viernes, 5 de diciembre de 2025

LEONOR BONILLA RESPLANDECE JUNTO A LA ROSS

Sinfónico 6: Tutto Mozart. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Leonor Bonilla, soprano. Jan Willem de Vriend, dirección. Programa: Obertura de Lucio Silla, K.135; Popoli di Tessaglia! Io non chiedo, eterni Dei, K.136; Adagio y fuga en Do menor, K. 546; Vorrei spiegarvi, Oh Dio!, K. 418; Ah se in ciel, benigne stelle, K. 538; Sinfonía nº 41 en Do mayor, K. 551 “Júpiter”, de Wolfgang Amadeus Mozart. Teatro de la Maestranza, jueves 4 de diciembre de 2025


Otro lleno casi absoluto y un gesto más del Maestranza para cumplir su función de templo de la lírica, tras unas semanas apoteósicas en las que hemos podido disfrutar de La reina de las hadas de Les Arts Florissants, Orfeo y Eurídice con Cecilia Bartoli, Lucrezia Borgia de Donizetti, y el próximo domingo el esperado recital de Xabier Anduaga. Que el público esté respondiendo de esta manera tan entusiasta y entregada a tan rica y a la vez inabarcable oferta, quizás sea un síntoma de que el interés por la gran música vuelve a lucir en esta tierra con tantos festejos y celebraciones.

El sexto programa de abono de temporada de la Sinfónica se inscribe también en esa programación lírica del Maestranza, con la intervención estelar de la soprano sevillana Leonor Bonilla, consolidada ya como gran estrella internacional, cuyas generosas aptitudes quedaron fehacientemente demostradas en un programa tan exigente como el diseñado por Macías y el equipo responsable de la orquesta. La propuesta es un Todo Mozart, o quizás más bien un Sólo Mozart, pues gramaticalmente todo respondería más bien al inabarcable catálogo completo del compositor, mientras sólo se circunscribe a una selección del único autor en el programa.

De cualquier forma, una obertura operística, tres arias de concierto, una pieza de juventud y su última y grandísima sinfonía, dan buena muestra del arte y la estética inconfundiblemente mozartiana. A la batuta, el trabajo del holandés Jan Willem de Vriend se antojó robusto, entusiasta y muy atento a cada inflexión de la orquesta, así como respetuoso frente a las de la voz, una Leonor Bonilla quizás en su mejor momento, muy madura y capaz de enfrentarse a los retos más difíciles y salir triunfante.

Un talento que ha crecido ante nuestros ojos y oídos

Tenemos la suerte absoluta de haber sido testigos de la extraordinaria evolución de esta joven soprano sevillana, desde su triunfo en el Certamen Nuevas Voces de Sevilla hasta su jocosa participación en El califa de Bagdad de Manuel García hace apenas dos meses, pasando por aquella Lucia di Lammermoor en 2018 y los recitales y galas con las que nos ha acompañado en varias veladas felices. La de anoche, que se repite hoy, se suma a todas ellas con un concierto de enorme calidad y calado entre la afición, que no dudó en ovacionar hasta el infinito el talento de su voz y encanto.

Popoli di Tessaglia! es un aria concebida para incluirse en la ópera Alceste de Gluck, pero de tal complejidad que rara vez lo hace, de forma que se ha reservado para concierto y voces muy atrevidas, como la de Bonilla, que logró salir airosa de tan difícil misión. La pieza, una combinación de recitativos y arias de considerable duración, ofrece ocasiones de sobra para el lucimiento, pero también notas de muy difícil resolución que Bonilla afrontó de forma lúcida y brillante. A esa dificultad técnica superada hay que añadir la enorme belleza de su voz y el gusto exquisito con que la entona.

Con extrema delicadeza y un cuidado extraordinario en los acentos, entonó la muy melódica Vorrei spiegarvi, otra aria de concierto destinada a una ópera ajena, en la que la desesperanza por amor cobra un sentido especial a través de la belleza de la línea melódica, maravillosamente defendida por la rutilante y estupendamente ornamentada voz de la soprano, y siempre con la complicidad de la batuta. En Ah se in ciel, benigne stelle es su exigente coloratura lo que puede poner en jaque a la cantante, mientras se debate entre el amor y la muerte. Bonilla empleó todos los recursos posibles para conseguir una interpretación vertiginosa y exuberante de la pieza, siempre bajo la mirada atenta y el respeto absoluto que desplegaron el director y la orquesta, con especial mención a los bellísimos solos del clarinete acompañando la estremecedora melodía.


Una batuta informada y elegante

En el primer encuentro de Jan Willem de Vriend con la Sinfónica, sus ademanes enérgicos y entusiastas recibieron una óptima respuesta por parte de una orquesta que aunque reducida a la treintena de integrantes, sonó con una suntuosidad increíble. Así pudimos comprobarlo en la vivaz primera parte de la obertura de la ópera de juventud Lucio Silla, mientras en la segunda desplegó todo su encanto y armonía, para regresar al ímpetu y la voracidad en la tercera y conclusiva.

Más singular nos pareció el Adagio y fuga K. 546, un particular homenaje a la gramática bachiana que juega en bucle y recrea sonoridades en espiral que se van superponiendo, con especial énfasis en una cuerda grave que da mucho cuerpo a la partitura. La respuesta aquí de director y orquesta fue también impecable.

Por muchas veces que escuchemos la Júpiter de Mozart, nunca nos cansaremos de hacerlo. Los primeros acordes nos parecieron abruptos, secos y acelerados, temiendo que la interpretación históricamente informada, siguiendo la tercera vía de los instrumentos modernos, fuera a disgustarnos por sus marcados acentos y dinámicas muy contrastadas. Sin embargo, la sinfonía deambuló con fluidez y soltura, vibrato reducido, planos sonoros muy bien diseñados y matices en los que se vislumbró una especial elegancia para afrontar tan archiconocida pieza. En consecuencia, nos gustó este director holandés implicado en varias formaciones de prestigio europeas y asiáticas.

Fotos: Marina Casanova
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 4 de diciembre de 2025

GOLPES Historias en transición

España-Francia 2025 102 min.
Dirección Rafael Cobos Guion Rafael Cobos y Fernando Navarro Fotografía Sergi Vilanova Música Bronquio Intérpretes Jesús Carroza, Luis Tosar, Teresa Garzón, Cristina Alcázar, Carlos Bernardino, Cristalino, Paco Mora, Antonio Estrada, María José Mariscal, Juan Carlos Villanueva, José Rasero, Alejandro escamilla, Lorenzo Ares Ayllón Estreno en el Festival de Valladolid 26 octubre 2025; en salas 5 diciembre 2025

Interesante debut en la dirección de Rafael Cobos, colaborador incondicional de Alberto Rodríguez como guionista prácticamente desde el inicio de su carrera. Ahora, en solitario, y quizás aprovechando todo lo aprendido respecto a nuestra transición política para generar el documentado y meticuloso guion de la serie Anatomía de un instante, nos cuenta una historia marcada por los años del franquismo, la desdicha sufrida por dos hermanos y cómo les marca para el futuro, cuando en la década de 1980 uno se muestra rebelde con la sociedad, mientras el otro se ha adaptado a ella. Sin embargo, a pesar del bagaje, los personajes se muestran bastante estereotipados y algo acartonados. El hermano más joven resulta más jovial, decidido y comprometido con el cambio que el mayor, de mirada taciturna, incapaz de mejorar su existencia en lo profesional ni en lo personal.

Jesús Carroza tiene por lo tanto mayor posibilidad de lucimiento que Luis Tosar, encerrado en un personaje sin luz ni apenas matices, policía amargado en busca y captura de su hermano líder de una banda de ladrones con los que pretende amasar la pequeña fortuna que le permita lograr la justicia que la transición no se atrevió a formular respecto a una memoria histórica entonces todavía reciente. Por lo tanto, el film no carece de interés, recreando en cierto modo la fórmula del cine quinqui de los ochenta, que tuvo también su homenaje hace unos años de la mano de Daniel Monzón y La ley de la frontera, pero en esta ocasión al servicio de una reivindicación social y jurídica que todavía hoy en día no ha recibido satisfacción.

Una acertada ambientación de la Sevilla de la época y la sorprendente banda sonora de Bronquio logran un trabajo aseado, quizás por debajo de la sofisticación a la que nos tiene acostumbrados Cobos en sus libretos, pero funciona como entretenimiento y nueva y necesaria llamada a una justicia que no acaba de cuajar ante los múltiples impedimentos que ejerce la derecha institucionalizada. Golpes se estrenó en el Festival de Valladolid, lo que nos sirve para entonar un merecido recuerdo a José Luis Cienfuegos, su director y durante más de una década director del Festival de Cine Europeo de Sevilla, fallecido el pasado martes a los sesenta años por un derrame cerebral. Nuestro agradecimiento más sincero a quien tanto trabajó y con tanto acierto por nuestro festival.

MARINA REBEKA DESTACA EN LUCREZIA Y LOS LOBOS

Música de Gaetano Donizetti. Libreto de Felice Romani, basado en la obra homónima de Victor Hugo. Maurizio Benini, dirección musical. Silvia Paoli, dirección escénica. Andrea Belli, escenografía. Valeria Donata Bettella, vestuario. Alessandro Carletti, iluminación. Sandhya Nagaraja, coreografía. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro Teatro de la Maestranza (Íñigo Sampil, director). Con Marina Rebeka, Duke Kim, Krzysztof Baczyk, Teresa Iervolino, Jorge Franco, Pablo Gálvez, Julien Van Mellaerts, Matías Moncada, Moisés Marín y Alejandro López. Coproducción del Teatro de la Maestranza, Auditorio de Tenerife, Ópera de Oviedo y Teatro Comunale de Bolonia. Teatro de la Maestranza, miércoles 3 de diciembre de 2025

Marina Rebeka y Duke Kim

El enorme éxito que esta ópera de Donizetti tuvo en el siglo XIX, compuesta justo entre las hoy más populares El elixir de amor y Lucia di Lammermoor, dio paso a un inexplicable olvido en el XX, sólo superado cuando fue rescatada en los sesenta con Montserrat Caballé en el rol principal. Puede que albergar uno de los argumentos más horripilantes de toda la historia de la ópera influyera en ese abandono. El Teatro de la Maestranza nunca tuvo la oportunidad de lucir sus encantos, y ahora, treinta y cuatro años después de su inauguración, coincidiendo con el recuerdo obligado a quien tanto hizo por consolidar su posición a principios de su trayectoria, el recientemente fallecido José Luis Castro, salda esa deuda con uno de los títulos más controvertidos del compositor bergamasco.

Si no fuera porque esta coproducción se ha podido ver y escuchar ya en las sedes de los otros teatros asociados, Tenerife, Oviedo y Bolonia, diríamos que su escenógrafo se podría haber inspirado en el antiguo mercado sevillano de la Puerta de la Carne para crear el espacio en el que desarrollar la historia, con esa mezcla de edificio industrial abandonado con toques de decoración art propia de los años treinta en los que la directora escénica Silvia Paoli ha decidido ambientar este drama maquiavélico.

Una puesta en escena poco acertada

De nuevo asoma la ambición desmedida de un regista, en este caso una, para imponerse al verdadero brillo y talento de la música, aunque esta vez hemos de reconocer que por poco que nos hayan gustado sus soluciones formales, estéticas y psicológicas, pareció seguir el drama musical con cierto respeto. Lucrecia Borgia representó durante mucho tiempo el icono de mujer vengativa y despiadada, una forma que el hombre siempre ha tenido de ensombrecer y marginar a la mujer, y que tiene su máxima representación en la figura de las brujas, todavía hoy vigente.


Situarla en su justo contexto, como mujer manipulada, víctima de la ambición y la crueldad de los hombres, se ha convertido hoy en algo recurrente. Pero lavar su imagen y mostrarla como víctima más que como verdugo, exige una mayor información, más sutileza y cultura de la que Paoli ha sido capaz de exhibir en su subrayada propuesta. Ya a finales de la década de los cuarenta del siglo pasado, el gran Mitchell Leisen tuvo el acierto de hacerlo bajo el aspecto de Paulette Goddard, mostrando al personaje como mujer manipulada por su hermano César, al que Macdonald Carey tuvo el atrevimiento de encarnar mostrando una enfermiza atracción por su hermana ¡en los años cuarenta!.

Paoli ha preferido, en lugar de respetar la época y osar ahí mismo cambiar el mito y hacerle justicia, trasladar la época al período de entre guerras dominado por Mussolini, lo que en principio no resulta descabellado, dado el ambiente malsano de crueldad y depravación que comparte con la Italia de los Borgia, despiadada familia de papas con origen valenciano. En ese contexto Paoli se empeña en hacer todo un muestrario de humillaciones de la mujer, desde las prostitutas del prólogo, pasando por las masacradas protagonistas de una snuff movie del primer acto, hasta las mujeres florero del segundo, víctimas de la moda, convertidas en réplicas de Jean Harlow como Billy Wilder hizo en la fiesta de El mayor y la menor, donde todas las adolescentes lucían como Veronica Lake.

Como puede observarse, todo estaba ya inventado antes de que Paoli llegara con sus ocurrencias, algunas de las cuales desviaron nuestra atención de lo que verdaderamente importa, la música, algo que nunca se debe hacer. El colmo fueron las gracietas que tuvieron que hacer los integrantes del coro, destinadas a ridiculizar con brocha gorda al ejército fascista, como la sesión de gimnasia o el baile a lo musical de Broadway, todo resuelto con ausencia total de gracia y buen gusto.

Afortunadamente hubo calidad en lo musical

En lo estrictamente musical hubo mucha más dignidad y acierto. La soprano letona Marina Rebeka debutó aquí en el papel principal, después de una fulgurante carrera que le ha paseado por los mejores escenarios del mundo. Y demostró desde los primeros acordes tener dominado el papel, acomodando sin aparente esfuerzo su voz y su estilo a lo demandado por el complejo papel, tanto en lo dramático como en lo canoro. El suyo sí fue un trabajo delicado y cargado de buen gusto y elegancia. No hacía falta rodearla de lobos, otra ocurrencia ridícula, primero como niña convertida en Caperucita Roja, para que ella sola, con su actuación y canto, mostrara una Lucrecia atormentada y sensible, con una fuerte carga sentimental volcada hacia su hijo ilegítimo y presunto fruto del incesto, Gennaro.

Rebeka y Krzysztof Baczyk

Poseedora de una voz potente, de timbre precioso, capaz de rutilantes sobreagudos y un legato firme, como demostró en un ovacionado Com’é bello, Rebeka fue un dechado de virtuosismo y convicción dramática, que encontró el colofón impecable y estremecedor en ese Era desso il figlio mio que cierra la función. Su control de la coloratura y capacidad para ornamentar con agilidad y elegancia quedó demostrado a lo largo de toda la ópera. Por su parte, Gennaro se benefició de un tenor lírico de considerable desenvoltura, el surcoreano Duke Kim, de perfil canoro y físico muy adecuado al papel, que logró entusiasmar con arias como Di pescatore ignobile, a pesar de que en algún momento puntual exhibió roces incómodos que desaparecieron el resto de su actuación.

También convenció sobradamente el bajo polaco Krzysztof Baczyk como Don Alfonso. Su voz profunda y perfectamente colocada logró momentos estelares como Viva! Evviva!, mientras la mezzo Teresa Iervolino conjugó fuerza y expresividad como un Orsini impecable, con una amplia tesitura al servicio de, por ejemplo, un Segretto per esser felice de amplio registro y holgada coloratura. Juntos, Iervolino y Kim lograron entonar un Onde a lei ti mostri grato de gran calado y considerable proyección. Cuatro principales de gran calidad, respaldados con dignidad por el resto del elenco, particularmente los tenores Jorge Franco y Moisés Marín, éste obligado a hacer el payaso en escena, y el bajo Matías Moncada.

En el foso, el veterano Maurizio Benini se desenvolvió como cabía esperar, con soltura y dominio de la partitura y la gramática donizettiana. Acompañó las voces con respeto, acomodándose a las diferentes tesituras, y logrando que la predecible orquestación brillara con categoría, sonoridades singulares y largas figuraciones, dejando al conjunto orquestal supeditado a la expresividad y el virtuosismo de las voces. Menos resuelto estuvo en esta ocasión el coro, que sonó algo descompasado y destemplado en el prólogo, si bien más tarde potenció el trabajo de los cantantes, especialmente el septeto de militares del segundo acto. Lástima que este buen trabajo musical no tuviera parangón en una puesta en escena caprichosa y desventurada, bajo una dirección escénica tan esquemática como otras muchas producciones que no aciertan en el trabajo puramente dramático.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 2 de diciembre de 2025

LA VOZ DE HIND Infancia feliz

Título original: Sawt al-Hind Rajab
Túnez-Francia 2025 89 min.
Guion y dirección
Kaouther Ben Hania Fotografía Juan Sarmiento G. Música Amin Bouhafa Intérpretes Motaz Malhees, Saja Kilami, Amer Hlehel, Clara Khoury Estreno en el Festival de Venecia 3 septiembre 2025; en Túnez 17 septiembre 2025; en España 28 noviembre 2025


Soy incapaz de imaginar cómo habrán resuelto nuestros distribuidores españoles la versión doblada de esta estremecedora película, cuya principal habilidad y mérito cinematográfico reside en combinar hábilmente la ficción con las grabaciones reales de una de tantísimas, infinitas, tragedias humanitarias sufridas en aquella región del mundo masacrada por la sinrazón del hombre. Gaza es el lugar en el que cientos de miles de personas son diariamente castigadas por algo que una organización terrorista execrable hizo hace un par de años en una fiesta de privilegiados jóvenes que disfrutaban de algo que a escasos metros de distancia otros y otras jóvenes jamás hubieran soñado disfrutar, tal es la brecha social y humana provocada por una irrespirable ocupación perpetrada inexplicablemente por quienes a su vez sufrieron el mayor desastre humanitario conocido en nuestro entorno en más de un siglo, dejando aparte otras masacres y desventuras tan o más trágicas de las que nuestros poderes fácticos apenas se hacen eco.

En fin, es nuestra historia y lo seguirá siendo, a la vista del auge igualmente inexplicable del neofascismo y la extrema derecha en todos los países de nuestro alrededor, negando espacio a la libertad, la igualdad, la diversidad y la convivencia, y dando humos a los y las Trump, Putin, Milei, Bolsonaro, Ayuso y, por supuesto, Netanyahu que lideran este maltrecho planeta. En este contexto, una película como La voz de Hind Rajab (aquí le hemos amputado el apellido a su desgraciada niña protagonista) se hace necesaria, imprescindible, aunque sus formas cinematográficas se nos antojen bastante simples, básicas e irremediablemente sensacionalistas. Cuatro trabajadores y trabajadoras de la Media Luna Roja luchan denostadamente al otro lado del teléfono, cada uno y una a su manera, por la supervivencia de una niña cuya familia ha sido asesinada en su coche por el ejército israelí simplemente porque pasaban por allí.

Ella era entonces la única superviviente y el momento aquel infernal enero de 2024 en un territorio ya reducido a escombros. La niña a la que, como a otros y otras miles, se le negó cualquier posibilidad de disfrutar de una infancia feliz, como se llamaba el colegio al que dejó de ir. Manifestaciones a lo largo y ancho del mundo exhiben fotografías de niños y niñas palestinas cuyas vidas han sido truncadas o marcadas, y en todas les vemos felices, jugando y sonriendo. La aprobación de unos ridículos protocolos, paradójicamente en manos de los propios verdugos, dilató en exceso el particular calvario de la niña y el irrespirable sufrimiento de quienes pretendieron salvarla, en un ejercicio que procura hacer sentir al público la misma desazón y sensación de impotencia que sufrieron sus protagonistas.

Detrás de la divulgación de este importante documento se encuentran personalidades del espectáculo del lado considerado progresista norteamericano, tal como entienden allí el término, como Brad Pitt, Joaquim Phoenix, Rooney Mara, Alfonso Cuarón o Jonathan Glazer, dándole el necesario empuje para que el resultado sea visto lo más posible y alcance las mayores glorias de la temporada, en materia de premios y distinciones. Ya se ha hecho con el Premio del Jurado en Venecia y el del Público en San Sebastián, y ha situado definitivamente a su comprometida directora en la cúspide del cine reivindicativo, tras el éxito cosechado con la estilizada El hombre que vendió su piel y el doloroso documental Las cuatro hijas. Esa hábil combinación de ficción y documental proporciona a esta película su particular estilo cinematográfico, mientras su desgarrador mensaje le proporciona su carácter de denuncia imprescindible e ineludible.

lunes, 1 de diciembre de 2025

SINGULAR Dolor virtual

España-Finlandia 2025 100 min.
Dirección
Alberto Gastesi Guion Álex Merino y Alberto Gastesi Fotografía Esteban Ramos Música Jon Agirrezabalaga y Ana Asuaga Intérpretes Patricia López Arnaiz, Javier Rey, Miguel Irirarte, Íñigo Gastesi, Emilia Lazo Estreno en el Festival de Sitges 11 octubre 2025; en salas 28 noviembre 2025

Tras una serie de cortometrajes y video-clips para Malú y Pablo López, Alberto Gastesi debutó en el largo con La quietud de la tormenta, una cinta que como ésta jugaba a combinar y difuminar realidad y fantasía a través del romance entre dos personas que se conocen en la visita a un apartamento en venta, para descubrir que quizás comparten un pasado remoto juntos. Ahora, el director donostiarra nos lleva de la mano por los vericuetos de la inteligencia artificial contándonos una historia de dolor no superado, al que una catarsis emocional y un tránsito protagonizado por una obsesión robótica, irá mostrando el camino para la asunción y la consecución de la paz y el consuelo ansiados
Gastesi mantiene un ritmo pausado y una atmósfera inquietante, y aunque conforme avanza la trama nos puede ir pareciendo rara o marciana, nunca llega a excederse en estos términos, de forma que consigue tenernos en vilo, intrigados por el devenir de unos acontecimientos que, incluso cuando entran en bucle obligado, nunca dejan de generar interés por su incógnita deriva.

Para que la estrategia funcione, sus protagonistas aportan un gran y meticuloso trabajo, especialmente Patricia López Arnaiz, que en su gesto de casi permanente extrañeza, diametralmente opuesto a la introducción de su personaje, logra generar en nosotros y nosotras esa inquietud e intriga necesarias. Por otro lado, el personaje le sirve para salir del encasillamiento de madre y tía en dramas familiares al que nos ha acostumbrado. También Javier Rey está a la altura del proyecto, mientras la inquietante mirada del joven Miguel Irirarte logra generarnos incertidumbre sobre la naturaleza y realidad de la narración.

La recurrente casa en el bosque, tan habitual en películas del género, cobra aquí cierto significado. Una evocadora fotografía, que se deleita en paisajes boscosos y un grisaceo lago en un incierto clima, así como la rompedora y excitante banda sonora, incluyendo el acertado uso del clásico de Bob Geldof y The Boomtown Rats I Don't Like Mondays, consigue redondear un producto original e insólito, al que unos aseados efectos visuales ponen la guinda definitiva.

domingo, 30 de noviembre de 2025

LA BARTOLI FUE EL RECLAMO, LA ORQUESTA LA REVELACIÓN

Orfeo ed Euridice, de Christoph Willibald Gluck. Libreto de Rainieri de Calzabigi. Ópera en concierto semiescenificada. Les Musiciens de Prince-Monaco. Gianluca Capuano, dirección musical. Il Canto di Orfeo (Jacopo Facchini, dirección del coro). Con Cecilia Bartoli y Mélissa Petit. Teatro de la Maestranza, sábado 29 de noviembre de 2025

Foto: Mª Ángeles Ruiz

La presencia de Cecilia Bartoli ayer en Sevilla fue quizás el mayor acontecimiento en la ciudad, sólo ensombrecido por el alumbrado navideño del Sr. Alcalde, que sirvió como reclamo para la habitual invasión de propios y extraños en las calles del centro. Un encendido que cada vez se adelanta más, promovido quizás por la costumbre adquirida en otras ciudades y pueblos, como Vigo, de tirar la casa por la ventana y derrochar lo indecible en estas fiestas. En ese contexto, otros lucieron sus mejores galas para rendir pleitesía a la diva, agotarla con cumplidos y forzarla a intervenir en celebraciones que, tras una actuación de tal calibre, a buen seguro poco le apetecerían.

Con tanto bullicio y oropel, nada hacía recordarnos que el Maestranza anda de luto tras el fallecimiento repentino de quien lo dirigió en aquellos ya lejanos años de posicionamiento, José Luis Castro. Si acaso, sólo la tristeza profunda con la que el equipo comandado por la Bartoli, que como buena italiana, y si fuera catalana igual, permite el artículo delante del nombre, abordó este singular título de la literatura lírica. Una ópera que como aquel otro Orfeo supuso toda una ruptura frente a lo hecho hasta entonces, un punto de partida para lo que vendría después, en plena transición del barroco al clasicismo.

Curiosamente, Orfeo y Eurídice nunca se ha representado escénicamente en el Maestranza, y sin embargo en el Villamarta de Jerez lo ha hecho en dos ocasiones. Sí la hemos disfrutado en versión concierto en mayo de 2011 de la mano de la Barroca de Sevilla, con Enrico Onofri a la batuta y las voces de Carlos Mena, Roberta Invernizzi y Maria Christina Kiehr. Ayer volvió a representarse en concierto, con pequeñas dosis escénicas, apenas patentes en la interpretación de sus protagonistas, algún juego de iluminación en el escenario y el patio de butacas, y un escueto vestuario.

Después de tantos años

Cecilia Bartoli no pisaba el Maestranza desde aquel glorioso recital de febrero de 2008, que provocó las más estridentes y delirantes ovaciones jamás recordadas en el coliseo sevillano. Han pasado casi veinte años y eso se nota en la voz, aunque menos de lo que esperábamos. Tampoco es esta pieza de Gluck el vehículo ideal para el lucimiento de las legendarias agilidades de la diva. Precisamente frenar esas exhibiciones circenses fue uno de los retos que se propuso el compositor de Baviera al engendrar este título mítico.


Con todo, el suyo fue un Orfeo intenso, quizás demasiado, dada su tendencia a la exageración y la sobreactuación, lo que a veces provocó que sus ademanes resultaran cómicos. Trajo a Sevilla, como antes hizo en Barcelona y Madrid, una versión poco transitada de la ópera, la de Parma de 1769, siete años después del estreno vienés para castrato, y cinco antes del estreno parisino para tenor. Fue con esta versión de Parma con la que empezó a obtener éxito, con castrato soprano en lugar de castrato contralto. Después vendrían otras transformaciones, como la más famosa de Berlioz, que la adaptó para contralto, así como más recientemente para barítono y contratenor, demostrando que Orfeo es apto para todos los timbres y tesituras.

No desaprovechó la Bartoli la ocasión para exhibir agilidades en aquellos pasajes que lo permitieron, pero sobre todo demostró mantener un timbre sedoso, precioso, y una proyección sobrenatural. Acusó más vibrato de lo habitual, pero también una capacidad increíble para apianar a discreción, como demostró en su declaración ante las furias, Che puro ciel, y sobre todo, en un insólito Che faró senza Euridice? a una vertiginosa velocidad, lo que le restó belleza, con cambios bruscos de ritmo que aprovechó para cantar de manera estremecedora.

Como en esta versión no hay final feliz, imprescindible en la época para triunfar, la soprano francesa Mélissa Petit pudo desdoblarse como Eurídice y Amor, pues sólo en la escena final, mutilada en esta versión, coinciden ambos personajes en escena. Como Amor, portando un gran corazón para evitar confusiones, abordó de manera impecable Gli sguardi trattieni, desenvolviéndose con corrección, buena interpretación y sentido del drama en el resto de su aportación, ya como enamorada y desconfiada esposa.


Magníficos músicos y coro

Pero quienes verdaderamente nos sorprendieron fueron Les Musiciens de Prince-Monaco (o Les Musiciens du Prince), una voluminosa orquesta de porte barroco que nos regaló una interpretación sumamente delicada de la partitura, de sonido aterciopelado y cristalino, con aportaciones solistas de enorme categoría y un trabajo en equipo de sobresaliente calado. En el apartado más dinámico, la orquesta brilló en la obertura y muy especialmente en una prodigiosa danza de las furias, quizás algo exagerada en el apartado de percusión, pero sensacional en todo lo demás. El milanés Gianluca Capuano exprimió al máximo las posibilidades de tan acertado conjunto.

Así mismo brillaron las voces de Il Canto di Orfeo, que acertaron en lo musical y en lo dramático, logrando así adecuar la música al drama, como pretendía el autor, combinando luz y oscuridad, sencillez y pathos, en definitiva amor y odio, arropando de la mejor forma posible la intención de la gran protagonista de la noche, Cecilia Bartoli.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

BELLA Publirreportaje tópico pero necesario

España 2025 61 min.
Dirección
Manuel H. Martín y Amparo Martínez Barco Guion Manuel H. Martín y Carmen Jiménez Fotografía (animación) Hilario Abad Música Beatriz López-Nogales Voces Michelle Jenner, Víctor Clavijo, Juan Carlos Villanueva, Gema Abad, Mercedes Hoyos, Numa Hoyos, Bernabé Rico, Hilario Abad, Manuel H. Martín Estreno en el Festival de valladolid 27 octubre 2025; en salas 28 noviembre 2025

Manuel H. Martín
 fue el responsable del documental animado 30 años de oscuridad sobre una víctima de la Guerra Civil que tuvo que vivir escondido, y del documental de imagen real El viaje más largo, sobre Magallanes y Elcano. Ahora presenta en colaboración con Amaro Martínez y Carmen Jiménez esta ficción basada en una historia real que inspiró a miles de mujeres, echando mano de la animación. 
Se sirve para ello de una técnica bastante sencilla y simplista, bastante esquemática, a partir de una planificación previa fotográfica, combinada en los pasajes oníricos con otras técnicas de animación que le dan cierto empaque al conjunto.

El resultado más bien parece un publirreportaje institucional sobre violencia de género, previsible de principio a fin, recorriendo todas las fases de esta lacra, desde la seducción y el enamoramiento hasta el desenlace trágico o veladamente feliz, lo dejamos abierto para no generar más spoiler, pasando por la negación, la justificación y la toma de conciencia.

Todo muy básico y divulgativo, orientado a la concienciación y la educación, lo que no ha impedido lograr una nominación al Forqué en el apartado de largometraje de ficción. Puede que una narrativa fluida haya influido para merecer tal distinción, por encima de sus logros estéticos y su arquetípico planteamiento.