lunes, 7 de octubre de 2024

CARMEN DE ISRAEL GALVÁN: ANÁLISIS DE UN MITO


Coincidiendo con el ciento cincuenta aniversario del estreno de Carmen de Bizet, el Maestranza abre y cierra su temporada con sendos espectáculos sobre este mito femenino y español visto desde fuera. El broche de oro lo pondrá Elina Garança dando vida a la cigarrera. Mientras tanto, ha sido el bailaor y coreógrafo Israel Galván quien ha tenido el honor de estrenar temporada, un día después de cerrar con el mismo espectáculo la Bienal de Flamenco. Ya a la entrada fuimos avisados de que esto era un montaje cien por cien Israel Galván, que llevaba su sello. Como nunca habíamos asistido antes a un espectáculo del bailaor, no sabíamos muy bien lo que nos querían decir. Lo nuestro era disfrutar con la selección que la Real Sinfónica de Sevilla, bajo la dirección una vez más de una mujer, y van cuatro seguidas, la finlandesa Maria Itkonen, tenía preparada de la ópera, y con las atribuladas voces de Nancy Fabiola Herrera, José Bros y Ángel Ódena, fieles y habituales colaboradora y colaboradores del Maestranza.

Efectivamente, nada más arrancar la famosa obertura, Galván hizo ya su aparición pertrechado con lo que parecían objetos de tienda de bromas y disfraces, con un baile algo arrítmico y disparatado, parecía que se mofase del clásico galo. Poco a poco fuimos entendiendo que todas sus aportaciones estaban perfectamente estudiadas como un ensayo sobre un mito que a la larga ha hecho más daño que favor a la mujer, tanto como se ha enarbolado la bandera de la libertad cada vez que se ha hablado del personaje.


Tan reveladores como el baile quasicómico de Galván fueron las coplas seleccionadas para alternarse con los números más icónicos de la partitura de Bizet. Una extraordinaria María Marín se hizo dueña del cuadro flamenco, cantando y tocando a la guitarra piezas tan señaladas como el pasodoble Carmen de España o la copla Falsa moneda, dejando claro la vocación mitómana del personaje, más cerca del cliché que de la realidad de la época, así como su carácter ninfómano, algo que más ha estigmatizado a la mujer que servido de seña genuina de libertad. Si encima a la magnífica cantante, cantaora y guitarrista le toca la difícil misión de cantar Baga Biga Higa, que aunque compuesta en 1969 por Mikel Laboa, su texto procede del acervo popular vasco a menudo identificado con el mundo de las hechiceras, como atestigua su uso en Las brujas de Zugarramurdi de Álex de la Iglesia, ya tenemos el conjunto de cualidades perfecto con el que la historia ha manchado y vilipendiado a las mujeres, asociado en este caso al mito de Carmen.

El montaje de Israel galván sigue respetuosamente la narración de Bizet, intercalando en su dialéctica algunos de los números más reconocibles de la ópera, que Nancy Fabiola Herrera no sólo cantó con extremo cuidado, una voz profunda y atractiva y una extraordinaria capacidad para proyectar y modular con exquisito gusto, sino que además se atrevió a acompañar al baile, por supuesto de forma discreta pero muy eficaz, a la estrella de la función, quien solo se permitó enfrentarse al flamenco clásico con indumentaria más seria y sobre tarima mientras Marín punteaba el evocador interludio del tercer acto. Mientras, muy bien de tono, con ese singular timbre que le caracteriza y considerable potencia, José Bros acompañó a Herrera como también lo hizo, con voz algo más tremolante  pero igualmente potente y bien proyectada, Ángel Ódena como Escamilla.

Los cuatro, flamenca y líricos, formaron un cuadro flamenco de lo más singular. Pero lo más impactante estaba por llegar, cuando después del crimen de Don José, un coro de hombres al más puro estilo nórdico (Mieskuoro Huutajat de Oulu), levantó su particular grito de guerra, con el amor posesivo y autoritario como reclamo, mientras Galván culminaba su particular ritual de cuernos y desamor sobre un escenario negro, parcialmente iluminado y eficazmante articulado para lograr que nos rindiésemos a su propuesta, al principio descabellada, después tan oportuna como atrevida, pero nunca como pudiera pensarse, provocativa. Sólo buena ópera, buen teatro y mucho talento.

Fotos: Luis Pascual



domingo, 6 de octubre de 2024

LOS DESTELLOS Emotivo ensayo sobre el epílogo de nuestra existencia

España 2024 101 min.
Guion y dirección
Pilar Palomero, según el relato de Eider Rodríguez “Un corazón demasiado grande” Fotografía Daniela Cajías Música Vicente Ortiz Gimeno Intérpretes Patricia López Arnaiz, Antonio de la Torre, Marina Guerola, Julián Lóez, Ramón Fontserè Estreno en el Festival de San Sebastián 4 septiembre 2024; en Estados Unidos y España 4 octubre 2024

Consagrada con su ópera prima, Las niñas, y corroborada con La maternal, Pilar Palomero presenta ahora su tercer largometraje ahondando en ese cine de sentimientos y emociones íntimas que le caracteriza, centrando su atención ahora en el retrato de una mujer cuya evolución emocional le lleva de un pasado que se intuye en sus alegrías y miserias, a un presente doloroso en el que su presencia y su ayuda se antojan tan relevantes como reveladoras. Patricia López Arnaiz, premiada en San Sebastián por este complejo papel, lleva así todo el peso de un film en el que sin embargo se ve rodeada de eficientes y esforzadas interpretaciones. De la Torre sufre otra de esas transformaciones a lo Robert de Niro que tanto le caracterizan para convertirse en un hombre al final de su existencia, consumido por la enfermedad, mientras la joven Marina Guerola deslumbra humanidad y esperanza con su papel de hija entregada y responsable, cariñosa y llena de ternura, y hasta Julián López sorprende con una interpretación madura de la pareja de la protagonista, que parece tener poco que decir y sin embargo sirve de catalizador neutral de toda una gama de sentimientos, colores, gestos y sensaciones que Palomero dosifica con esa contención y elegancia marca de la casa que tanto la ha encumbrado.

Esos destellos que se producen de una vida pasada, otra presente y, sobre todo, futura, tanto como los que acaban cegándonos para hacernos comprender que quizás lo más importante de la vida, y lo que le da sentido, sea el amor de los más próximos y la comprensión de quienes nos rodean, acaban proyectándose sobre nosotros y nosotras mismas, haciéndonos preguntarnos si obramos bien o no en episodios de nuestra propia existencia, o si damos a cada cosa la importancia que tienen. En este sentido, resulta muy revelador el detalle con el que la cámara se fija en cada libro, objeto y rincón de los espacios en los que se desarrolla la trama, el mismo con el que la protagonista se deleita en una película en la que abundan los silencios y los tiempos supuestamente muertos, aunque la habilidad de Palomero consiga que ni una cosa ni la otra llegue a aburrir ni provocar desinterés.

Y entre toda esta eclosión de intimidad y generosidad, una secuencia que sirve de bisagra y no oculta su concepción documental, cuando Ramón Fontserè ayuda a De la Torre a afrontar el final con optimismo, sin tabúes ni prejuicios, cerrando este ensayo sobre nuestro propio epílogo en el que se convierte esta emotiva y aparentemente sencilla película. Pero una tarde luminosa frente al balcón escuchando la música que proviene de una verbena, o un agradable baile entre un padre y una hija en la cocina, pueden dar tanto sentido o más a toda una vida, por muy al final que nos encontremos del camino.

JOKER FOLIE À DEUX El tebeo también puede ser un escenario

USA 2024 138 min.
Dirección
Todd Phillips Guion Scott Silver y Todd Phillips, según los personajes de DC Comics Fotografía Lawrence Sher Música Hildur Gudnadóttir Intérpretes Joaquin Phoenix, Lady Gaga, Brendan Gleeson, Catherine Keener, Zazie Beetz, Steve Coogan, Harry Lawtey, Leigh Gill, Bill Smitrovich, Jacob Lofland, Ken Leung, Sharon Washington Estreno en el Festival de Venecia 4 septiembre 2024; en Estados Unidos y España 4 octubre 2024

Cinco años han pasado desde que Todd Phillips, el responsable de la saga Resacón en Las Vegas, elevó a los altares de la intelectualidad política y social a un personaje de cómic tan carismático como el Joker, antagonista clásico de Batman. Por primera vez el universo comiquero convencía a propios y extraños, enganchando a habituales desinteresados de todo lo que oliese a tebeo de superhéroes. Y es que ahí el personaje pasaba a convertirse en un personaje real, de carne y hueso, que representaba a todo lo que de marginal y trastornado estamos acostumbrados y acostumbradas a ver en nuestras ciudades, y algo en lo que podríamos convertirnos sometidos como estamos a tanta presión en nuestra rutina diaria. La operación salió triunfante, convirtió a Phillips en un realizador serio y respetado, brindó a Joaquin Phoenix esa interpretación sobresaliente que le valió el Oscar, fue un rotundo éxito de taquilla y logró el León de Oro de Venecia a pesar de tratarse de un film en principio en las antípodas del cine de autor que suele triunfar en certámenes cinematográficos.

Quedaba todo dicho en relación al desdichado y solitario personaje, y estirar el chicle se revelaba una operación arriesgada. Pero no contentos con el reto, sus responsables aún han arriesgado más y han convertido su secuela en un musical, con todo lo que de veneno para la taquilla tiene el género, en proporción directamente inversa al éxito que cosechan en los escenarios. La presencia de Lady Gaga dando vida a Lee Quinzel, más adelante conocida como Harlequin, justifica el proceso, y garantiza cierto éxito comercial, aunque su registro aquí se acerque más al revival al que nos ha acostumbrado desde que decidió entonar las canciones de Sonrisas y lágrimas en los Oscar y hacer dúos con Tony Bennett, que al pop que le encumbró a la fama hace ya un buen puñado de años. Ella continúa afianzando esa carrera en el cine que muchas de su gremio hubieran deseado, pero no hace sombra a un Phoenix de nuevo deslumbrante en todos sus cometidos, incluso el de cantante capaz de definir su controvertido y complejo personaje a través de siniestras y distorsionadas versiones, solo o a dúo con la diva, de clásicos como That’s Entertainment (Fred Astaire y compañía), Bewitched (de Pal Joey), If My Friends Could See Me Now (de Sweet Charity), Get Happy o I’ve Got the World on a String (Judy Garland), Close to You (Burt Bacharach), When You’re Smiling (Louis Armstrong), For Once in My life (Stevie Wonder), If You Go Away (Nina Simone) o That’s Life (Frank Sinatra). Lástima que prescinda de los grandes números musicales que se esperan del género, apuntado en alguna secuencia dispersa de baile, pero resuelta con recursos mínimos y decorados muy discretos. Destaca la partitura original de Hildur Gudnadóttir, tan oscura, retorcida y atmosférica, de resortes medievalistas, como la que le valió el Oscar hace un lustro.

Todo se apuesta por lo tanto al carisma de sus personajes, y una vez más a diseccionar esa condición de solitario que se convierte en motor de un trastorno emocional de gigantescas proporciones, ahora multiplicado por el encierro carcelario, al que sólo el amor parece poder redimir, aunque siempre aceche la amenaza de la doble personalidad, la de Joker capaz de fascinar a masas e individuos, y la del pobre Fleck amargado, que tanto rechazo provoca, y finalmente condenado como suele hacerse con este tipo de personajes, creyendo que la mejor redención es el sacrificio, aunque al final un nuevo éxito pueda motivar a sus guionistas para inventar otra secuela. Pero al final, como reza su publicidad y una de las estrofas más reconocibles de That's Entertainment de Arthur Schwartz y Howad Dietz, el mundo es un escenario (y el escenario un mundo de entretenimiento). Sólo así podemos a veces escapar de nuestras miserias; ya nos lo dijo Herbert Ross hace cuarenta años en Dinero caído del cielo. Pero el mayor logro sigue siendo ofrecer a quienes esperan tanta violencia, un musical romántico y nostálgico, y salir airoso. Ya lo dice la canción de Burt Bacharach, lo que el mundo necesita es amor, más que armas y violencia, y ahora, una vez más, más que nunca. Como curiosidad, algún final alternativo debía tener la película, porque echamos en falta una secuencia del tráiler en la que la pareja baja las escaleras del juzgado bailando con gesto triunfante.

jueves, 3 de octubre de 2024

ALEXA FARRÉ IRRADIA LUZ INCLUSO EN LA OSCURIDAD

Concierto nº 2 del ciclo Gran Sinfónico de la temporada 2024-25 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Alexa Farré Brandekamp, concertino/solista. Programa: Concierto de Brandemburgo nº 3 en Sol mayor BWV 1048; Concierto para violín nº 3 en Sol mayor K. 216, de Mozart; Sinfonía de Cámara en do menor Op. 110a, de Shostakovich (arr. Barshai). Teatro de la Maestranza, miércoles 2 de octubre de 2024


Tercer concierto de temporada de la Sinfónica y tercero dirigido por una mujer, de los muchos que se avecinan en una apuesta decididamente acertada. Tercer aforo generoso también, a pesar de celebrarse un miércoles en lugar del habitual jueves, lo que sin duda afianza esa excelente noticia de recuperación. Este segundo concierto de abono – el primero tuvo consideración de extraordinario en su calidad de cita inaugural – tuvo la particularidad de abordar páginas de concepción camerística, con la orquesta reducida y obras que no se encuentran habitualmente en su repertorio, con la excepción del concierto de Mozart.

De él se encargó su rutilante concertino, Alexa Farré Brandkamp, que ejerció de directora y solista en un programa muy comprometido y diverso, que recorrió el barroco de Bach, el clasicismo de Mozart y la relativa contemporaneidad de Shostakovich, procurando en la medida de lo posible adaptarse a cada lenguaje con rigor y responsabilidad.

El tercero de los seis conciertos denominados de Brandeburgo o Brandemburgo convoca tres coros de la misma familia de la cuerda, violines, violas y chelos, con contrabajo añadido, en un ejercicio de complicidad y diálogo en el que cada uno se opone y se mezcla con los demás en perfecto equilibrio, tal como pudimos observar en la interpretación ejemplar que nos brindaron Farré y un reducido conjunto de diez maestros y maestras de la ROSS. No hubo cadenza alguna en ese seudo segundo movimiento que consta de tan sólo un par de acordes al clave, defendido con discreción por Tatiana Postnikova, pero sí mucha fuerza, nervio y coraje en el allegro final, frente a la calma algo alicaída con la que se abordó el primer movimiento, a pesar de una limpieza y una nitidez extrema en el juego de voces que ofrece la partitura

Después, Farré en modo Anne-Sophie Mutter incluso en su brillante vestimenta, pero con gestos más relajados y menos alambicados, nos brindó un tercer concierto para violín de Mozart de hechuras impecables. La suya fue una interpretación caracterizada por su amplitud, una expresión muy sostenida y un elocuente diálogo con la orquesta, ya más amplia y con un sonido definitivamente terso y aterciopelado.


Con una sensacional participación del oboe y una cadenza de gramática harto singular, la concertino llevó la masa orquestal a un emotivo desarrollo en el allegro inicial, mientras el adagio resultó un dechado de belleza y sensibilidad, aflorando en todo su esplendor su conmovedora poesía. El rondó final fue tan preciso como lleno de gracia e imaginación. Como propina, una arrebatadora versión de Por una cabeza de Carlos Gardel, sirvió para que la magia de Farré lograra que de su instrumento aflorasen varias voces al unísono.

De la luz a la oscuridad

Y de la luz que irradian estas dos esplendorosas páginas, pasamos en la segunda parte a la oscuridad de una pieza tan dolorosa y autobiográfica como el Cuarteto nº 8 de Shostakovich, en la adaptación para orquesta de cuerda que realizó Rudolph Barshai con permiso del autor en 1967, convirtiéndola en la primera y más famosa de las cinco sinfonías de cámara que surgieron de idéntica operación. El trágico asedio de Dresde en la Segunda Guerra Mundial sirvió de inspiración a la partitura, previo encargo de una banda sonora de película que no llegó a cuajar, para que Shostakovich derramara ahí toda su trágica desazón, con citas continuas a otras partituras propias y ajenas, y sonidos onomatopéyicos que sugieren la amenaza del régimen soviético que tanto lo encumbró como vilipendió.

Farré y la plantilla emprendieron la difícil tarea de transmitir todo este tormento de pie, quizás para potenciar aún más su carácter agitado y nervioso. Los resultados fueron espléndidos, emotivos y aterradores a la vez, con pasajes tan magistralmente resueltos como la danza diabólica o el vals irónico, pero también marcados por la tristeza y el descontento en el movimiento inicial y el largo y doloroso epílogo. Si no disfrutaron de este magnífico concierto ayer, no duden en hacerlo hoy.

Fotos: Marina Casanova
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 2 de octubre de 2024

DULCE CANTO EN UN LUGAR DE ENSUEÑO

Otoño Barroco. Raquel Andueza, soprano. La Galanía: Pablo Prieto,violín; Jesús Fernández Baena, tiorba. Programa: Alma che fai. Música italiana del siglo XVII (obras de Domenico Obizzi, Enrico Radesca, Giovanni Battista Camerella, Domenico Crivellati y anónimos). Patio de la Casa de los Pinelo, martes 1 de octubre de 2024


Organizados por la Asociación de Amigos y Amigas de la Orquesta Barroca de Sevilla, hace años que los conciertos del Otoño Barroco se celebran en lugares emblemáticos de la ciudad, dándolos a conocer, especialmente a través de las cuidadas intervenciones de especialistas en la materia. De los cuatro que tendrán lugar esta temporada, los dos primeros han tenido o tendrán lugar en palacios tan relevantes como la Casa de Pilatos, uno de nuestros reclamos turísticos más importantes, o la Casa de los Pinelo donde tuvo lugar el de ayer que hoy se repite. Concretamente fue su patio, un lugar de verdadero ensueño donde ya en otras ocasiones, hace mucho, pudimos disfrutar de veladas musicales tan agradecidas como la de ayer tarde, el testigo del dulce canto de Raquel Andueza, delicadamente arropada por dos de sus compañeros de viaje, Pablo Prieto y Jesús Fernández Baena.

El resultado fue tan satisfactorio que apenas pudimos echar de menos a otros habituales de la formación, como Juan Carlos de Mulder a la guitarra o David Mayoral a la percusión. Tampoco el repertorio exigía la presencia de más músicos, pues se adapta a la perfección a un conjunto tan limitado como a otro más numeroso, siendo incluso lo primero una excelente solución para dejarse seducir por el encanto de una música tan bien cantada y acompañada. Encima en un lugar tan lleno de magia y de historia, desde que Jerónimo de Pinelo, heredero de la fortuna de una rica familia genovesa de comerciantes, la construyera en pleno Renacimiento. Un lugar muy relacionado arquitectónicamente con otros palacios sevillanos, como el de las Dueñas o la Casa de Pilatos ya mencionada, y que hoy sirve de sede para dos importantes instituciones culturales, las Academias de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría y la de las Buenas Letras. Y precisamente fue un académico de esta última, Rafael Sánchez Saus, quien ayer se encargó de ilustrarnos sobre el lugar, de la misma manera que hoy lo hará Antonio Caballos Rufino, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla.


Tras el fallecimiento de Jerónimo de Pinelo, la casa pasó a manos del cabildo catedralicio hasta la desamortización de 1855, que pasó a albergar distintas funciones, incluido almacén comercial y casa de huéspedes. En 1954 fue declarada monumento nacional y desde 1966 es propiedad del Ayuntamiento. En su patio destacan los arcos ornamentados con hermosas yeserías platerescas y un conjunto de cabezas pertenecientes a personajes ilustres, algunos inspirados en Los siete libros de Diana, de Jorge de Montemayor. Y allí pudimos constatar la buena forma en la que se encuentra la voz de Andueza, tras tantos años de ausencia en nuestra ciudad, problemas de salud mediante. Con el fin de no forzarla y no someterla a acrobacias insostenibles, su estilo, siempre perfecto y apropiado, apunta ahora a un canto dulce y extremadamente delicado, que sin sacrificar en potencia opta sin embargo por una vertiente de ternura que se traduce en un magistral acento en los tonos, los colores y los gestos, de forma que nos hizo embelesar con madrigales, tarantelas de ritmo insólitamente pausado pero paulatinamente creciente, y nanas plenas de encanto y dulzura.

Junto a ella, el violín de Pablo Prieto se prestó a vertiginosas secuencias y la tiorba de Fernández Baena a un atinado y elegante ropaje. Ambos destacaron en las piezas instrumentales, especialmente unos correntes o courantes, y un Bal del Duca efervescente, también llenos de encanto y dulzura. Todo en torno al amor en sus distintas vertientes, a cuyos textos no fuimos ajenos, a pesar del italiano arcaico, gracias a las elocuentes presentaciones de la cantante pamplonica. Las siguientes citas nos llevarán el lunes 21 de este mes a la Casa de Pilatos de la mano de Antonio Simón, que nos deleitará con obras de Liszt al fortepiano. El 10 de noviembre en el Espacio Turina será el turno de la Joven Orquesta Barroca de Sevilla, y en ese mismo espacio tendrá lugar el 4 de diciembre el ya tradicional concierto participativo con la Orquesta Residente del Otoño Barroco.

Fotos: Luis Ollero

martes, 1 de octubre de 2024

75 AÑOS SIN JOAQUÍN TURINA: EL COMPOSITOR SEVILLANO, PROTAGONISTA DEL OTOÑO MUSICAL

José Luis García del Busto, Rafael Ruibérriz de Torres y José Luis Turina

Sevilla siempre ha hecho justicia a la música de uno de sus compositores más sobresalientes y universales, Joaquín Turina. Tres de sus composiciones más populares y reconocidas, La oración del torero, las Danzas fantásticas y La procesión del Rocío, se interpretan con cierta frecuencia en la ciudad de la Giralda, y no hace muchos años que dejó de celebrarse el Festival de Música de Cámara Joaquín Turina. Lo hacía cada dos años y concitaba a un buen número de prestigiosos intérpretes para trabajar juntos en distintas combinaciones instrumentales, incluyendo en cada concierto alguna pieza del autor que le prestaba su nombre, todo ello coordinado por la pianista Benedicte Palko. Pero este festival desapareció hace tiempo, como tantas convocatorias que han fenecido en esta ciudad a pesar de haber conseguido consolidarse, entre ellas los Encuentros de Música de Cine de Sevilla, que precisamente nacieron con un concierto en el entonces Álvarez Quintero, hoy Espacio Turina, en el que la Sinfónica de Madrid dirigida por Antón García Abril nos dio a conocer la música cinematográfica de Turina.

Joaquín Turina nació en Sevilla el 9 de diciembre de 1882, y murió en Madrid el 14 de enero de 1949. Precisamente esta última efeméride es la que ha dado pie a Ruta Turina, un ambicioso proyecto del ICAS liderado por el flautista y gestor cultural Rafael Ruibérriz de Torres, que conjuga el trabajo y el esfuerzo de prácticamente todas las instituciones y asociaciones que dan vida musical a la ciudad. Habiendo agotado en Sevilla las enseñanzas en armonía y composición de Evaristo García Torres, maestro de capilla de la Catedral, y en piano de Enrique Rodríguez, Turina completó su formación en el Conservatorio de Madrid y la Schola Cantorum de París, donde estudió con Vincent d’Indy y se adiestró en la corriente franco-belga que lideraba César Franck. Conoció a Albéniz y a Falla a propósito del estreno en París de su Quinteto Op. 1, quienes le convencieron de abandonar ese estilo europeizante y cosmopolita empleado en tan impresionante obra para centrarse en un lenguaje más nacionalista, sin perder la elegancia y el señorío que ya evidenciaban sus notas. Algo que en palabras de su nieto, José Luis Turina, compositor y académico, supuso una notable metamorfosis en el catálogo de su abuelo.

Una mesa redonda muy académica e ilustrativa

Precisamente fue José Luis Turina quien contó esta anécdota de la mano de un texto de su propio abuelo. Él, junto al crítico musical y también académico José Luis García del Busto y el coordinador de esta Ruta Turina con la que se homenajea al compositor cuando se cumplen setenta y cinco años de su fallecimiento, participaron en la mesa redonda con la que arrancó esta aventura en el Espacio Turina, tras una breve introducción de Cristina Lucio-Villegas al piano interpretando dos de los tres movimientos que integran el ciclo Por las calles de Sevilla.

García del Busto destacó la versatilidad del compositor y la relevancia de algunas de sus obras fundamentales, mientras José Luis Turina reveló algunos recuerdos de infancia y juventud, incluido cómo residiendo su abuelo a la espalda del entonces edificio de Correos en Madrid, descubrió en el trastero del inmueble algunos manuscritos, entre los cuales se encontraban algunas de las joyas que recupera este imponente ciclo.

Turina regresó a España en 1941 y se instaló en Madrid, donde contrató con la Unión Musical Española la publicación de su obra, centrada en música fundamentalmente escrita para cuerda, lo que impidió que su proverbial versatilidad se extendiera a otros instrumentos, especialmente los de viento. En Madrid fue director y crítico musical de la revista El Debate, catedrático en el Conservatorio y director del departamento musical del Ministerio de Educación.

Un extenso catálogo, parcialmente recuperado en esta ruta

Prácticamente la totalidad de las instituciones públicas y privadas que organizan cada temporada la programación musical de la ciudad, participan en esta efeméride, ya sea incluyendo en sus propuestas alguna pieza del compositor, o dedicándole monográficos especialmente concebidos para esta ruta tan especial. Los primeros en sumarse serán Juventudes Musicales de Sevilla con el concierto que Noelia Navas dará en el Pabellón Domecq del Parque María Luisa. Después, la Sala Cero celebrará un concierto del Cuarteto Almaclara-Inés Rosales, y el organista Gereon Krafhorst interpretará una obra en el Oratorio de la Santa Escuela de Cristo, organizado por la Asociación de Amigos del Órgano Cavaillé-Coll de Sevilla. El Festival de la Guitarra colaborará a finales de octubre y principios de noviembre con obras tan representativas del arte de Turina a la guitarra como el Fandanguillo Op. 36 o la Sonata Op. 61, algo que no cultivaron ni Albéniz ni Granados, y Falla sólo lo hizo en una ocasión.

Cristina Lucio-Villegas

Ya en el mes de los difuntos, Cristina Bayón participará en un concierto en el Real Círculo de Labradores en el que interpretará entre otras obras el Homenaje a Tárrega Op. 69. En el seno del Festival de Cine Europeo, el Cine Odeón de Plaza de Armas proyectará la película El abanderado, con música de Turina. El barítono Alfonso Mújica, dentro de un recital en el Espacio Turina, interpretará Poema en forma de canciones Op. 19, y el Ateneo de Sevilla albergará una mesa redonda sobre el Turina mas desconocido, su música de juventud, religiosa y lírica, de la mano entre otros del historiador y crítico musical Andrés Moreno Mengíbar y la comisaria de la exposición que tendrá lugar también en ese espacio, Ana Ruibérriz. La histórica Orquesta Bética de Cámara se sumará a la ruta con piezas como Poema de una sanluqueña y La oración del torero.

Jorge Bayona incluirá en su concierto de piano en el Cartuja Center Cite, el ciclo Sacromonte Op. 55. El Cuarteto Isbilya protagonizará en el Espacio Turina uno de los monográficos, en torno a su música de juventud, en el que se incluye el robusto Cuarteto Op. 67. El otro monográfico será en la Iglesia del Salvador, de la mano de la Archicofradía de Pasión y el Excmo. Cabildo de la Catedral. La Orquestina, las voces del tenor Francisco Fernández Rueda y el barítono Andrés Merino, y la pianista Cristina Lucio-Villegas, nos darán a conocer entre otras, algunas de sus obras religiosas, incluido un Ave María. Una clase magistral de Pérez Floristán en el Conservatorio Manuel Castillo, organizada por la Fundación Barenboim-Saïd, completa la oferta de noviembre.

Fin de fiesta hasta el día de su cumpleaños

Un concierto de voz y piano en la Catedral, y otro de la sección de vientos de la Sinfónica Conjunta interpretando bajo la dirección de Camilo Irizo y el patrocinio de la Universidad de Sevilla y el Conservatorio Manuel Castillo una transcripción de las Danzas fantásticas, forman parte de la oferta de diciembre. El organista Jesús Sampedro incluirá una pieza del compositor en el Oratorio de la Santa Escuela de Cristo, mientras el internacionalmente famoso guitarrista Pablo Sainz Villegas incluirá en su recital de diciembre en el Maestranza la Sevillana Op. 29. Diciembre culminará con la inclusión de una pieza muy querida por el autor, Navidad Op. 16, en el habitual concierto navideño de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla que dirige Vladimir Dmitrenco.


Pero en enero continuará la celebración, con el trío Círculo incluido en el programa que el Conservatorio Manuel Castillo propone en el ciclo de música de cámara de la ROSS que se celebra cada temporada en el Espacio Turina. Y el 13 de enero culmina la ruta, un día antes del cumpleaños del compositor, con un monográfico en el Teatro Cajasol organizado por la Compañía Sevillana de Zarzuela, con la complicidad de la Real Academia de Bellas Artes Sta. Isabel de Hungría y la Fundación Cajasol, en el que la soprano Aurora Galán y el pianista Javier Molina desgranarán algunas de las composiciones líricas de Turina, incluidas piezas de sus óperas Margot y Jardín de Oriente, de cuya compleja y metódica recuperación se encargó su nieto José Luis a principios de los años ochenta del pasado siglo, según él mismo relató en esta mesa redonda de inauguración.

Lástima que en este acto de presentación prescindiéramos de la voz de Leonor Bonilla, manifiestamente indispuesta, que con las voces del Grupo de Cámara Santa Cecilia y el concurso de la pianista Lucio-Villegas, debía haber interpretado la Plegaria de la Divina Pastora Op. 22, una obra que el autor compuso en 1900 para la Hermandad homónima de Cantillana, con la que su madre guardaba fuertes lazos devotos y sentimentales. Como puede comprobarse, todo un esfuerzo de colaboración y solidaridad entre todos los agentes culturales que velan por la buena salud musical de la ciudad, que convierten esta Ruta Turina, cuya apuesta de continuidad forma parte del proyecto del ICAS, en una empresa tan emotiva como absolutamente sentimental. A buen seguro que nadie sufrirá ningún tipo de decepción.

Fotos: Luis Ollero
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 30 de septiembre de 2024

WOLFS Una miserable pérdida de tiempo

USA 2024 108 min.
Guion y dirección
Jon Watts Fotografía Larkin Seiple Música Theodore Shapiro Intérpretes Brad Pitt, George Clooney, Amy Ryan, Austin Abrams, Poorna Jagannathan, Zlatko Buric, Richard Kind Estreno en el Festival de Venecia 1 septiembre 2024; en Apple TV+ 27 septiembre 2024

Jon Watts
se ha labrado un supuesto prestigio con los tres últimos Spiderman, protagonizados por Tom Holland. Ahora parece querer implicarse a fondo, también como autor de su guion, con esta historia de hombres duros a lo largo de una agitada y pesadillesca noche neoyorquina. Por su parte, la implicación de sus dos famosos y atractivos protagonistas, que ejercen también de productores, parece residir más bien en facilitar su habitual paseo por el Lido veneciano, pues sus trabajos no pueden resultar más anodinos y descarriados, en consonancia con la desgraciada película.

Se trata de un auténtico despropósito cuya escasa atracción emocional nos invita a pensar en otra cosa conforme avanza su intrascendente trama, lo que de paso provoca que cuando surge algún giro supuestamente inesperado, apenas nos hagamos eco del mismo. Clooney y Pitt interpretan a un par de solucionadores de situaciones incómodas a las que hayan quedado expuestas personas lo suficientemente influyentes como para permitirse sus altos honorarios. A partir de uno de estos incidentes, protagonizado por una importante fiscal, asistimos a la típica persecución sin cuartel, trampas gangsteriles y hasta una multitudinaria boda en la que los dos maduros galanes bailarán con tanta desgana como realizan el resto de su trabajo.

Quien más se lo trabaja al final es el joven Austin Abrams, aunque mucho nos tememos que tampoco irradia la luz suficiente como para justificar la miserable pérdida de tiempo a la que nos somete esta anodina cinta tan violenta como fría y distante, que además incluye evidentes fallos como esa sangre en el vestido de Amy Ryan que no parece haber brotado de ninguna parte. Se supone que debe resultar elegante y divertida, pero no logra ser ni lo uno ni lo otro, y es una lástima porque con su premisa argumental podría haber sido al menos intrigante.