USA 2017 105 min.
Dirección Michael Gracey Guión Jenny Bicks y Bill Condon Fotografía Seamus McGarvey Canciones Benj Pasek y Justin Paul Música John Debney y John Trapanese Intérpretes Hugh Jackman, Zac Efron, Michelle Williams, Zendaya, Austyn Johnson, Cameron Seely, Keala Settle, Yahya Abdul-Mateen, Sam Humphrey, Byron Jenkins Estreno en Estados Unidos 20 diciembre 2017; en España 29 diciembre 2017
Al cine musical le pasa como al western, está permanentemente en estado crepuscular pero se resiste a desaparecer. A diferencia del género que encumbró a John Ford y John Wayne, cada estreno de una película musical se convierte en un acontecimiento, y el éxito de La La Land ha potenciado aún más este particular. De hecho el musical que ilustra la vida y el temperamento de Phineas T. Barnum, creador del Circo Barnum & Bailey que luego fusionó con el Ringling, está escrito directamente para la pantalla por los letristas de las canciones que Justin Hurwitz compuso para la película de Damien Chazelle. Una serie de pegadizas y emocionantes canciones que potencian el estilo Disney que impera en todo el conjunto, con un poco de Moulin Rouge por aquí y mucha de la tradición del género en el país que más lo ha fomentado, sin descontar el talento inmenso de Hugh Jackman, carne de musical que debido al escaso predicamento que tiene el género en la actualidad no cuenta con muchas ocasiones para lucir sus dotes, como sí hace en esta ocasión. Lo de menos es el anacronismo entre las canciones pop y la ambientación a mediados y finales del siglo XIX; ya Fred Astaire y Judy Garland cantaban a ritmo de foxtrot en películas como Cita en San Luis o Desfile de pascua. Lo peor es su discurso, no ya simplón sino en la estela del veterano estudio de animación, aún no habiendo comprado todavía la Fox cuando se rodó esta película. A temas tan delicados como la inclusión y la igualdad y la mezquindad de las clases altas, se unen sin embargo los sempiternos discursos sobre la familia, la estabilidad que proporciona y su fortalecimiento como único pilar fundamental de una estructura social que se precie. Al margen de estas consideraciones y de la escasa convicción que el producto ofrece como biografía de un personaje seguramente singular e irrepetible, que nos hace añorar el magnífico fresco que hace ochenta años ofrecía Robert Z. Leonard en El gran Ziegfeld a propósito del inimitable Florence Ziegfeld, responsable del glamour que se asocia habitualmente a Broadway, El gran showman es un espectáculo milimétricamente calculado, brillante en su resolución y enérgico en su desarrollo, con números musicales espléndidos aunque se pierdan en un montaje frenético deudor en cierta medida de los productos de Baz Luhrman. No es un mal debut para su director, con el inestimable apoyo en el guión de Bill Condon, responsable de uno de los mejores musicales de los últimos tiempos, Dreamgirls, mientras ofrece una nueva oportunidad a sus intérpretes de lucir sus talentos y toca cuestiones tan convenientes como la confianza, el apoyo y el amor incondicional. Parafraseando aquella película de Henry Hathaway en la que John Wayne daba vida a un empresario circense inspirado en la figura de Barnum, y que en inglés alternó como título original Circus World y precisamente The Magnificent Showman, esto es El fabuloso mundo del (circo) musical.