Dirección Alberto Gastesi Guion Álex Merino y Alberto Gastesi Fotografía Esteban Ramos Música Jon Agirrezabalaga y Ana Asuaga Intérpretes Patricia López Arnaiz, Javier Rey, Miguel Irirarte, Íñigo Gastesi, Emilia Lazo Estreno en el Festival de Sitges 11 octubre 2025; en salas 28 noviembre 2025
Tras una serie de cortometrajes y video-clips para Malú y Pablo López, Alberto Gastesi debutó en el largo con La quietud de la tormenta, una cinta que como ésta jugaba a combinar y difuminar realidad y fantasía a través del romance entre dos personas que se conocen en la visita a un apartamento en venta, para descubrir que quizás comparten un pasado remoto juntos. Ahora, el director donostiarra nos lleva de la mano por los vericuetos de la inteligencia artificial contándonos una historia de dolor no superado, al que una catarsis emocional y un tránsito protagonizado por una obsesión robótica, irá mostrando el camino para la asunción y la consecución de la paz y el consuelo ansiados. Gastesi mantiene un ritmo pausado y una atmósfera inquietante, y aunque conforme avanza la trama nos puede ir pareciendo rara o marciana, nunca llega a excederse en estos términos, de forma que consigue tenernos en vilo, intrigados por el devenir de unos acontecimientos que, incluso cuando entran en bucle obligado, nunca dejan de generar interés por su incógnita deriva.
Para que la estrategia funcione, sus protagonistas aportan un gran y meticuloso trabajo, especialmente Patricia López Arnaiz, que en su gesto de casi permanente extrañeza, diametralmente opuesto a la introducción de su personaje, logra generar en nosotros y nosotras esa inquietud e intriga necesarias. Por otro lado, el personaje le sirve para salir del encasillamiento de madre y tía en dramas familiares al que nos ha acostumbrado. También Javier Rey está a la altura del proyecto, mientras la inquietante mirada del joven Miguel Irirarte logra generarnos incertidumbre sobre la naturaleza y realidad de la narración.
La recurrente casa en el bosque, tan habitual en películas del género, cobra aquí cierto significado. Una evocadora fotografía, que se deleita en paisajes boscosos y un grisaceo lago en un incierto clima, así como la rompedora y excitante banda sonora, incluyendo el acertado uso del clásico de Bob Geldof y The Boomtown Rats I Don't Like Mondays, consigue redondear un producto original e insólito, al que unos aseados efectos visuales ponen la guinda definitiva.
