viernes, 27 de agosto de 2021

ARAUZO Y MARTOS EN BUSCA DE VINTEUIL

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Pablo Martos, violín. Patricia Arauzo, piano. Programa: Sonata Ballade, de Ysaÿe; Selección de Le tombeau de Couperin y Tzigane, de Ravel; Louange à l’immortalité de Jésus, de Quartour pour la fin du temps de Messiaen; Sonata para violín y piano en La mayor, de Franck. Jueves 26 de agosto de 2021

Los amores de Swann se identifican en el inmortal ciclo de novelas de Marcel Proust con una frase extraída a colación de una sonata ficticia que el autor atribuye a un tal Vinteuil. Un detalle que tradicionalmente se asocia con la fascinación que en el autor provocó la Sonata en La mayor de Cesar Franck, si bien es cierto que en su invención debieron influir también otros compositores que dejaron huella en el escritor francés, Ravel e Ysaÿe entre ellos. Una pieza de Olivier Messiaen, medio siglo más moderna que el resto del programa, completó este particular viaje por el tiempo propuesto por el violinista granadino Pablo Martos y la catedrática del Conservatorio Superior de Sevilla Patricia Arauzo. Ambos son bien conocidos del público sevillano, tanto en ediciones anteriores de las Noches del Alcázar como en otros espacios emblemáticos de la ciudad.

Martos fue el encargado de arrancar este singular viaje, con la Sonata Balada de Ysayë, tercera de las seis que compuso entre 1923 y 1924 con la solemnidad de Bach y el virtuosismo de Paganini en la cabeza, pero atribuyéndoles un lenguaje entre vanguardista e impresionista que las convirtieron en icono de la producción para violín solo. Un viaje en el tiempo de ida y vuelta en el que el violinista echó mano de un sonido robusto acaso muy áspero pero bien controlado en su continuo cambio de registro y variedad cromática, manteniendo un ritmo incesante e imprimiendo una considerable pasión aunque sin derrochar las chispas que la página demanda. Patricia Arauzo logra encandilarnos con cada nueva intervención. Su interpretación de tres de los seis números que integran La tumba de Couperin no fue una excepción. Quiso dejar huella con una versión muy personal de las páginas pero sin pretenciosidad ni afectación, como ocurre tantas veces que se quiere decir algo nuevo. El suyo fue un Preludio con reminiscencias jazzísticas, ritmado y fuertemente arpegiado, mientras mantuvo en Forlane el pausado misterio que le caracteriza, y se mostró más dubitativa y enmarañada en la vertiginosa e incandescente Toccata final de este ciclo que Ravel dedicó a varios de sus compañeros desaparecidos en el campo de batalla durante la Primera Guerra Mundial a modo de recuperación de ese tiempo perdido.

Un diálogo fluido y compenetrado

Ya juntos acometieron una página tan sombría y delicada como el Rezo a la inmortalidad de Jesús, último de los movimientos del Cuarteto para el final de los tiempos, que Olivier Messiaen concibió para violín y piano, prescindiendo aquí del clarinete y el violonchelo, en un campo nazi para prisioneros de guerra. Este arco iris teológico, como lo definía el autor, adquiere en este movimiento una austeridad y un control del ritmo extraordinario, acaso también una profundidad reflexiva que el tándem no acertó a plasmar del todo, aun tratándose de una interpretación muy meditada y concisa, en la que Martos se empleó a fondo para mantener sus largas y sostenidas frases, y Arauzo para marcar su obsesivo ritmo con las acentuaciones y dinámicas necesarias. Esta quietud tensa que exhibe un tiempo tan ficticio e inexorable como el resto de nuestra existencia, sirvió de introducción a la pieza clave de la noche, esa Sonata de Franck que inspiró a Proust y a su atormentado Swann. Hace no mucho la disfrutábamos de la mano de la propia Arauzo con Aldo Mata en la versión adaptada para violonchelo. Esta vez en su versión original, concebida como regalo de bodas precisamente para Ysaÿe, la pianista se mantuvo en un segundo plano, a pesar de que la página está concebida para que los dos instrumentos cohabiten en igualdad de condiciones. La arrebatada personalidad de Martos malogró esta particularidad, si bien su exhibición estuvo llena de fuerza e intensidad emocional. Ambos lograron que el allegro moderato inicial sonara apacible y melódico, dramático y palpitante el allegro aunque con ligeros roces en la cuerda, lírico y emotivo en el recitativo fantasía, y apasionado en el allegro final, manteniendo en todo caso un diálogo inquieto y tumultuoso.

Con una impecable y vertiginosa recreación de los aires zíngaros que presenta Tzigane, una pieza que Ravel dedicó a una amante suya como la Sonata de Vinteuil inspiraba el amor de Swann, acabó uno de los conciertos más dilatados que recordamos en estas Noches del Alcázar, lo que a los responsables del Alcázar debió poner de los nervios, siempre tan obsesionados precisamente con los tiempos, el cierre de puertas y ambigú un cuarto de hora antes de empezar el concierto, que este no dure más de una hora... de vez en cuando conviene relajarse.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 26 de agosto de 2021

LAS CANTIGAS REINVENTADAS POR NAHZUN

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Víctor Muñiz, guitarra, ud, voz. Juanmi Cabral, gimbri, voz. Wafir Sheikheldin, ud, percusiones, viola, voz. Vincent Molino, ney, oboe de poitou, cromorno, axabeba, flautas de pico, armonio. Programa: Selección de Cantigas de Alfonso X El Sabio, y obras de Walter von der Vogelweide y de la tradición sefardí y europea medieval. Miércoles 25 de agosto de 2021

Foto: Actidea

Son varias las citas que este año conmemoran el ochocientos aniversario del nacimiento del emblemático Rey Alfonso X El Sabio, paradigma de la cultura y la música practicadas desde el poder absoluto. Pero casi todas se enmarcan en el apartado de música antigua, salvo esta singular propuesta del grupo Nahzun, cuyo nombre con h y z intercambiadas proviene de una adelantada poetisa granadina medieval. La de este conjunto se incluye en Músicas del mundo por su particular tendencia al mestizaje y la combinación de estéticas y culturas. Por eso acercarse a ellos suponía un gesto de curiosidad, con el atractivo de comprobar cómo suena esta música medieval que hoy casi nadie se atreve a interpretar sin seguir los rigores del historicismo, en manos desprejuiciadas y abiertas a la innovación y la más estricta creatividad. La curiosidad no derivó precisamente en satisfacción, tampoco en decepción, pero puestos a innovar o dar un toque diferente al repertorio, sí esperábamos algo más de atrevimiento, una mayor dosis de ingenio que no se limitara a acentuar el carácter orientalizante en la obra del rey sevillano ni impregnarlo de matices aflamencados.

No cabe duda de que los cuatro integrantes del conjunto son unos excelentes músicos, empezando por su principal artífice, el veterano y siempre inquieto Vincent Molino, sobre cuyas espaldas descansa el legendario grupo Radio Tarifa de la década de los noventa del pasado siglo, y siguiendo con el sudanés Wafir Sheikheldin Gibril, tan refinado y sutil en la percusión como afinado en la viola, el cantaor y guitarrista gaditano Juanmi Cabral y el laudista Víctor Muñiz. Pero la propuesta siguió derroteros muy transitados, rutinarios y apenas proclives a la sorpresa. Al canto a dos voces, la más aguda y poco en estilo (La fuente fría) de Muñiz y la más oscura, grave y profunda de Gibril, se unió tomando las riendas del protagonismo el flamenco de Cabral, una licencia que pudo funcionar en algún momento puntual pero no como constante durante todo el concierto, incluidos los estridentes remates con los que finalizó cada intervención. De él lo que más nos llamó la atención fue su instrumento principal, un gimbri o laúd tricorde de caja rectangular que el músico manejó con igual destreza que la guitarra flamenca a la que está acostumbrado. También destacó el generoso repertorio de instrumentos que eligió Molino, entre ellos el ney del que es especialista y con el que arrancó el concierto, el cromormo y su evocador y estridente sonido o el armonio con el que acompañó la viola de Gibril con tanta elegancia como discreción.

En el apartado de programación, nos quedamos con la sensualidad de la pieza del poeta y Minnesänger centroeuropeo del siglo XII Walter von der Vogelweide, un efectivo ejercicio de inmersión en el misterio y la fascinación del desierto, la combinación de las cantigas número 100 (Santa Maria Estrela do Dia), una de las más populares del manuscrito, ofrecida a ritmo samai de tres tiempos, y la 166 (Como podem) a un ritmo contrastante y vertiginoso, presto al virtuosismo. Pero sobre todo fue el conductus Crucifigat omnes del Códice de Las Huelgas, que terminó por centrar la propuesta en las Cruzadas, lo que más nos llamó la atención, por su contundencia ritual y el magisterio con el que Nahzun lo acometió. Entre bromas, introducciones poco precisas y juegos de palabras que hicieron las delicias del público, consumieron el tiempo dejándose atrás dos obras, algo incomprensible teniendo en cuenta que se trataba de su segunda y última comparecencia en estas Noches del Alcázar, por lo que ya podrían haber tomado nota de la anterior.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

JINETES DE LA JUSTICIA Armas y números

Título original: Retfærdighedens ryttere
Dinamarca-Suecia-Finlandia 2020 116 min.
Dirección
Anders Thomas Jensen Guion Nikolaj Arcel y Anders Thomas Jensen, según su obra Fotografía Kasper Tuxen Música Jeppe Kaas Intérpretes Mads Mikkelsen, Nikolaj Lie Kaas, Andrea Heick Gadeberg, Lars Brygmann, Nicolas Bro, Gustav Lindh, Albert Rudbeck Lindhart, Roland Møller, Anne Birgitte Lind, Omar Shargaw, Henrik Noël Estreno en Dinamarca 19 noviembre 2020; en España 27 agosto 2021


A pesar de haber dirigido varios largometrajes, Anders Thomas Jensen sigue siendo más reconocido a nivel internacional por su trabajo como guionista, con títulos tan apreciados como Mifune, Hermanos, Después de la boda o En un mundo mejor. Sin embargo esta suerte puede cambiar con este su último trabajo como director, una celebrada adaptación de su propia obra teatral que en su resolución cinematográfica comienza en tono Eastwood planteando cómo un trágico acontecimiento puede ser la consecuencia de una serie de infortunios a los que el destino y los números pueden llegar a afectar de manera decisiva, para más adelante convertirse en una especie de comedia negra al más puro estilo de los Hermanos Coen, en la que el realizador danés tiene que emplearse a fondo para que la rotunda galería de personajes imposibles y las violentas aventuras en las que se embarcan no pase factura al éxito de la función.

Anders sale bien parado de la operación, a pesar de una disparatada propuesta de violencia al margen de la ley, gracias en parte a un espléndido elenco de intérpretes a cuyos personajes él previamente ha dado una vida propia en el guion y su traslación a la pantalla. La ausencia de una investigación oficial, la falta de una persecución policial a todas luces inevitable y esas calles completamente vacías en las que la violencia puede desatarse bajo una inmunidad absoluta, hacen que el producto se resienta, habiendo sido preferible que dichos aspectos se puliesen de forma necesaria y conveniente. Todo ello sin embargo no es obstáculo para que funcione la fórmula de enfrentar al clásico macho alfa curtido en la violencia y la venganza al más puro estilo americano, con el equipo de frikis de la tecnología y la estadística, mentes inteligentes, prodigiosas, que ponen el perfecto contrapunto y dan una entidad propia y original a la empresa, mientras el componente femenino aporta la necesaria, y habitual, dosis de cordura y sentido común.

No conviene sin embargo tomarse nada en serio, ni ese análisis ligero que hace del destino y sus connotaciones, ni la violencia desatada ni la falta de una justicia oficial y conformada, pero el entretenimiento está garantizado y alguna carcajada aislada, también. Triunfó en los premios del cine danés del pasado año.

martes, 24 de agosto de 2021

ANNETTE Un drama musical extenuante y tenebroso

Francia-Alemania-Bélgica-Japón-México 2021 140 min.
Dirección
Leos Carax Guion Ron Mael y Russell Mael Fotografía Caroline Champetier Música Sparks Intérpretes Adam Driver, Marion Cotillard, Simon Helberg, Devyn McDowell, Dominique Dauwe, Kait Tenison Estreno en el Festival de Cannes 6 julio 2021; en Francia 7 julio 2021; en España 20 agosto 2021

Solo era cuestión de tiempo que habiéndose curtido en el videoclip, Leos Carax acabara dirigiendo un musical, y la ocasión se la han brindado Ron y Russell Mael, artífices del grupo Sparks y autores del libreto y las canciones de esta ópera rock ambientada en el tumultuoso mundo del espectáculo. Carax, que no dirigía ningún largometraje desde Holy Motors en 2012, se encarga de dar su particular sentido de la estética y la narrativa a este drama con ínfulas de pesadilla en la que se combinan como un batiburrillo temas candentes de la actualidad cuanto más escabrosos mejor.

Así la violencia doméstica, la explotación infantil (tan de moda en programas televisivos de sociedades presuntamente defensoras de los niños y las niñas), los celos profesionales, la envidia, el fracaso y otras fobias modernas se dan cita en lo que parece querer denunciar la hipocresía reinante cada vez más en nuestro planeta, o al menos en la parte de él que habitamos. Lástima que aunque tiene estilo y personalidad, su discurso quede algo deshilachado, como suele ser habitual en el cine del director galo. En el transcurso de las dos horas y media casi que necesita para contarnos su historia de amor obsesivo e infancia manejada como una marioneta, Carax responsabiliza a un inmenso y contundente Adam Driver, hábilmente secundado por una sensible y delicada Marion Cotillard y un Simon Helberg que vuelve a lucir su destreza al teclado como lo hizo en Florence Foster Jenkins.

Por su parte, Sparks nos regala una partitura mágica y enigmática, entre la psicodelia, la lírica y el musical tradicional norteamericano, todo dentro de una esforzada producción multi internacional cantada en inglés y ambientada en Los Angeles y Las Vegas. Puede acabar siendo cargante, como no podía ser menos tratándose del responsable de Los amantes del Pont-Neuf, considerablemente lastrada por su largo metraje y la falta de un hilo conductor suficientemente conciso para entender el sentido y la intención del conjunto. Pero su visionado al menos aporta algo fresco y diferente al panorama actual, y eso siempre es de agradecer.

lunes, 23 de agosto de 2021

FREE GUY El amor nos hace libres y reales

USA 2021 115 min.
Dirección
Shawn Levy Guion Matt Lieberman y Zak Penn Fotografía George Richmond Música Christophe Beck Intérpretes Ryan Reynolds, Jodie Comer, Joe Keery, Lil Rel Howey, Taika Waititi, Itkarsh Ambudkar, Aaron Reed, Britne Oldford, Camille Kostek, Channing Tatum Estreno en Estados Unidos 13 agosto 2021; en España 18 agosto 2021

Habrá que agradecer a Zak Penn, coguionista de la película, haber llevado tan a buen puerto esta divertida y entrañable comedia de acción ambientada en el mundo de los videojuegos. Y es que ni Shawn Levy, el director, ni el otro guionista, Matt Lieberman, se caracterizan por una filmografía ejemplar. El primero es el responsable de la saga Noche en el museo y un puñado de comedias en su mayoría tontorronas que tienen su cota más alta de calidad en la irregular Ahí os quedáis, cuyo mayor reclamo era incluir a jane Fonda en el reparto. Tampoco su anterior incursión en el cine de acción, Acero puro, dio los réditos esperados. Sin embargo Penn ha colaborado en varios títulos de Marvel y es el autor del libreto de la película que a todas luces parece el referente más inmediato de esta, Ready Player One de Spielberg, que tras su brillante resolución formal a veces daba la sensación de no saber muy bien lo que quería contar. Sin embargo Free Guy lo tiene muy claro y parece ser el remate de aquella, con un éxito a nuestro juicio rotundo.

Tomando igualmente como referente El show de Truman de Peter Weir, su protagonista vive preso en una realidad virtual sin saberlo. Pero en un mundo en el que la tecnología avanza a pasos agigantados y en el que la experimentación da a veces resultados imprevisibles, puede asomar la inteligencia artificial y darle un vuelco a todo. Con esta premisa y un trabajo global nada pretencioso, Levy y su equipo consigue hacer la comedia que de haber podido aprovechar la técnica actual habría soñado hacer Frank Capra. De hecho su protagonista es todo un Juan Nadie o un Caballero sin espada que sin pretenderlo encuentra la forma de erigirse en líder, despertar conciencias y provocar pequeñas revoluciones que nos liberen, a los personajes de los videojuegos y a nosotros y nosotras mismas, que quizás también vivamos en una realidad virtual o paralela, de las cadenas y rutinas que nos acechan. Claro que todo este discurso está convenientemente matizado para no apartarse de su finalidad principal, que es entretener con la máxima calidad artística y técnica posible, que la acción no decaiga y la emoción se mantenga de principio a fin, lo que no es poco en una época en la que el espectáculo se sirve sin apenas alma.

Free Guy es además una preciosa historia de amor, que desprecia príncipes azules y deviene en consecuencias novedosas y muy agradables. El impecable trabajo y fabulosa vis cómica de Reynolds, que se cree hasta la última mueca que hace su personaje, se complementa con el excelente trabajo del resto del reparto, con especial atención al oscarizado director de Jo Jo Rabbit, Taika Waititi, que aquí da vida al villano de turno, una especie de versión masculina de Meryl Streep en El diablo viste de Prada. Entre los múltiples alicientes, además de una divertida banda sonora y un diseño artístico sensacional, está la descacharrante intervención un poco gay de Channing Tatum y las voces en versión original de otros fuertotes como Hugh Jackman o Dwayne Johnson, además de Tina Fey y John Krasinski y el ocurrente cameo de Chris Evans en modo Capitán América. Pura diversión, considerable emoción en una comedia de acción con mensajes y muchísima amabilidad, no se puede pedir más.

TOTEM ENSEMBLE EN MODO ARREGLO

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Vladimir Dmitrienco y Luis Miguel Díaz, violines; Michael Leifer, viola; Nonna Natvlishvili, violonchelo. Francisco Lobo, contrabajo. Programa: Sarabanda Op. 93, nº 1, “Reverie du soir” de Suite Algerienne Op. 60, y El carnaval de los animales, de Saint-Saëns; Pizzicato de Silvia y Vals de Coppelia, de Delibes; Medley de Carmen, de Bizet. Domingo 22 de agosto de 2021

Foto: Actidea

Aunque se trate de una de sus obras más representativas y populares, junto a la ópera Sansón y Dalila y la Danza macabra, Saint-Saëns consideraba El carnaval de los animales una pieza menor, apenas una broma musical que podría enturbiar su consideración de compositor serio y responsable. Ni el hecho de que una de sus pocas interpretaciones en público, en casa de Pauline Viardot, provocara el entusiasmo de Liszt, influyó para que el compositor romántico francés decidiera publicarla y destinarla a las salas de concierto. Tuvo que pasar más de treinta años para que eso ocurriera y la obra se convirtiera en icono del autor, por eso el homenaje que Noches del Alcázar le brinda este año a Sain-Saëns en el centenario de su muerte no sería completo sin una interpretación de la página. Totem Ensemble, que como tal formación hace algunos años que no pisa este escenario, si bien sus integrantes sí lo han hecho con otros conjuntos, ha sido el encargado de llevar a cabo esta exigencia, contando para ello con su habitual ingenio y habilidad para adaptar partituras a su reducido conjunto de cuerda.

Una página imprescindible

El carnaval de los animales es una suite con catorce números que satiriza la música programática e ironiza con diversos autores contemporáneos y colegas del autor a través de una orquestación muy medida y matizada, capaz de aportar un colorido muy especial a cada uno de los animales representados en esta fantasía zoológica, como su autor la definía. Destinada a una formación orquestal reducida a unos quince intérpretes, pero con gran parte de las familias instrumentales representadas y una aportación fundamental del piano al conjunto, su adaptación a quinteto de cuerda se antojaba harto atrevida y con muchas papeletas para fracasar. Sin embargo la pericia y profesionalidad de los cinco músicos convocados y esa habilidad para el arreglo y la adaptación que les caracteriza, hizo que la empresa saliera adelante con el beneplácito de un público entregado y entusiasmado, capaz de entender el humor con el que su autor la emprende con su propia Danza macabra en Fósiles, la Danza de las sílfides de Berlioz en El elefante, o el Can-Can de Offenbach en Las tortugas. Sin el apoyo del xilofón o la flauta y otros instrumentos de viento, la cuerda se las ingenió sin embargo para lograr texturas variadas y emitir onomatopeyas identificables. A pesar de ello algunos números, como el Acuario, se resintieron de esa falta de color y textura que en este caso particular aporta el teclado. Pero hasta Los pianistas estuvieron bien representados con sus infatigables escalas a pesar de la falta del instrumento rey. Dmitrienco y Díaz jugaron con simpatía y discreción, Natvlishvili impregnó de poesía su violonchelo en el popular Cisne, Leifer sustituyó con éxito al inicialmente programado Jerome Ireland, y Lobo brilló en sus puntuales solos, además de ejercer de maestro de ceremonias quizás para evitar que la simpática incontinencia verbal de Dmitrienco sobrepasara el tiempo estipulado. El resultado fue una acertada combinación de humor afilado y considerable delicadeza.

Antes el conjunto interpretó una serie de páginas del propio homenajeado y dos de sus contemporáneos más influyentes, Bizet y Delibes, con resultados también amables y satisfactorios, aunque en el orientalizante Reverie du soir el diálogo entre los dos violinistas sonara algo estridente. La Sarabanda con la que iniciaron el concierto mantuvo cierto lirismo y un tono apesadumbrado muy elocuente, mientras las dos populares piezas de Delibes extraídas de sus famosos ballets mantuvieron la exigencia técnica y expresiva que se demanda a la gran orquesta a las que van destinadas. Con la siempre socorrida Carmen prefirieron un arreglo propio, con transiciones en su mayoría bien planteadas, que alguna de las fantasías y suites que existen en el repertorio. La intervención del público resultó inevitable en el We Will Rock You de Queen que ofrecieron como propina.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

EL BEBÉ JEFAZO: NEGOCIOS DE FAMILIA Una fórmula quemada

Título original: Baby Boss: Family Business
U SA 2021 97 min.
Dirección
Tom McGrath Guion Michael McCullers, según los libros de Marla Frazee Música Steve Mazzaro y Hans Zimmer Voces (en versión original) Alec baldwin, James Marsden, Amy Sedaris, Ariana Greenblatt, Jeff Goldblum, Eva Longoria, James McGrath, Jimmy Kimmel, Lisa Kudrow Estreno en Estados Unidos 2 julio 2021; en España 6 agosto 2021

Sin llegar a la excelencia de Pixar, Dreamworks Animation se ha caracterizado por un considerable nivel de calidad en sus numerosas producciones. Con los libros de Marla Freeze sobre un recién nacido con don de mando y toda una organización de bebés a su disposición para dirigir la gran empresa del mundo, la productora de Spielberg encontró un filón que exprimir tras el gran éxito cosechado por la hilarante y original adaptación inicial de 2017.

Una serie de televisión y ahora esta secuela parecen sin embargo haber agotado las posibilidades del prometedor material, y es que su director, Tom McGrath, responsable también de aquella primera parte y las tres entregas de Madagascar, ha puesto el piloto automático a la hora de imprimir nueva savia a esta destartalada revisión del personaje.

La reconciliación entre los dos hermanos protagonistas de la anterior entrega, la aparición de una nueva jefaza sin más chispa que sus antecesores, y cierta oda a la familia feliz, juguetona y como imponen los cánones discretamente diversa, no son elementos de suficiente enjundia para levantar un film que repite esquemas y gracias, con apenas nuevas ocurrencias y el relativo aliciente de contar con las voces de Baldwin y Marsden en su versión original, además de un excéntrico Goldblum dando vida al villano de turno.

viernes, 6 de agosto de 2021

APASIONADO E INFATIGABLE ALDO MATA

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Aldo Mata, violonchelo. Qi Shen, piano. Programa: El violonchelo español (obras de Agustín Rubio, Cleto Zabala, Jesús de Monasterio, Gerónimo Jiménez y López Juarranz). Jueves 5 de agosto de 2021

Foto: Actidea

Las memorias del insigne violinista y director madrileño Enrique Fernández Arbós destaparon el talento de su gran amigo Agustín Rubio, violonchelista murciano que destacó a finales del siglo XIX y principios del siguiente, fue alumno de Victor Mirecki, un virtuoso del instrumento en la época, y compuso un considerable catálogo de obras que pasaron al olvido hasta que estas memorias y el trabajo de la musicóloga Ana María del Valle Collado, con el respaldo del Museo de Bellas Artes de Murcia, lograron recuperar algunas de ellas. Alrededor de Rubio, que integró el Trío Ibérico junto a Arbós y Albéniz, giró este singular concierto de esos a los que venimos más a descubrir la música que a calibrar el nivel de su interpretación. Rubio y los demás autores convocados son el ejemplo de hasta qué punto no cuidamos en este país lo nuestro, no lo promocionamos y desde luego apenas lo apreciamos. Salvo en las artes plásticas, el resto suele pasar desapercibido para nuestro público, condicionado por la invasión de lo extranjero, que sí tiene ese sentido de la diplomacia cultural del que nosotros carecemos. Así ocurre que aparte de un primer barroco y el nacionalismo decimonónico, nuestra música parezca no contar con representante digno alguno.

El esfuerzo de un infatigable Aldo Mata, que tanto empeño pone en sus trabajos de investigación y recuperación del patrimonio musical español, propiciaron un concierto, ya ofrecido en otras plazas, integrado exclusivamente por partituras rescatadas si no del olvido sí de la aniquilación absoluta. El violonchelista y catedrático en Sevilla y su acompañante, la pianista china residente en España Qi Shen, empezaron y terminaron este recorrido con Rubio. Primero fueron tres pequeñas piezas recuperadas por el propio Mata, en las que se atisbó cierto cosmopolitismo y una gracia melódica entre la música de salón y la puramente concertista. Ellas establecieron el espíritu que habría de imperar en el resto del programa, de inconfundible aire melancólico en las melodías de Zabala, fundador de la Sociedad Coral de Bilbao y volcado más en la lírica que en la música de cámara, y Monasterio, violinista cántabro en su día equiparable a Sarasate. De él se ofreció también su obra más emblemática, Adiós a la Alhambra, original para violín y piano y sin embargo dedicada a Casals, única incursión del programa en el nacionalismo ibérico de aires desenfadados y elegantes. Una Cavatina y una Romanza de Gerónimo Jiménez, zarzuelista responsable de títulos como La tempranica y La boda (y el baile) de Luis Alonso, rompieron ese espíritu melancólico y abrieron otro más alegre y enérgico, que continuó con una pieza de exacerbado romanticismo, El primer amor de Juarranz, autor del pasodoble La Giralda. Una alegre Romanza de Rubio, de espíritu modernista, introdujo las cuatro piezas recuperadas por el Mubam, de intrincadas inflexiones y originales figuras ornamentales.

La interpretación de Mata, si bien no fue impoluta o técnicamente perfecta, abundando en sonidos secos y quebrados, con roces y pianissimi ocasionalmente estridentes, fue plenamente satisfactoria gracias a su capacidad para trascender, transmitir su entusiasmo y su inquietud y lograr que nuestro oído se implicase con la misma pasión e interés con que lo hacía su arco. Que contase con Qi Shen para tan personal proyecto fue toda una garantía y la pianista estuvo a la altura. Aunque tuvo algún tropiezo supo recrear también ese espíritu romántico y refinado que caracterizó la velada, si bien el emplazamiento de Mata, prácticamente delante y pegado al piano, impidió que el sonido del teclado se abriese convenientemente y que gran parte del público pudiese disfrutar observando su digitación.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 5 de agosto de 2021

HISTORIAS DE UN BANDONEÓN

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Florencia Bégue, voz. Claudio Constantini, bandoneón. Federico Lechner, piano. Programa: Paseando a Piazzolla. Miércoles 4 de agosto de 2021

Tres Esquinas anoche en el Alcázar. Foto: Actidea

Uno de los más grandes e importantes compositores argentinos del pasado siglo es sin duda Astor Piazzolla. Tomó como referencia el tango y provocó toda una revolución en torno a él, tanto que como siempre ocurre con los genios, su música fue una gran incomprendida entre los puristas y los más avezados defensores del género, al menos hasta convertirse en leyenda. Anoche tres artistas, bautizados para la ocasión como Tres Esquinas, se dieron cita en los Jardines del Alcázar para rendir homenaje a este grande de la música con mayúsculas, iniciando así una serie de conciertos salpicados a lo largo de esta edición de las Noches del Alcázar, destinados a homenajear al músico de Mar del Plata cuando hubiera cumplido cien años, tras casi treinta de habernos dejado.

Claudio Constantini. Foto: Actidea
A Federico Lechner, pianista argentino afincado en nuestro país, ya lo habíamos visto en este escenario en varias ediciones anteriores, por ejemplo versionando a Debussy en clave jazzística o acompañando a la armónica de Antonio Serrano en una antología de Gershwin. Siempre estupendo y versátil, inspirado por una continua improvisación, estuvo acompañado en esta ocasión por su compatriota Florencia Bégue y el peruano de sangre porteña Claudio Constantini. Ella fue la única a descubrir en esta ocasión, ya que a Constantini tuvimos oportunidad de disfrutarlo, y mucho, la pasada primavera cuando tocó al bandoneón un concierto de su cosecha y al piano la Rapsodia en Blue de Gershwin junto a la Orquesta Joven de Andalucía. Siendo habitual que estos conciertos sean ilustrados con explicaciones sobre las obras a interpretar, esta vez la práctica se obvió, justo cuando un tributo de estas características más lo demanda, perdiéndose así el concepto de una propuesta como esta, entre el recital canalla y el cabaret más íntimo. En su lugar el bandoneonista contó la singular historia de su instrumento y sus orígenes alemanes justo antes de la Segunda Guerra Mundial. Su particular sonido y estética, la infancia callejera de Piazzolla en las calles de Nueva York de primer cuarto de siglo, y su sonido netamente urbano y apasionado se dieron cita en este homenaje, mientras sus influencias clásicas de Bach o sus mentores Ginastera y Nadia Boulanger quedaron más velados en el repertorio elegido, fundamentalmente cancionero.

Florencia Bégue
Fue Constantini quien más se lució con su proverbial dominio del instrumento, derroche de sensibilidad, flexibilidad y exquisito gusto. Lechner le acompañó con competente sentido del ritmo, llevando a buen puerto la combinación entre el particular estilo fuertemente sincopado del compositor y su personal aire jazzístico, dejándonos ambos una pequeña joya, su versión del estremecedor Adiós Nonino, tras un arranque en caliente y enfervorecido con La muerte del ángel. Pero el peso de la función cayó en la voz de la joven Florencia Bégue, puntualmente insegura e impostada, puede que por los nervios del debut en un escenario que los tres se apresuraron a celebrar como emblemático e irrepetible. Bégue intentó marcar acentos, adoptar ese estilo sensible y a la vez canalla tan característico que nos trasladase a garitos llenos de humo y alcohol, e imprimir de fuerte pasión más allá del rojo intenso de su vestido, un repertorio centrado en las calles de Buenos Aires y la gente loca y de vuelta de todo que las puebla. Su vocalización impecable y timbre agradable, a merced de una voz algo quebrada, no impidió que su aportación resultara tibia y banal el esfuerzo de los tres por aunar talento e intencionalidad. Entre las piezas que entonó con mayor éxito estuvo Chiquilín de Bachín; tampoco deslució el desgarrador Vuelvo al Sur, compuesto para la película Sur de Fernando Solanas, en representación de las muchas bandas sonoras que compuso, una de ellas por cierto, La boutique, para otro de los grandes centenarios del año, Berlanga. La popular canción Los pájaros perdidos y una versión en francés del indispensable Oblivion cerraron un recital del que sinceramente esperábamos mayor implicación, intensidad emocional y sentido conceptual.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 3 de agosto de 2021

JOLT Una bestia enamorada

USA 2021 91 min.
Dirección
Tanya Wexler Guion Scott Wascha y Louis Waymouth Fotografía Jules O’Loughlin Música Dominic Lewis Intérpretes Kate Beckinsale, Bobby Cannavale, Jai Courtney, Stanley Tucci, Laverne Cox, Ori Pfeffer, David Bradley, Susan Sarandon Estreno en Amazon Prime 23 julio 2021

No hay más que echarle un vistazo a la filmografía de la bella y entrenada Kate Beckinsale para echarse a temblar. Prácticamente encorsetada en la franquicia Underworld, con incursiones en cintas románticas de poca enjundia y otras de acción de escasa relevancia, además de seriales de televisión, la que empezara a las órdenes de Kenneth Branagh en Mucho ruido y pocas nueces, y se embarcara luego en proyectos de alto calado como Pearl Harbor, se ha especializado en películas de acción y patadas a diestro y siniestro, y esta no es una excepción.

Dirigida quizás para darle cierta sensibilidad femenina por Tanya Wexler, de quien recordamos con agrado aquella Hysteria de hace una década, la película se centra en una mujer que ha desarrollado una fuerza y una agilidad extraordinarias así como unos impulsos criminales irrefrenables como consecuencia de la falta de cariño sufrida cuando era niña. Controla dichos impulsos mediante un artilugio neurológico y se adentra en una vorágine de venganza y violencia a partir de su propio enamoramiento. Un híbrido entre cine de acción de serie B y telefilm con aspiraciones, rodado en estudios en Bulgaria simulando Nueva York y con participación técnica portuguesa, aunque se trata de una producción exclusivamente norteamericana.

Lo bueno de la cinta es que no se toma en serio, es consciente de su vocación de mero entretenimiento, de guasa total y fiesta violenta permanente, poniendo en boca de la protagonista frases hilarantes con perfecto acento inglés, sin despeinarse a pesar de enfrentarse en continuas batallas con auténticos mamotretos musculosos, y dispuesta a todo, incluso a jugar con bebés, para conseguir sus propósitos. No hay más, ni tampoco menos. Bueno sí, que Susan Sarandon aparece al final, aunque ya lo había hecho antes pero de incógnito, para intentar dar dignidad al asunto y prepararnos, quién sabe, para otra interminable serie de secuelas.

lunes, 2 de agosto de 2021

DONDE CABEN DOS ¿Por qué lo llaman sexo...?

España 2021 108 min.
Dirección
Paco Caballero Guion Paco Caballero, Daniel González, Eric Navarro y Eduard Solá Fotografía David Valldepérez Intérpretes Ernesto Alterio, Luis Callejo, Pilar Castro, María Morales, Verónica Echegui, Raúl Arévalo, Melina Matthews, Jorge Suquet, Carlos Cuevas, Ana Milán, Anna Castillo, Miki Esparbé, Álvaro Cervantes, Ricardo Gómez, María León, Aixa Villagrán, Melina Olivares, Adriá Collado, Raúl Prieto, Ángela Cervantes, Alejandro Tous Estreno 30 julio 2021

Presten atención al cartel que reproducimos en esta página porque hay ahí más carne que en toda esta comedia coral presuntamente liberal y desinhibida y decididamente mojigata y conservadora, donde se folla con sujetador. El cartel oficial opta más por reproducir la estética de la celebradísima Ocho apellidos vascos, mutiplicando sus viñetas por cuatro y procurando así agenciarse parte del éxito ajeno. Paco Caballero, responsable de productos tan poco fiables como Perdiendo el este o la serie de televisión El vecino, demuestra que su sentido de la liberación sexual y el respeto a los nuevos modelos sexuales es digno de la derecha española, convirtiendo un club de sexo de esos que van proliferando en las ciudades españolas, en un centro de terapia donde encontrar el amor, y a su anfitriona, una por otro lado estupenda Ana Milán, en un cupido muy especial.

Hay sentido del ritmo y gags que funcionan, especialmente los picantes, frente a otros que lo hacen menos, pero en general a sus historias les falta interés y atractivo, tienden al lugar común, una incluso bebe directamente de la latosa Sentimental de Cesc Gay, y apenas aprovechan el potencial de su nutrido reparto, provocando que la función se dilate en exceso. El colmo de pretender ser una cinta sobre diversidad es que se ambiente en Barcelona y ninguno hable catalán. Al menos se agradece que no eche mano de la habitual astracanada, pero el conjunto se revela bastante deslavazado, yendo de una historia a otra con escaso sentido de la estructura. El apartado musical se resuelve fundamentalmente con canciones del pop nacional, destacando la sempiterna y simpática Revolución sexual de La Casa Azul, que se quedó a las puertas de Eurovisión al ser desbancada por ¡Chiquilicuatre!, y paradojas de la vida se ha convertido en un clásico imperecedero.

En el lado positivo siempre es agradable toparse con figuras tan atractivas como las de Anna Castillo, Carlos Cuevas y Verónica Echegui, pero hay más morbo, entretiene más y resulta más revelador y educativo First Dates que este producto coyuntural donde lo más transgresor es que María León le pida matrimonio a su prometido con la condición de poder acostarse con quien se le apetezca. Quizás si se hubiera encargado de la empresa su hermano Paco, que tanto tino y sentido de la emoción exhibió en Kiki, el amor se hace, otro gallo cantaría. No deja de ser paradójico que en plena pandemia, que tanto recomienda limitar los roces humanos, se potencien productos así, más cuando esta anómala situación mundial ni siquiera ha encontrado eco en el séptimo arte. Nuestro cine sigue empeñado en maquillar las crisis, sean políticas, económicas o sanitarias, con comedias, como si siguiéramos capitaneados por el Generalísimo, y si no comprueben una cartelera que este verano bate récords en el género. 

domingo, 1 de agosto de 2021

GALIANA Y FERNÁNDEZ, BELLEZA EN ESTADO PURO

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Manuel Galiana, actor. Guillermo Fernández, guitarra. Programa: La copla, Y sin embargo te quiero (selección de poemas de Rafael de León y coplas de Quintero, León y Quiroga, Juan Mostazo, Carlos Cano y Guillermo Fernández). Sábado 31 de julio de 2021


La copla no se entiende sin la valiosísima aportación que hicieron el madrileño Manuel López-Quiroga, el jerezano Antonio Quintero y el sevillano Rafael de León. Perteneciente por derecho propio a la Generación del 27, luchó denostadamente por ser reconocido como poeta tanto como lo fue como letrista de canciones que como Ojos verdes, Tatuaje, La zarzamora, María de la O, A tu vera, A la lima y al limón o Pena, penita, pena, forman parte de la cultura popular con mayúsculas de nuestro país. Nació en Sevilla y aquí regresó un emocionado Manuel Galiana para rendirle el homenaje que merece, después de que inaugurara la edición del año pasado con un
recital dedicado a Bécquer en el año del ciento cincuenta aniversario de su muerte. Estuvo entonces acompañado de Sira Hernández evocando al piano a otro gran romántico como fue Chopin, y viene ahora con la complicidad del joven Guillermo Fernández a la guitarra. El resultado fue tan gozoso como emotivo y sentimental. En sus gestos pudimos comprobar cómo el maestro admira al guitarrista tanto como este respeta al veterano actor.

Después de tantos éxitos sobre las tablas, llenando teatros en Madrid y toda la geografía española, y de formar parte del recuerdo de varias generaciones que le conocieron a través de las novelas y series de Televisión Española, llega un momento en el que si no quieres que el gusanillo te corroa por dentro no queda más remedio que reinventarse, y Galiana ha encontrado la fórmula con unos espectáculos amenos e intelectuales en los que la música se da la mano con la palabra hablada y de paso, haciendo gala de una inmensa generosidad, se ofrece la alternativa a artistas que como el almeriense Guillermo Fernández tanto la merece. ¡Qué bueno eres! le espetó el maestro al guitarrista repetidas veces y con una sinceridad a prueba de bombas. Y no es para menos, en su guitarra disfrutamos de unas preciosas versiones de piezas tan emblemáticas como A ciegas (imposible olvidar el exquisito arreglo que compuso Alberto Iglesias para que la cantara Miguel Poveda en la banda sonora de Los abrazos rotos de Almodóvar), La bien pagá de Juan Mostazo (única excepción al repertorio del trío Quintero, León y Quiroga, junto a las Habaneras de Cádiz de Carlos Cano) o ese Y sin embargo te quiero que da nombre a la función, para terminar el programa oficial con un sentido homenaje a María Jesús Valdés, la gran actriz que tantas veces acompañó a Galiana en el escenario y que nos dejó hace diez años, en forma de elegía compuesta un poco en estilo Tárrega por el propio guitarrista, que por cierto fue también el responsable de la versión que suena en Vivir es fácil con los ojos cerrados del Strawberry Fields Forever de Beatles.

Galiana dio toda una lección de sensibilidad entonando los poemas de amor y desamor, los encuentros fortuitos y no tanto por las calles de Sevilla del enamorado y su objeto del cariño y el deseo, que escribió Rafael de León al margen de sus letras cancioneras. Ahí residió gran parte de la originalidad del evento, ilustrar estas hermosas palabras tan bellamente combinadas con músicas a las que él mismo puso letra, pero otra. Una selección de poemas urdida por el propio actor y su gran amigo, el gestor cultural también almeriense Manuel Carmona. Galiana no se conformó con recitar ni siquiera declamar, para lo que sigue poseyendo una envidiable voz y una prodigiosa y transparente vocalización, sino que las interpretó, unas veces con tanta ternura como compasión, otras con rabia y desgarradora pasión, como ese Réquiem a Federico García Lorca, compañero de generación, al que Fernández acompañó convirtiendo puntualmente su guitarra en estremecedor instrumento de percusión. Toda una lección de historia y memoria para quienes reivindican de nuevo el fascismo como único y legítimo salvador de la patria. Con una versión de A mi manera más cerca de Siempre Así que de Sinatra terminó este singular recital que nos puso literalmente la piel de gallina y empapó nuestros ojos de emocionadas lágrimas… En fin, después de tanta belleza en estado puro uno también quiere ejercer de poeta.

Foto: Actidea
Artículo publicado en El Correo de Andalucía