lunes, 28 de septiembre de 2020

TU ME MANQUES Levantando conciencias donde todavía andan dormidas

Bolivia-USA 2019 105 min.
Guion y dirección
Rodrigo Bellott, según su obra teatral Fotografía Noah Greenberg Música Julia Kent Intérpretes Óscar Martínez, Fernando Barbosa, Rossy de Palma, Rick Cosnett, Dominic Colon, José Durán, Ben Lukovski, Quim del Río, Patricia García, Ana Asensio Estreno en Bolivia 22 agosto 2019; en el Festival Andalesgai de Sevilla 27 septiembre 2020

Con muy buenas intenciones y alguna que otra audacia estructural, el director y escritor boliviano Rodrigo Bellott adapta al cine su propia proclama teatral dirigida a millones de conciencias dormidas que aún son incapaces de aceptar la condición sexual de hombres y mujeres atraídas por personas de su mismo sexo. Su argumento parte del suicidio de un joven de clase acomodada cuando después de disfrutar de su primera relación romántica homosexual en Nueva York, descubre que en su ámbito familiar las puertas no acaban de abrirse. A partir de ahí surge un duelo dialéctico entre el padre del joven y su pareja, al principio sumido en la rabia y la impotencia y poco a poco derivando hacia la comprensión y la tan deseada aceptación. Lástima que ese duelo quede bastante desequilibrado entre el siempre espléndido Óscar Martínez, capaz de dar sentido y credibilidad a su papel de padre rancio e intolerante que va experimentando un viaje de aceptación sin retorno, y el guaperas pero decididamente mediocre actor Fernando Barbosa, en quien debería recaer una tragedia personal y coyuntural que no acaba de despegar.

Entre ellos destaca la decisión de representar al joven suicida con tres actores que se alternan incluso en una misma secuencia, un capricho de la empresa destinado a evitar que su recuerdo quede borrado de la memoria, a la vez que sirve para dar voz e imagen a tantos jóvenes que han pasado, siguen y seguirán haciéndolo, el calvario de su no aceptación, vergüenza y marginación. Un trabajo por lo tanto valioso y necesario, especialmente en aquellas sociedades que todavía no han garantizado el derecho a la igualdad por orientación sexual, mientras en otros ámbitos donde la lucha está afortunadamente más avanzada, queda como espectáculo entretenido y curioso. Rossy de Palma se reserva un par de secuencias en las que se luce con sus simpáticas cuitas y un esmerado recitado de Calderón de la Barca en torno a la ilusión (sueño) en que la vida consiste. Por supuesto los protagonistas son una vez más masculinos y guapos, mientras la pluma se reserva, cómo no, para hacer gracia, especialmente el desparpajo que derrocha Rick Cosnett, al servicio de un libreto indisimuladamente teatral que contiene algunos hallazgos memorables.

La obra se representó con gran éxito de público y crítica en 2015 en Bolivia, y ahora cuenta en la producción con una inestimable ayuda americana que se nota en su impecable acabado formal. En cuanto al título se refiere a una expresión en francés que va más allá del mero te echo de menos castellano, y que expresa una falta indescriptible, casi una amputación de un miembro necesario y fundamental.

SONG TO SONG El perfume que no huele

USA 2017 129 min.
Guion y dirección Terrence Malick Fotografía Emmaneul Lubezki Intérpretes Michael Fasbender, Ryan Gosling, Rooney Mara, Natalie Portman, Cate Blanchett, Bérénice Marlohe, Olivia Grace Applegate, Holly Hunter, Tom Sturridge, Linda Emond, Brady Coleman, Val Kilmer, Patti Smith, Iggy Pop Estreno en Estados Unidos 17 marzo 2017; en España (no en Sevilla) 25 septiembre 2020 

Continúa la recuperación de títulos de la filmografía de Terrence Malick no estrenados en su momento, aunque éste pudo verse en la Filmoteca de Cataluña en noviembre de 2017,si bien podemos seguir considerándolo inédito en nuestra pantallas, dado que tan solo ha llegado a dos cines de Madrid y uno de Valladolid. La cinta continúa por los mismos derroteros que su anterior Knight of Cups, a su vez consecuencia del camino emprendido en To the Wonder y esbozado en El nuevo mundo. Pero mientras en éstas aun había un argumento y se planteaban una serie de situaciones más o menos tangibles, ahora mantiene esa tónica de collage de imágenes y sensaciones más acordes a un trabajo publicitario, de cosmética y perfume, estirado hasta la náusea, que solo se salva por el brillante plantel de actores y actrices que desfilan por la pantalla, y el espléndido trabajo del fotógrafo Emmanuel Lubezki.

Fassbender, Mara y Gosling interpretan un trío pasional en el que a su vez cada uno y una mantiene otros flirteos siempre en espacios lujosos de diseño, lo que a su vez deviene en un catálogo extraordinario de nueva arquitectura. Ambientada en Austin, Texas, y con el mundo de la música pop y rock como telón de fondo, lo que da pie a una ridículas intervenciones de Iggy Pop y Patti Smith, Malick parece querer poner en pie un drama sexual de alto contenido erótico, si bien el estricto puritanismo americano apenas deja ver algo de carne, lo que potencia aún más el carácter ridículo de una película que no merece más atención que disfrutar con la belleza de sus protagonistas, especialmente una Natalie Portman a la que el rubio le sienta muy bien, sus discretas habilidades musicales (Gosling a la guitarra) y piruetas de baile (Fassbender) y el hermoso catálogo de espacios naturales y artificiales que ofrece bajo la bellísima fotografía de Lubezki, aunque ni así consigue transmitir más sensaciones que la de un anuncio vacuo e impertinente. Entre Días del cielo y La delgada línea roja, Malick necesitó veinte años y así debería haber continuado.

domingo, 27 de septiembre de 2020

NUNCA, CASI NUNCA, A VECES, SIEMPRE Queda mucho camino por recorrer

Título original: Never Rarely Sometimes Always
USA 2020 101 min.
Guion y dirección
Eliza Hittman Fotografía Hélène Louvart Música Julia Holter Intérpretes Sidney Flanigan, Talia Ryder, Théodore Pellerin, Ryan Eggold, Sharon Van Etten, Mia Dillon, Drew Seltzer, Caroline Spiro, Salem Murphy, Kim Rios Lin Estreno en el Festival de Sundance 25 febrero 2020; en Estados Unidos 13 marzo 2020; en España 25 septiembre 2020 

Ha sido toda una feliz casualidad ver esta película precedida de la decisión a última hora de ver un día antes Port Authority. Es como un programa doble en el que dos mujeres realizadoras adoptan su particular punto de vista sobre la vida en la gran ciudad, Nueva York en concreto, las oportunidades que brinda pero también lo dura que puede ser la experiencia en ella. Son además dos testimonios de lo mucho que hemos avanzado pero también el largo recorrido que queda todavía por hacer en un mundo aún fuertemente machista y homófobo. Y lo peor es que tal como están las cosas todo logro podría verse barrido de repente y casi sin previo aviso.

En su tercer largometraje como directora, tras las inéditas en nuestras pantallas It Felt Like Love y Beach Rats, que parecen ser trabajos preparativos de éste tan definitivo que por fin la hace visible, sobre todo tras premiarse en Sundance y Berlín, Eliza Hittman traza un arriesgado retrato de mujer adolescente en pleno proceso de madurez, fuertemente introvertida, sometida a una constante presión ante un mundo rural terriblemente masculinizado y que, como podemos comprobar cuando su enigmático título se hace patente, ha interiorizado un insoportable y nauseabundo dolor que amenaza con malograr su propia definición y autoestima. Todo ello en el ámbito de un forzado e indeseado viaje a Nueva York en compañía de su prima y mejor amiga, un personaje trazado con tanto cariño como sentido de la generosidad y la responsabilidad, para resolver un embarazo inoportuno e indeseado. Un viaje plagado de inconvenientes y zancadillas burocráticas en el que se ponen en entredicho mitos tan relacionados con la feminidad como el instinto maternal, y que podrían tener su punto de inflexión en la escena en que ambas protagonistas reflexionan sobre los inconvenientes de haber nacido mujer.

Un viaje quizás plagado de incoherencias, puede que como fruto de esa personalidad aún ingenua y pendiente de maduración, en el que como espectadores somos invitados a sufrir una serie de sensaciones hasta lograr ponernos en la piel de estas jóvenes atrapadas en la vorágine urbana y la sinrazón de un sistema que las oprime y estigmatiza. Hittman logra con una gramática precisa y austera provocar este sinfín de sensaciones, hacernos reflexionar sin argumentos teledirigidos y machacones, y que avancemos un poquito más en una problemática lejos de solucionarse y que sigue martirizando a millones de jóvenes de todo el mundo, aun en la creencia de que hemos avanzado mucho. Quizás si lo comparamos con aquellos países fuera de nuestro entorno donde el extremismo religioso ahoga a la mujer, puede que nos sintamos progresistas; pero si productos tan certeros como éste nos hacen ver la realidad de otra manera, comprobaremos que queda muchísimo por hacer. El insulto en el arranque del film, o el desdén con el que el padre ridiculiza a la protagonista, son ya meras señales de lo que está por venir y la huella que dejan en una personalidad quizás fuerte pero todavía pendiente de definir.

PORT AUTHORITY El lado menos glamuroso de Pose

USA 2019 101 min.
Guion y dirección
Danielle Lessovitz Fotografía Jomo Fray Música Matthew Herbert Intérpretes Fionn Whitehead, Leyna Bloom, McCaul Lombardi, Louisa Krause, Eddie Plaza, William Default, Stephen Cavalieri, Taliek Jeqon, Devon Carpenter, Arza Melton, Christopher Quarles, Precious Ebony Estreno en el Festival de Cannes 18 mayo 2019; en Andalesgai Sevilla 25 septiembre 2020

Tras varios cortometrajes y trabajos documentales, la joven realizadora Danielle Lessovitz logró que Martin Scorsese apadrinara su debut en el largo de ficción como productor ejecutivo. El resultado es un film modesto pero hecho con cariño, pocos recursos y una firme voluntad de plasmar cierta realidad sin pontificar ni adoptar una postura moralizante al respecto.

Ambientada en ese mundo bien conocido de quienes seguimos la serie Pose, el de los salones de baile neoyorquinos en los que se practica el vogue, pero desprovisto de su glamour, cuenta la historia de amor de un joven desarraigado convicto bajo condicional que desembarca en la Gran Manzana y conoce a una chica que hace tiempo encontró su lugar en la vorágine urbana, una de esas casas en las que se ha formado una familia que se apoya bajo el mando y la coordinación de una madre, que puede ser hombre o mujer.

Una historia sencilla salpicada de pequeños episodios en los que asistimos a difíciles convivencias, trabajos clandestinos y desagradecidos y cierta sensación de generosa apertura a todo un universo de posibilidades vitales. El buen trabajo del reparto y la discreta ilustración musical de Matthew Herbert (Una mujer fantástica) colaboran a crear esa atmósfera urbana que en última instancia constituye la razón de ser de este trabajo que se pudo ver en Un certain regard del Festival de Cannes del pasado año y que de momento solo se ha exhibido en Francia y un puñado de festivales especializados, como el Andalesgai sevillano.

sábado, 26 de septiembre de 2020

BLACK BEACH Aprieta pero no ahoga

España 2020 110 min.
Dirección
Esteban Crespo Guion Esteban Crespo y David Moreno Fotografía Ángel Amorós Música Arturo Cardelús Intérpretes Raúl Arévalo, Candela Peña, Paulina García, Melina Matthews, Luka Peros, Amber Williams, Emilio Buale, John Flanders, Jimmy Castro, Kristof Koenen, Bella Agossov Estreno en el Festival de Málaga 23 agosto 2020; en salas comerciales 25 septiembre 2020

Más acorde al cortometraje con el que su director obtuvo una nominación al Oscar en 2012, Aquel no era yo, un durísimo trabajo sobre los niños soldados en el convulso continente africano, que al trabajo con el que se estrenó en el largometraje, el drama generacional ambientado en Valencia Amar, Black Beach constituye a primera vista un monumental esfuerzo de producción capaz de rivalizar con cualquier superproducción americana o europea. Su sofisticada puesta en escena, tanto en los suntuosos ambientes de Bruselas con los que arranca como en la estremecedora reconstrucción de una supuesta república democrática africana que no disimula su parecido con la Guinea Ecuatorial en la que España dejó tan lamentable herencia, así como su evidente vocación de denuncia, son las mejores bazas de una producción estimable y competente. Sin embargo no ayuda la falta de trasparencia con la que son presentados algunos personajes y situaciones, ya desde un arranque que pese a su confusión sirve para definir a su protagonista como un ejecutivo sin escrúpulos al que los giros argumentales y su relación con otros personajes destacados irá desviando hacia una toma de postura convincentemente moral y comprometida.

Físicamente el generalmente espléndido Raúl Arévalo no da suficientemente la talla, mientras Candela Peña queda algo desdibujada como comparsa con permanente expresión de sorpresa y estupefacción. En el argumento confluyen acertadamente regímenes corruptos en países del tercer mundo al servicio de los intereses de empresas multinacionales, la escasa entidad que tienen los observadores internacionales y la falta de escrúpulos con la que actúan organismos supuestamente filántropos como las Naciones Unidas. Plantea en definitiva el viejo esquema de la supremacía de occidente sobre oriente, del norte sobre el sur, algo que en el momento inmediatamente anterior al rodaje de la película no contaba con una realidad sorprendente y sobrevenida, que puede suponer un revulsivo y nueva toma de conciencia tras siglos de abusos que han derivado en la nauseabunda herencia que han recibido cientos de países desprovistos así de los derechos y recursos más elementales.

Lástima que Crespo derroche buenas intenciones pero no sepa trasladarlas a la pantalla con la suficiente fuerza emotiva, esa que provoca la rabia necesaria para afrontar estas injusticias, y que en la práctica se queda demasiado en la superficie, y eso que hasta el título hace referencia a la gran vergüenza que representan miles de cárceles en todo el mundo en las que se castiga con la mayor de las durezas posibles todo tipo de delitos, incluidos los que suponen enfrentarse al régimen establecido en cualquiera de sus formas, violentas y pacíficas, simplemente porque hay una norma que así lo establece, o a veces incluso con la ausencia de tal. Un club al que parece no queremos pertenecer los países del denominado mundo civilizado, ¿o sí?

GREENLAND: EL ÚLTIMO REFUGIO Amenaza apocalíptica con drama familiar

Título original: Greenland
USA 2020 119 min.
Dirección
Ric Roman Waugh Guion Chris Sparling Fotografía Dana Gonzales Música David Buckley Intérpretes Gerard Butler, Morena Baccarin, Roger Dale Floyd, Scott Glenn, Hope Davis, David Denman, Randal Gonzalez, Gary Weeks, Scott Poythress, Claire Bronson, Tracey Bonner, Merrin Dungey, Andrew Bachelor, Joshua Mikel, Adam Cronan Estreno 25 septiembre 2020

Ric Roman Waugh y Gerard Butler coinciden de nuevo tras Objetivo: Washington D.C., ahora en una extravagancia apocalíptica con esquema, desarrollo y resolución muy arquetípicas, aunque en su conjunto la fórmula funciona bastante bien. Como si de una combinación entre La guerra de los mundos y Deep Impact se tratara, la cinta recrea la lucha por la supervivencia de un hombre y su familia ante la devastación que provocaría en el planeta la colisión de un cometa y las rocas que le preceden, en lo que es un planteamiento a nivel científico harto improbable, y su influencia en un lamentable comportamiento humano. Para ello fija su atención en la sempiterna familia, en esta ocasión en situación de crisis sentimental y con enfermedad de por medio, un detonante para que las cosas no salgan como debieran y a su vez denunciar la discriminación del menos fuerte en una sociedad fuertemente competitiva, considerando cualquier tipo de llamada de atención como algo anecdótico, dado el contenido puntualmente rancio de la propuesta.

No son más que pequeños hallazgos dentro de un libreto que planeta bien sus situaciones y giros argumentales, pero que a nivel literario ofrece algunos diálogos ciertamente sonrrojantes. Además, como si pretendiera congraciarse con todo tipo de públicos, muestra cierta ambigüedad en su escala de valores, por ejemplo cuando el uso libre de armas se convierte en una tremenda amenaza, a la vez que confiar un fusil a un ser querido se plantea como una señal de protección. Al menos Butler no interpreta al típico héroe de acción, limitando sus heroicidades a gestos de solidaridad y compasión muy saludables en una efectiva escala de valores. Se agradece que el niño protagonista se comporte como tal, salvo por una lamentable sentencia que se podrían haber ahorrado y que da pie también a un final innecesaria y ridículamente dilatado.

Tanto el chico como Butler y Baccarin (Deadpool) hacen un trabajo competente, aportando credibilidad a un conjunto que no la tiene tanto aunque sirva para un entretenimiento efectivo, en el que la tensión y la espectacularidad están garantizadas, agradeciéndose además que se confíe más en el trabajo de figurantes, como en aquellas viejas películas de catástrofes de los setenta, en lugar de tanto preciosismo de efectos visuales de los que ya estamos curados de espanto. Cada cual encontrará por supuesto su particular paralelismo con la pandemia que estamos padeciendo; a algunos nos ha impactado especialmente la secuencia en la que un grupo de jóvenes disfrutan con alcohol y alegría de la situación, ajenos a su gravedad.

viernes, 25 de septiembre de 2020

ENTRAÑABLE MONSIEUR PLASSON

Ciclo de Otoño de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Michel Plasson, director. Programa: Pélleas et Mélisande, Op. 80 (Suite), de Fauré; Sinfonía en Re mayor, de Gounod; Ma mère l’Oye, de Ravel. Teatro de la Maestranza, jueves 24 de septiembre de 2020

Terminó el ciclo de precalentamiento de la Sinfónica y comenzó por fin la temporada de conciertos, en esta ocasión dividida en dos ciclos, el que se celebrará en otoño con todas las medidas de seguridad posibles, y el que tendrá lugar a partir de enero, previsiblemente con las medidas relajadas, para celebrar el treinta aniversario de la orquesta. Ayer por lo tanto fue tarde de reencuentros entre la afición, ésta con la orquesta y con el personal del Maestranza, día enrarecido por esa indescriptible tristeza que lo inunda todo, pero con la ilusión y la esperanza de que nada impida el normal desarrollo de eso que tanto nos gusta y complace, la buena música en directo. Y así fue sin duda la que nos brindó el veterano Michel Plasson en su enésima comparecencia ante la orquesta hispalense, entre programas de abono y óperas. Sorprende sin embargo que optara para la ocasión por el mismo programa con el que celebró entre nosotros su ochenta cumpleaños, allá por octubre de 2013, aunque entonces añadió Juego de niños de Bizet. En apenas una semana la ROSS ha repetido programa dos veces, la pasada con las Cuatro Estaciones de Vivaldi y Piazzola bajo la dirección de Éric Crambes y ahora con esta selección francesa a cargo de un especialista entrañable.

Un repertorio muy apreciado

Plasson enmarcó la primera de las tres sinfonías de Gounod, una pieza que debe gustarle especialmente dada su poca enjundia y escasa divulgación y sin embargo nuestra orquesta ya la ha interpretado al menos dos veces, ambas bajo su batuta, entre dos máximos exponentes de la música del país vecino de principios del siglo XX, con estéticas parecidas, entre amables y ensoñadoras. De la música incidental para Pélleas y Mélisande de Maeterlinck que Fauré compuso precipitadamente, para más tarde sustituir la orquestación de su alumno Charles Koechlin por la suya propia, más afín a la atmósfera que desprendía la obra, cuando la convirtió en suite, Plasson dirigió sus cuatro piezas, sin la Canción de Mélisande, un añadido para voz generalmente de mezzosoprano, con extremo detalle por el ritmo y los matices, un cuidado exquisito por las texturas  y un amplio sentido nostálgico traducido en suma delicadeza, colorido y serenidad, sin descuidar los aspectos trágicos de esta maravillosa partitura.

También la Sinfonía de Gounod podemos considerarla música incidental, por cuanto sirvió para un ballet que se representó en la Ópera de París pocos años después de su composición en 1855. Tras atacarla con sentido del ritmo y considerable brío y energía, atento también a cada detalle y destacando cada plano sonoro, a todo lo cual la orquesta se plegó en grado muy satisfactorio, como rindiendo merecida pleitesía a un director que tan bien parece comprenderles y con quien han compartido páginas brillantes de su historia, Plasson ofreció una versión preciosista y encantadora de Mi madre la oca, prodigio de orquestación del propio Ravel, de la que siempre se interpreta su suite, despreciando el ballet completo que el autor articuló unos años después, añadiendo un preludio, una escena y varios interludios, además de modificar el orden de las escenas restantes. Una pieza que apenas dobla la suite de solo quince minutos de duración, y que aumenta la capacidad de fascinación de una pieza ya de por sí bastante evocadora. Plasson, sin partitura en todo momento y con las ideas muy claras, además de una proverbial capacidad de resistencia, imprimió magia y misterio en la Pavana de la Bella Durmiente, una atmósfera pastoril y delicada en Pulgarcito, sentimiento amoroso en el Diálogo de la Bella y la Bestia, seducción y viveza en La emperatriz de las pagodas, y emoción deslumbrante en El jardín mágico final. Su amabilidad en los gestos finales, ampliamente respondido por un público admirado y agradecido, presagiaron una temporada tranquila y segura; en nuestras manos queda.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía


Estreno de TOMMASO en salas comerciales

Reseña del estreno de la película en el XVI Festival de Cine Europeo de Sevilla
Estreno en salas comerciales 25 septiembre 2020

jueves, 24 de septiembre de 2020

LA DIOSA FORTUNA Endeble defensa de nuevos modelos de familia

Título original: La dea fortuna
Italia 2019 114 min.
Dirección
Ferzan Ozpetek Guion Ferzan Ozpetek, Silvia Ranfagni y Gianni Romoli Fotografía Gian Filippo Corticelli Música Pasquale Catalano Intérpretes Stefano Accorsi, Edoardo Leo, Jasmine Trinca, Sara Ciocca, Edoardo Brandi, Barbara Alberti, Serra Yilmaz, Pia Lanciotti, Filippo Nigro, Dora Romano, Barbara Chichiarelli, Matteo Martari Estreno en Italia 19 diciembre 2019; en España (no en Sevilla) 25 septiembre 2020
 

El fenómeno Almodóvar propició en la década de los noventa del siglo pasado la aparición de directores con inquietudes y estéticas parecidas en países de nuestro entorno como Francia (François Ozon) e Italia (Ferzan Ozpetek). Ozpetek saltó a la fama con Hamam, el baño turco, y se consagró definitivamente con El hada ignorante. Sin embargo no ha vuelto a producir un film tan interesante como esos primeros, por más que insista en temas y lugares comunes en cintas como Tengo algo que deciros o Magnífica presencia. La diosa fortuna no viene a enmendar una carrera algo estancada, que trata fundamentalmente temas relacionados con la homosexualidad aunque en ella también hayan tenido cabida los romances heteros (La ventana de enfrente).

Según la leyenda la diosa referida otorga a quienes se miran frente a frente y tras cerrar los ojos fijan dicha imagen en la mente, la suerte de disfrutar de su compañía para siempre. Una pareja homosexual, por supuesto atractivos y masculinos (Accorsi y Leo), viven su particular crisis sentimental cuando de repente su mejor amiga (Trinca) les confía sus hijos menores de edad para que los cuiden mientras ella se somete a unos exámenes médicos, a la vez que esconde un pasado marcado por una madre aristócrata despiadada y dominante. El previsible drama se enmarca en paisajes y entornos muy comunes al género, desde apartamentos exquisitamente ambientados a pandillas de travestís, amigas íntimas, transgéneros y apuestos amantes, recurriendo a menudo a interpretaciones forzadas y situaciones que rozan lo patético. No falta el referente explícito al almodovarismo, en esta ocasión en forma de coreografía oriental a cargo de Dora Romano y la niña Sara Ciocca, mientras el material dramático es servido con ritmo y sentido del entretenimiento, pero con una vocación a lo previsible que lastra gran parte de su resultado.

En el fondo subyace el interés de demostrar la validez de nuevos modelos familiares, donde el verdadero cariño sustituye a los lazos de sangre, en ocasiones demasiado tóxicos y dolorosos, aunque para ello aplique recursos muy peregrinos. Un canto por lo tanto a la paternidad homosexual que acierta a plasmar el amor incondicional que se profesan los protagonistas, aunque en el empeño se yerre al definir el deficiente comportamiento de uno de ellos.

MULÁN Una hija extraordinaria y una mujer combativa

USA 2020 120 min.
Dirección
Niki Caro Guion Rick Jaffa, Amanda Silver, Lauren Hynek y Elizabeth Martin Fotografía Mandy Walker Música Harry Gregson-Williams Intérpretes Liu Yifer, Donnie Yen, Gong Li, Jet Li, Jason Scott Lee, Yoson An, Tzi Ma, Rosalind Chao, Cheng Pei-Pei, Xana Tang, Ron Yuan, Jun Yu, Chen Tang, Doua Moua, Jimmy Wong Estreno en Los Angeles 9 marzo 2020; en Estados Unidos y España (Internet) 4 septiembre 2020

Hace más de veinte años
Mulán pasó a la historia de Disney por ser la primera ocasión en que la protagonista era un personaje travestido, una mujer que para conseguir sus propósitos necesitaba hacerse pasar por hombre, tipo Víctor o Victoria o Yentl, algo que se vendió como supuesta audacia a pesar de lo ingenuo de la situación. En esta vorágine que se trae la ambiciosa productora de rehacer sus clásicos animados con personajes de carne y hueso, ha sido una buena decisión confiar la dirección de este nuevo título a Niki Caro, solvente realizadora a la que debemos las estimables Whale Rider y En tierra de hombres, y que ahora prepara un biopic de Maria Callas. Ella y un equipo de guionistas formado fundamentalmente por mujeres han logrado aportar una mirada más femenina y menos complaciente con lo que todavía se espera del género, que sea romántica, enamoradiza y delicada.

La nueva Mulán todavía lo es, pero menos que su predecesora animada. En su lugar reafirma un carácter fuerte y decidido, intrépido y arriesgado, pero sobre todo valiente y arrojadiza, lo que le vale para en un laberinto de convenciones y lugares comunes, vencer a un enemigo con forma de Jason Scott Lee, que para muchos y muchas debiera personificar más bien a la víctima de un sistema establecido. Y es que Disney impone sus valores y a Caro le es imposible apearse de las servidumbres que defiende la jefatura, como vanagloriar la perpetuidad de un sistema basado en el origen divino, sea rey o emperador, o reincidir en los errores del hombre, la violencia, la guerra, para dirimir conflictos, sin aportar una mirada y un ingenio más genuinamente femenino que imponga una alternativa válida al asunto. Sin embargo Caro se las ingenia para que al final sea más bien el ingenio y no el uso directo de las armas, por mucho que el personaje se revele una experta en la materia, lo que utilice su protagonista para resolver los retos propuestos.

Un reparto oriental, que no necesariamente chino, y un asesoramiento histórico y cultural más que discutible, pero útil a los propósitos de la empresa, se suma a unos valores artísticos más que evidentes, desde una fastuosa dirección artística y un deslumbrante vestuario a una fotografía preciosista y una delicada y evocadora banda sonora, que sacrifica las canciones del original aunque cita sus melodías en la partitura orquestal y añade una nueva canción de Matthew Wilder y David Zippel que vuelve a entonar Christina Aguilera. Entre los mayores logros de la cinta está evitar, como cabía temer, que el espectáculo sirva para emular los éxitos épicos de Ang Lee (Tigre y Dragón) y Zhang Yimou (Hero, La casa de las dagas voladoras), y mantener sin embargo una entidad propia. Otro logro es desmitificar la villana de turno, la extraordinaria Gong Li, justificando su brujería como salida a la discriminación de género y respuesta al desprecio recibido por hacer valer sus derechos como igual a los hombres, haciendo así justicia a siglos de infamia, discriminación y hasta aniquilación de mujeres convertidas en brujas simplemente por reivindicar su derecho a la igualdad y el respeto.

Pero sobre todo la leyenda sigue sirviendo a Disney a sus propósitos de enaltecer a la familia, manteniendo un discurso de mutua admiración y respeto entre un padre y su hija, que Caro ha moldeado lo suficiente para darle un cariz expresivo y emocional más contundente y convincente que en el ya conseguido original. Mulán es por todo ello un producto espectacular, competente y consistente, que aporta un punto de vista femenino hasta donde la rancia productora le permite, que ya es algo. Muchos países han optado por mantener su estreno en salas, mientras otros como el nuestro han preferido confiar su exhibición a internet.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

SIN OLVIDO Tan necesaria como discutiblemente planteada

Título original: Tlmocník
Eslovaquia-República Checa-Austria 2018 113 min.
Dirección
Martín Sulík Guion Martín Sulík y Marek Lescák Fotografía Martín Strba Música Vladimír Godár Intérpretes Peter Simonischek, Jirí Menzel, Zuzana Mauréry, Anna Rakovska, Eva Kramerová, Réka Derzsi, Anikó Varga Estreno en el Festival de Berlín 23 febrero 2018; en Eslovaquia 1 marzo 2018; en España 18 septiembre 2020

Esta aplaudida película parte de dos premisas disparatadas. Por un lado un hombre de ochenta años busca al oficial de la Gestapo que mató a sus padres durante la Segunda Guerra Mundial con la intención de matarlo, esperando por lo tanto que todavía esté vivo (¡). Y por otro, encuentra al hijo de éste, un vividor y ligón de setenta años, aunque si hacemos bien las cuentas debería tener más, que iniciará junto al octogenario un viaje por Eslovaquia en busca de supervivientes y familiares de las barbaridades de su padre, descubriendo entonces los horrores que todos y todas conocemos desde siempre, sin necesidad de una relación directa con los agentes del genocidio.

Vale que todo sirva como símbolo contra el olvido, como muy bien adelanta su título en español, entroncando así con nuestra propia historia, bloqueada en perjuicio de las víctimas del franquismo por indecencia de sus herederos, aposentados en partidos políticos que se jactan de ser democráticos y deniegan devolver la dignidad y la memoria a quienes tanto sufrieron durante nuestra Guerra Civil y los cuarenta infames años que le siguieron. Por una vez un acierto de nuestros distribuidores, despreciando así el más convencional The Interpreter con el que la cinta se ha distribuido internacionalmente y que supone la traducción literal del título original. Por cierto, que el valioso testimonio El silencio de otros se acaba de alzar con dos Emmys, al mejor documental y mejor documental político, toda una hazaña para el cine español y una recompensa muy merecida.

Martin Sulík acierta como director y guionista a la hora de definir dos personajes que representan tan acertadamente los dos antagonistas de una infamia aun no corregida. Peter Simonischek, que saltó a la fama hace unos años por su papel protagonista en Toni Erdmann, representa esa generación inmediatamente posterior al genocidio y la partición de Alemania que prefirió mirar para otro lado y negarse al dolor que una situación sin precedentes debió infligir al pueblo en su totalidad. El célebre director checo Jiri Menzel, responsable de la inolvidable Trenes rigurosamente vigilados y otras películas más recientes como Yo serví al rey de Inglaterra, casualmente fallecido hace apenas unos días, se presta aquí a dar vida al entrañable y diezmado hijo de las víctimas, un personaje gris que ha vivido una vida triste y convencional, cuyos frutos han sido educar a su hija en la solidaridad y la generosidad, pero marcado para y desde siempre por una crueldad existencial durísima de digerir.

A partir de ahí los dos mayores se embarcan en un viaje, provocando que la cinta se convierta en una road movie con puntuales destellos de comedia, en la que se suceden episodios que pretenden sumar símbolos al conjunto pero que a menudo no aportan mucho material dramático. Sirve quizás para despertar conciencias dormidas y reivindicar una justicia que aún no ha llegado para los millones de damnificados por los regímenes autoritarios de los cien últimos años, pero su inconsistencia dramática le perjudica, tratándose de detalles que hubieran sido fáciles de pulir y que encuentran su grado más insolente en un final desconcertante e inadecuado. Bravo por el trabajo de los dos protagonistas, y bravo por las buenas intenciones, su oportunidad y conveniencia, pero un mayor cuidado de los detalles hubiera quizás derivado en una mayor y más adecuada carga emocional.

martes, 22 de septiembre de 2020

BREVE ENCUENTRO CON ZAHIR ENSEMBLE

XI Festival de Música Contemporánea Zahir Ensemble. Juan García Rodríguez, dirección. Programa: Traces, de Helena Trave; Transparences y Antibes, de Eneko Vadillo; Erlantz, de Ramón Lazkano. Patio del CICUS, lunes 21 de septiembre de 2020


Llevan ya quince años acercando la música de nuestro tiempo al público sevillano que los vio nacer, y desde entonces se han convertido en conjunto de referencia dentro y fuera de nuestras fronteras. Sin ir más lejos el próximo sábado actúan en el Festival Ensems de Valencia. En el marco del enrarecimiento provocado por las medidas de distanciamiento y la atmósfera de tristeza que conllevan, pero con la excelente acústica del Patio del CICUS como telón de fondo, para este su primer concierto de una nueva edición de su propio festival de música contemporánea, aún por definir y con la incertidumbre provocada por la insólita situación, Juan García y los Zahir optaron por el título Misceláneas y por incluir en él obras de cuatro representativos nombres de última generación, unidos por una estética relativamente común y por el hecho de acercarse los cuatro a la cincuentena. Sin embargo problemas técnicos de última hora, relacionados con las proporciones que exige la instrumentación de una de las obras, finalmente cayó del programa la pieza del compositor francés Raphäel Cendo, Graphein, de 2014 para nueve músicos, en la que el espectralismo, una constante en este primer concierto del ciclo, se funde con el concepto de música saturada, caracterizada por el exceso de materia, energía, movimiento y timbre. Sin duda una oportunidad perdida para disfrutar de esta corriente extremadamente estimulante.

Quien salió beneficiado con este cambio fue el compositor malagueño Eneko Vadillo, un nombre cada vez más emergente dentro del panorama de la música española actual, y una figura inquieta también en el medio audiovisual, habiendo sido galardonado el año pasado con el Premio Jerry Goldsmith que concede el festival de música de cine de Úbeda, por su partitura para el documental Oscuro y Lucientes. Su música no es nueva en los auditorios sevillanos; ya la Sinfónica interpretó en 2006 Allure, ganadora del Premio Joaquín Turina ese mismo año, y Zahir Ensemble estrenó Antibes en su versión con electrónica añadida en mayo de 2015. En esta ocasión interpretaron su versión original de 2001 per solo flauto, que Alfonso Rubio defendió como un auténtico virtuoso, ciñéndose a sus numerosos arabescos y diversas florituras con fluidez y elegancia, por mucho que la pieza no deje de ser harto convencional e indudablemente fácil de escuchar para cualquier sensibilidad. La obra de Cendo fue sustituida por Transparences de Vadillo, ya transitada por el conjunto en el Teatro Central en mayo de 2012. En ella, dividida en tres partes, asistimos a una sucesión de encuentros y desencuentros entre los cuatro intérpretes, siguiendo las pautas de la música espectral, pero articulándose de forma bastante académica, bien construida pero fría en sus planteamientos expresivos.

Más interesante resultó Traces de la compositora estonia Helena Tulve, donde es posible apreciar influencias que van de la música espectral de la Escuela Francesa, con un estudio minucioso de la sonoridad y una valiosa investigación de las posibilidades tímbricas de los instrumentos, a la herencia cultural centroeuropea, con un uso imaginativo y muy elocuente de la percusión, destacando una copa musical frotada con arco. También con soluciones tan creativas como ésta se presentó Erlantz del francoespañol Ramón Lazkano, donde el arco frota los contornos de la campana del trombón, creando junto al resto de los ocho instrumentos un crisol de timbres y texturas intensamente hipnóticas y evocadoras, que sin las prestaciones de un conjunto tan disciplinado, versátil y experimentado como el Zahir Ensemble no hubiera sido posible. Lástima que esta sucesión de sensaciones durara apenas una hora, un breve encuentro con los sonidos del siglo XXI, cada vez más a nuestro alcance y nuestra sensibilidad, señal de que García y sus compañeros y compañeras están haciendo un excelente trabajo.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 21 de septiembre de 2020

VIVARIUM El terror bajo la vida perfecta

Irlanda-Bélgica-Dinamarca-USA 2019 97 min.
Dirección
Lorcan Finnegan Guion Garret Shanley Fotografía Miguel de Olaso Música Kristian Eidnes Andersen Intérpretes Imogen Poots, Jesse Eisenberg, Jonathan Aris, Senan Jennings, Eanna Hardwicke Estreno en el Festival de Cannes 18 mayo 2019; en España (Internet) 8 abril 2020


Como si de un episodio alargado de alguna de esas series de televisión sobre fenómenos extraños tipo Dimensión desconocida se tratara, y con influencias de Ira Levin y Las mujeres perfectas, así como de Yorgos Lanthimos y Canino, se presenta esta coproducción no tan original como pudiera parecer, insólita en su puesta en escena y con claro mensaje desmitificador del estilo de vida que desde hace tanto se nos ha impuesto.

Los jóvenes protagonistas de esta cinta pagan su intención de, tras encontrar trabajo y pareja, comprar una casa y formar una familia. Unos parásitos como los que abundan en el reino animal, tal como apuntan las primeras secuencias del film, se encargarán de satisfacer estos retos que hoy se propone más del cincuenta por ciento de la población mundial, pero el pago a satisfacer será ciertamente muy alto. La premisa es clara, no esconde cierta imaginación, una sensacional dirección artística y disfruta de unas competentes interpretaciones, de hecho Imogen Poots fue reconocida como mejor actriz en el último Festival de Sitges; pero falta más mordacidad, maldad y sentido de la opresión.

Algunas presencias perturbadoras añaden dosis de terror a una cinta que deambula entre la fantasía y el terror con tintes sociológicos, pero en general el conjunto se resiente de cierta falta de rimo, repetitividad y unas intenciones, así como un desenlace, que se prevén muy de antemano.

TEMBLORES El plan de Dios

Guatemala-Francia-Luxemburgo 2019 107 min.
Guion y dirección
Jayro Bustamante Fotografía Luis Armando Arteaga Música Pascual Reyes Intérpretes Juan Pablo Oyslager, Diane Bathen, Mauricio Armas, Rui Frati, Sabrina de la Hoz, Sergio Luna, Pablo Arenales, Mara Martínez, Enrique Arguello, María Telón Estreno en el Festival de Berlín 8 febrero 2019; en Francia 1 mayo 2019; en España (no en Sevilla) 4 septiembre 2020
 

España descubrió América en el glorioso siglo XV, justo cuando la Santa Inquisición quemaba herejes, se perseguía la brujería y se emprendían guerras santas a lo largo y ancho de Europa, promoviendo así la Palabra de Cristo, muerto en la cruz para la salvación de todos los seres humanos. Los españoles llegamos a América para ampliar nuestro Imperio y predicar el Evangelio, arrasando entre los indígenas, que sin nuestra bienaventurada ayuda habrían ardido en el infierno. Nuestra huella ha quedado indeleble, aun después de que a lo largo del siglo XIX fuésemos liberando generosamente a los países hasta entonces bajo nuestra gloriosa hegemonía. La clase patricia, la aristocracia aria heredera de nuestros genes sigue ocupando un estrado superior, mientras la población indígena ocupa el que le toca, la servidumbre y el trabajo duro de la tierra, al servicio del ario y poderoso, más ocupado en cuestiones del alma y con la Iglesia como paradigma del buen comportamiento y la vida ordenada y decente.

El plan de Dios por lo tanto pervive gracias a nuestra sagrada influencia ejercida durante siglos de justa dominación, y en ese contexto no valen las desviaciones, especialmente las de la carne, fuera de la familia y de la educación de los niños, término que engloba a niños y niñas, como toda la vida, basta ya de terminología inclusiva proveniente de las ideologías mal llamadas progresistas que están minando nuestra conciencia y razón. Fruto de la generosidad que caracteriza al buen cristiano, todavía hay salvación para quienes eligen el mal camino, como por ejemplo el de la homosexualidad al margen de la familia tradicional, buscando la autosatisfacción en detrimento de la felicidad de quienes nos rodean. Existen tratamientos para curar la homosexualidad, como bien plasmaba también la película Identidad borrada, y a ellos debemos recurrir para corregir la desviación de nuestros seres queridos, y si es en el seno de la Iglesia, y la Evangélica añade mucha espectacularidad al asunto, mejor.

En una tierra tan proclive a los terremotos como Guatemala, no cabe duda de que hay temblores que preocupan más que la desgracia de los pobres, los del alma. El director Jayro Bustamante y el actor Juan pablo Oyslager prestan un buen servicio en esta imprescindible película en la que se respira el desasosiego y el ambiente malsano de una conducta desviada y la lucha para erradicarla, y donde más vale el calvario de uno que el de toda una comunidad. La obligación de toda buena familia cristiana, burguesa y dominante, debe ser cumplir ese plan de Dios y extirpar esos frutos podridos desviados del Evangelio… Solo la mirada entre el consuelo y la comprensión de una hija, la nueva generación, puede interpretarse como una señal de esperanza para que todo lo hasta aquí descrito deje de torturarnos.

domingo, 20 de septiembre de 2020

KNIGHT OF CUPS El príncipe de las piscinas

USA 2015 118 min.
Guion y dirección
Terrence Malick Fotografía Emmanuel Lubezki Música Hanan Townshend Intérpretes Christian Bale, Cate Blanchett, Natalie Portman, Brian Dennehy, Antonio Banderas, Freida Pinto, Wes Bentley, Isabel Lucas, Teresa Palmer, Imogen Poots, Peter Mathiessen, Armin Mueller-Stahl, Cherry Jones, Kevin Corrigan, Jason Clarke, Ryan O’Neal y la voz de Ben Kingsley Estreno en el Festival de Berlín 8 febrero 2015; en Estados Unidos 4 marzo 2016; en España (no en Sevilla) 18 septiembre 2020 

La falta de una política de estrenos precisa y homogeneizada en estos tiempos de pandemia, con grandes ausencias de películas taquilleras en nuestras salas, propicia la apuesta de los exhibidores por cine clásico y, como en este caso, películas que fueron despreciadas en su momento. Entre To the Wonder y Vida oculta, además de varios documentales coqueteando con nuevas tecnologías, Terrence Malick realizó dos películas que no conocieron estreno en nuestras pantallas en su momento, y que ahora se recuperan, al menos en algunas ciudades españolas. Una es Song to Song, que se estrenará la próxima semana, y la otra es este Knight of Cups o Caballero de las tazas. Partiendo de una especie de cuento oriental que su padre contaba al protagonista de esta historia, si es que la hay, un príncipe viaja al oriente para hacerse con una perla, pero en el camino es embriagado con una taza de extraño brebaje que le hace olvidar su condición y su objeto.

En la vorágine y la superficialidad de Hollywood y sus aledaños, el siempre apolíneo Christian Bale da vida a ese joven perdido y desorientado que parece haber sufrido el destino de aquel príncipe de cuento de mil y una noches. Sus devaneos con la sociedad, en la que Antonio Banderas parece adoptar la figura de un maestro de ceremonias aflamencado y siempre dispuesto para la juerga, le llevan a coquetear con ex mujeres, amantes, novias y deseos carnales, hasta seis en total, que sirven de pretexto para la sempiterna estética de anuncio de perfume que Malick ya ensayó en El árbol de la vida y To the Wonder. Pero si en la anterior había un atisbo de argumento, con trío amoroso de por medio, en Knight of Cups todo parece enfocado a un ejercicio de relajación perpetuo en el que innumerables piscinas de suntuosas mansiones sirven como oasis en los que purgar el aburrimiento y la falta de horizonte, mientras Bale deambula con cara de desnortado al son que le marca un Ben Kingsley en modo recital poético en off.

Al director de fotografía Emmanuel Lubezki el experimento le sirve para poner toda la carne en el asador, al margen de limitaciones dramáticas, en lo que parece una instalación sensorial a su servicio. Mientras al compositor Hanan Townshend no le queda más remedio que someterse a los designios del director, que da preferencia a las místicas páginas de Vaughan Williams, Kilar, Bruch, Corelli y el inevitable Arvo Pärt. El conjunto seguramente irritará a más de uno y una, su falta de guion desconcertará y sus propuestas resultarán pretenciosas y posiblemente vacías, pero no se puede negar que tiene cierta belleza y que Malick conoce bien lo que pretende y lo ofrece sin truco ni engaño alguno.

ENTRE LA RAZÓN Y LA LOCURA La cultura como camino de redención y progreso irrenunciable

Título original: The Professor and the Madman
USA-Irlanda 2019 124 min.
Dirección
Farhad Safinia Guion John Boorman, Todd Komarnicki y Farhad Safinia, según la novela de Simon Winchester “The Surgeon of Crowthorne” Fotografía Kasper Tuxen Música Bear McCreary Intérpretes Mel Gibson, Sean Penn, Natalie Dormer, Stephen Dillane, Eddie Marsan, Jennifer Ehle, Ioan Gruffud, Jeremy Irvine, Steve Coogan, Anthony Andrews, Laurence Fox Estreno en México 15 marzo 2019; en Estados Unidos (Internet) 10 mayo 2019; en España (Internet) 22 mayo 2020
 

No debería afligirse Mel Gibson por los numerosos vaivenes que sufrió esta película durante su producción. Habiendo comprando los derechos de la novela en la que se basa a finales del pasado siglo, no pudo hasta más de quince años después empezar a rodarla, contando para ello con el guionista de Apocalyto en la que es su primera película como director. Pero problemas legales derivados de la negativa de la productora a rodar en Oxford y proponer en su sustitución el Trinity Collage de Dublín, derivaron en una profunda crisis que terminó con la sustitución del director y parte del elenco técnico de post producción, con el consiguiente enfado de su principal artífice, el propio Gibson, y su negativa a formar parte de la promoción. Todo lo cual ha provocado que su estreno se haya realizado tan irregularmente, pasando en Estados Unidos directamente a internet después de un errático recorrido por diversos países. En el nuestro también ha llegado directamente a internet, más de un año después de poderse ver por primera vez.

Problemas de producción que no han afectado a la calidad de la empresa y su ambicioso proyecto, que es por lo que apostamos a que Gibson no debiera sentirse defraudado. La idea parte del creador de la serie Boss, Farani, que aquí firma con el seudónimo P.B.Shemran, un cineasta de origen iraní a cuyo libreto le ha dado forma, entre otros, nada más y nada menos que John Boorman, director de Excalibur y Esperanza y gloria entre otras buenas películas. Se trata de la adaptación de una novela de Simon Winchester que dramatiza los curiosos episodios que rodearon el arranque de la confección del primer gran diccionario Oxford de la lengua inglesa. Unos inicios que pasaron por el estancamiento de los académicos y su apuesta por un intelectual forjado a sí mismo, sin título universitario pero conocedor de innumerables lenguas vivas y muertas, entre ellas el arameo con el que Gibson rodó La pasión de Cristo. La propuesta de James Murray, el personaje al que da vida el protagonista de Mad Max, pasó por buscar apoyos en profesores, libreros, bibliotecarios y todo tipo de entusiastas de la literatura para buscar la historia y etimología de cada palabra. En este punto aparece un recluso de un sanatorio mental para el que la empresa supondrá una oportunidad de redención tras los graves trastornos sufridos en la Guerra de Secesión Norteamericana.

Todo el conjunto está enfocado desde la más absoluta sensibilidad, cuidando cada matiz y detalle, fluidas interpretaciones apoyadas en excepcionales caracterizaciones, y una suntuosa puesta en escena en la que no se descuida ningún aspecto apuntado en la rica dramatización, desde la posibilidad del indulto emocional, hasta el apoyo incondicional al ser querido y la apuesta absoluta por la excelencia, no importa el precio a pagar. Un producto perfectamente articulado para que todas sus membranas acaben en un lugar común, la necesidad del amor en todas sus vertientes para apoyar nuestra evolución como seres humanos debidamente civilizados, y sobre todo para encumbrar la cultura con mayúsculas, por encima de todo lo demás, políticas interesadas y mezquinas, guerras sangrientas y devastadoras y todo a lo que damos tanta importancia, siempre por encima de la tan denostada pero a todas luces necesaria, imprescindible, cultura.

SENSIBILIDADES AL MARGEN

XXI Noches en los Jardines del Alcázar. Israel Fausto Martínez, violonchelo. Carmen Martínez Pierret, piano. Programa: Méditation Op. 33, de Mel Bonis; Fünk Stücke Op. 24, de Louise Adolpha Le Beau; Gavotte Op. 9, de Cécile Chaminade; Solitude, de Rita Strohl; Impressions, de Henriëtte Bosmans; Trois pièces, de Nadia Boulanger. Sábado 19 de septiembre de 2020

Aplaudimos sin reservas iniciativas como ésta, la de la pianista Carmen Martínez Pierret de subir a los atriles las voces olvidadas de mujeres compositoras, algunas de las cuales tuvieron que abrirse camino con subterfugios y sangrantes obstáculos, mientras otras alcanzaron la fama en vida para pasar al olvido más absoluto, y a menudo injusto, tras la muerte. Voces que en esta lucha sin cuartel, todavía no ganada, por la igualdad y la propia realización de la mujer como persona independiente al margen del hombre del que casi siempre ha sido sombra, demuestran las muchas razones por las que no hay una Beethoven ni una Wagner entre sus congéneres. El concierto de anoche vino a confirmar que muchas de estas obras cayeron en el olvido por su propia dinámica, su falta de entidad suficiente para ser recordadas, mientras otras lo hicieron por el simple hecho de ser escritas por el otro sexo, tan marginado y a menudo despreciado. Pero la razón en un caso como en el otro es la misma, la falta de oportunidades y recursos a quienes durante siglos se les confiaron tareas de apoyo y secretariado al hombre, más proclive a desarrollar la creatividad que al contrario que a la mujer, no se la había negado. Por eso son mujeres pioneras, audaces, atrevidas, valientes y enormemente valiosas.

Israel Fausto Martínez y Pierret, el primero un habitual de estas noches estivales en el Alcázar que afronta así su última semana de la presente temporada, mientras la segunda creemos recordar que no acudía a esta cita desde hace ocho años, cambiaron significativamente el orden del programa inicial y añadieron otras dos piezas que ayudaron a encajar la escasa hora de duración que se les exige. Así fue muy acertado empezar con Mel Bonis, una prolífica compositora francesa de finales del romanticismo que debió recortar su nombre, Mélanie, para superar prejuicios y conseguir una mayor consideración, con cuya Meditación los intérpretes lograron introducir esa sensación de placidez y candor que protagonizó la velada, a pesar de que ya se atisbaron los primeros tropiezos de un violonchelista que no tuvo ni de lejos su mejor noche, a la vez que Martínez Pierret acusó ya desde los primeros acordes una tendencia al mecanicismo acentuada por el carácter ostinato que prácticamente predominó en todas las piezas convocadas.

A partir de ahí las Cinco piezas Op. 24 de la pianista y compositora alemana Luise Adolpha Le Beau fueron atacadas con mucha imprecisión, especialmente en un chelo que no encontró el tono adecuado y fue más propenso de lo habitual a la estridencia y la falta de afinación, a pesar de que Israel Martínez fue capaz de mantener en todo momento un timbre bello y homogéneo y un cuerpo considerable. La poca consistencia de las obras interpretadas hasta entonces, entre ellas una agitada gavota de la compositora también francesa Cécile Chaminade, hoy discretamente recuperada, y un hermoso nocturno de la pianista Rita Strohl, Réverie, impecablemente defendido por un violonchelista al borde del éxtasis, dio paso a un mayor interés musical de la mano de la pianista y compositora holandesa Henriette Bosmans, de la que se interpretaron dos de sus tres Impresiones, el Cortejo con cierto carácter marcial y la Noche calma, un nocturno lleno de lirismo y sentimiento que el chelo defendió de forma impecable, emotiva y elegante, potenciando el misterio subyacente en las dos piezas, presente también en las tres de la célebre Nadia Boulanger, compositora, directora, pedagoga y pianista muy laureada en su tiempo y como otras hoy insuficientemente divulgada. Sus tres piezas originales para órgano encontraron en el piano un mejor vehículo para el lucimiento que Pierret aprovechó convenientemente, mientras Martínez volvió a acusar inseguridad y un fraseo errático y desentonado, por mucho que hicieran justicia al nervio y la vitalidad que anuncia la última de estas tres piezas de una mujer singular.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía


sábado, 19 de septiembre de 2020

UNO PARA TODOS Buenas intenciones faltas de un buen desarrollo

España 2020 94 min.
Dirección
David Ilundain Guion Coral Cruz y Valentina Viso Fotografía Bet Rourich Música Zeltia Montes Intérpretes David Verdaguer, Patricia López Arnaiz, Clara Segura, Ana Labordeta, Betsy Túrnez, Jorge Pobes, Valeria Endrino, Vega Vallés Estreno en el Festival de Miami 8 marzo 2020; en salas comerciales 18 septiembre 2020

Cinco años ha necesitado David Ilundain para volver a ponerse tras la cámara, a pesar del buen sabor que nos dejó su ópera prima, B, un intenso thriller sobre los Papeles de Bárcenas y un espléndido duelo interpretativo entre Padro Casablanc (Bárcenas) y Manolo Solo (Juez Ruz). Regresa ahora con las mismas buenas intenciones de reflejar en la gran pantalla, debidamente dramatizada, una realidad que conocemos a través de su tratamiento diario en los medios de comunicación: la educación de nuestros y nuestras más jóvenes, y las consecuencias que en una comunidad que empieza a vivir tiene el acoso escolar.

En localizaciones de Caspe y Arenys de Munt, entre Cataluña y Aragón, el cada vez más de moda David Verdaguer interpreta a un joven profesor interino que ha de cubrir una baja por maternidad en un pueblo de la sierra aragonesa. Allí descubrirá que en el seno del curso de sexto de primaria del que tiene que hacerse cargo, los y las niñas viven una realidad más preocupante de lo que pudiera pensarse. Ilundain mantiene un proverbial talento para sacar el máximo partido a sus intérpretes, logrando de Verdaguer una interpretación con suficientes matices, entre la ambigüedad, la contención y la emoción, aunque su personaje acabe resultando más deudor del cliché de lo que cupiera esperar. Se trata del típico carácter imposible, algo autista y con más complicaciones emocionales de las convenientes, que sin embargo se atreve a resolver los problemas de los demás… ¿quién no conoce a alguien con esta particular bipolaridad? Alguien que no se permite tratar a sus seres queridos con la misma generosidad que pregona a diario con desconocidos integrantes de una comunidad a la que presuntamente hay que salvar. Un goteo de agua incesante en su piso de alquiler explicita aun más ese carácter relativamente atormentado.

Es quizás eso lo más interesante de la película, que en su desarrollo atisba más de un lugar común, mucha convención y un ruego permanente de que el espectador acepte lo que se le cuenta libre de prejuicios y con un convencimiento más apoyado en la impostura que en la mera naturalidad. No obstante la frescura con la que el numeroso elenco de niños y niñas abordan su cometido rebaja ese nivel de autocomplacencia que parece inundar al guion y su desarrollo a menudo falto de ritmo. Un libreto que tiene sus hallazgos bien apuntados, el trabajo en equipo, la creatividad y la imaginación, pero que en el camino va perdiendo oportunidades, como esas cartas al yo del futuro que apenas tienen consecuencia, o lo convencional que resulta que prácticamente todos y cada una de los jóvenes personajes tengan un talento sobresaliente. Se agradece no obstante que por fin nuestra cinematografía vaya tomando conciencia de temas tan preocupantes en nuestra sociedad, como nuestro país vecino, Francia, viene haciendo desde hace tanto. Pero quizás haga falta algo más de rodaje para conseguir emocionar y convencer como lo hacen a menudo los galos. De momento aplaudimos que su promoción, incluido un muy tópico pero efectivo cartel, consiga que los padres lleven a sus hijos a verla.

viernes, 18 de septiembre de 2020

PINOCHO Una mirada artesanal entre la miseria y la fábula

Italia-Reino Unido-Francia 2019 125 min.
Dirección
Matteo Garrone Guion Matteo Garrone y Massimo Ceccherini, según el cuento de Carlo Collodi Fotografía Nicolai Brüel Música Dario Marianelli Intérpretes Federico Ielapi, Roberto Benigni, Gigi Proietti, Rocco Papaleo, Massimo Ceccherini, Marine Vacth, Paolo Graziosi, Davide Marotta, Alida Baldari Calabria, Alessio di Domenicantonio, Maria Pia Timo, Massimiliano Gallo, Gianfranco Gallo, Teco Celio, Enzo Vetrano, Nino Scardina, Maurizio Lombardi, Guillaume Delaunay, Ciro Petrone, Marcello Fonte Estreno en Italia 19 diciembre 2019; en España 18 septiembre 2020 

Es imposible enumerar la cantidad de adaptaciones que el cuento inmortal de Collodi ha tenido en el cine y la televisión, desde que Walt Disney se fijara en él para su segundo largometraje de dibujos animados en 1940. Una de las más celebradas se emitió por televisión en la década de los setenta, con Gina Lollobrigida como Hada Azul, y entre las más recientes se cuenta una seudomusical de 1996 titulada Pinocho: La leyenda, que tenía a Martin Landau y Genevive Bujould entre sus intérpretes, y otra de 2002 dirigida y protagonizada por Roberto Benigni tras el éxito fulgurante de La vida es bella. Precisamente en esa película el cómico italiano se reservaba el papel protagonista, mientras Matteo Garrone lo rescata ahora para dar vida a Gepetto.

Parece que el director de Gomorra alterne en su filmografía los temas sociales como en Reality y más directamente relacionados con la mafia en su celebrada adaptación del libro de Roberto Saviano y en la excelente Dogman, y las adaptaciones de cuentos infantiles, con la espléndida El cuento de los cuentos y ahora esta enésima versión de las aventuras de la marioneta sin hilos. Pero en el fondo subyace una misma obsesión, retratar las miserias de un mundo proclive al desencuentro y la humillación. Así Garrone, sin traicionar el espíritu de fábula de su referente, comienza su propuesta definiendo el carácter afable y conformista de un Gepetto en la más absoluta de la indigencia, y sometido a la humillación velada de sus vecinos, mientras encuentra en el muñeco de madera que habla y anda una razón para subsistir en su desdichada realidad. A partir de ahí toda la iconografía de personajes que exhibe destaca por su miserable carácter, su egoísmo desmedido y una casi absoluta ausencia de piedad y empatía por el prójimo, lo que convierte en cierto modo esta adaptación quizás en la más siniestra que se haya hecho.

Uno de los aspectos que más llaman la atención en el film de Garrone es que en plena era digital, en la que recrear personajes fantásticos y animales humanizados resulta tan fácil y recurrente, él apuesta, sin abandonar del todo los avances tecnológicos, por una artesanía visual más que evidente, recurriendo al maquillaje y el disfraz como elemento más apreciable a la hora de caracterizar personajes, lo que da como resultado una experiencia notablemente nostálgica y melancólica. Podríamos considerarlo como un regreso a la imaginación más pura y la creatividad más sobresaliente, aunque en el aspecto negativo hemos de reprocharle resultar demasiado episódica, lo que resta unidad al conjunto y capacidad para enganchar y emocionar más allá de su esteticista acabado formal, a la vez que esa relación paternofilial que centra el entramado de su argumento queda algo desdibujada y no llega a conmover lo conveniente.

Entre toda esa iconografía mugrienta y esa fastuosa recreación visual de un ambiente fantástico de fábula, al que el espectador es invitado a sumergirse sin prejuicio alguno, destaca la interpretación contenida de Benigni y la mirada tierna y conmovedora del niño Federico Ielapi, mientras Garrone reserva apariciones estelares para los protagonistas de su dos mayores éxitos, Ciro Petrone (Gomorra) y Marcello Fonte (Dogman).

jueves, 17 de septiembre de 2020

EL BA-ROCK REVIVAL DE LA ROSS Y LOS ESCARABAJOS

Ciclo START FestivaL. Los Escarabajos: Enrique Sánchez, guitarra, teclados, voces; José Luis Blanco, bajo, voces; José Carlos Seco, guitarra, teclados, voces; Santiago Ruiz, guitarra, teclado, voces; José Manuel Bueno, batería, percusión, voces. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Nazar Yasnytskyy, violín solista; Vicent Morelló, flauta solista; Dirk Vanhuyse, violonchelo solista; Juan Luis Pérez, director. Programa: Tributo a The Beatles. Miércoles 16 de septiembre de 2020

Bueno, Blanco, Sánchez, Seco y Ruiz

El segundo de los conciertos con los que el Maestranza, en colaboración con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, está celebrando la antesala de una esperanzadora nueva programación, se anunciaba espectacular y novedoso, y desde luego popular. Tanto es así que logró concitar tal cantidad de público que prácticamente todo el aforo permitido estuvo ocupado. Sin duda una buena iniciativa para llenar espacios e intentar recuperarse del saldo negativo que la pandemia ha dejado en la pasada temporada. Decisión que debería repetirse con ideas originales e imaginativas a lo largo del curso.

Con el veterano grupo sevillano Los Escarabajos y la Sinfónica sobre el escenario, aunque sin compartirlo más que en las propinas, la dinámica se centró en los mal llamados concerti grossi que el compositor y músico eslovaco Peter Breiner articuló a principios de la década de los noventa del siglo pasado en torno a la música de The Beatles. Solo el primero de estos tres conciertos, a los que habría que añadir un cuarto y otra serie de obras fundamentales del Barroco reescritas a partir de las melodías del legendario grupo de Liverpool, puede calificarse como grosso, al contraponer un grupo de solistas, dos violines y un violonchelo en este caso, al tutti orquestal, mientras las otras dos piezas convocadas cuentan con un solista inconfundible y perfectamente reconocible, el violín en el caso del segundo y la flauta en el del tercero. La dinámica consistió en presentar los temas tal cual los conocemos, de lo que se encargó el grupo de rock revival sevillano, realizando para la ocasión una serie de transiciones con las que ofrecer las canciones en forma de suite fluida y sin pausa, y a continuación ofrecer la versión de los mismos en forma de concierto o suite barroca, tal como los ideó el autor eslovaco y los grabó para Naxos con su propia orquesta de cámara.

Éxitos imperecederos

Juan Luis Pérez
Ya sabemos que todo lo buena que es la acústica del Maestranza para la música clásica, se pierde cuando de música amplificada y especialmente roquera se trata. Eso hizo que el conjunto no sonase con la naturalidad y la frescura que exhiben cuando actúan en sus espacios naturales, salas de concierto y bares al más puro estilo The Cavern. No obstante para ellos debió ser un sueño hecho realidad actuar en el Maestranza, donde desgranaron con fuerza y entusiasmo temas icónicos como She Loves You, Fool on the Hill, Penny Lane, A Hard Day’s Night, And I Love Her, Help!, The Long and Winding Road, Eight Days a Week, We Can Work It Out, Hey Jude y Yellow Submarine, estos dos últimos con la complicidad y participación expresa de un público visiblemente entusiasmado. Los Escarabajos, especializados no solo en Beatles sino también en otras figuras desaparecidas como Elvis Presley, se presentaron en formación de cinco, como si hubieran invitado al quinto Beatle, George Martin, a encargarse de los arreglos armónicos, en este caso al teclado y el sintetizador en sustitución de la orquesta, que solo acompañó, siguiendo las partituras originales, en las propinas, un emotivo Yesterday y ese Strawberry Fields Forever con el que tanta relación guarda nuestra comunidad.

Juan Luis Pérez fue de nuevo el encargado de dirigir a la Sinfónica en estos tres conciertos recreados presuntamente al estilo de Haendel, Vivaldi y Bach, aunque solo el segundo es realmente reconocible, y gracias fundamentalmente a su inconfundible reflejo en Las cuatro estaciones, mientras el uso de la flauta en el tercero no resulta suficiente para evocar los Conciertos de Brandeburgo en su complejidad, y la majestuosidad de Haendel queda bastante desdibujada. La orquesta ofreció sin embargo unas lecturas desprejuiciadas, entusiastas y frescas, perfectamente ensambladas y articuladas, en formación reducida y con prácticamente la única y exclusiva participación de la cuerda, más el clave de Tatiana Postnikova, que en alguna ocasión nos regaló el insólito sonido del instrumento al servicio de acordes sincopados al más puro estilo swing.

Yasnytskyy y Morelló

Pero fueron los solistas, especialmente Nazar Yasnytskyy al violín y Vicent Morelló a la
flauta, quienes provocaron la admiración absoluta, gracias al vertiginoso fraseo del primero en las múltiples ornamentaciones creadas por Breiner, su sonido compacto, sin estridencias ni cambios bruscos de registro, y la esmerada modulación del segundo, que le permitió seguir las alambicadas armonizaciones con un gusto exquisito. Una ocasión para escuchar las imperecederas canciones de estos clásicos del siglo XX, lo que nos hizo preguntarnos por los derechos de autor que debieron satisfacerse, todo un laberinto legal y emocional que llevó al grupo a renunciar a ellos en favor de su editora Northern Records, para después hacerse con ellos Michael Jackson, lo que le costó su amistad con Paul McCartney, y finalmente pasar a manos de la nipona Sony, por más que el líder continúe empeñado en recuperarlos.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía