Dirección Fernando González Molina Guión Sergio G. Sánchez, según la novela de Luz Gabás Fotografía Xavi Giménez Música Lucas Vidal Intérpretes Mario Casas, Adriana Ugarte, Macarena García, Alain Hernández, Berta Vázquez, Emilio Gutiérrez Caba, Celso Bugallo, Laila Costa, Petra Martínez, Fernando Cayo, Daniel Grau, Luis Callejo, Djedje Apali, Emilio Buale Estreno 25 diciembre 2015
El cine español cierra el año a lo grande, con una superproducción que adapta el éxito de ventas escrito por Luz Gabás. Desconocemos el original, pero si incurre en los mismos errores y convenciones en los que lo hace esta adaptación cinematográfica, nos sorprende enormemente su triunfo. Justifica su éxito tratarse de un culebrón romántico ambientado en un escenario tan exótico como la Guinea Ecuatorial que fue colonia española, desde mediados de los cincuenta a su declaración de independencia a principios de los setenta; pero no tanto si la narración es tan dispersa e irregular como nos lo muestra el film de González Molina (Fuga de cerebros, Tres metros sobre el cielo, Tengo ganas de ti). Incurre además en numerosas situaciones que sonrojan de puro ridículo, mientras sus protagonistas exhiben poco más que unos físicos envidiables; Casas apenas esboza un par de registros interpretativos, mientras Ugarte no se cree su papel y sólo alcanza a poner una permanente cara de misericordia. Mejor el trabajo de la casi debutante Berta Vázquez, sobre quien recae gran parte de la supuesta emotividad de la película. Ella y el galán español protagonizan una hermosa historia de amor que naufraga por falta de ímpetu y convicción en un realizador que sólo parece preocupado por que el holgado presupuesto luzca en pantalla. Así, son las localizaciones en Canarias y Colombia, y la esforzada ambientación de época lo que más sobresalen en este conjunto fallido y estrepitoso, narrado a golpes, sin sentido ni coherencia. La fotografía de Xavi Giménez, cuya dilatada experiencia incluye películas como Ágora y El libertador, y la música del internacional Lucas Vidal están a la altura de lo que entendemos por una superproducción, pero falla notablemente el carácter intimista y sentimental de la función así como se echa en falta un análisis más serio y pormenorizado de la apasionante situación geográfica e histórica que le sirve de fondo, tan desconocida para muchos de los que hemos nacido en este país.