. Tiempo hubo para dedicarles toda la atención que merecen, mucho hace que son referentes en su campo y tantos otros. No obstante, en ambos casos cuentan con una dilatada carrera en premios, Oscar, Bafta, David di Donatello o Cesar no se les han resistido, aunque en el caso de Morricone el de Hollywood tardó en llegar y de forma algo errática. Fue junto a Henry Fonda y Paul Newman de los pocos que recibieron un Oscar honorífico a toda la carrera antes de recibir el más preciado en competición. Tanto el primero como el segundo lo recibieron un año después de merecer el honorífico, por En el estanque dorado y El color del dinero respectivamente, mientras Morricone necesitó casi una década para que un título suyo, Los odiosos ocho, de la mano de Tarantino, que nunca ha disimulado su admiración por el compositor romano, lograra el codiciado premio. Williams sin embargo acumula cinco Oscar y un récord en nominaciones, cincuenta y dos, solo superado por Walt Disney. Y no es la única diferencia en dos autores tan dispares y con trayectorias tan distintas, pero que cuentan con legiones de admiradores y admiradoras en todo el mundo.

Las marchas de John Williams

Poco antes de la pandemia que nos ha mantenido confinados y ha alterado nuestra rutina, John Williams celebró en Viena el que quizás hay sido su concierto más ambicionado y emblemático, junto a la orquesta más prestigiosa del mundo y con una solista de excepción, nos referimos a la Filarmónica de Viena y la violinista Anne-Sophie Mutter. Con ella editó hace apenas un año un sensacional registro titulado Across the Stars, como el inspiradísimo tema de amor de El ataque de los clones, y con la emblemática orquesta lanzará en breve otro que recoge este magnífico acontecimiento celebrado en el Musikverein, la icónica sala de los conciertos de año nuevo. Meticuloso en el planteamiento de sus partituras, que nunca deja al azar ni se conforma con completar con arreglos y variaciones sobre un mismo tema, Williams no tiene una filmografía tan frondosa como Morricone, hay pocos artistas que la tengan, pero son muchas sus bandas sonoras que han alcanzado una popularidad extrema, especialmente sus marchas e himnos. ¿Quién no reconoce los pegadizos temas principales de Superman, Indiana Jones, Parque Jurásico o La guerra de las galaxias? ¿Quién no se ha emocionado con el vuelo de Elliot y E.T. gracias fundamentalmente a la excitante y emotiva música de John Williams? ¿Quién no se ha conmocionado con ese violín que Itzhak Perlman hace llorar al ritmo de La lista de Schindler? Todos son logros de un compositor que probó fortuna en todas las vertientes musicales que su formación y talento le permitieron hasta llegar a ser el más popular de los compositores de música sinfónica que hoy existen.

Tras un largo periplo que abarcó prácticamente toda la década de los años cincuenta del pasado siglo, en el que Williams participó en algunas de las orquestas y big bands más importantes de Estados Unidos, el compositor empezó a edificar una carrera como autor de bandas sonoras partiendo de influencias muy identificables del momento, especialmente Henry Mancini, cuya sombra le persiguió hasta bien avanzada la década siguiente. Son los años de partituras como Código del hampa, remake dirigido por Don Siegel en 1964 de la película de Robert Siodmak Forajidos, que emula sin disimulo los títulos iniciales de Sed de mal, o toda una serie de comedias que firmó como Johnny Williams, entre las que se incluyen Bachelor Flat, Bromas con mi mujer… no, Penélope o Guía para el hombre casado, donde alternaba el toque pop con reminiscencias del Barroco, como estaba de moda entonces, clave incluida, y añadía canciones a cargo de grupos populares de la época. De esa época basta comparar Two Lovers, el tema de amor de Cómo robar un millón y…, con cualquiera de las canciones de Mancini en cuyas bandas sonoras participó como pianista. Pero también en películas de aventuras como El señor de Hawaii y Todos eran valientes se aprecia la influencia del autor de La pantera rosa, paradójicamente responsable de la desaparición del estilo sinfónico que había cultivado Hollywood desde el inicio del cine sonoro, y que Williams se ocuparía de recuperar en los setenta como legado para toda una generación de compositores de cine que van de James Horner a Alan Silvestri pasando por Bruce Broughton, Danny Elfman o James Newton Howard por citar solo algunos.

Aunque comenzó a cultivar ese estilo sinfónico tan característico suyo en títulos como Una dama entre vaqueros de 1966 o Los rateros de 1969, donde se aprecia además una de sus influencias más notorias, la de Aaron Copland y el amplio y singular sinfonismo genuinamente americano del que Los cowboys constituye el ejemplo más significativo, no fue hasta la siguiente década que afianzó esa tendencia, especialmente de la mano de Irwin Allen, al que conoció como productor de algunas de las series de ciencia ficción a las que puso música la década anterior, como Perdidos en el espacio o El túnel del tiempo. La aventura del Poseidón y dos años después El coloso en llamas lo especializaron en catástrofes, añadiéndose Terremoto y Tiburón, que cuando se estrenó se catalogó en este género, aunque con el tiempo haya perdido toda etiqueta para convertirse en un clásico incontestable. Precisamente fue esa la película que inauguró la cadena de éxitos que disfrutó con su relación más fructífera, la que mantiene con Steven Spielberg, solo interrumpida en 1985 cuando el director prefirió un compositor afroamericano para El color púrpura, y en 2015, cuando por motivos de agenda tuvo que sustituirle Thomas Newman en El puente de los espías. El otro gran pilar de su carrera cinematográfica lo constituye la saga de las galaxias, cumpliendo a lo largo de más de cuarenta años el cometido de ponerle música a cada uno de los títulos que la integran, y que hoy constituye sin duda el bloque sinfónico más ambicioso y dilatado compuesto recientemente. Es ahí donde mejor se perfila ese estilo hollywoodiense basado en autores clásicos como Wagner o Strauss además de los grandes compositores de la edad de oro del cine, como Korngold o Waxman. Mientras, cultivó también otro de perfiles más vanguardistas, a menudo atonal con aires de Ligeti, en películas como Encuentros en la tercera fase, quizás uno de sus títulos más fascinantes, así como otro estilo más intimista y reposado en películas como El turista accidental, una de sus más bellas y contenidas partituras. Otras han sido vehículos perfectos para el virtuosismo individual, como Las brujas de Eastwick, El patriota o La terminal, y todas cuentan con un trabajo de orquestación que las sitúan entre lo mejor y más meticulosamente compuesto para el cine de los últimos cincuenta años.

Williams ha desglosado además una prolija carrera como director, especialmente frente a la Boston Pops, o lo que es lo mismo la Sinfónica de Boston cuando interpreta programas populares, y como compositor de música de concierto, con piezas para violín, flauta, violonchelo, oboe o trompeta, y solistas de la talla de Mutter, Perlman, Isaac Stern, Gil Shaham o Yo-Yo Ma, así como directores como Dudamel han confiado en su talento. Piezas para Juegos Olímpicos, programas de televisión y eventos culturales y humanitarios en todo el Mundo completan su valioso repertorio.

Ennio Morricone, el prolífico

Dos veces ha visitado Morricone nuestra ciudad, y siempre de la mano de los llorados Encuentros de Música de Cine. En mayo de 1988 tocó en el Lope de Vega junto a la Orquesta y Coro Nacionales de España, y en 1999 los protagonizó con dos conciertos de cámara acompañado de sus incondicionales Gilda Buttá al piano, Luca Pincini al violonchelo y Paolo Zampini a la flauta, y otro de música orquestal con la Sinfónica de Sevilla y solistas de renombre como Dulce Pontes y Angelo Branduardi. Aunque su carrera como compositor abarca prácticamente los mismos años que la de Williams, el número de sus composiciones es manifiestamente mayor. Más de medio millar de bandas sonoras, más de veinte en algunos años de las décadas de los sesenta y setenta, entre películas, telefilms, series y documentales. Una extensísima y fatigosa carrera que inició como arreglista de grandes voces de la canción popular italiana, como Gino Paoli, Gianni Morandi, Jimmy Fontana o Mina, que más tarde se extiendió también a internacionales como Joan Baez, Paul Anka o más recientemente Amii Stewart. Posee además un interesante catálogo de música contemporánea en el que se atisba un autor más comprometido y atrevido con los dictámenes de la música de vanguardia, aunque los resultados no siempre vayan de la mano de la calidad exigida.

La de Morricone es una carrera de géneros, del spaghetti-western que le dio popularidad con Segio Leone y su trilogía del dólar (Por un pulado de dólares, La muerte tenía un precio, El bueno, el feo y el malo), luego revalidada con la trilogía americana (Hasta que llegó su hora, ¡Agáchate, maldito!, Érase una vez en América) y muchos más que compuso para directores como Sergio Corbucci, con Los compañeros a la cabeza, paradigma de la desvergüenza desplegada por el autor en muchas de sus partituras. También el giallo o terror alla’italiana, especialmente de la mano de Dario Argento (El pájaro de las plumas de cristal, El gato con nueve colas) y el policiaco francés (El clan de los sicilianos, El marginal), así como la comedia picantona al estilo de Supongamos que una noche, cenando… y su famosa bossa nova, o directamente erótica, como Maddalena, así como el cine de denuncia social y política que tanto proliferó en la Italia de aquellos setenta, como Investigación de un criminal libre de toda sospecha o La clase obrera va al paraíso. Algunos descubrimos a Morricone a través de melodías tan hermosas como la que compuso para Por las antiguas escaleras, luego inmortalizada por Dulce Pontes en un conmovedor Barco abandonado, mientras otros lo hicieron de la mano de dos grandes creadores como Bertolucci (Novecento, Antes de la revolución, La tragedia de un hombre ridículo) o Pasolini (Las mil y una noches, El Decamerón, Saló o los ciento veinte días de Sodoma), o más recientemente el sentimental Giuseppe Tornatore, a quien le debemos la sensible y popular Cinema Paradiso, la sobria Una pura formalidad o la inquietante La mejor oferta.

Hollywood tardó algo en rendirse a sus pies, y lo hizo con obras memorables como Días del cielo de Terence Malick, su primera nominación al Oscar, Los intocables de Eliot Ness, primera de sus colaboraciones con Brian de Palma, La cosa de John Carpenter, una de las bandas sonoras más enigmáticas del cine de ciencia ficción de los ochenta, o Bugsy de Barry Levinson. Pero sin duda es La misión de Roland Joffé la película que le proporcionó mayor rédito, convirtiéndose en una de las bandas sonoras más vendidas de todos los tiempos, donde combinó sinfonismo tradicional e inspirado melodismo típicamente morriconiano con percusión étnica y coros religiosos, con resultados ciertamente espectaculares. Aquel era un Oscar cantado que le arrebató un icono del jazz afroamericano, Herbie Hancock, por coordinar y arreglar los temas incluidos en la banda sonora de Alrededor de la medianoche de Bertrand Tavernier. Quentin Tarantino se convirtió prácticamente desde su primera película en ferviente admirador de Morricone, incluyendo en casi todas sus bandas sonoras algún título extraído de sus múltiples spaghetti westerns, hasta que en Django desencadenado logró que le compusiera una canción original, y en Los odiosos ocho que se hiciera cargo de su primera banda sonora íntegramente original, lo que le valió por fin el Oscar en competición, nueve años después de merecer uno honorífico. El Princesa de Asturias, dos años después de celebrar su última gira internacional, se une ahora a un excelente palmarés y una vida extraordinaria que ha dejado un legado indeleble y proporcionado, como Williams, toneladas de placer a melómanos y melómanas de todo el mundo.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 5 de junio de 2020

LA JUNTA SIGUE APOSTANDO POR LA FUNDACIÓN BARENBOIM-SAID

La Academia de Estudios Orquestales, perteneciente a la Fundación Pública Andaluza Barenboim-Said, ha dado a conocer la renovación de su profesorado, la mayor parte antiguos estudiantes de este proyecto universal que hoy ocupan puestos de primera categoría en las orquestas más prestigiosas de Europa y del Mundo. El plazo para inscribirse en el el nuevo curso 2020-21 se abrió ayer hasta el próximo 14 de julio. Toda la información disponible en su página web y en El Correo de Andalucía. Se da la particularidad de que este año por las circunstancias sobrevenidas, las audiciones se realizarán exclusivamente por grabación.

miércoles, 3 de junio de 2020

BUTACAS VACÍAS

Pabellón de Juventudes Musicales
No hubo más remedio que sacrificar algunas de las propuestas más jugosas de la temporada concertística y musical, la situación lo requería y lo sigue haciendo hasta que no alcancemos un dominio cierto y plausible de este virus que ha trastornado todas y cada una de nuestras rutinas. Quizás una vuelta a lo de antes no sea en la mayoría de los casos lo más conveniente. Deberíamos haber aprendido algo de este confinamiento y sus consecuencias, a vivir según otros modelos que hagan nuestra existencia más amable y llevadera, y desde luego más sostenible para un planeta que grita socorro continuamente y que quizás se esté defendiendo con estas indeseables pandemias a las que solo nuestra actitud podrá poner fin. Pero también es cierto que entre lo que sí deberíamos recuperar está el contacto directo del público y los artistas, el inmenso placer que proporciona compartir una buena experiencia cultural en colectividad, y para eso es imprescindible que los espacios vayan recuperando su actividad. Algunas plazas como Madrid hacen verdadero alarde de atrevimiento y sin importar haber protagonizado las cifras más lamentables de la enfermedad, anuncian la apertura de su ópera antes que cualquier otra capital en el mundo. Lo harán a principios de julio precisamente con el título que aquí hemos sacrificado hace apenas unos días, La traviata, en versión Willy Decker aún más minimalizada para ahorrar efectivos técnicos y artísticos que pudieran congestionar temerariamente el espacio escénico. En Sevilla, como en otras capitales, somos más cautos y responsables y aun no tenemos fecha de apertura de escenarios ni de presentación de nueva programación, aunque no cabe duda de que tendremos que esperar a septiembre para regresar a nuestros teatros y auditorios. Para todos será tarea difícil y compleja, pero más para los que exigen mayor ayuda privada y cuentan con menos recursos para reemprender el vuelo.

Propuestas irrenunciables

Interior de La Casa de los Pianistas
Algunos espacios ya anuncian nuevas fórmulas de reciclaje mientras esperamos el regreso a lo convencional. Así, Juventudes Musicales, que a lo largo de sus sesenta y cinco años de historia en Sevilla tanto ha hecho por dinamizar la vida cultural, muy especialmente en estos últimos y difíciles años tras la desaparición de su histórico fundador, Julio García Casas, en los que ha tenido que reinventarse y auspiciar diversos y originales proyectos, anunció hace unos días que retoma su actividad precisamente en junio. Será de forma virtual, con los artistas tocando en su sede, el pabellón que tienen en el Parque María Luisa, pero grabados en directo para ser emitidos en su web y en su canal Youtube. Para ello hacen un llamamiento general para aumentar el número de socios, con el fin de atraer también un mayor interés público y ayudas más que merecidas. Toda la información está en su web, así como la programación que para este mes muy pronto pondrán a disposición de la afición. Mientras tanto evocan la anómala situación que a todos los efectos y en todos los campos estamos viviendo, con una fotografía de su singular espacio completamente vacío.

El futuro de La Casa de los Pianistas es ahora mismo una verdadera incógnita, pero no cabe duda de que una iniciativa tan estimulante y enriquecedora como ésta, novedosa y original, que cumple como contenedor para propuestas tan variadas e interesantes a la vez que acerca mucho más y mejor al oyente con el intérprete, merece todas las ayudas y atenciones que tanto desde la iniciativa pública como la privada se le puedan dispensar. En el camino se quedaron los ciclos que pretendían celebrar el doscientos cincuenta aniversario del nacimiento de Beethoven. En junio Bernaldo de Quirós tendría que haber desgranado la famosa Sonata nº 14 Claro de luna, uno de los trabajos más experimentales del compositor y con uno de los andantes de mayor calidad evocativa conocidos. Lo habría hecho acompañado de las sonatas nº 16, precursora de lo que después denominaríamos estilo schubertiano, la nº 24, un trabajo íntimo y delicado que se cuenta entre los favoritos del autor y que rompió un largo período sin componer para el género, y la 31, el penúltimo de este magnífico ciclo, prodigioso en ideas y contrapunto, articulado de forma tan compleja como fluida y aparentemente espontánea. Por su parte Fernando Pascual y Pedro Gavilán tendrían que haber completado el ciclo de sonatas para violín y piano del que tan buen sabor de boca nos dejaron en su primera cita justo antes del confinamiento. La nº 6 la compuso cuando empezó a tener conciencia de su sordera, con inflexiones mozartianas y aires puntualmente operísticos; la nº 9 A Kreutzer, la más célebre del ciclo, fogosa e impulsiva, recupera el movimiento final que Beethoven había diseñado en principio para la nº 6, que sustituyó por un allegretto con variazioni más acorde a su espíritu ligero y desenfadado. La primavera es el sobrenombre con que se conoce la nº 5, que a pesar de su aire alegre y gozoso no renuncia a ese diálogo tormentoso con el Destino que caracteriza a su contemporánea Sinfonía Heroica. Y finalmente la nº 10 retoma las formas antiguas con un espíritu netamente romántico. El tributo de La Casa de los Pianistas a Beethoven alcanzaría a julio con la integral de los tríos con piano a cargo del Trío Iturbi, también con el excelente violinista Fernando Pascual como integrante. Reto para cualquier formación del género, resume el diálogo fluido y el trabajo en equipo, abandonando cualquier tentación de destacar individualmente. El Trío Archiduque, punta del iceberg del ciclo y auténtica joya de la corona, rezuma espíritu revolucionario y visionario. Aunque son oficialmente seis, más uno concebido en principio para clarinete en lugar de violín, se pueden añadir además una serie de variaciones para la misma agrupación, así como un par de tríos de juventud de interés más bien reducido y coyuntural.

Lo que queda de la ROSS

Gallardo del Rey bajo la atenta mirada de John Axelrod
A falta de conocer cuáles hubieran sido las propuestas de escenarios tan dinámicos y comprometidos como el Espacio Turina o los diferentes auditorios que han proliferado en la ciudad en los últimos años, y al margen de ese concierto de clausura de temporada de la Sinfónica Conjunta centrado en su sección de viento, el mayor sacrificio lo hemos conocido de la mano de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla que deja en el camino algunas de sus propuestas más singulares, y estrenos sevillanos que demandan sin duda un nuevo emplazamiento. Éste es el segundo fin de temporada abortado consecutivamente tras la huelga que protagonizó la insigne formación el año pasado por estas fechas, y que dejó en la estacada a Maxim Emelyanychev con obras de Schumann y Beethoven, además de un Concierto de violín de Mendelssohn a cargo de Julia Igomina, o al propio Axelrod que tenía preparada una versión íntegra del Sueño de una noche de verano del joven compositor de Hamburgo. La página web de la ROSS anuncia la cancelación de sus dos últimos conciertos de cámara en el Espacio Turina y del concierto de abono nº 11, pero nada dice de los tres restantes, si bien es lógico pensar que tampoco se celebrarán. Así dejaremos en el camino una cita íntegramente dedicada a la música de cámara de Nino Rota, famoso por sus bandas sonoras, especialmente las que compuso para Fellini, Visconti, El padrino de Coppola y Romeo y Julieta de Zeffirelli, pero que atesora también un interesante catálogo concertístico en el que destacan piezas para clarinete, como su Sonata con piano y su Trío con violonchelo y piano, ensoñadoras y melancólicas, que aunque no renuncian a un lenguaje ortodoxo y eminentemente tonal, no pueden disimular su influencia de autores contemporáneos y vanguardistas con los que el autor tuvo contacto directo. También se habían programado piezas para flauta y arpa, que quedarán en reserva como las estimulantes páginas concebidas para la última cita de la temporada, como el Divertimento K138 de Mozart, una pieza tan encantadora como inventiva, concebida para cuarteto de cuerdas pero tan afín a la música de cámara como la orquestal. De las seis sonatas a cuatro de Rossini, se habría interpretado el domingo 21 la nº 4, una obra de primera juventud, seductora, impetuosa y llena de virtuosismo. Mendelssohn también habría protagonizado la cita con su innovador Sexteto Op. 110, compuesto para piano y cuerdas con solo quince años y con un espíritu fresco y decididamente weberiano.

Alberto Carretero en el Maestranza
En el apartado estrictamente sinfónico, la ROSS tenía preparado un Concierto para violonchelo de Dvorák a cargo del muy experimentado turinés Enrico Dindo; una pieza que se encuentra entre lo más popular del autor y que combina la melancolía de su periplo en Estados Unidos con la energía de sus raíces nacionalistas. En esa misma cita John Axelrod habría dirigido del mismo autor la Obertura Otelo, que junto a En la naturaleza y Carnaval forma un tríptico a la vida y el amor, en este caso destruido por los celos como apunta su intenso dramatismo proclive a la violencia, y su Sinfonía nº 8, de espíritu alegre y sosegado, que recrea la admiración poética del hombre por la naturaleza. En el programa de los días 18 y 19 se habrían dado cita dos poemas sinfónicos de Liszt, Los preludios, el más conocido, de grandes contrastes y mucho protagonismo de metales y percusión, que ilustra la vida como preludio de la muerte, y Los ideales, mucho más largo pero apenas transitado, concebido como sinfonía en tres movimientos reducidos a uno, según los poemas filosóficos de Schiller, de ardiente expresividad. El comprometido pianista italiano Andrea Lucchesini, estrecho colaborador de Luciano Berio y aclamado intérprete de Chopin, había interpretado de éste sus dos conciertos para piano, el primero más irrelevante pero anticipador de su genio, y el segundo más inspirado y de acentos más dramáticos. El penúltimo concierto de temporada estaría protagonizado por el guitarrista nacido catalán pero sevillano de adopción José María Gallardo del Rey, con quien Axelrod parece tener una gran afinidad. Con él estrenó en 2016 su Concierto de Sevilla y en 2018 Sefarad de Samuel Zyman, además de interpretar otras piezas suyas y ajenas. Esta vez tocaba estrenar El samurái de Sevilla según la novela de John J. Healey, un doble concierto para guitarra y koto japonés, del que Fuyuki Enokido es su más ferviente y reconocida embajadora. Axelrod debía además dirigir una selección de Imágenes de Debussy, aunque a juzgar por los apenas cuarenta minutos que duran en total sus cinco piezas integrantes, más bien creemos que tocaba interpretarla íntegra, aunque permitan interpretarse por separado, evoquen visiones distintas y provoquen sensaciones diferentes. Gigas, Iberia, dividida a su vez en tres secciones, y Rondas de primavera fueron concebidas para piano y acabaron convirtiéndose en las últimas composiciones orquestales de Debussy. En el último concierto de esta accidentada temporada, la soprano norteamericana Marisol Montalvo habría estrenado La bella Susona del joven compositor sevillano Alberto Carretero, en un concierto bajo la dirección del titular Axelrod compartido con la Sinfonía nº 6 Patética de Chaikovski, cuyo programa fundamentalmente subjetivo acabaría interpretándose como un grito desesperado o réquiem premonitorio del fatal desenlace de una vida y un entorno tan incomprensivo e intolerante que le condujo irremediablemente al suicidio.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía