lunes, 28 de febrero de 2022

UN PEQUEÑO MUNDO Terror a cámara agachada

Título original: Un monde
Bélgica 2021 72 min.
Guion y dirección
Laura Wandel Fotografía Frédéric Noirhomme Intérpretes Maya Venderbeque, Günter Duret, Karim Leklou, Laura Verlinden, Sandrine Blancke, Lena Girard Voss, Simon Caundry, Thao Maerten, James Seguy, Naël Ammama, Émile Salamone Estreno en el Festival de Cannes 8 julio 2021 en Bélgica 20 octubre 2021; en España 25 febrero 2022


Sorprendente debut en el que únicamente cabe preguntarse cómo se las ha ingeniado su responsable para
lograr de su pequeña protagonista una interpretación tan conmovedora y eficaz. En la estrategia seguida para conseguirlo encontraremos la respuesta para dilucidar si estamos ante una película excepcional o un trabajo limítrofe con la pornografía. Y es que Wandel en su ópera prima retrata a través de la mirada limpia e inocente de una niña de poca edad, que se inicia en el ritual académico, ese mundo hostil al que asomamos al poco de nacer y que nos enfrenta de inmediato a la maldad intrínseca al ser humano cuando aun no ha sido moldeada nuestra personalidad a través de la educación y el amor.

Más que una crónica sobre el abuso infantil en los colegios, más concretamente en el recreo en el que se desarrolla gran parte de la trama, Wandel nos invita a sumergirnos en ese microcosmos, con un rotundo éxito gracias en parte a una cámara agachada a la altura de su pequeña protagonista. Casi desde el inicio comprendemos que esta experiencia inmersiva nos va a provocar una insoportable inquietud, una zozobra casi irrespirable. Nos va a hacer cómplices del drama por el que pasan una hermana y un hermano en los primeros días de colegio de la más pequeña, que ve cómo él es víctima de los irrefrenables abusos de sus compañeros de juego, a la vez que se ve censurada para que no tomar parte en la tragedia y no empeorar así las cosas, solo para comprender que quizás quienes un día fueron víctimas acaben convirtiéndose en verdugos. Es ese pequeño mundo en el que se cocinan nuestras personalidades radica el terror que provoca que de adultos la convivencia sea tan difícil y frecuentemente injusta.

Todo eso lo rueda la novel realizadora con un notable sentido de la austeridad, dejando a lo largo del metraje caer pequeñas pistas que nos horrorizan y nos hacen tomar conciencia de qué es lo que están aprendiendo las nuevas generaciones, cuáles son los mensajes que están recibiendo de sus familias y docentes, qué escuchan en casa, qué viven en clase o en el recreo, y de verdad que da mucho miedo. Ganadora del Premio de la Crítica en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes.

EL TRIUNFO Cultura, libertad y buena voluntad

Título original: Un triomphe
Francia 2020 105 min.
Dirección
Emmanuel Courcol Guion Emmanuel Courcol y Thierry de Carbonnières Fotografía Yann Maritaud Música Fred Avril Intérpretes Kad Merad, Marina Hands, Sofian Khammes, Pierre Lottin, Wabinlé Nabié, Lamine Cissokhu, David Ayala, Saïd Benchnafa, Aleksandr Mednedev, Laurent Stocker, Mathilde Courcol-Rozès, Catherine Lescault, Yvon Martin Estreno en el Festival de Valladolid 31 octubre 2020; en Francia 1 septiembre 2021; en España 25 febrero 2022


Con solo una película en su haber, Alto el fuego, sobre las heridas de la Primera Guerra Mundial en dos hermanos, el realizador francés Emmanuel Courcol ha convertido ahora una historia real acaecida en Suecia en 1985, en un proyecto de buena voluntad que combina con cierta perica el drama y la comedia para presentarnos una historia si se quiere original en sí misma, aunque vista en conjunto nos resulta familiar y no difiere mucho de otras historias similares de superación de algún tipo de marginación a través del trabajo en equipo, la cultura o el deporte.

Para ello no duda en aceptar una serie de clichés muy transitados, como su protagonista, el habitual actor divorciado, frustrado y amargado que encontrará en la aventura que se le propone no tanto la redención de sus semejantes como la suya misma. Respecto al equipo de presos metidos a actores ocasionales, beben todos del buenismo generalizado que se presupone en este tipo de empeños, haciendo una vez más poco creíble la condescendencia con la que se trata a este tipo de personajes, llegándose incluso a obviar sus crímenes para no hacer peligrar así nuestras simpatías. Flaco favor hace por otro lado a la profesión si confía a un equipo de presos sin experiencia previa la difícil tarea de poner en pie un texto tan complejo, un reto para los actores más curtidos, como Esperando a Godot y la empresa resulta un éxito. Confiamos en que todo forma parte de la magia del cine y sus múltiples convenciones, y que las diferencias con la anécdota real en que se basa la cinta sean más que notables, empezando por el hecho de que aquí a los presos les queda poca condena, lo que les hace más dignos de confianza a la hora de trasladarlos de la cárcel a importantes teatros del país con carácter periódico.

Por si fuera poco, la propuesta tarda en cuajar, a la vista de esa sensación de ya visto que inunda el metraje, si bien su tercio final cuenta con suficientes atractivos para por fin enganchar, especialmente desde que la directora del centro penitenciario, estupenda Marina Hands, responde a la jueza encargada de otorgar los pertinentes permisos, cuando esta le sugiere que dirija un centro cultural, que eso es precisamente lo que pretende. Es ahí donde radica toda la fuerza de su discurso, en apoyar más la cultura para hacer de este un mundo más habitable, justo y libre. Reconocida en los Premios del Cine Europeo como mejor comedia hace dos ediciones.

domingo, 27 de febrero de 2022

ÖNAY KÖSE, UN REGALO DE LOS DIOSES

Lieder en Turina. Made in Seville. Önay Köse, bajo. Francisco Montero, piano. Programa: Selección de Winterreise D911 Op. 89, de Schubert; Anakreóns Grab, Michelangelo Lieder y Harfenspieler Lieder, de Wolf; Quatre chansons de Don Quixotte, de Ibert. Espacio Turina, sábado 26 de febrero de 2022


¿Quién es Önay Köse? ¿Qué sabemos de él? Antes de anoche prácticamente nada. Acudimos a esta cita del Espacio Turina atraídos por su propuesta liederística, un género todavía demasiado ausente en nuestra cartelera. Pero lo hicimos también atraídos por su acompañante, Francisco Montero, un joven pianista sevillano, natural de Pilas, porque quienes tuvieron el acierto de atender su concierto en esta misma sala hace poco más de un año, no dudaron en celebrar sus aptitudes. Y nos encontramos con una sala prácticamente vacía, en el patio de butacas apenas unas veinte personas. No alcanzamos a comprenderlo, y no podemos justificarlo con el puente de Andalucía, pues fuera las calles estaban como siempre, atestadas, igual que bares y restaurantes. No entendemos que existiendo una asociación de amigos de la lírica que llena cuando presenta a sus jóvenes talentos, que algunas veces no lo son tanto, nadie se preocupara por aprovechar esta cita, como tampoco entendemos que el propio Montero, profesor del Conservatorio y sevillano como es, no se encargara de avisar a diestro y siniestro de que lo que anoche se cocía era una de las citas más estremecedoras a las que nos íbamos a enfrentar en lo que a voces se refiere. Algunos nos congratulamos de que, por azares de la vida, decidiéramos quedarnos en Sevilla y dedicarle apenas hora y media de nuestro tiempo a colmar nuestro apetito melómano de forma tan satisfactoria.

Ahora sabemos que Köse es un bajo joven, turco de nacimiento pero afincado en Berlín, donde ha acometido diversos papeles de peso en conocidas óperas. Que también ha cosechado mucho éxito en Canadá, donde la prensa y el público se ha deshecho en elogios y se ha rendido a sus pies. A falta de saber cuál es su rendimiento a nivel de canto e interpretación en el escenario de una ópera, constatamos anoche que su rendimiento ante los hermosos y muy tristes lieder seleccionados para la ocasión, fue sencillamente estratosférico. Inútil nos resulta en estos casos analizar una a una las piezas interpretadas, más bien asimilamos el evento como un todo, inalcanzable e indivisible, en el que el canto rotundo, fluido y moldeado a voluntad, se fundió con el arte indiscutible de Montero al piano, capaz de adaptarse como un guante a cada decisión expresiva de la voz, e incluso quizás de trabajar cada inflexión, matiz y detalle en perfecta comunión con el cantante.

Canciones de amor y muerte

Önay Köse
Ya desde los primeros acordes de Gute Nacht entendimos que aquella no era una voz cualquiera. Su majestuosidad, su absoluta rotundidad y una proyección y potencia para la que el Espacio Turina se quedó pequeño, nos cautivaron desde un principio y nos predispuso para el viaje propuesto. Ese Viaje de invierno que Köse desarrolló con tanto estilo y buen gusto que fue imposible sustraerse a la emoción que destilan las palabras de Müller y la excelsa música de Schubert. El Lied en su máxima expresión, defendido a capa y espada por una voz bendecida por los dioses, que mantuvo toda esa eclosión de emociones en los números seleccionados siguientes, con paradas como la de ese Rast (Descanso), rico en inflexiones, articulado con majestuosidad y emoción, cambios de registro oportunos en los que incluso las impostaciones de la voz sonaron naturales, nunca forzadas ni artificiales. Köse moduló el tono de la alegría a la desesperación con facilidad, especial domino del rango dinámico y proverbial capacidad para transmitir melancolía. Hace con su voz lo que quiere, y convence tanto en todo el rango de su amplia tesitura como pudieran hacerlo barítonos, contraltos e incluso tenores en las inagotables aportaciones que han hecho al ciclo. El cantante no dudó en estirar pasajes, ralentizar otros, incluir silencios y explorar matices con tal de exprimir al máximo la honda tristeza y absoluta expresividad con que Schubert acometió su canto del cisne, y lo logró conmoviéndonos y llegando hasta nuestro corazón.

Francisco Montero
Huelga destacar la profundidad de su voz, un timbre espléndido y metálico, una claridad absoluta y una facilidad estremecedora en la articulación, cualidades que destacaron en el resto del programa, cantado ya sin partitura, exhibiendo pleno dominio de música y letra en el caso del amplio recorrido por otro de los máximos exponentes del arte liederístico, Hugo Wolf, ahondando todavía más en esas citas con la muerte que anunciaba Viaje de invierno, y que se materializó en la breve y cautivadora Tumba de Anacreonte, y continuó con las Canciones de Michelangelo, único ciclo que su autor consideraba como tal, y que encontró el máximo esplendor de expresividad y profunda melancolía en Fühlt meine Seele das ersenhte Licht (¿Siente mi alma la luz anhelada?), así como una evidente demostración de trauma y tortura por el sentimiento de culpa en las Canciones del arpista, un ciclo inspirado en Goethe con el que Wolf demuestra un perfecto entendimiento del universo del escritor alemán, y que Köse fue capaz de traducir con todo el sentimiento y el misterio que las páginas demandan. Con las Canciones de Don Quijote que Jacques Ibert compuso para la película de George Wilhelm Pabst de 1932, cambió el tono y la estética. Concebidas para el bajo ruso Feodor Chaliapin, son más luminosas que el resto del programa, y el toque ligeramente español que contienen fue muy bien descrito, con suma elegancia, tanto por la voz como el impagable trabajo de Montero, siempre atento a las inflexiones de la voz, adherido a ella como un todo. Las propinas acabaron de redondear la exhibición, con dos imprescindibles de Strauss, Morgen (Mañana) y la exuberante Zueignung (Dedicatoria) sublimando una propuesta que logró arrancarnos más de una lágrima.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 26 de febrero de 2022

PURO CLASICISMO DESDE BORMUJOS

Orquesta de Cámara de Bormujos. Matthew Gibbon, contrabajo. Alberto Álvarez, director. Programa: Sinfonía nº 2 op. 11 en Re mayor, de Chevalier de Saint-Georges; Concierto para contrabajo en Re mayor, de Vanhal; Sinfonía nº 59 en La mayor, de Haydn. Espacio Turina, viernes 25 de febrero de 2022


Aunque hemos seguido su trayectoria prácticamente desde su fundación en el año 2016, no hemos vuelto a tener oportunidad de atender esta orquesta desde aquel
concierto en la Anunciación con el que celebraron el veinticinco aniversario de la Facultad de Periodismo, y que tan buen sabor de boca nos dejó. Desde entonces han seguido en su línea de recuperación de obras, fundamentalmente del Clasicismo, olvidadas o poco divulgadas, combinadas con otras de más fácil identificación. No cabe duda de que director y conjunto saben cómo ofrecer así una alternativa inteligente e ingeniosa a la sana y grata proliferación de conjuntos nacidos en la ciudad en los últimos tiempos. Comprobamos ahora que el entusiasmo y la entrega absoluta de su director, Alberto Álvarez Calero, siguen intactas, contagiando a los y las jóvenes integrantes de la formación aljarafeña.

La vida del compositor, virtuoso violinista y campeón de esgrima Joseph Bologne, conocido como Chevalier de Saint-Georges, es sin duda más apasionante, ideal como bien apuntó Álvarez en su introducción, para una película o serie de televisión, que su propia música, sin duda bien estructurada y primorosamente orquestada pero prácticamente irrelevante en medio de las tendencias de su época, marcadas por la arrolladora personalidad de Haydn, protagonista espiritual de la velada. Solo así podemos entender a quien nació en Guadalupe (ahora Haití) de padre colono y madre esclava, creció y se desarrolló en París, convirtiéndose en imbatible espadachín, maestro de música ocasional de María Antonieta, y compositor de sinfonías y óperas. Precisamente de una de estas, L’amant anonime, extrajo su Sinfonía nº 2 en forma de obertura, una pieza relativamente breve y de gramática sencilla que la formación llevó a muy buen puerto, con prestaciones disciplinadas y muy aseadas de todas las familias orquestales, incluidas las temidas trompas, en un trabajo que los y las dieciséis integrantes del conjunto para la ocasión (siete violines, dos violas, dos violonchelos, un contrabajo, dos trompas y dos oboes) bordaron a la perfección.

El Concierto para contrabajo de Johann Baptist Vanhal, original para un violón vienés de especial afinación, disfruta de mayor reconocimiento y divulgación, compitiendo casi siempre con ventaja con los de sus contemporáneos Dittersdorff, Hoffmeister, Pichl y Sperger, a quien precisamente debemos la custodia de este singular concierto. Suponemos que la intervención del contrabajista de la ROSS Matthew Gibbon, se debió a un acto de generosidad y apoyo incondicional a una orquesta a la que también ha dado forma a lo largo de estos cinco años. Solo así entenderíamos que se arriesgase como solista, papel que no encaja en su perfil como sí lo hace su impecable trabajo en la plantilla de la Sinfónica de Sevilla desde su origen. Eso explicaría su errática manera de afrontar la página de Vanhal, con evidentes debilidades en su zona aguda y puntuales fallos de articulación, de la misma forma que fue capaz de dotar al instrumento de un poderoso timbre y un considerable cuerpo en su registro más grave, pero sin poder evitar continuos desajustes, fallos de afinación y un preocupante descontrol también en las cadencias con las que finalizan cada uno de sus tres movimientos. Defectos que se hicieron patentes también en la propina que dedicó con oportuna sensibilidad a la paz mundial en estos delicados y trágicos momentos que nos han tocado vivir. Fue el adagio de una sonata para contrabajo y violonchelo de Sperger que la joven solista acompañante defendió con dignidad.

Como broche final la orquesta resolvió muy en estilo, con un muy cuidado control de los acentos y los contrastes, y limando al máximo de sus posibilidades el tan fuera de estilo vibrato de la cuerda, la Sinfonía nº 59 de Haydn, si bien las trompas aquí, seguramente por la mayor dificultad de la página, evidenciaron cierto desajuste sin importancia. Como propina final ofrecieron una impecable y también muy en estilo, esta vez barroco, Marcha para la ceremonia de los turcos, de Jean-Baptiste Lully, muy controlada a nivel de dinámicas.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

DOS NUEVOS DRAMAS SOBRE HOMOSEXUALIDAD EN SALAS

Estreno en salas de las películas Flee y Gran libertad, vistas y galardonadas en el pasado Festival de Cine Europeo de Sevilla

COMPETENCA OFICIAL Una película de actores y actrices

España-Argentina 2021 114 min.
Dirección
Gastón Duprat y Mariano Cohn Guion Gastón Duprat, Mariano Cohn y Andrés Duprat Fotografía Arnau Valls Colomer Intérpretes Antonio Banderas, Penélope Cruz, Óscar Martínez, José Luis Gómez, Irene Escolar, Nagore Aranburu, Pilar Castro, Manolo Solo, Koldo Olabarri, Ken Appledorn, Mónica Bardem Estreno en el Festival de Venecia 4 septiembre 2021; en España 25 febrero 2022

Después de un par de largometrajes y un trabajo para la televisión, los directores argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn se dieron a conocer con el absorbente thriller El hombre de al lado, pero no fue hasta El ciudadano ilustre que confirmaron su valía y su éxito, a la vez que encontraron su registro perfecto, la comedia de tintes críticos y sarcásticos, que el primero en solitario volvió a cultivar en la igualmente bien valorada Mi obra maestra. Con este mismo género vuelven ahora a sorprendernos con esta estimable película, una inmersión en los trabajos preparativos de una ambiciosa película urdida por un empresario megalómano y una realizadora autocomplaciente, con la complicidad de dos actores antagónicos y cada uno a su estilo egocéntricos, que protagonizan esa rivalidad a la que hace alusión su elocuente título.

Nos encontramos ante una inteligente e ingeniosa disección del trabajo de los actores, sus miserias y sus encantos, con un trío protagonista que se come la pantalla, sin que quepa destacar a unos sobre otras, sencillamente cada cual incorpora su personaje y universo con una calidad extrema. Recuperamos así esa vena cómica que hizo de Penélope Cruz una estrella nacional en los noventa del pasado siglo, disfrutamos con la simpatía y la desvergüenza de Antonio Banderas riéndose del éxito y el narcisismo, y volvemos a constatar el talento de Óscar Martínez para sorprendernos con cada nueva caracterización, siempre en ese registro elegante y cínico que le define. La comedia funciona a la perfección, gracias a unos diálogos agudos y unas situaciones descacharrantes, con el añadido de que no necesita para ello del habitual ritmo frenético que caracteriza al género, sino que cultiva su humor desde la relajación y la contención, sin estridencias ni saltos de infarto.

Al final quedan tan bien expuestas tanto las miserias de la profesión como sus indudables excelencias, logrando que su aparente frivolidad y ese ataque a la cinefilia que se le presupone acabe dando la vuelta y convirtiéndose en un merecido homenaje a quienes tanto nos hacen disfrutar cuando nos encerramos en grupo en una agradecida sala de cine. Las asépticas y elegantes localizaciones y el excelente trabajo de los y las secundaras, con José Luis Gómez volviendo a coincidir con Penélope desde aquellos Abrazos rotos, y una silente Irene Escolar personificando al inevitable objeto del deseo tan habitualmente asociado al séptimo arte, a la cabeza. Chopin ilustra con sentido y significación la empresa. Jaume Roures, de Mediapro, ha acertado con esta primera producción española del inteligente tándem argentino.

viernes, 25 de febrero de 2022

CHRISTIAN LINDBERG BRILLA EN EL MAESTRANZA

2º Concierto del Ciclo Solistas y Maestros de la Temporada nº 31 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Christian Lindberg, trombón y dirección. Programa: Wiener Philharmoniker Fanfare, de Strauss; Fanfares liturgiques, de Henri Tomassi; A Tribute to Dorsey, Miller & Teagarden, de Andrea Tarrodi; Fanfare de La Pèri, de Dukas; A Night at the Opera, de Anders Högstedt; Canzon per sonar septimi toni à 8, de Gabrieli; London Miniatures, de Gordon Langford. Teatro de la Maestranza, jueves 24 de febrero de 2022


No teníamos el ánimo precisamente para fiestas, pero desde su enérgica y radiante aparición en el escenario del Maestranza, el genial trombonista y más que competente director de orquesta sueco, Christian Lindberg, toda una leyenda en la interpretación de este difícil instrumento de viento, nos conquistó y logró que nos implicásemos con sencillez y naturalidad en su propuesta. Un programa diseñado por él mismo en el que tuvo el detalle de incluir nuestra ciudad por partida doble, a través de las Fanfarrias litúrgicas de Tomasi y del popurrí operístico que interpretó en la segunda parte del concierto. Entre medias, Lindberg hizo un exhaustivo recorrido por un repertorio concebido solo para orquesta de metales y percusión, algunas de cuyas piezas se incluyen en su flamante disco A Lindberg Extravaganza, editado hace una década. No solo brillaron los metales, sino también las camisas del director, roja primero y rosa tras el intermedio, que también lucieron un brillo muy a propósito. No es de extrañar pues que saliésemos del concierto con mejor ánimo.

Las fanfarrias que compuso Richard Strauss para dar la bienvenida a los invitados ilustres al Gran Baile de la Filarmónica de Viena, y que se siguen interpretando hoy día, encontraron en la sección de metales de la ROSS un vehículo ideal de lucimiento, refulgentes, majestuosas y en perfecta sintonía. Tras ellas vino la pieza sin duda más interesante del programa, la Fanfarrias litúrgicas que el francés Henri Tomasi compuso para su ópera Don Juan de Mañara, basada en una obra de Dumas padre que combina el mito de Don Juan con el caballero sevillano Miguel de Mañara. Tras un arranque solemne, continuó sombrío y pleno de lirismo para desembocar en un recitativo intenso del primer trombonista de la orquesta, continuar con un fuerte y enérgico galope y finalizar con un espíritu místico y misterioso recorriendo las calles de nuestra ciudad en rigurosa aunque poco convencional procesión de Semana Santa. Las breves pero eficaces fanfarrias del ballet de Paul Dukas La Pèri sonaron también apabullantes, mientras en la delicada Canzon per sonar septimi toni à 8 de Gabrieli, el conjunto encontró el tono perfecto, los acentos dramáticos y los colores adecuados para lograr una rendición de la pieza que sin traicionar su espíritu renacentista evocara esa manera de hacer a la antigua usanza, como tanto gusta a la estética inglesa empleada en sus fastos universitarios.

De las Miniaturas londinenses del especialista en arreglos para conjuntos de metales George Langford, fallecido hace apenas cinco años, la orquesta interpretó tres de sus seis movimientos, con paradas en una alegre pero comedida London Calls, un más recogido Green Park y un vibrante Trafalgar Square que repitieron en modo Ferrari como demandada propina. A nuestra orquesta le vino muy bien este ejercicio riguroso y exhaustivo para desengrasar y dar brillo y brío a su sección más compleja y difícil de dominar, y los resultados fueron altamente satisfactorios.

Como solista Lindberg solo ofreció dos piezas, y en ambos casos arropado por un conjunto de cinco instrumentos, con especial mención a la tuba, omnipresente y sumamente eficaz para marcar el ritmo y la intención. La hija de Lindberg, Andrea Tarrodi (el apellido lo cogió de la madre), es autora de los arreglos del Tributo a Tommy Dorsey, Glenn Miller y Jack Teagarden, grandes maestros del instrumento en su vertiente big band, alternando el blues de I’m Getting Sentimental Over You con el elegante foxtrot de la legendaria Moonlight Serenade, y el swing rápido de In the Mood y moderado de Blue Skies. Como demostración de la complejidad del trombón, hemos de reconocer que Lindberg no estuvo en todo momento afinado, errando levemente alguna entrada y pasaje aislado, aunque en general su interpretación lograra colmar nuestras expectativas. El conjunto le siguió con estilo pero sin la perfección que demanda el género y que sí apreciamos cuando hace algunas temporadas la Sinfónica alcanzó resultados espectaculares con Los siete pecados capitales de Weill. Otro medley, esta vez dedicado a célebres arias de ópera, sirvió a Lindberg para imitar la voz humana con proverbial plasticidad, recorriendo La flauta mágica, Madame Buttefly o Tosca hasta desembocar en la Canción del toreador de Carmen con acierto de espíritu y buen gusto melódico. Su energía arrebatadora sobre el escenario acabó contagiándonos y mirando la actualidad, aunque fuera por un momento, con otra perspectiva.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 21 de febrero de 2022

MUERTE EN EL NILO Una versión creativa y atrevida

Título original: Death on the Nile
USA-Reino Unido 2022 127 min.
Dirección
Kenneth Branagh Guion Michael Green, según la novela de Agatha Christie Fotografía Haris Zambarioukos Música Patrick Doyle Intérpretes Kenneth Branagh, Gal Gadot, Tom Bateman, Armie Hammer, Emma Mackey, Annette Bening, Sophie Okonedo, Letitia Wright, Jennifer Saunders, Rose Leslie, Russell Brand, Ali Fazal, Dawn French Estreno simultáneo mundial 11 febrero 2022


Muchos nos preguntamos por qué en lugar de rehacer adaptaciones de Agatha Christie que fueron estupendas películas en la década en la que los repartos se convirtieron en garantía de éxito gracias a las películas de catástrofes, Kenneth Branagh no se empeña en adaptar otros libros de la reina del crimen que han contado con peores adaptaciones, como por ejemplo Diez negritos. Sin embargo a la hora de disfrutar con esta nueva Muerte en el Nilo, hemos de reconocer que Branagh ha acertado en muchos de sus aspectos. Ha combinado personajes, prescindido de otros e introducido alguno nuevo, a la vez que se ha tomado la licencia de inventar situaciones y emociones que no estaban en el original ni en la famosa adaptación que dirigió John Guillermin (El coloso en llamas) en 1978. 
Todo parece ser que con la intención de analizar al personaje central, un Hercules Poirot dramático y ligeramente atormentado por la pérdida del amor y la amistad, más sentimental que de costumbre y confiado al romanticismo para resolver un crimen con todos los tintes apasionados que le sean etiquetables.

Branagh, con la ayuda inestimable de Michael Green al guion, que también fue responsable de su versión de Asesinato en el Orient Express, y de otras cintas con las que ésta guarda cierta similitud, especialmente y sin que parezca un disparate, la reciente Jungle Cruise, así como su acertada secuela de Blade Runner, ha añadido e inventado y casi podríamos decir que mejorado el original. Puede que haya traicionado el espíritu tradicionalmente asociado a Christie, pero sin prescindir en absoluto de sus ingredientes principales, crimen y lujo, ha logrado un espectáculo notable, en algunos momentos casi musicales (esas canciones entonadas por una improbable Sophie Okonedo doblada por Sister Rosetta Tharpe, y bailadas frenéticamente por Hammer, Mackey y Gadot), al que sin embargo se le notan más las costuras estéticas y presupuestarias que a su predecesora, donde la infografía y el reparto le superaban. Ese Nilo bañando las pirámides de Egipto constituirá en un futuro próximo motivo de decepción para millones de turistas ignorantes que confíen en las apariencias de un artilugio de entretenimiento como este. Otra cosa es el templo de Abu Simbel, que en 1937 ocupaba su emplazamiento original tal como parece representarse en este film que renuncia a los escenarios originales que sí explotaba la cinta del 78 y se confía en exceso a una infografía demasiado obvia, incluida una embarcación que más parece resultado de un proyecto arquitectónico vintage que un buque navegable.

Con todo, Branagh consigue un espectáculo solvente que engancha incluso a quienes conocemos su trama de sobra, y da pautas sobre la personalidad de Poirot que suman. Y si en Asesinato en el Orient Express se inventaba un prólogo en Jerusalén que ilustraba sobre el genio del detective belga, en esta otro añade a ese particular otro detalle sobre su vertiente romántica y atormentada que también ayuda a disfrutar de la propuesta posterior. Acierta también al prescindir de recrear con imágenes las suposiciones y acusaciones de Poirot, como sí hizo Guillermin, una práctica que tantas críticas le valió a Hitchcock cuando rodó Pánico en la escena. La música de Patrick Doyle y el vestuario de Paco Delgado también aportan su granito de arena a este satisfactorio espectáculo de lujo, crimen y pasión.

PRIMAVERA EN BEECHWOOD Un instante, una revelación

Título original: Mothering Sunday
Reino Unido 2021 110 min.
Dirección
Eva Husson Guion Alice Birch, según la novela de Graham Swift Fotografía Jamie Ramsay Música Morgan Kibby Intérpretes Odessa Young, Josh O’Connor, Colin Firth, Olivia Colman, Glenda Jackson, Sope Dirisu, Emma D’Arcy, Patsy Ferran, Simon Shepherd, Caroline Harker, Craig Crosbie, Emily Woof Estreno en el Festival de Cannes 9 julio 2021; en Reino Unido 12 noviembre 2021; en España 18 febrero 2022

Apenas cinco años ha necesitado la realizadora francesa Eva Husson (Las chicas del sol) para fijar su atención en la novela de Graham Swift El domingo de las madres y llevarla al cine. Su cartel publicitario y el título asignado por nuestros, una vez más, ingeniosos distribuidores, invitan a la confusión y a considerar ésta uno más de esos films de calidad británica que se desarrollan entre las paredes de suntuosas mansiones durante el primer cuarto del siglo XX y nos cuentan historias de vidas cruzadas entre el servicio y la propiedad, que suelen llevar el nombre de la mansión en cuestión implícito, como Retorno a Brideshead, Downtown Abbey o Gosford Park.

Esto nada tiene que ver con todo eso, más bien se trata de una joven al servicio de una de esas familias acomodadas que habitan en la siempre hermosa y refrescante campiña inglesa, como si uno de esos telefilms alemanes de eterna luz primaveral se tratase, que vive su particular romance con el hijo de los también acomodados vecinos, a punto de casarse más por conveniencia que por amor, ya se sabe. La procedencia de la directora más el hecho de que el film muestra generosamente las anatomías de su pareja protagonista, ha apresurado a cronistas y advenedizos a tildarla como una de las películas más sexis recientemente vistas. Considerarla así nos hace pensar en lo mucho que parece hemos retrocedido en el tema. De hecho, la que debía ser una tarde de sexo apasionado ese Día de las madres en el que el servicio tiene permiso para visitar a su familia, y los dueños de la casa se ausentan para asistir al rito del compromiso en casa de los vecinos, una pareja traumatizada por la pérdida de sus hijos en la Primera Guerra Mundial, se limita a esa exhibición anatómica sin más pasión ni lujuria. Y es que Swift en su novela y Husson en la película no pretenden contarnos la sempiterna relación sexual entre el señorito y la criada, sino situar en esa particular jornada la que quizás sea la revelación definitiva que lleva a la joven protagonista a plantearse su talento escondido y sacarle provecho.

En este sentido asistimos, en continuas idas y venidas atrás y hacia delante, a episodios de su vida adulta junto a otro amante romántico y desdichado, siempre con la muerte como telón de fondo, y a su vida anciana, rol al que se presta una muy avejentada Glenda Jackson, a quien no veíamos desde tiempos inmemoriales. Ese instante de revelación que los y las más privilegiadas tienen y que marcan su vida posterior, se convierte así en único y definitivo leit motiv de una película por otro lado premiosa y preciosista, que sin embargo no consigue conectar o interesar en exceso, quedándose en la superficie y en todas esas promesas sexis y fascinantes que no cumple, por no decir la manipulación que su publicidad ejerce entre quienes buscan una cosa y no la encuentran.

domingo, 20 de febrero de 2022

FUGA DE CEREBROS EN LA FLAUTA DE DOROTHEE OBERLINGER

Temporada 2021-2022 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Dorothee Oberlinger, flauta de pico y dirección. Programa: A Ground in D, de Godfrey Finger; Sonata para flauta Op. 1 no. 11 en Fa mayor HWV 369 y Concerto grosso Op. 6 no. 5 en Re mayor HWV 293, de Haendel; Concerto grosso… della seconda parte del Op. 5 d’Arcangelo Corelli no. 10 en Fa mayor H141, de Geminiani; Johnnie Faa, de Francesco Barsanti; Concierto Op. 3 no. 1 en Re mayor IWB 20, de William Babell; Concerto no. 6 en Re mayor, de Charles Avison; Concierto para flauta y cuerdas en Fa mayor IGS 25, de Giuseppe Sammartini. Espacio Turina, sábado 19 de febrero de 2022

Foto: Luis Oller

Tanto como se habla hoy de fuga de cerebros en nuestro país, desde que nuestra siempre delicada y precaria política laboral, potenciada con las últimas y graves crisis económicas sufridas desde 2008, obligara a emigrar a una de las generaciones dicen que mejor preparadas de nuestra historia, sobre todo en lo que se refiere a ciencia, no hay que olvidar que este fenómeno ha ocurrido ya en otras muchas ocasiones y en relación a otros países. El programa con el que anoche se presentó en el Espacio Turina, del que es orquesta residente, la Barroca de Sevilla, versó sobre este particular, presentando un buen ramillete de brillantes compositores italianos que en el settecento emigraron a un siempre emergente Reino Unido para responder a la creciente demanda musical que se generó en las islas tras el fallecimiento de su celebrado Purcell. Atraídos por las buenas condiciones de trabajo, la necesidad de arreglar partituras para su interpretación doméstica en una clase acomodada también en crecimiento, y servir a la clase dirigente, especialmente aristócrata y monárquica, avivó el interés de estos autores de la península itálica por las islas británicas.

Con esta premisa y un buen catálogo de extraordinarias partituras bajo el brazo para el instrumento que domina a la perfección, la alemana Dorothee Oberlinger regresó a esta sala apenas un año después de deleitarnos con la música de Bach junto al laudista Edin Karamazov. Sin pausa y sin aliento, la flautista acometió un programa en el que sin embargo se distinguían dos partes simétricas, ambas introducidas con una breve pieza de aires indiscutiblemente británicos, A Ground in D, del compositor de origen moravo Gottfried Finger, y la preciosa y evocadora melodía Johnnie Faa, que el flautista y oboísta Francesco Barsanti, originario de Lucca, incluyó en su colección de temas tradicionales escoceses. Una pieza tan profunda y en registro tan sumamente grave que exige el manejo de una flauta bajo de enormes proporciones. Tras la pieza de Finger, Oberlinger resolvió con brío y entusiasmo, sin desfallecer y haciendo alarde de una articulación portentosa, una sonata de Haendel en la que alternó con éxito las flautas dulces soprano y sopranino. Y tras el tema de Barsanti, un concierto para flauta soprano afinada una sexta por encima de la contralto, de William Babell, prolífico arreglista de música vocal para el teclado. Antes ya nos había conquistado con una jiga del Concerto grosso que Geminiani, que junto a Barsanti emigró de su Lucca natal, basó en el Op. 5 de Corelli, y que Oberlinger defendió con la ayuda de unos excelentes Eyal Streett al fagot y Miguel Romero al violín, que ejerció de concertino y en la práctica podríamos decir que dirigió al conjunto.

Las vertiginosas ornamentaciones propuestas a lo largo del programa encontraron en la virtuosa flautista su intérprete ideal, sin desfallecimiento, con un control prodigioso de la respiración y unas agilidades solo al alcance de los intérpretes mejor preparados, encontrando en la propina, un allegro de concierto de Vivaldi, el punto más elevado del virtuosismo instrumental. Eso no quiere decir ni de lejos que no cuidara el aspecto expresivo de su actuación, evidente en el larghetto de la sonata de Haendel o la Sarabanda de Geminiani, resueltos con tanto encanto como poder evocador. El resto del programa, un Concerto grosso de Haendel y otro en Re mayor del pionero crítico musical y alumno de Geminiani, Charles Avison, lo defendió el conjunto con la gracia acostumbrada. Una vez más tenemos que aplaudir la excelente aportación del bajo continuo, con el ya mencionado Streett, el contrabajo rotundo y autoritario de Ventura Rico, el sedoso y elegantemente articulado violonchelo de Mercedes Ruiz, y una magistral alternancia de órgano y clave por parte de Alejandro Casal. La cuerda arropó con mucho empuje y considerables dosis de lirismo, como muy bien saben hacer.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 19 de febrero de 2022

UNA BONITA NOCHE CON MANU BRAZO Y COMPAÑÍA

Alternativas de cámara, en colaboración con Juventudes Musicales de Sevilla. Manu Brazo, saxofón; Claudia Gallardo Uriarte, violín. Prajna Indrawati, piano. Programa: Revive, obras de Mascagni, Falla, Kreisler, Matitia, Bruch, Iturralde, Albéniz y Monti. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, viernes 18 de febrero de 2022


Anoche la juventud nos dio una nueva lección de esfuerzo y humildad, y lo hizo con Juventudes Musicales apadrinando y Manu Brazo ejerciendo de maestro de ceremonias. La generosidad del saxofonista utrerano le llevó a no asumir ningún rol predominante o protagonista frente a sus dos compañeras de reparto, la violinista gaditana Claudia Gallardo y la pianista indonesia Prajna Indrawati, y tan solo se distinguió de ellas a la hora de introducir elocuentemente las diversas piezas programadas bajo el título Revive. Un proyecto que nació de la necesidad de expresarse durante la pandemia y el confinamiento, y que presumimos debió gestarse a través de las pantallas virtuales en las que la mayoría encontramos un acceso al mundo exterior frente a ese encierro forzoso. Brazo ha compaginado este trabajo con el que el pasado verano presentó en los Jardines del Alcázar junto al pianista Pepe Fernández, Folk-lore. Pero si este se caracterizaba por la fusión, la combinación de obras y el virtuosismo, con sus dos compañeras de viaje la propuesta se antoja más ligera y delicada, centrándose en un puñado de obras de cierto calado emocional más orientadas hacia la melodía y la calidez de la atmósfera que al exhibicionismo drástico y puro.

Con estos presupuestos Brazo, Gallardo y Indrawati exhibieron compenetración desde un primer momento, con un Intermezzo de Cavalleria Rusticana desplegado desde el mimo y la contención, seguido de una ágil Danza española de La vida breve, que Brazo y Gallardo defendieron desde el diálogo y con la complicidad del piano marcando el ritmo. La joven violinista posee habilidad y tanta delicadeza como su porte nos anuncia, a pesar de lo cual llegó a sonar puntualmente destemplada, particular que no dudamos sabrá resolver en breve. Los tres han llevado este programa durante el pasado año por diversas plazas del Reino Unido, incluido el Festival de Perth en Escocia, donde recalaron la primavera pasada parece ser de manera virtual u on line, por lo que a la hora de aterrizar en el Maestranza tenían el repertorio ya muy asimilado. Así se explica la fluidez en la interpretación y la compenetración añadida, si bien algunos arreglos para tan insólita formación no nos parecieron muy acertados, entre ellos precisamente esa archiconocida danza de Falla. El eclecticismo y la incesante búsqueda de lenguajes nuevos que informa el arte en la actualidad, en sus diversas facetas, hace que por un lado busquemos el origen y la autenticidad en la interpretación, a la vez que aceptamos, respetamos e incluso disfrutamos otras propuestas como esta, en las que la adaptación y la transformación cobran mayor relevancia.

Una formación diferente

No es el arreglo de Fritz Kreisler del célebre y emotivo Danny Boy irlandés, el más depurado y acertado de cuantos miles se han hecho a lo largo de su historia. En este caso los puntuales cambios de notación no redundan precisamente en su mejora, sino todo lo contrario. Quizás por eso faltó en el por otro lado ágil fraseo de Brazo una mayor dosis de emotividad. El diabólico ragtime (Devil’s Rag) del especialista saxofonista Jean Matitia, seudónimo de Christian Lauba, sirvió para escenificar la irrenunciable dosis de virtuosismo con el que las tres intérpretes hicieron gala de dominio técnico y genuina habilidad, especialmente considerable en el caso de la pianista indonesia, cuya llegada al país vino precedida de innumerables problemas burocráticos debidos a la delicada situación que vivimos.

Antes de exhibir sus aptitudes jazzísticas con Memorias del llorado Pedro Iturralde, uno de los imprescindibles en el repertorio de Brazo, pieza que combina estéticas clásicas y genuinamente jazzísticas con predominio melódico, y de ofrecer una Sevilla de Albéniz apresurada y aun más diabólica que la pieza de Matitia, los tres intérpretes se emplearon a fondo para ofrecer un particular arreglo de cuatro de las Ocho Piezas Op. 83 de Max Bruch, joya de la corona del concierto, donde el violín tomó la parte del clarinete y el saxo la de la viola. Aquí la suma delicadeza y honda expresividad de las centrales se combinó a la perfección con la agilidad y el frenesí de los extremos, con especial mención para la elegancia con que Indrawati acometió su parte. Las célebres Czardas de Vittorio Monti, otra pieza habitual en el repertorio del saxofonista, sirvieron para otra manifestación de virtuosismo, siempre desde el encanto y la amabilidad, sin estridencias ni salidas de tono, antes de que en las propinas nos obsequiaran con un tango arreglado para la formación y la última y breve danza rumana de Bartók, coronando así una muy bonita noche o soirée musical.

Fotos cedidas por el Teatro de la Maestranza
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 18 de febrero de 2022

UN GATO MONTÉS VISTOSO E INSPIRADO

Ópera de Manuel Penella. Óliver Díaz, dirección musical. Raúl Vázquez, dirección escénica. Carlos Santos, escenografía. Massimo Carlotto, vestuario. Eduardo Bravo, iluminación. Alberto Ferrero, coreografía. Con Mariola Cantarero, Juan Jesús Rodríguez, Antonio Gandía, Simón Orfila, Fernando Campero, Sandra Ferrández, María Rodríguez, Sara López de Haro, Julio Ramírez, Andrés Merino, Fran Gordillo, Soraya Méncid y miembros de la Escolanía de Los Palacios. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Alumnos del Conservatorio Manuel Castillo. (Lara Diloy, dirección). Coro Teatro de la Maestranza. Íñigo Sampil, director. Producción de la Ópera de Tenerife. Teatro de la Maestranza, jueves 17 de febrero de 2022


Todavía recordamos el impacto emocional que nos provocó esta ópera hace nueve años, cuando de la mano del director de escena José Carlos Plaza asistimos a una Sevilla mísera y tenebrosa. Antes, en 1992, Miguel Roa y Plácido Domingo nos la sirvieron calentita, el mismo año que grabaron el álbum de referencia tras la culminación de los trabajos de recuperación que llevó a cabo el entonces director del Teatro de la Zarzuela a instancias y con el impulso del tenor madrileño. Y es que aunque fue un éxito cuando se estrenó en Valencia en 1917, el escaso espíritu comercial que siempre nos ha caracterizado la llevó casi de inmediato al olvido y hoy apenas se representa en otros países que no sean el nuestro. Es una verdadera pena, pues al margen de su falta de originalidad y ruptura estético musical, se trata de un trabajo hecho con cariño y mucho esfuerzo, todo el que fue capaz de depositar Manuel Penella desde la humildad artística pero la ambición comercial de quien fuera también empresario. Hoy todavía somos capaces de apreciar las excelencias de una ópera que constituye un intento más de crear lírica seria española, entre ellas una apreciable fluidez dramática y narrativa y una composición musical exuberante y henchida de exquisitas melodías. De quitarle esa pátina rancia que le persigue desde antaño, motivada por su pintoresquismo y una galería de personajes a cual más tópico, ha de dedicarse una producción que sea a la vez solvente e inteligente, y la que nos ha llegado de Tenerife cumple esos requisitos.

Se trata de la segunda producción de la ópera canaria que nos llega de forma consecutiva esta temporada, tras el Capuletos y Montescos del pasado diciembre. Podríamos decir que renuncia a todo simbolismo, salvo por una prescindible cabeza gigante de toro que aparece al final del segundo acto, y parece querer quedarse en la superficie aunque dosificando los elementos hasta dejarlo en la justa expresión. Tiene un sentido del color y la elegancia destacable sin renunciar en absoluto a la espectacularidad, como pudo constatarse en ese mismo acto con las espléndidas soluciones visuales que se utilizaron en la corrida, y que tuvo su punto culminante en el contraste entre una orquesta espléndida y una banda interna con alumnos del conservatorio que llegó a provocar una honda emoción. En el vestuario predominó el rojo, con tonos apasionados y otros más apagados, mientras la parte escénica se resolvió con un único decorado sometido a discretas modificaciones y un sentido del minimalismo bastante acertado. Buena fue además la dirección de actores y actrices, ágil y fluida, todo ello apoyado en una plataforma giratoria que dio tanto juego como expresividad al conjunto.


Un buen elenco y una orquesta formidable

En el apartado estrictamente musical celebramos la dirección de Óliver Díaz, quien con esta ya ha culminado todas las facetas posibles del Maestranza, la Sinfónica la pasada temporada, la zarzuela con La tabernera del puerto y Los diamantes de la corona, y el ballet con Giselle. Conocedor de las posibilidades de la orquesta, aprovechó al máximo su calidad y extrajo de ella un sonido voluptuoso y espectacular, aunque en el camino exageró en decibelios y llegó a eclipsar en más de una ocasión a las voces concertantes. De estas, las masculinas destacaron más que las de ellas, especialmente el bajo Simón Orfila, que hizo una reseña impecable de las hazañas del Macareno y se esmeró también en el resto de sus intervenciones, siempre con un canto seguro y potente, así como una perfecta dicción. El tenor alicantino Antonio Gandía exhibió temperamento y una voz cálida y potente, muy bien proyectada, con mucha confianza y buena disposición, mientras Juan Jesús Rodríguez demostró por qué triunfa en los mejores escenarios del mundo. Su Gato fue rotundo, hábil teatralmente y muy expresivo a nivel canoro, con facilidad para llegar a todos sus registros, sin fatiga ni apreciable esfuerzo. En el apartado de secundarios destacó el Hormigón del joven tinerfeño Fernando Campero, un barítono de expresión también fácil y fluidez canora, poseedor además de un hermoso timbre.

Todavía no acertamos a entender qué le pasó a Mariola Cantarero, que el año pasado por estas fechas nos encandiló en un recital junto a Ismael Jordi en el que también cantó la escena de presentación del célebre pasodoble Torero quiero ser. Esta vez notamos su tono apagado, su voz tremolante y una capacidad de proyección notablemente mermada. Esperamos que se trate solo de unos inconvenientes pasajeros que pronto sea capaz de corregir, quizás en la segunda y última función, que tendrá lugar mañana sábado. Aplaudimos la habilidad y el ingenio de Raúl Vázquez para evidenciar la tortura a la que es sometida Soleá, entre dos hombres que creen adorarla pero solo la machacan emocionalmente. Quizás haberla salvado en el último momento, una licencia que no sería la primera vez que se toma un director escénico, hubiera completado esta acertada y casi contemporánea visión de los acontecimientos. Ferrández, Rodríguez y Mencid, esta última como pastorcito desde las bambalinas, cantaron sus papeles con oficio y solvencia, y todos y todas emplearon con acierto en algún momento ese dejillo aflamencado que caracteriza la empresa. Estupenda también la coreografía de Alberto Ferrero, muy bien defendida por los seis profesionales convocados al efecto. Ni que decir tiene que las aportaciones de los niños y niñas de la Escolanía de Los Palacios, el alumnado del Conservatorio Manuel Castillo y el excelente Coro del Maestranza, de cuyas filas salieron cinco de los personajes secundarios, entre ellos el pastorcito aludido, contribuyeron de forma decisiva a la alta calidad de esta producción por la que sin embargo no parece haberse apostado mucho, dada la ridiculez del número de funciones programadas, y eso que el teatro estaba a rebosar.

Fotos cedidas por el Teatro de la Maestranza
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

LA HIJA OSCURA En busca del instinto maternal

Título original: The Lost Daughter
USA-Reino Unido-Israel 2021 121 min.
Guion y dirección
Maggie Gyllenhaal, según la novela de Elena Ferrante Fotografía Hélène Louvart Música Dickon Hinchliffe Intérpretes Olivia Colman, Jessie Buckley, Dakota Johnson, Ed Harris, Peter Sarsgaard, Paul Mescal, Oliver Jackson-Cohen, Dagmara Dominczyk, Alba Rohrwacher, Robyn Elwell, Jack Farthing, Panos Koronis, Ellie Blake, Athena Martin Estreno en el Festival de Venecia 2 septiembre 2021; en estados Unidos 17 diciembre 2021; en España 18 febrero 2022


Para su debut en la dirección de largometrajes, la actriz Magge Gyllenhaal (La profesora de parvulario, Secretaria, El caballero oscuro) ha elegido, de forma tan reflexiva como inteligente, la famosa novela de la enigmática autora italiana Elena Ferrante, La hija oscura, todo un tratado de psicología femenina tan controvertido como aplaudido. En él una mujer madura viaja a lo más profundo de su mente cuando de vacaciones en una playa griega conoce a una joven cuyo instinto maternal, prácticamente nulo, le recuerda poderosamente al que le llevó a ella a tomar en el pasado una decisión muy drástica y poco popular.

Somos lo que aprendemos, y desde mucho, inspirados sobre todo por la religión, hemos asumido una serie de cargas que entendemos como naturales, cuando en realidad no dejan de ser definitivamente artificiosas e impostadas. Las mujeres además sobrellevan más responsabilidades de este tipo, en las que el sentido de la culpabilidad pesa como una rotunda losa. Eso les lleva a reprimir muchas de sus emociones y renunciar a una considerable parte de su libertad. En esta tesitura se encuentra el personaje brillantemente interpretado por Olivia Colman (El padre, La favorita) en su edad madura, y con igual fortuna por Jessie Buckley (Wild Rose, Judy) de joven, mientras Dakota Johnson exprime su belleza y sensualidad para dar vida a la tercera mujer en liza.

La pérdida y secuestro de una muñeca se convierte en símbolo de ese complejo de culpabilidad que persigue a la protagonista, mientras una vez más el Mediterráneo se erige en espacio ideal para que estos anglosajones perdidos entre complejos y dudas, exorcicen sus traumas y reciban reveladoras lecciones de vida. Gyllenhaal dirige al más puro estilo europeo, mientras en su caligrafía combina pasado, presente y pensamiento no siempre con la misma fortuna, por lo que no es difícil perderse o lo que es peor, perder el interés por este rotundo drama sobre la maternidad, la soledad y la libertad, construido bajo un prisma sabia y eminentemente femenino, con una lucidez que convierte este en un debut sorprendente, valiente y arriesgado. Tres nominaciones al Oscar y el premio al mejor guion en Venecia la avalan.

jueves, 17 de febrero de 2022

CODA: LOS SONIDOS DEL SILENCIO Abandono de un nido diferente

Título original: CODA
USA 2021 111 min.
Guion y dirección
Sian Heder, según el guion de Victoria Bedos, Thomas Bidegain y Eric Lartigau para la película “La familia Bélier” Fotografía Paula Huidobro Música Marius De Vries Intérpretes Emilia Jones, Troy Katsur, Marlee Matlin, Daniel Durant, Eugenio Derbez, Ferdia Walsh-Peelo, Amy Forsythe, John Fiore, Lonnie Farmer, Kevin Chapman Estreno en el Festival de Sundance 29 enero 2021; en Estados Unidos 13 agosto 2021; en España 18 febrero 2022


Remake de la comedia francesa de notable éxito La familia Bélier, estrenada hace siete años. Pero si aquella se centraba en mostrar la diferencia como algo natural de lo que no acomplejarse, y situaba en una familia de sordos a la única oyente como distinta y extravagante, esta versión se queda más en la anécdota, buscando en la oportunidad de una joven para salir de un entorno familiar que le condiciona, su principal objeto temático.

La realizadora Sian Heder demuestra pericia a la hora de trasladar el imaginario propuesto en la película de Eric Lartigau al particular paisaje físico y humano de Massachusetts, donde los problemas laborales de esta familia de pescadores se combinan, no sin acusar un cierto desequilibrio dramático, con la historia de amor y descubrimiento que vive su protagonista, que en la versión francesa constituía el tema principal y prácticamente único de la función. Para la ocasión se ha contado con actores y actriz sordomudas, al contrario que su referente, donde Karin Viard y François Damiens tuvieron que aprender lenguaje de signos para meterse en sus personajes. Aquí la conocida Marlee Matln, ganadora de un Oscar en 1986 por Hijos de un Dios menor, y el multi reconocido Troy Katsur interpretan a los entrañables pero algo posesivos padres de la joven Emilia Jones, que exhibe candor y buena voz para afrontar este cuento moral y ético sobre la diferencia y la búsqueda de la propia identidad.

Entre los secundarios destaca el joven Ferdia Walsh-Peelo, protagonista de la española El amor en su lugar, mientras la pasión por la buena música soul americana se erige como uno de los principales alicientes que contribuyen a que la película se vea con agrado y complacencia, la misma que le valió en Sundance el premio del público, además del Gran Premio del Jurado y el de mejor dirección. Nuestros distribuidores le han robado a Simon & Garfunkel el título de su famosa canción para subtitular ridícula e inútilmente el original de la película, evitando de paso que algún crítico pensara en la misma jugada para su sufrido titular de reseña.

miércoles, 16 de febrero de 2022

KIMI Tratamiento de choque

USA 2022 89 min.
Dirección y fotografía
Steven Soderbergh Guion David Koepp Música Cliff Martinez Intérpretes Zöe Kravitz, Erika Christensen, Rita Wilson, Byron Bowers, Derek DelGaudio, Jaime Camil, David Ratray, India de Beaufort, Alex Dobrenko, Charles Halford, Jacob Vargas, Beka Sikharulidze y la voz de Betsy Brantley Estreno en HBO Max 10 febrero 2022

En la nutrida filmografía del guionista David Koepp, entre cuyos títulos se incluyen algunos tan populares como Parque Jurásico, Misión imposible, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal o La guerra de los mundos, abundan los thrillers con un toque sofisticado o más o menos ingenioso, como El efecto dominó, La habitación del pánico, Ojos de serpiente, El último escalón o La ventana secreta. A este grupo pertenece la nueva película de Steven Soderbergh, un thriller que podríamos definir como tecnológico, por cuanto actualiza la trama de películas tan reconocibles como La ventana indiscreta, Blow Out e Impacto, adaptándola a los asistentes virtuales tipo Alexia y aprovechando, por primera vez en pantalla, la actual pandemia como elemento de expansión
gel hidroalcohólico y mascarillas incluidas, de algunas de las neuras y fobias que afecta a la población urbana de hoy en día.

Kimi es aquí uno de esos asistentes, a quien pone voz Betsy Brantley, en su día joven promesa gracias a protagonizar junto a Sean Connery la última película de Fred Zinnemann, Cinco días, un verano, y después relegada a papeles secundarios en cintas como Otro país, El cuarto protocolo, La princesa prometida o Habana, así como a series y telefilms. El artefacto es testigo de un asesinato y la encargada de corregir errores en su sistema, una mujer que sufre una agorafobia acrecentada por la pandemia y el confinamiento, ha de superar sus miedos y limitaciones para resolver la intriga.

Soderbergh dirige con oficio y solvencia, a pesar de que todo el entramado se antoja inmediatamente demasiado artificioso y cogido por los pelos. No obstante, el film funciona y atrae, gracias en parte a su calculado y escueto metraje, algo muy de agradecer, y a una elegante puesta en escena. Kravitz convence en su papel pero lo mejor de la función lo encontramos en la atractiva banda sonora de Martinez, compañero intermitente de Soderbergh desde su brillante debut con Sexo, mentiras y cintas de video, que añade ese inconfundible toque hitchockiano que informa la empresa.

lunes, 14 de febrero de 2022

UN AMOR INTRANQULO Desequilibrio dramático y narrativo

Título original: Les intranquilles
Bélgica-Luxemburgo-Francia 2021 118 min.
Dirección
Joachim Lafosse Guion Lou Du Pontavice, Juliette Goudot, Joachim Lafosse, Chloé Leonil, Anne-Lise Morin y François Pirot Fotografía Jean-François Hensgens Música Olafur Arnalds Intérpretes Leïla Bekhti, Damien Bonnard, Gabriel Merz Chammah, Patrick Descamps, Jules Waringo, Alexandre Gavras, Joël Delsaut Estreno en el Festival de Cannes 16 julio 2021; en Francia 29 septiembre 2021; en Bélgica 6 octubre 2021; en España 11 febrero 2022

Siempre a la búsqueda de temas transcendentales para el ser humano, los efectos inmobiliarios de una crisis familiar en Después de nosotros, la intervención humanitaria en una guerra civil africana en Los caballeros blancos o el redescubrimiento de un hijo en Continuar, el realizador belga Joachim Lafosse regresa con Los intranquilos a esa Pérdida de la razón que le dio mayormente a conocer hace ahora una década.

Si en aquella película los encuadres incómodos no lograban reflejar eficazmente el proceso de deterioro psicológico de una joven, las elipsis y un notable desequilibrio entre el tiempo que el director y su nutrido equipo de guionistas, entre los y las que suponemos se encontrarán varias personas especialistas en la materia, dedican a mostrar al problema de bipolaridad que sufre un artista y padre de familia, y el que dedican a su difícil proceso de estabilización, malogra en este caso la efectividad de un trabajo que tiene en sus intérpretes y una inagotable colección de episodios domésticos delicados su principal baza. Por si fuera poco se resuelve con una incomprensible elipsis el cambio de actitud de la esposa y si viene motivada por la fatiga y la desesperación, ya que en ningún momento una enfermedad mental podemos considerarla contagiosa.

Bekhti y Bonnard se dejan la piel en esta incómoda y difícil crónica de una crisis familiar motivada por la enfermedad mental, lo que les ha valido sendas nominaciones al César, pero es el niño Gabriel Merz Chammah quien gracias a la pericia del director concita el mayor número de situaciones irrespirables que tanto marcan una personalidad a tan temprana edad, y el abuelo incorporado por Patrick Descamps el que mejor refleja la sordidez y la desolación de una situación semejante. Por lo demás son demasiadas las redundancias dramáticas en las que incurre la película, mientras lamentamos no se haya puesto más interés en desarrollar esa difícil y relativa recuperación y los efectos que provoca en un matrimonio que a priori parece estar tan unido y compenetrado.

LICORICE PIZZA Cualquier tiempo pasado no fue mejor

USA 2021 133 min.
Guion y dirección
Paul Thomas Anderson Fotografía Paul Thomas Anderson y Michael Bauman Música Jonny Greenwood Intérpretes Alana Haim, Cooper Hoffman, Sean Penn, Tom Waits, Bradley Cooper, John Michael Higgins, Skyler Gisondo, Christine Ebersole, Maya Rudolph, Benny Safdie, Joseph Cross, Nate Mann, Mary Elizabeth Ellis, Harriet Samson Harris Estreno en Estados Unidos 25 diciembre 2021; en España 11 febrero 2022

Tras varios años dirigiendo videoclips del grupo formado por las hermanas Haim, Paul Thomas Anderson retoma su carrera cinematográfica con una comedia romántica a la medida de la vocalista del grupo, Alana Haim, una joven más atractiva que convencionalmente guapa pero con un carisma y una facilidad para enamorar la pantalla como no veíamos en mucho tempo. Anderson se adapta aquí más al estilo característico de películas suyas como Boogie Nights o Puro vicio que al más estilizado y sofisticado de Pozos de ambición o El hilo invisible, retratando en esta ocasión una época pasada no como mera ambientación sino como si la cinta realmente hubiera sido rodada en ella, los míticos finales de los setenta, en un ejercicio que ya han llevado a cabo cineastas como Todd Haynes en Lejos del cielo a propósito de los melodramas de Douglas Sirk de los cincuenta, Peyton Reed con Abajo el amor a colación de las comedias románticas de Doris Day y Rock Hudson, o Michel Hazanavicus en The Artist para recrear el cine mudo.

En Licorice Pizza (esa Pizza de regaliz que nos han regateado los distribuidores y que tan bien refleja el espíritu de la obra, el paso de la adolescencia a una primera y temprana madurez) regresamos con total y absoluta fidelidad a aquella época, pero no en plan nostálgico sino más bien el alivio de que efectivamente cualquier época pasada no fue necesariamente mejor. Un amor adolescente, el que siente el quinceañero Gary (espléndido Cooper Hoffman, hijo del malogrado Phillip Seymour Hoffman que tanta huella dejó en la que sigue siendo la mejor película de Anderson, Magnolia) por la joven Alana, y su emprendedora e incansable carrera con el fin de sorprenderla y conquistarla, se convierte en el eje alrededor del cual aparecen y desaparecen una serie de excéntricos personajes, algunos reales, como el ex peluquero novio de Barbra Streisand y más tarde productor de éxito Jon Peters, otros inspirados en personajes reales, como el actor William Holden o la actriz y comediante Lucille Ball (tan de moda ahora que Nicole Kidman la interpreta en Ser los Ricardo), y otros directamente inventados. Y entre el numeroso elenco, la familia completa de la protagonista, padre, madre y hermanas dándole réplica también en la pantalla.

La homofobia, la crisis energética de la era Carter, el machismo y otras lindezas se suceden en esta película como advertencia de lo que pasó y siempre estamos en peligro de repetir. Todo ello bajo una capa de distensión y felicidad, con momentos hilarantes como el protagonizado por Harriet Samson Harris, cuya vena entre cómica y siniestra tan bien supo aprovechar Juanma Bajo Ulloa en Baby, y un sinfín de referencias cinéfilo populares (ese John C. Reilly haciendo un cameo como Fred Gwyne dando vida a Herman Munster) y de canciones de la época (de Nina Simone a Paul McCartney pasando por Mason Williams, Donovan, Suzy Quatro o David Bowie), hacen del film una experiencia divertida y gratificante que no busca mucho más allá de ese retrato generacional no precisamente melancólico y de divertir como siempre lo han hecho este tipo de comedias adolescentes con todo tipo de episodios y ocurrencias dándole impulso narrativo.

domingo, 13 de febrero de 2022

FÁBIO BRUM SE LUCE ANTE LA BÉTICA DE CÁMARA

Temporada 2021-2022 de la Orquesta Bética de Cámara. Fábio Brum, trompetas. Michael Thomas, director. Programa: Obertura “Las Hébridas”, de Mendelssohn; Solo de concours, de Theo Charlier; “Agitata da due venti”, de Vidaldi; 2º movimiento de las Bachiana Brasileira nº 5, de Villa-Lobos; Rosa, de Pixinguinha; Sinfonía en Sol mayor “La sorpresa”, de Haydn. Espacio Turina, sábado 12 de febrero de 2022


Un cambio de última hora, debido a la indisposición del espléndido violinista alcalareño Javier Comesaña, obligó a la Bética de Cámara a modificar el programa inicialmente previsto para este tercer concierto de temporada, centrado en compositores alemanes relacionados de alguna u otra forma con las islas británicas. De esta forma el Concierto para violín nº 1 de Bruch fue sustituido por una serie de piezas concebidas para el lucimiento de la trompeta, adaptándose de esta forma al perfil del nuevo solista, un deslumbrante Fábio Brum, aunque en el camino se acabara traicionando el espíritu que informaba el programa originalmente diseñado.

Con dos discos en el mercado, grabados con el sello británico Naxos, Brum se encuentra ahora ultimando los detalles de su último registro, esta vez con la Real Orquesta Sinfónica, formación de la que fue destacado integrante durante más de una década. Pero ha sido con la más veterana de nuestras orquestas, la Bética de Cámara, con la que anoche se presentó en el Espacio Turina para deleitarnos con su inconfundible maestría al instrumento, una serie de trompetas con distintos registros y accesorios que el intérprete brasileño manejó con dominio absoluto de la técnica y la expresividad. Una exhibición que encontró en el Solo de concours de Charlier su mejor aliado, con continuos cambios de tempo y modo, con y sin sordina, unos retos técnicos ampliamente superados y agilidades solo superadas por las que tuvo que afrontar en el aria Agitata da due venti, de la ópera Griselda de Vidaldi, aunque originalmente de la menos conocida Adelaida, y que convenientemente adaptada al instrumento de metal ofrece oportunidades extraordinarias de lucimiento al solista. No sin alguna nota falsa y entrada puntualmente desequilibrada, nada sorprendente tratándose de un instrumento tan difícil y delicado, Brum se enfrentó también con éxito al ritmo y la gracia de las Bachianas brasileñas de Villa-Lobos, que en el caso del segundo movimiento de la número cinco ofrece también difíciles retos, superados con pericia, así como al tema Rosa del legendario flautista y compositor Alfredo da Rocha Viana Filho, más conocido como Pixinguinha, ideal para lucirse como melodista romántico y embaucador, como así hizo Brum con una trompeta de registro bajo.

Dos obras de un Mendelssohn encandilado con los paisajes escoceses y un Haydn triunfando con sus doce sinfonías londinenses, enmarcaron la intervención del joven trompetista, con una orquesta que si bien Thomas controló con respeto y admiración en las obras de acompañamiento, exprimió al máximo de sus posibilidades y recursos en estas dos obras sinfónicas. Lástima que para la ocasión, teniendo en cuenta la proliferación de maderas y metales en las dos piezas elegidas, tuviera que reducir considerablemente la cuerda, y eso se notó y mucho. Provocó cierto desequilibrio en Las Hébridas, defendida con más aplomo que sentido de las texturas y dinámicas, y sobre todo en una Sinfonía nº 94 de Haydn que tampoco tuvo en la delicadeza su fuerte, especialmente en un andante en el que el factor sorpresa, ese golpe de timbal que le da sobrenombre e interrumpe lo que hasta entonces era un paseo tranquilo y amable, apenas se atisbó debido a la falta de contraste y relieve. Con todo fue una interpretación solvente y más que aceptable, que demostró el esfuerzo y el trabajo desplegado por la formación, en cuyas filas se encuentran solistas de demostrada valía y de la que celebramos su espíritu de supervivencia y su avidez de excelencia, que esperemos no decaiga nunca.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía