Saludamos la iniciativa del periódico La Razón y el Teatro de la Maestranza de ofrecer programas tan navideños y familiares como los que nos acompañan estos últimos días del año en el coliseo sevillano. Echando mano de la producción de la Fundación Excelentia y su orquesta titular, la Clásica Santa Cecilia, que muta de nombre según el repertorio a interpretar y si lo hacen en su sede madrileña o fuera de ella, la pasada noche el programa estuvo centrado en tres de los más grandes compositores de música cinematográfica vivos y que cuentan con mayor número de seguidores. Se da la circunstancia de que tanto Morricone como Zimmer han celebrado conciertos multitudinarios en nuestro país durante el año que está a punto de extinguirse. The World of Hans Zimmer es un mastodóntico evento que ha visitado Madrid en dos ocasiones en 2019, la última hace apenas unos días, mientras el genial compositor italiano visitó según parece por última vez la capital española la pasada primavera. Williams está siempre de celebración, y el registro que acaba de publicar junto a Anne-Sophie Mutter y que le llevará en apenas dos semanas al Musikverein de Viena, así como su reciente banda sonora para el último episodio de La guerra de las galaxias, lo mantienen en activo aún a sus ochenta y siete años.
La Orquesta Clásica de Santa Cecilia está integrada por músicos muy jóvenes, lo que siempre aplaudimos desde estas páginas por cuanto ofrece a quienes tienen toda una carrera por delante la oportunidad de practicar y perfeccionar tanto técnica como expresividad. Para los valses y polcas que ofrecerán esta noche adoptan el nombre de Sinfónica de España, mientras que en el apartado cinematográfico utilizan el muy rimbombante Royal Film Concert Orchestra. En ambos casos es el muy voluntarioso director australiano asentado en España Kynan Johns quien la dirige, con resultados más correctos y discretos que sobresalientes. A su mando tiene una reducida plantilla, unos sesenta maestros y maestras, no siempre apropiada para las partituras, algunas de ellas realmente mastodónticas, que ofrecen prestaciones satisfactorias en metales y maderas, una cuerda más ajustada en el registro agudo que en el grave, donde falta algo más de cuerpo, y unos solistas competentes, aunque la percusión tiende a sobresalir de tal manera que ahoga al resto del conjunto y le resta sutileza, como pasó en las morriconianas El bueno, el feo y el malo y La muerte tenía un precio, con la particularidad en ambas de contar con un divertido acompañamiento vocal de los y las propias integrantes de la plantilla, en plan Cantori Moderni di Alessandroni.
Entre los solistas, la concertino se esmeró en tono y registro con La lista de Schindler, y aunque no llegó a conmover, resultó solvente, disciplinada y con un sonido adecuadamente aterciopelado. En La misión fue la joven oboísta quien realizó una competente versión del famoso Tema de Gabriel, con el que orquesta y batuta desplegaron un amplio vuelo lírico, como ya antes habían hecho con el tema de amor de Cinema Paradiso, en realidad acreditado al hijo de Ennio, Andrea, y el muy hermoso Tema de Jill de Hasta que llegó su hora. Menos afortunados estuvieron en la vibrante Los intocables de Eliot Ness, que sonó algo deslavazada y falta de vigor. Con Zimmer también prestaron sus facultades vocales imitando animales varios en la divertida y desenfadada Madagascar, mientras imprimieron aplomo en Interstellar, con el pianista sustituyendo ejemplarmente al órgano, y misterio a una insuficiente suite de El caballero oscuro. Mejor y más completa resultó la que interpretaron con gracia y energía de Piratas del Caribe, aunque se célebre tema principal no sea de Zimmer sino de Klaus Badelt, como tampoco lo son las canciones de un Rey león incluido en el programa a través de la música de Elton John y no del score original del homenajeado.
Un decepcionante tema de las bicicletas de E.T., sin apenas vuelo lírico ni emoción, como tampoco tuvo la sensacional música de Hook, unos competentes Parque Jurásico y Marcha Imperial de El imperio contraataca, así como unos correctos Harry Potter y Superman completaron con John Williams este singular concierto diseñado para disfrute en familia y dar rienda suelta a sus jóvenes intérpretes, así como cubrir expediente navideño y mantener nuestro templo de la música abierto también en Navidad, como también harán en el Teatro Real y el Auditorio Nacional mañana y los primeros días de un 2020 que auguramos feliz para todos ustedes.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía