Guion y dirección Todd Field Fotografía Florian Hoffmeister Música Hildur Gudnadóttir Intérpretes Cate Blanchett, Nina Hoss, Noémie Merlant, Mark Strong, Sophie Kauer, Mila Bogojevic, Allan Corduner, Julian Glover, Dorothea Plans Casal, Fabian Dirr, Zethphan D. Smith-Gneist Estreno en el Festival de Venecia 1 septiembre 2022; en Estados Unidos 7 octubre 2022; en España 27 enero 2023
Antes de dedicarse por entero al cine, primero como actor y después como guionista y director (En la habitación, Juegos secretos), Todd Field hizo sus pinitos como músico. Puede que de ahí le venga la inspiración para realizar esta película que parece así su proyecto más personal, sin haber dirigido nada en quince años. Tras veinte minutos sin que suene nada de música (salvo el canto étnico peruano que acompaña a los títulos de crédito finales que aparecen al principio, un despropósito para quien quiera comprobar datos tras el visionado de la película), pero se habla mucho de estilos, géneros, compositores, técnicas y expresiones, el perfil de la protagonista queda bastante bien dibujado. A partir de ahí la historia mantiene ese objetivo, definir el carácter de una mujer fuerte y decidida, muy sensible a cualquier tipo de sonido (algo que según Schopenhauer va ligado a la inteligencia), directora de orquesta alumna y admiradora de Leonard Bernstein, lesbiana y madre de familia, con más poder del que ninguna directora actual pudiera soñar, ni siquiera Marin Alsop, y que en su seguridad y firmeza irá encontrando baches insalvables y pequeños crímenes que hoy no se perdonan como sí se hacían en época de Lenny.
Field nos sumerge, a través de un guion preciso y profusamente documentado, en ese mundo de egos y abusos de poder, pero también de creatividad, perfeccionismo y pasión. Todo eso destila esta elegante e hipnótica película que cuenta con el aval de una de esas prodigiosas interpretaciones a las que nos ha ido acostumbrando la magistral Cate Blanchett, y que de momento le ha valido una Copa Volpi y un Globo de Oro. Este retrato psicológico y homenaje al mundo de la música clásica y contemporánea se va tornando poco a poco en un inquietante thriller con dilema moral, ya apuntado muy al principio a través de una pantalla de móvil, al que no son ajenos los formidables trabajos de fotografía, dirección artística y montaje. Cuenta para su precisa recreación de ambientes y atmósferas con el apoyo de Deutsche Grammophon, cuya orquesta más paradigmática, la Filarmónica de Berlín, se postula como la mejor del mundo y sirve, bajo intérpretes que le dan forma y réplica, para completar con la Quinta la obra magna de la directora retratada, la integral sinfónica de Mahler. Lástima que la ingeniosa idea de convertir a una mujer en una estrella de la dirección orquestal, se malogre cuando se le incorporen otros atributos tradicionalmente masculinos y no precisamente virtuosos, con lo que una operación inicialmente atractiva para las mujeres, acaba convirtiéndose en un vehículo machista más.
La violonchelista británico-germana Sophie Kauer interpreta a la solista del Concierto de Elgar y objeto de desestabilización emocional de la protagonista, mientras las actrices alemana Nina Hoss y francesa Noémie Merlant, a su pareja y asistente respectivamente. La sala de la Filarmónica de Berlín como parte del escenario, y las constantes y sabrosas notas y anécdotas musicales, forman parte del cautivador atractivo de esta película con la que el cine americano prueba una vez más a demostrar su admiración por el legado cultural europeo y sus consecuencias en casa propia. Entre Mahler y Elgar, también se puede disfrutar con Bach y su Clave bien temperado, así como Count Basie y Cole Porter, clásicos americanos que Lydia Tár y su pareja Sharon escuchan para relajar tensiones. Aunque acreditada como responsable de la partitura original, la participación de la compositora islandesa Hildur Gudnadóttir, ganadora de un Oscar por Joker, se reserva más al álbum editado por el sello amarillo, donde aparece incluso una pieza de concierto inspirada en la película, que en ella, donde prácticamente es inexistente. Los videojuegos Monster Hunter World de Capcom acaban siendo un refugio y un castigo para quien vulnera las reglas.