sábado, 13 de diciembre de 2025

DUTOIT, LA ROSS Y UNA AUSENCIA SUPERADA CUM LAUDE

Gran Selección. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Jean-Efflam Bavouzet, piano. Charles Dutoit, dirección. Programa: Obertura El carnaval romano Op. 9, de Berlioz; Concierto para piano en sol mayor, de Ravel; Sinfonía nº 9 en mi menor Op. 95 “Del nuevo mundo”, de Dvorák. Teatro de la Maestranza, viernes 12 de diciembre de 2025


Cada vez que se programa a Martha Argerich, surge la duda de si llegará a buen término la propuesta, tal es la fama que tiene de faltar a sus compromisos. Que esta vez se tratara de una gripe, teniendo además en cuenta su avanzada edad, no nos libra de sospechar otra desgana de la célebre pianista, pues son ya cuatro las veces que ha faltado a su cita sevillana, las dos primeras hace mucho tiempo, y las otras dos el año pasado y ahora. Pero eso no justifica la desbandada de público, que pasó del lleno absoluto a una considerable cantidad de huecos en todas las zonas del Maestranza.

Sólo el postureo, poder decir que se ha visto y escuchado a la Argerich, podría justificarlo, y eso resulta bastante triste y miserable. Al fin y al cabo, el programa seguía siendo el mismo, precioso aunque recurrente, y la presencia de Charles Dutoit al frente de nuestra sinfónica debía merecer toda nuestra atención e ilusión. La ROSS necesita de vez en cuando que grandes nombres la dirijan. Las temporadas de abono se nutren de muy buenas batutas, pero la orquesta necesita para su proyección y para descubrir un mayor potencial, aquellos grandes nombres que con iniciativas como ésta puedan ir situándola en estadios de mayor calado y categoría.

La desbandada de ayer fue un insulto a la orquesta, al teatro y a un director tan ilustre, afamado y legendario como Charles Dutoit, no digamos al estupendo pianista que sustituyó a la Argerich, y que gracias al merecidísimo largo aplauso que recibió del público asistente, podrá cosechar un buen recuerdo de esta ciudad, a veces tan ingrata como para incumplir sus obligaciones con la cultura, evidenciando de paso su ignorancia.

Control y dominio raveliano

Charles Dutoit respetó la disposición habitual de los y las integrantes de la orquesta. Tras una efusiva, delirante y divertida obertura de Berlioz extraída de pasajes de su ópera Benvenuto Cellini, bajo el título de El carnaval romano, en la que Dutoit evidenció su buena forma y propensión a sacar músculo y lograr un sonido compacto y matizado de la orquesta, llegó el turno del generoso pianista también francés.


Jean-Efflam Bavouzet está reconocido como un especialista en Ravel, por lo que su elección para interpretar el Concierto en Sol de Ravel no pudo ser más acertada. De hecho, la suyo fue una interpretación depurada, meditada y profundamente intelectual de la pieza. Tocó de memoria, como Dutoit, que no necesitó partitura en ninguna de las tres piezas del concierto. Fue rotundo, enérgico y contundente sin resultar mecánico ni forzado, en el allegro inicial, que Duotit entendió como una gran broma musical, juguetón a base de alegres toques de tambor, y con un solo hipnótico y alucinante del arpa, que Daniela Iolkicheva logró hacer sonar en pianissimo con efectos fantasmagóricos. No faltó ese toque jazzístico que impregna la partitura, a la que Bavouzet se adaptó con mucha frescura y naturalidad.

En el adagio, Bavouzet defendió su larga introducción con sensibilidad y muy buen gusto, sin resultar empalagoso, a lo que el corno inglés de Sarah Bishop se adhirió con una capacidad poética indiscutible. Atento a cada cambio de registro, el pianista francés sacó brillo de cada nota de esta preciosa y evocadora página musical. El presto final fue un dechado de fuerza, energía y efusividad, que Duotit manejó con maestría y sentido dinámico, a lo que la orquesta respondió con marcados acentos y ese sonido de la cuerda grave tan característico que tanta personalidad le otorga. En la propina, Bavouzet interpretó un Preludio en la menor seguido de la tocata de Le tombeau de Couperin en la que dejó constancia de su vertiginoso virtuosismo y fuego interno.


Una Sinfonía del nuevo mundo en modo narrativo

Tanto el concierto de Ravel como esta Sinfonía nº 9 de Dvorák son piezas muy difundidas y frecuentemente interpretadas. Pero son tan maravillosas que se podrían escuchar en bucle sin cansarse. Nuestra orquesta no es la excepción, y la del nuevo mundo la ha interpretado infinidad de veces. Lo sorprendente es que todavía se puedan descubrir nuevas cosas merced a una interpretación tan matizada y lujuriosa como la que nos brindó Dutoit al frente de una muy estimulada Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.

Con unos metales que, a excepción de alguna breve entrada en falso, resultaron épicos y refulgentes, todo el recorrido por la sinfonía de Dvorák resultó una fiesta para los sentidos, que comprobaron no sólo la grandeza de su literatura estrictamente musical sino también su particular narrativa, de forma que en las manos expertas de Dutoit cada movimiento parecía contarnos una historia, como si lograra extraer de la música un significado intrínseco, una fuerza interior que alimentara nuestros instintos. Algo que el director logra dirigiéndose a los y las intérpretes de forma directa, como si hablara con ellos y ellas, mirándoles fijamente y exigiéndoles ese máximo rendimiento con el que nos regalaron una página inolvidable e irrepetible de su orgullosa carrera.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 12 de diciembre de 2025

SUEÑOS DE TRENES Un hombre sencillo y bueno

Título original: Train Dreams
USA 2025 102 min.
Dirección
Chris Bentley Guion Chris Bentley y Greg Kwedar, según la novela de Denis Johnson Fotografía Adolpho Veloso Música Bryce Dessner Intérpretes Joel Edgerton, Felicity Jones, William H. Macy, Kerry Condon, Nathaniel Arcand, Clifton Collins jr., John Diehl, Paul Schneider, Alfred Hsing y la voz de Will Patton Estreno en el Festival de Sundance 26 enero 2025; en Estados Unidos 7 noviembre 2025; en España (Netflix) 21 noviembre 2025


Chris Bentley forma junto a Greg Kwedar una pareja de cineastas
que firman los guiones de sus películas a dúo mientras cada uno dirige alternativamente por separado. De esta forma, mientras el segundo ha dirigido Transpecos y Las vidas de Sing Sing, Bentley es el responsable de El jockey y ahora esta bellísima película basada en una novela de Denis Johnson. Los dos son los autores de los guiones de los cuatro films. En esta película de poético y evocador título, nos cuentan la historia de un hombre sencillo, tímido y solitario. Un anónimo que se gana la vida a principios del siglo XX talando árboles con los que construir los puentes y las vías que de forma metafórica habrán de recorrer trenes que unen vidas, lugares, costumbres y acontecimientos, además de tendencias, razas y estilos de vida.

En un contexto hostil en el que se persigue a los orientales, donde el color es objeto de ejecución y venganza, y los indios han quedado reducidos a un papel secundario en la página de la construcción del país que se autoproclama nuevo imperio del mundo, nuestro personaje vaga sin provocar daño alguno a nadie, ni empuñar un arma, ni participar en ninguna hoguera de vanidades ni escarnios. Por el contrario, alberga la sensibilidad suficiente para cargar sobre sus espaldas el dolor de la injusticia sufrida por semejantes, y que ello le marque de por vida. Dos tragedias puntúan su periplo, mientras el afán de supervivencia, siempre desde la humildad y la sinceridad, irá marcando su camino.

Bentley ha sabido reflejar todo este viaje con una enorme sensibilidad, una carga poética considerable aunque siempre al alcance de cualquiera, y una hermosísima puesta en escena que evoca a través de la transparente, precisa, detallista y luminosa fotografía de Adolpho Veloso, un paisaje de exuberante naturaleza en el que al más típico estilo de Terrence Malick, se enmarcan los recuerdos de quien en algún momento logró ser feliz, ya sea por el contacto con seres amados o por una experiencia aeronáutica que deja ver el mundo con otra perspectiva. Por una vez no sobra la voz en off, un narrador que da carácter épico y crepuscular a tan hermosa crónica en la que un montaje ágil y dinámico no impide que el resultado sea pausado y relajante. Una bellísima partitura de Bryce Dessner y una dulce canción de Nick Cave ponen la guinda al pastel. Y todo ello demostrando que al final nadie es insignificante y todos y todas albergamos recuerdos que potencian esta idea.

martes, 9 de diciembre de 2025

MÚSICA Y RISAS ASEGURADAS EN UN BARBERO ZARZUELERO DE ANTOLOGÍA

El barbero de Sevilla. Música de Gerónimo Giménez y Manuel Nieto. Libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios. Elena Martínez, dirección musical. Marta García-Morales, dirección escénica. Inmaculada Crespo, sastrería y vestuario. Cristina Criado, maquillaje y peluquería. Alejandro Rull, adaptación del libreto. Javier Sánchez-Rivas, producción ejecutiva. Francisco Guerrero, presidencia institucional. Orquesta Titular de la Compañía Sevillana de Zarzuela. Con Soraya Méncid, Luz Gutiérrez, Marta García-Morales, Javier Sánchez-Rivas, Julio Nomdedeu, Amando Martín, Carlos Ortega y Joaquín Caballero. Producción de la Compañía Sevillana de Zarzuela. Espacio Turina, lunes 8 de diciembre de 2025

Nomdedeu, Gutiérrez y Méncid

Tres llenos absolutos ha experimentado este nuevo montaje de la Compañía Sevillana de Zarzuela del inefable Javier Sánchez-Rivas. Un éxito que anima a mantener y extender esta empresa en la que el entusiasmo y, sobre todo, el cariño han cimentado un triunfo absoluto en el panorama musical y teatral de la ciudad. La compañía ocupa ese espacio tan necesario del que la intelectualidad recurrente le ha ido despojando.

Desde que desapareció el Teatro Imperial, antes cine, a la ciudad le falta un lugar donde recalar los sainetes y comedias que antes atendían a una parte importante de la ciudadanía, que acudía al teatro simplemente a reír y entretenerse, sin más pretensión. Es cierto que las salas independientes y algún intento en el antiguo cine Pathé de la calle Cuna, reconvertido en teatro desde los tiempos de Jesús Quintero, han procurado cubrir ese hueco, pero es quizás nuestra compañía zarzuelera la que mejor se ha prestado a satisfacer una demanda que estaba dormida y ha encontrado en ellos y ellas una hábil solución.

Este Barbero de Sevilla se ha montado con mucha gracia y desparpajo en el que, desde el cierre del Lope de Vega, se ha convertido en su casa, el Espacio Turina, como ya lo era de otras formaciones eminentemente sevillanas, como la Barroca, la Bética o los conciertos de cámara de la Sinfónica. Allí incondicionales y personas curiosas pudieron comprobar cómo un género continuamente defenestrado y puesto en tela de juicio por su supuesto toque rancio y casposo, puede satisfacer las más exigentes demandas, tanto en lo teatral como en lo estrictamente musical.

Un trabajo meticuloso de rehabilitación

No es que lo ofrecido este puente de la Constitución haya sido fruto de una reconstrucción, ni histórica ni estructural, sino de una revisión del mítico título de Gerónimo Giménez y Manuel Nieto que acerca su contenido a un público más actual, sin chirriar ni resultar estridente, dejando claro que es en el sainete español en el que se basan fórmulas de éxito como Aquí no hay quien viva, pero sometiéndolo a criterios y delicadezas que lo alejan de la mala baba televisiva.

Sorara Méncid canta Me llaman la primorosa

Pero es que además se han permitido licencias musicales que hacen la propuesta más atractiva, desde introducir como intermedio una versión algo recortada de la célebre obertura rossiniana, hasta incluir con acierto y mucho desparpajo, perfectamente encajadas, piezas también de Giménez, como el cuplé picante El morrongo, que popularizaron Marujita Díaz, Carmen Sevilla y hasta Ángela Molina en la banda sonora de Las cosas del querer, o la Canción del chocolate de la zarzuela La gatita blanca. Luz Gutiérrez entonó el primero con mucha gracia y sentido cómico, mientras Marta García-Morales protagonizó la segunda con picardía y sensualidad, secundada por dos cómicos excepcionales.

La soprano fue una vez más la encargada de poner en escena la obra, aprovechando para ello decorados y figurines del repertorio de la compañía, con el buen juicio de no cambiarla de época, pues no se hubiera entendido entonces aquella miseria de antaño por la que una mujer necesitaba el consentimiento de un padre o un esposo para poder desarrollar una carrera profesional, o aquella vergonzante costumbre burguesa de mantener una amante sin desdeñar una esposa servicial y madre de hijos, o la visión despectiva que se tenía de los y las andaluzas. Su actualidad consiste en mantener vivo el recuerdo de aquella época nefasta que perpetuó el franquismo, y recordarnos que debemos evitar que vuelva.

Pero nada de esto resultó tan evidente como para empañar lo que verdaderamente importa, pasar un rato estupendo en compañía de voces perfectamente educadas y entonadas y un libreto chispeante llevado a tan buen puerto. En lo musical, Elena Martínez demostró una vez más saber cuál es el lenguaje teatral, cómo acompañar y respetar las voces y potenciar el drama, en este caso la comedia, con sentido del equilibrio y la mesura. En este sentido logró además dar relieve a las texturas y matizar los estratos musicales, aunque algún instrumento se fuera de tono. En conjunto, el trabajo de la orquesta, con apenas una veintena de integrantes, fue impecable.

Un reparto perfecto

Sánchez-Rivas, García-Morales y Ortega

Soraya Méncid, que ha participado en varias de las producciones de la compañía, acude a ésta con el prestigio y la admiración que se ha labrado en los últimos tiempos. En apenas un mes se ha enfrentado a un repertorio de canciones románticas en un recital para el recuerdo, al legado barroco musical del Convento de Santa Clara hace apenas una semana, y ahora al género lírico español por excelencia, más ligero y desenfadado. Una proeza sólo al alcance de las muy profesionales y curtidas. Toda su actuación fue prodigiosa, pero cantar Me llaman la primorosa como lo hizo ella será difícil de repetir, cargada de difíciles ornamentaciones, con varios sobreagudos seguidos y una voz brillante, de precioso timbre e impecablemente entonada.

A su lado no desmerecieron Luz Gutiérrez, excelente comediante y más que competente voz, Julio Nomdedeu, tan divertido como estupendamente entonado bajo, Amando Martín, ideal en su tesitura de barítono romántico, y la siempre sensacional Marta García-Morales dando vida a La Roldán, con un Yo soy la tiple más eminente cargado de sensualidad. Y junto a estas rutilantes voces, el sensacional trabajo cómico de Javier Sánchez-Rivas, cuyas apariciones fueron destilando risas a diestro y siniestro, y el buen acompañamiento de Carlos Ortega y Joaquín Caballero, todos componiendo números de conjunto de incontestable calidad, muy especialmente en ese cuadro final en el que la escena se divide en tres apartados, cada uno congelándose cuando le toca el turno al otro, toda una muestra de frescura y gracia a la hora de resolver una escena cómico-teatral.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

VALOR SENTIMENTAL Puzzle de afectos

Noruega-Francia-Dinamarca-Alemania-Reino Unido 2025 135 min.
Dirección
Joachim Trier Guion Joachim Trier y Eskil Vogt Fotografía Kasper Tuxen Música Hania Rani Intérpretes Renate Reinsve, Stellan Skarsgard, Inga Ibsdotter Lilleaas, Elle Fanning, Andres Danielsen Lie, Jesper Christensen, Cory Michael Smith, Lena Endre, Catherine Cohen Estreno en el Festival de Cannes 21 mayo 2025; en Noruega 12 septiembre 2025; en España 5 diciembre 2025

La película más laureada de la temporada, Premio del Jurado en Cannes, Premio Puerta de América en Sevilla, nueve nominaciones a los Premios europeos y ocho a los Globos de Oro, y sin embargo no nos explicamos dónde reside su mérito. Está claro que, sin renunciar a su particular estilo, definido en películas como Oslo 31 agosto y La peor persona del mundo, Joachim Trier ha intentado aproximarse al universo familiar y traumático de Ingmar Bergman, pero tamizado con ese estilo más luminoso y lleno de ritmo que caracteriza al cine de nuestra época, situándose entre ese cine intelectual al que emula y el más comercial a cuya taquilla aspira.

Ya desde las primeras escenas, representando el miedo escénico de una actriz consagrada, bastante ridículo e inverosímil, queda claro que la cinta va de una mujer, otra, desequilibrada y fragmentada por su pasado familiar, protagonizado por una abuela marcada por su resistencia al nazismo y un padre cineasta ausente y mujeriego, y siempre con el suicidio en el horizonte. Quizás resulte más interesante como ensayo del cine dentro del cine, con los fantasmas del pasado como referente y el márketing como estrategia comercial a través de una estrella, ya sea local o hollywoodiense, que sirva de reclamo para un nuevo proyecto. Sin embargo, su análisis fundamentalmente psicológico sobre la influencia de la familia, los estragos y traumas apuntados, una posible reconciliación paternofilial y una fraternidad de cemento, lo mejor de la película, para curar heridas, quedan a nuestro juicio en un plano inferior.

Todo un puzzle de afectos algo indigesto a pesar del encanto que pretende dominar toda la función, quizás un logro tratándose de una fábula sobre la asunción del dolorNo obstante, todo esto parece ser lo que ha alimentado el reconocimiento casi unánime que ha recibido una cinta en la que por supuesto destacan las interpretaciones de su reparto, sobre todo Stellan Skarsgard, para quien el papel ha debido suponer un regalito. En el otro extremo, Renate Reinsve insiste en sus registros y mohines ya habituales, mientras una banda sonora en la que combinación de música original y piezas preconcebidas logran un paisaje sonoro muy atractivo. Por supuesto, en estos países nórdicos siempre reina el buen tiempo, lleno de luz y colores cálidos. 

viernes, 5 de diciembre de 2025

LEONOR BONILLA RESPLANDECE JUNTO A LA ROSS

Sinfónico 6: Tutto Mozart. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Leonor Bonilla, soprano. Jan Willem de Vriend, dirección. Programa: Obertura de Lucio Silla, K.135; Popoli di Tessaglia! Io non chiedo, eterni Dei, K.136; Adagio y fuga en Do menor, K. 546; Vorrei spiegarvi, Oh Dio!, K. 418; Ah se in ciel, benigne stelle, K. 538; Sinfonía nº 41 en Do mayor, K. 551 “Júpiter”, de Wolfgang Amadeus Mozart. Teatro de la Maestranza, jueves 4 de diciembre de 2025


Otro lleno casi absoluto y un gesto más del Maestranza para cumplir su función de templo de la lírica, tras unas semanas apoteósicas en las que hemos podido disfrutar de La reina de las hadas de Les Arts Florissants, Orfeo y Eurídice con Cecilia Bartoli, Lucrezia Borgia de Donizetti, y el próximo domingo el esperado recital de Xabier Anduaga. Que el público esté respondiendo de esta manera tan entusiasta y entregada a tan rica y a la vez inabarcable oferta, quizás sea un síntoma de que el interés por la gran música vuelve a lucir en esta tierra con tantos festejos y celebraciones.

El sexto programa de abono de temporada de la Sinfónica se inscribe también en esa programación lírica del Maestranza, con la intervención estelar de la soprano sevillana Leonor Bonilla, consolidada ya como gran estrella internacional, cuyas generosas aptitudes quedaron fehacientemente demostradas en un programa tan exigente como el diseñado por Macías y el equipo responsable de la orquesta. La propuesta es un Todo Mozart, o quizás más bien un Sólo Mozart, pues gramaticalmente todo respondería más bien al inabarcable catálogo completo del compositor, mientras sólo se circunscribe a una selección del único autor en el programa.

De cualquier forma, una obertura operística, tres arias de concierto, una pieza de juventud y su última y grandísima sinfonía, dan buena muestra del arte y la estética inconfundiblemente mozartiana. A la batuta, el trabajo del holandés Jan Willem de Vriend se antojó robusto, entusiasta y muy atento a cada inflexión de la orquesta, así como respetuoso frente a las de la voz, una Leonor Bonilla quizás en su mejor momento, muy madura y capaz de enfrentarse a los retos más difíciles y salir triunfante.

Un talento que ha crecido ante nuestros ojos y oídos

Tenemos la suerte absoluta de haber sido testigos de la extraordinaria evolución de esta joven soprano sevillana, desde su triunfo en el Certamen Nuevas Voces de Sevilla hasta su jocosa participación en El califa de Bagdad de Manuel García hace apenas dos meses, pasando por aquella Lucia di Lammermoor en 2018 y los recitales y galas con las que nos ha acompañado en varias veladas felices. La de anoche, que se repite hoy, se suma a todas ellas con un concierto de enorme calidad y calado entre la afición, que no dudó en ovacionar hasta el infinito el talento de su voz y encanto.

Popoli di Tessaglia! es un aria concebida para incluirse en la ópera Alceste de Gluck, pero de tal complejidad que rara vez lo hace, de forma que se ha reservado para concierto y voces muy atrevidas, como la de Bonilla, que logró salir airosa de tan difícil misión. La pieza, una combinación de recitativos y arias de considerable duración, ofrece ocasiones de sobra para el lucimiento, pero también notas de muy difícil resolución que Bonilla afrontó de forma lúcida y brillante. A esa dificultad técnica superada hay que añadir la enorme belleza de su voz y el gusto exquisito con que la entona.

Con extrema delicadeza y un cuidado extraordinario en los acentos, entonó la muy melódica Vorrei spiegarvi, otra aria de concierto destinada a una ópera ajena, en la que la desesperanza por amor cobra un sentido especial a través de la belleza de la línea melódica, maravillosamente defendida por la rutilante y estupendamente ornamentada voz de la soprano, y siempre con la complicidad de la batuta. En Ah se in ciel, benigne stelle es su exigente coloratura lo que puede poner en jaque a la cantante, mientras se debate entre el amor y la muerte. Bonilla empleó todos los recursos posibles para conseguir una interpretación vertiginosa y exuberante de la pieza, siempre bajo la mirada atenta y el respeto absoluto que desplegaron el director y la orquesta, con especial mención a los bellísimos solos del clarinete acompañando la estremecedora melodía.


Una batuta informada y elegante

En el primer encuentro de Jan Willem de Vriend con la Sinfónica, sus ademanes enérgicos y entusiastas recibieron una óptima respuesta por parte de una orquesta que aunque reducida a la treintena de integrantes, sonó con una suntuosidad increíble. Así pudimos comprobarlo en la vivaz primera parte de la obertura de la ópera de juventud Lucio Silla, mientras en la segunda desplegó todo su encanto y armonía, para regresar al ímpetu y la voracidad en la tercera y conclusiva.

Más singular nos pareció el Adagio y fuga K. 546, un particular homenaje a la gramática bachiana que juega en bucle y recrea sonoridades en espiral que se van superponiendo, con especial énfasis en una cuerda grave que da mucho cuerpo a la partitura. La respuesta aquí de director y orquesta fue también impecable.

Por muchas veces que escuchemos la Júpiter de Mozart, nunca nos cansaremos de hacerlo. Los primeros acordes nos parecieron abruptos, secos y acelerados, temiendo que la interpretación históricamente informada, siguiendo la tercera vía de los instrumentos modernos, fuera a disgustarnos por sus marcados acentos y dinámicas muy contrastadas. Sin embargo, la sinfonía deambuló con fluidez y soltura, vibrato reducido, planos sonoros muy bien diseñados y matices en los que se vislumbró una especial elegancia para afrontar tan archiconocida pieza. En consecuencia, nos gustó este director holandés implicado en varias formaciones de prestigio europeas y asiáticas.

Fotos: Marina Casanova
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 4 de diciembre de 2025

GOLPES Historias en transición

España-Francia 2025 102 min.
Dirección Rafael Cobos Guion Rafael Cobos y Fernando Navarro Fotografía Sergi Vilanova Música Bronquio Intérpretes Jesús Carroza, Luis Tosar, Teresa Garzón, Cristina Alcázar, Carlos Bernardino, Cristalino, Paco Mora, Antonio Estrada, María José Mariscal, Juan Carlos Villanueva, José Rasero, Alejandro escamilla, Lorenzo Ares Ayllón Estreno en el Festival de Valladolid 26 octubre 2025; en salas 5 diciembre 2025

Interesante debut en la dirección de Rafael Cobos, colaborador incondicional de Alberto Rodríguez como guionista prácticamente desde el inicio de su carrera. Ahora, en solitario, y quizás aprovechando todo lo aprendido respecto a nuestra transición política para generar el documentado y meticuloso guion de la serie Anatomía de un instante, nos cuenta una historia marcada por los años del franquismo, la desdicha sufrida por dos hermanos y cómo les marca para el futuro, cuando en la década de 1980 uno se muestra rebelde con la sociedad, mientras el otro se ha adaptado a ella. Sin embargo, a pesar del bagaje, los personajes se muestran bastante estereotipados y algo acartonados. El hermano más joven resulta más jovial, decidido y comprometido con el cambio que el mayor, de mirada taciturna, incapaz de mejorar su existencia en lo profesional ni en lo personal.

Jesús Carroza tiene por lo tanto mayor posibilidad de lucimiento que Luis Tosar, encerrado en un personaje sin luz ni apenas matices, policía amargado en busca y captura de su hermano líder de una banda de ladrones con los que pretende amasar la pequeña fortuna que le permita lograr la justicia que la transición no se atrevió a formular respecto a una memoria histórica entonces todavía reciente. Por lo tanto, el film no carece de interés, recreando en cierto modo la fórmula del cine quinqui de los ochenta, que tuvo también su homenaje hace unos años de la mano de Daniel Monzón y La ley de la frontera, pero en esta ocasión al servicio de una reivindicación social y jurídica que todavía hoy en día no ha recibido satisfacción.

Una acertada ambientación de la Sevilla de la época y la sorprendente banda sonora de Bronquio logran un trabajo aseado, quizás por debajo de la sofisticación a la que nos tiene acostumbrados Cobos en sus libretos, pero funciona como entretenimiento y nueva y necesaria llamada a una justicia que no acaba de cuajar ante los múltiples impedimentos que ejerce la derecha institucionalizada. Golpes se estrenó en el Festival de Valladolid, lo que nos sirve para entonar un merecido recuerdo a José Luis Cienfuegos, su director y durante más de una década director del Festival de Cine Europeo de Sevilla, fallecido el pasado martes a los sesenta años por un derrame cerebral. Nuestro agradecimiento más sincero a quien tanto trabajó y con tanto acierto por nuestro festival.

MARINA REBEKA DESTACA EN LUCREZIA Y LOS LOBOS

Música de Gaetano Donizetti. Libreto de Felice Romani, basado en la obra homónima de Victor Hugo. Maurizio Benini, dirección musical. Silvia Paoli, dirección escénica. Andrea Belli, escenografía. Valeria Donata Bettella, vestuario. Alessandro Carletti, iluminación. Sandhya Nagaraja, coreografía. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro Teatro de la Maestranza (Íñigo Sampil, director). Con Marina Rebeka, Duke Kim, Krzysztof Baczyk, Teresa Iervolino, Jorge Franco, Pablo Gálvez, Julien Van Mellaerts, Matías Moncada, Moisés Marín y Alejandro López. Coproducción del Teatro de la Maestranza, Auditorio de Tenerife, Ópera de Oviedo y Teatro Comunale de Bolonia. Teatro de la Maestranza, miércoles 3 de diciembre de 2025

Marina Rebeka y Duke Kim

El enorme éxito que esta ópera de Donizetti tuvo en el siglo XIX, compuesta justo entre las hoy más populares El elixir de amor y Lucia di Lammermoor, dio paso a un inexplicable olvido en el XX, sólo superado cuando fue rescatada en los sesenta con Montserrat Caballé en el rol principal. Puede que albergar uno de los argumentos más horripilantes de toda la historia de la ópera influyera en ese abandono. El Teatro de la Maestranza nunca tuvo la oportunidad de lucir sus encantos, y ahora, treinta y cuatro años después de su inauguración, coincidiendo con el recuerdo obligado a quien tanto hizo por consolidar su posición a principios de su trayectoria, el recientemente fallecido José Luis Castro, salda esa deuda con uno de los títulos más controvertidos del compositor bergamasco.

Si no fuera porque esta coproducción se ha podido ver y escuchar ya en las sedes de los otros teatros asociados, Tenerife, Oviedo y Bolonia, diríamos que su escenógrafo se podría haber inspirado en el antiguo mercado sevillano de la Puerta de la Carne para crear el espacio en el que desarrollar la historia, con esa mezcla de edificio industrial abandonado con toques de decoración art propia de los años treinta en los que la directora escénica Silvia Paoli ha decidido ambientar este drama maquiavélico.

Una puesta en escena poco acertada

De nuevo asoma la ambición desmedida de un regista, en este caso una, para imponerse al verdadero brillo y talento de la música, aunque esta vez hemos de reconocer que por poco que nos hayan gustado sus soluciones formales, estéticas y psicológicas, pareció seguir el drama musical con cierto respeto. Lucrecia Borgia representó durante mucho tiempo el icono de mujer vengativa y despiadada, una forma que el hombre siempre ha tenido de ensombrecer y marginar a la mujer, y que tiene su máxima representación en la figura de las brujas, todavía hoy vigente.


Situarla en su justo contexto, como mujer manipulada, víctima de la ambición y la crueldad de los hombres, se ha convertido hoy en algo recurrente. Pero lavar su imagen y mostrarla como víctima más que como verdugo, exige una mayor información, más sutileza y cultura de la que Paoli ha sido capaz de exhibir en su subrayada propuesta. Ya a finales de la década de los cuarenta del siglo pasado, el gran Mitchell Leisen tuvo el acierto de hacerlo bajo el aspecto de Paulette Goddard, mostrando al personaje como mujer manipulada por su hermano César, al que Macdonald Carey tuvo el atrevimiento de encarnar mostrando una enfermiza atracción por su hermana ¡en los años cuarenta!.

Paoli ha preferido, en lugar de respetar la época y osar ahí mismo cambiar el mito y hacerle justicia, trasladar la época al período de entre guerras dominado por Mussolini, lo que en principio no resulta descabellado, dado el ambiente malsano de crueldad y depravación que comparte con la Italia de los Borgia, despiadada familia de papas con origen valenciano. En ese contexto Paoli se empeña en hacer todo un muestrario de humillaciones de la mujer, desde las prostitutas del prólogo, pasando por las masacradas protagonistas de una snuff movie del primer acto, hasta las mujeres florero del segundo, víctimas de la moda, convertidas en réplicas de Jean Harlow como Billy Wilder hizo en la fiesta de El mayor y la menor, donde todas las adolescentes lucían como Veronica Lake.

Como puede observarse, todo estaba ya inventado antes de que Paoli llegara con sus ocurrencias, algunas de las cuales desviaron nuestra atención de lo que verdaderamente importa, la música, algo que nunca se debe hacer. El colmo fueron las gracietas que tuvieron que hacer los integrantes del coro, destinadas a ridiculizar con brocha gorda al ejército fascista, como la sesión de gimnasia o el baile a lo musical de Broadway, todo resuelto con ausencia total de gracia y buen gusto.

Afortunadamente hubo calidad en lo musical

En lo estrictamente musical hubo mucha más dignidad y acierto. La soprano letona Marina Rebeka debutó aquí en el papel principal, después de una fulgurante carrera que le ha paseado por los mejores escenarios del mundo. Y demostró desde los primeros acordes tener dominado el papel, acomodando sin aparente esfuerzo su voz y su estilo a lo demandado por el complejo papel, tanto en lo dramático como en lo canoro. El suyo sí fue un trabajo delicado y cargado de buen gusto y elegancia. No hacía falta rodearla de lobos, otra ocurrencia ridícula, primero como niña convertida en Caperucita Roja, para que ella sola, con su actuación y canto, mostrara una Lucrecia atormentada y sensible, con una fuerte carga sentimental volcada hacia su hijo ilegítimo y presunto fruto del incesto, Gennaro.

Rebeka y Krzysztof Baczyk

Poseedora de una voz potente, de timbre precioso, capaz de rutilantes sobreagudos y un legato firme, como demostró en un ovacionado Com’é bello, Rebeka fue un dechado de virtuosismo y convicción dramática, que encontró el colofón impecable y estremecedor en ese Era desso il figlio mio que cierra la función. Su control de la coloratura y capacidad para ornamentar con agilidad y elegancia quedó demostrado a lo largo de toda la ópera. Por su parte, Gennaro se benefició de un tenor lírico de considerable desenvoltura, el surcoreano Duke Kim, de perfil canoro y físico muy adecuado al papel, que logró entusiasmar con arias como Di pescatore ignobile, a pesar de que en algún momento puntual exhibió roces incómodos que desaparecieron el resto de su actuación.

También convenció sobradamente el bajo polaco Krzysztof Baczyk como Don Alfonso. Su voz profunda y perfectamente colocada logró momentos estelares como Viva! Evviva!, mientras la mezzo Teresa Iervolino conjugó fuerza y expresividad como un Orsini impecable, con una amplia tesitura al servicio de, por ejemplo, un Segretto per esser felice de amplio registro y holgada coloratura. Juntos, Iervolino y Kim lograron entonar un Onde a lei ti mostri grato de gran calado y considerable proyección. Cuatro principales de gran calidad, respaldados con dignidad por el resto del elenco, particularmente los tenores Jorge Franco y Moisés Marín, éste obligado a hacer el payaso en escena, y el bajo Matías Moncada.

En el foso, el veterano Maurizio Benini se desenvolvió como cabía esperar, con soltura y dominio de la partitura y la gramática donizettiana. Acompañó las voces con respeto, acomodándose a las diferentes tesituras, y logrando que la predecible orquestación brillara con categoría, sonoridades singulares y largas figuraciones, dejando al conjunto orquestal supeditado a la expresividad y el virtuosismo de las voces. Menos resuelto estuvo en esta ocasión el coro, que sonó algo descompasado y destemplado en el prólogo, si bien más tarde potenció el trabajo de los cantantes, especialmente el septeto de militares del segundo acto. Lástima que este buen trabajo musical no tuviera parangón en una puesta en escena caprichosa y desventurada, bajo una dirección escénica tan esquemática como otras muchas producciones que no aciertan en el trabajo puramente dramático.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía