domingo, 31 de julio de 2016

JASON BOURNE Violencia obscena

USA 2015 100 min.
Dirección Paul Greengrass Guión Paul Greengrass, Christopher Rouse y Matt Damon, según los personajes creados por Robert Ludlum Fotografía Barry Ackroyd Música David Buckley y John Powell Intérpretes Matt Damon, Alicia Vikander, Tommy Lee Jones, Julia Stiles, Vincent Cassel, Ato Essandoh, Riz Ahmed, Scott Shepherd, Bill Camp Estreno en Estados Unidos 29 julio 2016; simultáneo en España

La saga de Jason Bourne tendría que haber sido una trilogía, la que tuvo tiempo de escribir su autor Robert Ludlum antes de fallecer y de que sus novelas se convirtieran en un enorme éxito de la mano del sagaz productor Frank Marshall. Pero ya se sabe que en Hollywood todo lo que se pueda exprimir hay que aprovecharlo, y si el relevo del personaje con Jeremy Renner y El legado de Bourne no fue el éxito esperado, le toca el turno a resucitar al protagonista principal, involucrarlo en producción y guión, y parir otro engendro para llenarse los bolsillos con una de esas propagandas que hace imprescindible acercarse al cine para dejarse embaucar una vez más por lo de siempre. Este superhéroe que vino a remozar el género de espías contextualizándolo en esta nueva época de inestabilidad mundial, terrorismo a gran escala y conspiraciones de los altos poderes económicos y políticos, nació como respuesta americana al veterano James Bond británico. Pero donde allí habían saludables golpes de humor aquí todo es tragedia y tormento, lo que hace que su violencia moleste más, no se pueda tomar a broma, como ocurre por ejemplo en las películas de Indiana Jones. ¿Qué se le va a hacer? Es el signo de los tiempos; si antes encontrábamos en el cine una vía de escape de la realidad, ahora encontramos precisamente esa realidad pero exagerada, multiplicada por mil, y con tanta y tanta violencia que todo acaba resultando manifiesta y deliberadamente obsceno y muy poco aconsejable. Las revueltas sociales por la crisis económica en Atenas, los ataques cibernéticos a la seguridad mundial o las revelaciones tipo wikileaks, desencadenan aquí larguísimas secuencias de persecución y violencia extrema en donde el daño colateral apenas importa un bledo. Se supone que el leit motiv de la cinta es que Bourne ha recuperado la memoria, pero a efectos prácticos la verdad es que el detalle importa poco, y es que si de algo carece esta película es de un guión sólido y convincente; no sorprende que entre sus guionistas esté el montador de la saga, pues eso es lo que ofrece, mucho montaje, ritmo frenético y supuesta carga de adrenalina. Que se cuelen nuevos personajes, como el interpretado por la oscarizada Alicia Vikander, sólo es un pretexto para continuar la saga y seguir exprimiendo la gallina.

MILES AHEAD En busca de la gloria a ritmo de bebop

USA 2015 100 min.
Dirección Don Cheadle Guión Steven Baigelman y Don Cheadle Fotografía Robert Schaefer Música Robert Glasper Intérpretes Don Cheadle, Ewan McGregor, Michael Stuhlbarg, Emayatzy Corinealdi, Lakeith Lee Stanfield, Morgan Wolk, Austin Lyon, Christina Karis Estreno en Estados Unidos 22 abril 2016; en España 29 julio 2016

Desconocemos la admiración que le pueda profesar el actor Don Cheadle (Ocean's Eleven, Crash, Hotel Rwanda) al legendario trompetista Miles Davis, pero a juzgar por el papel de dominio y control absoluto que se ha adjudicado en esta su primera película como director, sospechamos que es mucha, inmensa. Realizador, productor, guionista, protagonista y hasta autor de un par de temas originales de la banda sonora, son sus credenciales en esta cinta que pretende recrear la figura del genial jazzista (música social la llamaba él) no tanto a partir de su biografía, de la que se vierten episodios muy concretos y no precisamente cruciales en su periplo como artista, sino de una historia ficticia en la que se evidencia tanto su controvertida personalidad como su capacidad para crear y transformar lo real en hipnótica creatividad. Para ello Cheadle fija su atención en una de las etapas menos creativas del intérprete, una crisis que le llevó a no grabar durante cinco años consecutivos. Aunque el título de su discografía que más se repite a lo largo del metraje es Sketches of Spain, que incluye la mítica Soleá, Cheadle ha optado por recuperar un éxito de 1957 con Gil Evans como arreglista y productor para bautizar su película. Una entrevista derivará en un encuentro con un freelance que se presenta como trabajador de la revista Rolling Stone, y ambos vivirán una aventura en la que el trabajo de Davis se verá amenazado por las altas esferas de la producción discográfica, a la vez que una mezcla de alcohol y estupefacientes, como no podía ser menos cuando de retratar a un genio de la música se trata, irán tejiendo una serie de paranoias relacionadas con su vida sentimental y el entorno de prejuicios, violencia y racismo en el que se desarrolla. Todo esto sirve a su artífice para impregnar al conjunto de un ritmo tan medido como aparentemente improvisado, como si pretendiera con éxito emular la esencia del jazz, y más concretamente del arte de Miles Davis, en la creación cinematográfica. No falta el humor, imprescindible para hacer más digerible una propuesta tan intelectual como ésta, y así el personaje tan estrambótico y engreído que propone provoca más de un momento divertido y ocurrente, mientras la entrega del director y actor, como si estuviera en busca de la gloria absoluta, y el resto del elenco, incluido el eternamente joven Ewan McGregor y la hermosa y etérea Emayatzy Corinealdi, a quien hace poco veíamos en La invitación, consiguen un espectáculo tan regocijante como aconsejable, especialmente para los amantes del género y del homenajeado. Para colmo, Cheadle ha sabido además rodearse de impagables colaboraciones, como ese final rodeado de una banda de ensueño que incluye a Wayne Shorter, Esperanza Spalding y el veterano e irrepetible Herbie Hancock.

sábado, 30 de julio de 2016

EL GENIO DE BACH EN MANOS DE RUIBÉRRIZ, TURINA Y SEBASTIÁN

17º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Rafael Ruibérriz, flauta. Guillermo Turina, violonchelo barroco. Alfonso Sebastián, clave. Programa: Bach, en versión y original (Sonatas completas para flauta y bajo continio y otras célebres páginas de Johann Sebastian Bach). Viernes 29 de julio de 2016

La compenetración y buena sintonía entre Rafael Ruibérriz, Alfonso Sebastián y Guillermo Turina se nota de lejos. Sólo así se comprende que se pueda ofrecer un programa tan complejo como éste y llevarlo a buen puerto. Interpretar del tirón las tres sonatas para flauta y bajo continuo de Bach, aunque una de ellas hoy se considere apócrifa, es tarea difícil; hacerlo con tal solvencia aún más, naturalmente. La empresa la acometieron adornándola con otras obras muy características y populares del genio de Leipzig, en rigurosa versión original para los instrumentos para las que fueron concebidas, a excepción sólo de dos que por fuerza requirieron su adaptación, versiones caseras tal como las definió un especialmente dotado para la oratoria Alfonso Sebastián.

Sin desmerecer sus aspectos meramente técnicos y formales, hay que decir que la propuesta tuvo un mayor componente didáctico que expresivo; una muy respetuosa y sintonizada manera de acercarse a estas piezas magistrales por encima de cualquier hallazgo especial en materia de expresividad. Con muy buen criterio los intérpretes fueron apareciendo paulatinamente, primero Turina tocando el recurrente Preludio de la Suite BWV 1007, carne de prácticas para cualquier estudiante de violonchelo que se precie, de forma escolástica pero un tanto rígida, severa. Sin pausa se añadió Sebastián para abordar el Preludio y Fuga de El clave bien temperado, con el que mantuvo su difícil (más en el clave original que en el piano) ritmo y cadencia, potenciando la intensidad de su segunda parte. Así hasta encadenar con la primera de las tres sonatas, cuya escritura arcaica hace pensar que no sea realmente de Bach, que Ruibérriz arrancó con demasiada discreción y timidez, hasta que ya en el allegro exhibió más seguridad y aplomo, manteniéndose hasta los dos minuetos finales que tradujo con dominio técnico, gracia y fluidez narrativa, tras un melancólico adagio.

Ruibérriz resolvió de manera satisfactoria las complejas ornamentaciones del hermoso adagio introductorio de la Sonata BWV 1035, acentuando los aires danzísticos del allegro (rigodón) y el allegro assai final (polonesa), así como la agitada melodía del siciliano central, que clave y chelo acompañaron con notable sentido del volumen. En la Sonata BWV 1034 echamos de menos un mayor grado de elocuencia y emotividad por parte de la flauta, pero en conjunto resolvieron muy bien su estética concertística y sus audacias formales. Entre esta trilogía insertaron el siciliano de la Sonata para flauta y clave BWV 1031 con notable encanto y fluidez, y ya en versión doméstica los muy célebres Jesus bleibet meine Freunde y badineire de la Suite orquestal BWV 1067, priorizando su agilidad y carácter didáctico. No pudieron acertar más ofreciendo como propina el Ave María de Gounod, que descansa sobre el preludio para El clave bien temperado, cerrando así la velada como un círculo perfecto.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 29 de julio de 2016

RAFAEL AGUIRRE: LA DEFINICIÓN DE UN ARTISTA

17º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Rafael Aguirre, guitarra. Programa: La guitarra española del S. XVIII y XIX (obras de Sor, Tárrega y Malats). Jueves 28 de julio de 2016

Las cálidas noches en el Alcázar han renovado considerablemente su cartel de artistas, algunos de tan dilatada y prometedora carrera como la del joven guitarrista malagueño que nos visitó el pasado jueves. Acostumbrados a las magníficas prestaciones de Antonio Duro o Francisco Bernier, habituales en estos encuentros, ha sido toda una revelación comprobar cómo tras trece años sin actuar en nuestra ciudad, como él mismo confesaba al inicio del recital, Rafael Aguirre se haya convertido en uno de los más completos y sensibles intérpretes del instrumento español por antonomasia en el mundo entero. Cuesta aceptar a la vista del extraordinario talento desplegado en esta cita que los principales escenarios hispalenses hayan obviado su presencia en todo este tiempo.

La forma que tiene de tocar define a la perfección lo que es un artista, alguien capaz no sólo de frasear y modular con una técnica portentosa, limpia y perfectamente definida, sino de transmitir además todo un glosario de sensaciones, potenciado por una sensibilidad extrema y una extraordinaria capacidad para conmover, divertir o emocionar según qué pieza. Un ejemplo perfecto lo tenemos en Lágrima del imprescindible Francisco Tárrega, con cuya excelsa interpretación llegó a extraer precisamente eso de nosotros, la lágrima. Este preludio en miniatura fue una de las muchas piezas que el guitarrista eligió del compositor valenciano afincado en Barcelona, junto a otras de los catalanes Fernando Sor y Joaquín Malats. Un programa catalán en manos de la guitarra española… da que pensar. Una de las particularidades de Aguirre reside en despachar con tanta soltura técnica como brevedad las obras que acomete, que vienen a durar menos de la media. Eso y la falta de presentaciones, salvo ya al final para confesar su admiración por Yepes y la Gran Jota de Tárrega que le abrió las puertas del instrumento, acortó la duración del concierto, que terminó con un admirable Recuerdos de la Alhambra pulsada con igual elegancia y buen gusto que el Capricho árabe, la polka Rosita, el Estudio brillante sevillano o el tango María que desgranó del repertorio de este gran maestro.

Aunque lo más sorprendente fue su destreza y agilidad para enfrentarse a la Gran Jota, cuya sección central percutida y con el sonido de la cuerda en lejanía obtuvo resultados más allá de la pura magia, directamente sobrenaturales. También con arreglo del compositor de Villarreal, la popular Serenata Española original para piano de Joaquín Malats evidenció también la agilidad y elegancia de Aguirre, mientras las Variaciones sobre un tema de Mozart de Fernando Sor, que aunque clásico admite connotaciones de un adelantado romanticismo, sonaron sencillas, compactas y con ese punto jovial y desenfadado que demanda.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 30 de julio de 2016

jueves, 28 de julio de 2016

SUNSET SONG La vida dogmatizada

Reino Unido 2015 135 min.
Guión y dirección Terence Davis, según la novela de Lewis Grassic Gibbon Fotografía Michael McDonough Música Gast Waltzing Intérpretes Agyness Deyn, Peter Mullan, Kevin Guthrie, Jack Greenlees, Mark Bonnar, Douglas Rankine, Linda Duncan McLaughlin, Ron Donachie, Stuart Bowman, Niall Greig Fulton, Daniela Nardini Estreno en el Festival de Toronto 13 septiembre 2015; en Reino Unido 4 diciembre 2015; en España 22 julio 2016

La primera de las novelas que conforman la trilogía A Scots Quair del aquí poco conocido y nada traducido autor escocés Lewis Grassic Gibbon, a pesar de haber escrito un Espartaco alternativo al de Howard Fast, nos introduce en el personaje de Chris Guthrie, una hermosa joven con especial talento para el estudio y una vida marcada por la educación férrea de un padre cruel y extremista para quien Dios y la Biblia son más que un mero credo para entrar dentro del ámbito de un estilo de vida intolerante y agresivo. La trilogía, que se completa con Cloud Howe y Grey Granite, ha sido llevada a la televisión británica, y sabemos que al director de The Deep Blue Sea, La casa de la alegría, El largo día acaba y Voces distantes le ha marcado mucho desde su descubrimiento hace ya un buen puñado de años, pero desconocemos si tiene intención de embarcarse en la adaptación del resto de la saga. Con ésta Davis ofrece su cara más clásica y tradicional, tanto estética como narrativamente, entroncando con un estilo comparable a la épica romántica e intimista cultivada en los años sesenta por David Lean (La hija de Ryan) y John Schlesinger (Lejos del mundanal ruido), algo distante de su manera de hacer cine en los títulos antes apuntados, un poco más arriesgada y atrevida. Una fotografía preciosista y detallista y una elegante puesta en escena contrastan con los limitados recursos empleados a la hora de ponerle música al asunto, con un chirriante fondo de sintetizador para acompañar las canciones que tradicionalmente ilustran sus películas, lo que sorprende dada la melomanía del autor. La cinta nos cuenta las penurias y dichas de esta joven a la que la vida le lleva, con naturalidad y sin imposiciones, a repetir los esquemas que se presuponen a una mujer de la época, convencionalismos que la retiran de cumplir sus sueños de adolescencia. En el camino de madurez conocerá el carácter despiadado de su padre, su entrega incondicional a un hermano al que adora, y la felicidad en brazos de un joven que no responde al paradigma del galán clásico pero que completa con ella una pareja que transmite amor, respeto y felicidad por los cuatro costados. En todo el desarrollo será importante el papel castrador de la Iglesia, no sólo representado en ese padre implacable sino también en el sacerdote estigmatizador. Sus largas secuencias y calculados diálogos fluyen con tal naturalidad y talento que sus dos horas y cuarto pasan rápidas, a pesar de que se echa en falta más emoción y capacidad para conmover. Menos logrado resulta la exquisitez de comportamiento de todos los personajes, a pesar de tratarse de gente de campo con pocas oportunidades y menor educación, aunque a la larga esta exhibición de buenas maneras se agradece frente a la vulgaridad que hoy estamos condenados a soportar en pantalla. En última instancia la novela y la película son un eficiente alegato contra la guerra, no tanto como para transformar caracteres de manera tan drástica como se refleja en su argumento, pero sí por su capacidad catastrofista para destruir esperanza y felicidad individuales con el falso pretexto de salvaguardar valores que casi siempre benefician a unos pocos, esa aristocracia que sigue manejando los hilos de las vidas sencillas que sólo deberían estar reguladas por su anclaje a la tierra, único Dios que determina nuestro destino y justifica nuestra existencia. Esperemos que la película sirva para abrir nuevos horizontes a Agyness Deyn, soberbia en su papel protagonista, y Kevin Guthrie, que ya coincidió en Amanece en Edimburgo con Peter Mullan, actor de Ken Loach en Mi nombre es Joe y director en Las hermanas de la Magdalena.

miércoles, 27 de julio de 2016

AMBIENTE MODERNISTA CON MARIAROSARIA D'APRILE Y TOMMASO COGATO

17º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Mariarosaria D’Aprile, violín; Tommaso Cogato, piano. Programa: Granados en París (obras de Granados, Viardot, Boulanger y Fauré). Martes 26 de julio de 2016

Con estos dos artistas italianos residentes en Sevilla empezamos a tener un problema, el peligro de no ser objetivos dado el cariño que les vamos profesando. Su talante amable y distendido y el hecho de que de un tiempo a esta parte se hayan convertido en agentes y promotores de primer nivel del ambiente musical de la ciudad, está propiciando este sentimiento. Aún así creemos que no faltamos a la verdad si concluimos tras un concierto como el del miércoles por la noche que la pareja es capaz de transmitir mucho con su música y de envolver con cuerpo y expresividad los hermosos programas que acometen.

Una sencilla pero muy elocuente puesta en escena, en la que Cogato vistió a pesar del calor un hábito respetuoso con corbata incluida y D’Aprile lució ropa y tocado evocadores del modernismo parisino en el que se desarrollaba el programa, sirvió para poner en pie otro de los carteles que este año homenajean a Enrique Granados, centrado esta vez en su periplo parisino, donde se desarrolló otro de los capítulos que conforman su biografía más popular, su imposibilidad de estudiar en el conservatorio de la ciudad por una enfermedad que le dejó fuera de las pruebas de selección. D’Aprile y Cogato aprovecharon la ocasión para establecer una singular conexión con la familia del sevillano Manuel García, dado que una de las personalidades más influyentes en los circuitos artísticos e intelectuales del París de la época fue su hija Pauline Viardot. Un par de piezas breves de la mezzo y compositora y la sonata que Fauré dedicó a su hijo ilustraron dicha conexión. En la Romanza los intérpretes desgranaron su faceta melódica con acertados aires rapsódicos, mientras Bohemienne sirvió para que la violinista luciera agilidades al más puro estilo zíngaro. La imponente Sonata no. 1 Op. 13 de Fauré sonó sin embargo menos intensa de lo conveniente; acertaron en elegancia y acoplamiento pero no tanto en expresividad y pasión, con caídas de tensión que deslucieron el resultado a pesar de un scherzo rítmico y vibrante. Un melancólico Nocturno de Lili Boulanger completó el listado de invitados al tributo.

Con la Sonata de Granados los incondicionales de las Noches en el Alcázar pueden apreciar diversas formas de afrontarla, dada la cantidad de veces que se ha programado. La de ellos fue pausada y matizada, potenciando su carácter romántico y sentimental. Muy compenetrados, ella hizo gala de una exacerbada expresividad y un sonido homogéneo, mientras él acompañó con mimo y respeto. Sin embargo ni como elemento exótico brilló demasiado el folclore en la Andaluza, a pesar de su incontestable factura técnica. Ya en solitario y sin partitura disfrutamos enormemente con la página más célebre de Goyescas, Quejas o La maja y el ruiseñor, que Cogato atacó como si de un blues se tratase, acentuando su carácter de fantasía libre y sometiéndose al dominio de su expresividad.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 26 de julio de 2016

LA LEYENDA DE TARZÁN Trágico, hipervitaminado y sin faldita

Título original: The Legend of Tarzan
USA 2016 109 min.
Dirección David Yates Guión Stuart Beattie, Criag Brewer, John Collee y Adam Cozad, según la novela de Edgar Rice Burroughs Fotografía Henry Braham Música Rupert Gregson-Williams Intérpretes Alexander Skarsgard, Margot Robbie, Christoph Waltz, Samuel L. Jackson, Djimon Hounsou, Jim Broadbent, Ben Chaplin Estreno en Estados Unidos 1 julio 2016; en España 22 julio 2016

Era de prever que en plena era digital el célebre personaje creado hace más de un siglo por Edgar Rice Burroughs sufriera una nueva adaptación que aprovechara al máximo las bondades de la tecnología moderna, inflada e hipervitaminada. Muchos han sido quienes han interpretado al hijo de la jungla desde 1918, sólo seis años después de su primera aparición en la revista All Story Magazine, hasta hoy, entre quienes destacan Johnny Weissmüller, Les Baxter, Gordon Scott, Christopher Lambert y si acaso Casper Van Dien. El penúltimo protagonizó la que es hasta la fecha la más fiel y solemne adaptación del original literario, a las órdenes de Hugh Hudson, que sólo tres años antes había sido encumbrado en Hollywood con sus cuatro Oscar por Carros de fuego. Esta nueva adaptación, producida por el recientemente fallecido Jerry Weintraub, responsable de sagas como Karate Kid y Ocean’s Eleven, combina la seriedad de aquella película, Greystoke, con la aventura genuina que han cultivado los filmes producidos entre los treinta y primeros setenta. Pero en general aporta poco o nada al imaginario del personaje, abusando de efectos visuales, situando animales en entornos que no les son propios, acudiendo al convencionalismo en más de una ocasión (tribus del Congo que se defienden en inglés) y reservando para la compañera, Jane, el papel de cebo, y estorbo, que ya ha sufrido en muchas otras ocasiones. Para colmo convierte a Tarzán en otro de esos héroes atormentados y trágicos, en la peor línea de Christopher Nolan. El espectáculo no obstante resulta entretenido pero a menudo ridículo, mientras decepciona con un argumento tan previsible como pastichero, en el que caben todo tipo de reivindicaciones medioambientales, animalistas, raciales y pacifistas, aunque por supuesto no profundiza en nada, ni le interesa.

AHORA ME VES 2 Un disparate confiado al reparto y los efectos visuales

Título original: Now You See Me 2
USA 2016 129 min.
Dirección Jon Chu Guión Ed Solomon y Pete Chiarelli Fotografía Peter Deming Música Brian Tyler Intérpretes Mark Ruffalo, Woody Harrelson, Jesse Eisenberg, Dave Franco, Lizzy Caplan, Morgan Freeman, Michael Caine, Daniel Radcliffe, Jay Chou, Tsai Chin, Henry Lloyd-Hughes, Sanaa Lathan, David Warshofsky, Richard Laing Estreno en Estados Unidos 10 junio 2016; en España 22 julio 2016

Podríamos reproducir lo que escribíamos hace justo tres años a propósito de la primera entrega de esta nueva franquicia que amenaza con convertirse en saga, y sin embargo aquella nos gustó y entretuvo bastante, mientras ésta nos ha parecido un bodrio en toda regla. Y eso a pesar de que repite las mismas constantes y reproduce idéntico esquema y personajes, pero lo que antes era novedoso y trepidante, con un manejo del sentido de la espectacularidad realmente encomiable, ahora se ha convertido en pura rutina, dejándose todo a merced de un guión caprichoso, farragoso hasta el desinterés más absoluto, y unos efectos visuales que reproducen unos trucos completamente inverosímiles, con lo que la cinta pierde todo el carácter de tributo a la magia que contenía su predecesora, lo que no impedía que también exigiese del público una buena dosis de credulidad. Las espectaculares puestas en escena y su excelente reparto, en el que se incluye seguramente como broma un Harry Potter villano y objetivo de los supuestos ingenios de los magos protagonistas, no son suficientes para generar un mínimo de interés a una platea que acude estupefacta a una sucesión de tonterías al servicio de una historia que pretende enrollarse como si fuera ingeniosa, y que no es más que tramposa y llena de imposturas. Curtido en cine musical para adolescentes (Justin Biber, Step Up, Jem y los Hologramas) y acción fantástica de serie B (G.I. Joe), Jon Chu no puede emular la habilidad de su predecesor Louis Leterrier, en este indigesto cruce nada disimulado de Ocean’s Eleven, aunque se agradezca que no contenga las chulerías de los films de Soderbergh y Clooney, y los últimos James Bond, pero primando siempre el disparate por encima del rigor narrativo y formal.

lunes, 25 de julio de 2016

LA CORRESPONDENCIA Intriga y amor en un pastel un poco indigesto

Título original: La corrispondenza
Italia 2016 116 min.
Guión y dirección Giuseppe Tornatore Fotografía Fabio Zamarion Música Ennio Morricone Intérpretes Jeremy Irons, Olga Kurylenko, Simon Johns, James Warren, Shauna Macdonald, Oscar Sanders, Paolo Calabresi, Anna Savva, Irina Kara Estreno en Italia 14 enero 2016; en España 22 julio 2016

Con su nueva película Tornatore pretende sublimar el amor más allá de la muerte, a través de un ejercicio que aglutina mensajes escritos y grabados mediante el uso de recursos tradicionales y tecnología actual. Aunque a priori pueda parecer original, la historia de superación de una tragedia amorosa por medio de una correspondencia que trasciende la propia vida la hemos visto ya en Postdata: Te quiero de Richard Lagravanese según una pastelosa novela de Cecelia Ahern y, en menor medida, en Querido Frankie de Shona Auerbach, ambas protagonizadas por Gerard Butler. Pero mientas aquellas no ocultaban su carácter meramente sentimental y rosáceo, la del director de Cinema Paradiso pretende embarcarse en el cine de qualité, con intriga, misterio y unos ingredientes de primera categoría que no hacen sino evidenciar aún más su carácter artificioso. Si ya en La mejor oferta se contaba una historia poco plausible, pero se hacía con notable manejo de los recursos, logrando así convencer hasta a los más escépticos, los resultados ahora son mucho más decepcionantes. Consigue intrigar en su primera media hora, al más puro estilo giallo italiano por mucho que esté rodada en inglés, e incluso intimar con unos personajes a los que Irons y Kurylenko se entregan con más esfuerzo que auténtica convicción. Pero después comienza un declive propiciado por una acumulación de despropósitos y variados desmanes, entre los que se encuentran una sucesión de escenas de acción entre ridículas e improcedentes, aprovechando la profesión de la protagonista como especialista de cine. Sus vinculaciones con la astrología y la astrofísica están cogidas con alfileres, y la supuesta intriga deja paso a la indiferencia ante un desenlace que se prevé más de lo conveniente. Sus elegantes localizaciones en Italia, Inglaterra y Escocia, especialmente Edimburgo y la ficticia isla de Borgoventoso, en realidad San Giulio en el Lago d’Orta, cerca de Milán, la omnipresente música de Morricone, que potencia los aspectos más nostálgicos y sentimentales de la propuesta, y su azulada y grisácea fotografía pueden motivar al visionado, pero poco más hay detrás del conjunto.

jueves, 21 de julio de 2016

¡BRUJA, MÁS QUE BRUJA! La aldea maldita canta

España 1976 92 min.
Dirección Fernando Fernán Gómez Guión Fernando Fernán Gómez y Pedro Beltrán Fotografía Polo Villaseñor Música Carmelo Bernaola Intérpretes Francisco Algora, Emma Cohen, Fernando Fernán Gómez, Mary Santpere, Estela Delgado, Fernando Sánchez Polack, José Luis Barceló, Manuel Ayuso Estreno el 28 marzo 1977; reestreno 15 julio 2016

Seguramente el éxito que obtuvo hace justo un año la reposición de La vida sigue haya animado al reestreno de otra de las películas malditas de Fernán Goméz. En este caso se trata de una comedia lírica a medio camino entre la zarzuela y la opereta, que ni tuvo público en el momento de su estreno ni creemos lo vaya a tener tampoco ahora. Sin embargo es el momento de añadir a sus atractivos su carácter histórico, como manifestación de una época y de la herencia en plena transición de un país durante cuarenta años sometido a una durísima miseria económica y moral. Fernán Gómez, que era hombre inquieto e inteligente, no deja pasar en esta insólita película la oportunidad de encarar la letra de una zarzuela escrita ex profeso por Carmelo Bernaola, adecuada elección por tratarse de un compositor dotado para recrear la música más típicamente española, como demostraría años después con Pasodoble de José Luis García Sánchez. Y tampoco deja pasar la ocasión para convertir este esperpento en una crónica del desamparo de un pueblo sometido a la ignorancia a mayor gloria del señorito, y a los postulados éticos y morales de una Iglesia omnipresente recargada de santos, dogmas y maleficios. La bruja en cuestión se revela como consecuencia directa de todos estos inconvenientes que convierten un pueblo cualquiera de la región levantina en una especie de esas Hurdes que Buñuel retratara cuarenta años antes. En él se desarrolla una historia de infidelidades conyugales que da pie a una serie de libertinajes propios de la época del destape, mientras con enorme desparpajo aunque con una partitura muy mediocre, los personajes van aireando sus anhelos en playback, sorprendentemente sin estridencias ni sobreactuaciones, algo que se agradece especialmente en un producto como éste. Secuencias hilarantes, algunas precursoras del disparate cultivado en producciones americanas como Top Secret o Aterriza como puedas, personajes sobresalientes como el que encarna la olvidada Estela Delgado al estilo de la Sra. Danvers de Rebeca, y el uso significativo de las constantes del género más cultivado en nuestro país, incluyendo la protagonista buenorra frente al galán typical spanish, hacen del conjunto un film producido con dignidad y buen hacer, pero condenado a la invisibilidad por su condición de rareza poco digerible para un público mayoritario y generalmente poco curioso. Sirva además como homenaje a los recientemente desaparecidos Paco Algora y sobre todo Emma Cohen, que nos dejó apenas cuatro días antes de esta reposición.

600 MILLAS Austera y desangelada crónica sobre la concienciación del mal

México 2015 85 min.
Dirección Gabriel Ripstein Guión Gabriel Ripstein y Issa López Fotografía Alain Marcoen Intérpretes Tim Roth, Krystian Ferrer, Harrison Thomas, Noé Hernández, Armando Hernández, Mónica del Carmen Estreno en el Festival de Berlín 6 febrero 2016; en España 15 julio 2016

El debut del hijo de Arturo Ripstein en la dirección de largometrajes es una singular película que denuncia e ilustra en forma de crónica el tráfico de armas desde los permisivos Estados Unidos a México. Se inicia con una poderosa escena que en su simplicidad consigue estremecer al espectador que sigue viendo el uso generalizado de armas en el país de la libertad como un gesto tan aterrador como aberrante, propio de una sociedad cada vez más sometida a la violencia. Pero esa misma simplicidad no funciona igual cuando se nos somete al seguimiento de un joven mexicano que no ha conocido otra actividad en su vida que servir como cebo a la organización familiar para la que trabaja. Ripstein se esmera en dotar al chico de una personalidad propia a fuerza de tics y manías diversas, como murmullos ininteligibles que se unen a un guión en el que abundan palabras como chingada y pendejo mientras apenas se hace entender – tampoco los subtítulos cuando hablan en inglés – para un castellano hablante neutro. Con la cámara casi en mano, sin música, una estética austera y esas conversaciones ininteligibles a las que nos referimos, Ripstein nos invita a un viaje en plan road movie en la que dos antagonistas se verán obligados a confiar recíprocamente para salir airosos de una situación extremadamente peligrosa y violenta, mientras con todos esos ingredientes el espectador apenas logrará sintonizar con la trama y enganchar con el universo retratado, a pesar de un prometedor apunte sobre la progresiva concienciación de su protagonista sobre lo que representa el mal. Así las cosas, el film se ve sin apenas interés a pesar del esfuerzo que su equipo pone en generar tensión.

miércoles, 20 de julio de 2016

LINA TUR BONET Y ÁLEX RAMÍREZ RECREAN LA POÉTICA MUERTE DE GRANADOS

17º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Lina Tur Bonet, violín; Álex Ramírez, piano. Programa: Recordando a Granados (obras de Granados, Saint-Saëns, Albéniz y Schumann). Martes 19 de julio de 2016

Puede que éste fuera uno de los carteles más atractivos e imponentes de la temporada, con dos artistas consolidados y comprometidos sobre el escenario levantado en el jardín del Cenador de la Alcoba. Ellos se encargaron del primero de los muchos conciertos programados para recordar a Enrique Granados cuando se cumplen cien años de su trágica y a la vez hermosa desaparición, tal como apuntó Bonet haciendo gala de un indiscutible talento para la locución, respaldada por una sedosa y estimulante voz. Una vez más han sido los responsables de estas citas veraniegas quienes han hecho justicia a una efemérides sobre la que otras instituciones han pasado de largo. En esta ocasión el programa parecía articulado alrededor de la emocionante historia de amor que subyace tras la muerte de Granados y su esposa en el hundimiento del Sussex, consecuencia de un desafortunado cambio de planes de viaje por la invitación que les hizo el presidente Wilson a la Casa Blanca tras el éxito cosechado en el Metropolitan con el estreno de su ópera Goyescas. Una historia que siempre me ha conmovido y que pareció plegarse como un guante a la música seleccionada por Bonet y Ramírez.

Ella, enfundada en un precioso traje naranja con escote vertiginoso a la espalda, es capaz de extraer de su violín un sonido nítido y homogéneo, libre de estridencias, aunque en el camino evidencie más de un desajuste técnico, alguno apreciable a la hora de apianar. Pero lo importante y más meritorio es su capacidad indiscutible para adentrarse en la pieza, su sensibilidad y su exquisitez, atrapando nuestra atención sin paliativos, en última instancia hipnotizándonos. Así ocurrió especialmente en las dos sonatas elegidas, la inacabada de Granados, cuyo exacerbado romanticismo y sus muy calculados cambios de ritmo y registro, paradigma de la disimulada libertad formal que la caracteriza, encontraron en Bonet el vehículo idóneo de encanto y expresividad ; y la de Saint-Saëns, de la que sólo ofrecieron su dos primeros movimientos, los más líricos y apasionados, destacando su complicidad con el pianista, potenciada en sus acentos cruzados. Pero también en miniaturas como La góndola Bonet hizo gala de su capacidad melódica y poética, tanto como en otras piezas más populares, como la Andaluza de las Danzas españolas.

Él nos deleitó con su pianismo paladeado y matizado, fuera como fiel y acoplado acompañante o como solista en un Albéniz del que extrajo sonoridades y detalles insólitos en El Puerto de la Suite Iberia y en su popular Tango. Se mostró delicadísimo, muy atento a acentos y colores, en una de las Danzas de la Cofradía de David de Schumann, inspirador junto a Chopin y Liszt de la estética imperante durante mucho tiempo en la música del homenajeado, como demostró la Mazurka de las Escenas Románticas que Ramírez deshojó con delectación extrema. Como punto final, el Intermezzo de la ópera que llevó a Granados a su desaparición sonó también en manos del dúo tan refrescante como la brisa que alivió el calor dominante y puso a los intérpretes en algún apuro puntualmente solventado por la despierta joven encargada de pasar las partituras.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 21 de julio de 2016

lunes, 18 de julio de 2016

INFIERNO AZUL Terror marino a poca profundidad

Título original: The Shallows
USA 2016 87 min.
Dirección Jaume Collet-Serra Guión Anthony Jaswinski Fotografía Flavio Martínez Labiano Música Marco Beltrami Intérpretes Blake Lively, Óscar Janeada, Brett Cullen, Sedona Legge, Angelo Lozano Corzo, José Trujillo Salas, Pablo Calva, Diego Espejel Estreno en Estados Unidos 24 junio 2016; en España 15 julio 2016

Catalán de nacimiento, Jaume Collet-Serra ha dirigido toda su filmografía en Estados Unidos, primero con dos estimables títulos de terror – La casa de cera y La huérfana – y después con una serie de inquietantes títulos de acción y tensión protagonizados por Liam Neeson – Sin identidad, Non-Stop Sin escalas, Una noche para sobrevivir – hasta llegar a ésta, quizás su película más compleja, lograda y arriesgada hasta el momento. Una filmografía con la que se ha labrado un merecido prestigio como director de interesantes cintas de serie B, entretenidas y a menudo originales. En esta ocasión una joven surfista con puntuales problemas existenciales, viaja a una playa paradisíaca y secreta en Méjico para practicar el deporte en cuestión, pero su aventura se convertirá en un duelo de pesadilla cuando sufra el ataque de un gran tiburón blanco, una vez sola y apartada del mundanal ruido. Collet-Serra consigue con la ayuda de Blake Lively (El secreto de Adaline, Café Society) imbuir de tensión irrespirable un ejercicio de pura cinefilia que rinde homenaje al Tiburón de Spielberg desde la humildad y el respeto, sin pretender en ningún momento emular tan legendario precedente, aunque en el camino supere con creces todos los demás intentos de aprovechar su éxito, desde Orca a Deep Blue Sea pasando por Piraña, Tentáculos y similares. Para ello cuenta inteligentemente con una actriz versátil e inquietante, capaz de dar vida con convicción a un David femenino, decidida e ingeniosa, nada de la típica guapa insulsa sino más bien una actriz con múltiples registros y posibilidades, unido a un sentido del ritmo y de la dosificación de la tensión realmente conseguido, presente casi desde el minuto cero con utilización incluso de la banda sonora para generar inquietud (atención a la típica canción roquera que suena en superficie pero se apaga debajo en el mar, donde el terror siempre parece acechar). Puro entretenimiento y liberación de adrenalina, sin más pretensión que lograr hora y media irrespirable sin profundidad, como indica su título original, a tan solo cien metros de la costa, y posiblemente sustentando la trama en múltiples disparates que no escaparían a un zoólogo pero resultan inofensivos para el espectador medio, ávido de experiencias que aunque ya vividas resulten frescas y distintas en manos del equipo y el jefe adecuados, como es el caso.

sábado, 16 de julio de 2016

CONCIERTO DE DARDANUS ENSEMBLE EN LOS JARDINES DEL ALCÁZAR: IMPRESIONES FRENTE A UNA CAJA

17º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Dardanus Ensemble: Rafael Ruibérriz, traverso; Rafael Núñez, violín barroco; Isabel Gómez-Serranillos, violonchelo barroco; Santiago Sampedro, clave. Programa: Suite Burlesque de Quixotte TWV 55:10, de Telemann; Sonata nº 2 en re menor, de Pla; Don Quichotte chez la Duchesse Op. 97, de Boismortier. Viernes 15 de julio de 2016

El conjunto en  otra actuación de 2014
Con casi un mes de retraso como consecuencia de unos incómodos problemas burocráticos, dieron comienzo los tradicionales conciertos a la luz de la luna en los jardines del Alcázar, una impagable iniciativa de Actidea que cumple ya diecisiete ediciones y continúa cosechando un éxito de público incontestable. Una platea siempre nueva a juzgar por los inoportunos aplausos que rompen constantemente la unidad de las obras propuestas. Con todo, eso no fue lo peor. Independientemente de la necesidad del uso del sonido amplificado para llegar a todos los rincones de tan dilatado espacio, lo que no se entiende es que para dos que dejamos nuestra impresión escrita de lo que acontece en cada cita, a unos nos coloquen en lugar tan inapropiado como un extremo de la primera fila justo delante de uno de los altavoces, con el perjuicio para la observación de los intérpretes y la recepción acústica que ello supone.

Así las cosas, nos resistimos a aceptar que los jóvenes músicos convocados en el conjunto que lleva por nombre el título de la afamada ópera de Rameau, y que en otras ocasiones nos han convencido con su interpretación agrupados o por separado, ofreciesen en esta ocasión un rendimiento tan por debajo de sus posibilidades. Decididamente decepcionante nos pareció su versión reducida a cuatro instrumentos de la Suite Burlesque de Quixotte de Telemann, consecuencia de la amplia difusión en Europa de la obra cervantina, fuente inagotable de inspiración para la música de los compositores de la época y posteriores, siendo esta pieza la más relevante al respecto dentro del repertorio de música de cámara del S. XVIII. Su carácter programático permitió a Rafael Núñez recitar algunos pasajes de la obra relacionados con unas ilustraciones musicales resueltas con más languidez que decisión. Poco se pudo apreciar frente a la caja acústica que nos tocó enfrente el carácter galante de la pieza, reducida a una amalgama difusa y amorfa de sonidos en los que no se pudo distinguir la habitualmente atenta pulsación de Sampedro, el delicado fraseo de Ruibérriz o la seguridad de Serranillos al bajo continuo.

Quizás porque a todo acabamos acostumbrándonos, o simplemente porque las prestaciones mejoraron, más nos convenció Don Quichotte chez la Duchesse, un híbrido entre ballet, ópera y comedia lírica de Joseph Bodin de Boismortier con notable protagonismo de la flauta en la suite de piezas instrumentales articulada para la ocasión, en la que también Núñez encontró un mayor equilibrio al violín. Pero fue sobre todo en el descubrimiento de una sonata de José Pla, seguramente compuesta junto a su hermano Juan, que combina a la perfección las corrientes italiana y alemana imperantes en la época, donde estos jóvenes y aplicados intérpretes brillaron con un poco más de luz, siempre desde la nefasta impresión que provocó nuestra desafortunada posición. Cervantes sigue sin disfrutar de homenajes medianamente a su altura, y lo dice alguien que estuvo en Alcalá de Henares el 22 de abril de 2016.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 17 de julio de 2016

THEO Y HUGO, PARÍS 5:59 Del sexo duro a la caricia tradicional

Título original: Théo et Hugo dans le même bateau
Francia 2016 97 min.
Guión y dirección Olivier Ducastel y Jacques Martineau Fotografía Manuel Marnier Música Gäel Blondet, Pierre Desprats, Kuntur, Karelle Kuntur, Victor Praud Intérpretes Geoffrey Couët, François Nambot, Georges Daaboul, Mario Fanfani, Elodie Adler, Bastien Gabriel, Claire Deschamps Estreno en el Festival de Berlín 15 febrero 2016; en Francia 27 abril 2016; en España 15 julio 2016

Olivier Ducastel y Jacques Martineau deben ser como los David Menkes y Alfonso Albacete franceses, que tras dirigir varias películas petardas, como Jeanne y el chico formidable, Crustacés et coquillages y Nacido en el 68, se embarcan ahora en un experimento más serio y supuestamente transgresor. El arranque en un club de sexo gay, veinte minutos de frenética orgía explícita rodada más con carácter de observación que como vehículo para la excitación, sirve para argumentar que el verdadero amor se puede encontrar incluso en lugares en principio tan sórdidos como éste. Los dos jóvenes protagonistas, por supuesto guapos, sin pluma y con una esmerada formación (nada de estilistas ni decoradores), se encuentran allí después de que uno fije su mirada obsesivamente en el otro y sus quehaceres Después salen a la calle, recorren París en bicicleta y a pie, en tiempo real y cronometrado, hasta que surge un giro de inflexión, cuando se estremecen porque se dan cuenta del peligro de no usar condón. Claro, es lo que pasa cuando se frecuentan lugares no recomendables y se lanzan a placeres infinitos, que viene el castigo. La película entonces extiende su vocación didáctica, esta vez para mostrarnos cómo se trata una posible infección de VIH. Los lugares comunes, los besos, caricias y abrazos, unidos a las sempiternas palabras de amor como preludio a una relación que posiblemente tiene fecha de caducidad, la pretenden convertir en el Love Story gay del momento, y desde luego ternura no le falta, y en ello sus dos protagonistas ponen empeño y talento; pero a algunos sólo nos parece un recorrido nocturno por lugares comunes y ya transitados, sin demasiado interés ni profundidad, y con peajes tan ridículos y postizos como la conversación con el dependiente sirio del kebab. Antes de su estreno comercial se pudo ver en Sevilla dentro de las actividades programadas para celebrar hace unas semanas el Orgullo Gay del Sur.

VIVA Otra mirada tópica y exótica a la capital de los Castro

Irlanda 2015 100 min.
Dirección Paddy Breathnach Guión Mark O'Halloran Fotografía Cathal Watters Música Stephen Rennicks Intérpretes Héctor Medina, Jorge Perugorría, Luis Alberto García, Renata Markel Machín Blanco, Luis Manuel Álvarez, Paula Andrea Ali Rivera, Mark O'Halloran Estreno 8 julio 2016

El cine español ha demostrado en reiteradas ocasiones cierto interés por retratar los bajos fondos de La Habana, o acaso sólo encuentra bajos fondos para retratar, como si no hubiera nada más en la siempre pintoresca capital cubana; recientemente Antonio Hens con La partida y Agustí Villaronga con El rey de La Habana han fijado su mirada en estos ambientes degradados, a veces corruptos, casi sin esperanza en los que los más marginados y desgraciados intentan hacerse valer como seres humanos con dignidad y sentimientos frustrados. Pero que una cinematografía como la irlandesa se fije en este entorno resulta en sí mismo mucho más insólito y exótico. Paddy Breathnach apenas puede celebrar éxitos en su carrera, de hecho sólo recordamos y sin entusiasmo El crimen desorganizado; mientras su guionista, Mark O'Halloran, puede que por haber tenido alguna experiencia llamativa en el país, y quizás por ello se haya reservado un pequeño papel de turista sexual en la película, muestre ese inusitado interés por la fauna isleña. Colores vivos y un amable cariño por los personajes son los mayores aciertos de una cinta que pretende retratar con más o menos fidelidad la vida en los clubs de travestismo de la ciudad a través de la tópica y poco interesante historia de un joven homosexual y peluquero al que la reaparición de su padre machista y exboxeador le va a poner las cosas difíciles para realizarse en la vida como desea. El resultado se deja ver sin entusiasmo y sin apenas curiosidad. Es un mundo ya transitado que no necesita de mucho celuloide para encontrar cosas nuevas que decir. Ni su paso por Sundance en enero pasado le ha hecho lograr una repercusión comercial mínima, habiéndose solo estrenado en Francia, aquí y con carácter limitado (ya se sabe, Los Angeles, Nueva ork y poco más) en Estados Unidos. Ni siquiera en la propia Irlanda han apostado por ella.

miércoles, 13 de julio de 2016

ESPERANDO AL REY Un refrescante viaje a un país sofocante

Título original: Ein Hologramm für der König
Alemania-Reino Unido-Francia-USA-Mexico 2015 98 min.
Guión y dirección Tom Tykwer, según la novela de Dave Eggers Fotografía Frank Griebe Música Johnny Klimek Intérpretes Tom Hanks, Alexander BVlack, Sarita Choudhury, Sidse Babett Knudsen, David Menkin, Christy Meyer, Megan Maczko, Tracey Fairaway, Jane Perry, Khalid Laith, Michael Baral, Lewis Rainer, Tom Skerritt, Ben Whishaw Estreno en Alemania 28 abril 2016; en España 1 julio 2016

Una nueva colaboración, tras El atlas de las nubes, entre Tom Hanks y el director alemán Tom Tykwer, responsable también de películas como Corre Lola corre, El perfume o The International. A medio camino entre su país natal y Hollywood, Tykwer adapta una novela de Dave Eggers que no es gran cosa pero tampoco es desdeñable, se ve con agrado y produce una irresistible sensación de relax en quien lo hace. A ritmo de Talking Heads, la cinta comienza con un Hanks metido de lleno en su personaje de comercial narrando sus infortunios personales y profesionales para a continuación meterlo en un avión lleno de musulmanes destino a Arabia Saudí, donde pretende vender al rey un revolucionario sistema de hologramas digitales que eviten sus continuos desplazamientos para hacer negocios. Una serie de malogrados encuentros con el monarca debían ir sumiendo al paciente comercial en la desesperación de la impaciencia, y sin embargo éste aprovecha para profundizar en el paraje y la idiosincrasia del país donde realiza la citada espera. Tykwer no es Billy Wilder, y se resiste a sacar provecho de escenas de vocación inconfundiblemente slapstick, como la de la fiesta en casa del embajador danés o la caza del lobo en el interior del desértico país. Pero no importa porque los derroteros son otros y el placer de asistir a una historia de encuentros y desencuentros con una población cada vez más alejada de la nuestra, pero que aquí se define más cercana y colaboradora, en el otro extremo de la desdichada actualidad informativa, se erige en uno de los principales atractivos de un film en el que la cuidada y estilizada estética, la contención equilibrada de sus propuestas y el excelente trabajo del actor americano, logran que el viaje sea más placentero de lo que cabría esperar. Como anécdota, cuenta con una pequeña intervención del protagonista de El perfume, Ben Whishaw, pero solo en holograma, el del título original.

1944 El otro extremo de la neutralidad

Estonia 2015 100 min.
Dirección Elmo Nüganen Guión Leo Kunnas Fotografía Rein Kotovy y Mart Taniel Música Jaak Jürisson Intérpretes Marko Leht, Maiken Schmidt, Kaspar Velberg, Anne Reemann, Maït Malmsten, Kristjan Sarv, Kristjan Úrksüla, Gert Raudsep, Hendrik Tompere jr., Prït Pius, Märt Pius Estreno en el Festival de Berlín 8 febrero 2015; en Estonia 20 febrero 2015; en España 1 julio 2016

En las antípodas de otros países que como Suiza se declararon neutrales en la Segunda Guerra Mundial, otros como Estonia se dividieron en dos bandos, generándose una especie de guerra civil paralela a la gran conflagración bélica. Estonia disfrutó durante poco tiempo su independencia de la Unión Soviética tras una guerra que se coronó con el Tratado de Tartu en 1920. Sólo veinte años después, y tras varios gobiernos democráticos desastrosos, Stalin depuso al gobierno de Tallinn y recuperó el territorio báltico, y entre 1941 y 1944 el país sufrió la invasión del ejército alemán nazi. Su ejército y la población civil se vieron entonces divididos y enfrentados, haciendo la guerra en favor de uno u otro país, ninguno de los cuales de su propio interés y simpatía, justamente en contra de su patriotismo. Esta doble tragedia es la que nos cuenta el actor (Mandarinas) y realizador Elmo Nüganen, que ya abordó en Nombres en mármol la Guerra de Liberación que acabó en la independencia de Estonia de la URSS. Fijando su mirada en un batallón pro nazi (a la fuerza) en su dura lucha en las trincheras, y especialmente en uno de sus integrantes, la trama gira a mitad hacia el otro bando, con otro protagonista tan desorientado como el primero y sin poder disimular sus simpatías hacia un enemigo que en realidad no es tal. Realizada con crudeza y rigor, la cinta no escapa sin embargo a las convenciones del género, acumulando escenas ya vistas mil veces, como la que retrata al soldado, monstruo sin conciencia de serlo, frente a la niña inocente que representa un país castigado, y que tanto recuerda a la célebre secuencia de Frankenstein de James Whale. De hecho este año son ya tres las veces que hemos visto multitudes de refugiados huir del enemigo por la carretera y sometiéndose a bombardeos tan significativos para retratar la sinrazón y la vergüenza de la ira desatada contra los hermanos, tras Suite Francesa y Mayo de 1940. Necesaria por su valor didáctico y su perfecta combinación de drama y acción bélica, resuelta con considerable factura técnica, la película no llega sin embargo a conmover lo suficiente, quedando en un mero ejercicio de memoria histórica bien construido pero incapaz de provocar la reacción de impotencia y rabia que merece. Su academicismo formal y cierta frialdad en el conjunto provocan este tibio resultado.

lunes, 11 de julio de 2016

MI AMIGO EL GIGANTE Un Spielberg menor, pero un Spielberg

Título original: The BFG
USA 2016 117 min.
Dirección Steven Spielberg Guión Melissa Matheson, según el cuento de Roald Dahl Fotografía Janusz Kaminski Música John Williams Intérpretes Mark Rylance, Ruby Barnhill, Penelope Wilton, Jemaine Clement, Rebecca Hall, Bill Hader, Rafe Spall, Adam Godley, Matt Frewer, Ólafur Darri Ólafsson, Hais Sutherland, Michael Adamthwaite Estreno en el Festival de Cannes 14 mayo 2016; en Estados Unidos 1 julio 2016; en España 8 julio 2016

El nombre de Roald Dahl, de quien este año se celebra el centenario de su nacimiento, está indefectiblemente ligado al cine y la televisión, desde que escribiera varias de las historias de la mítica serie Alfred Hitchcock presenta, adaptara a Ian Fleming en Chitty Chitty Bang Bang y Solo se vive dos veces, o escribiera la adaptación de un thriller con música de Bernard Herrmann, The Night Digger, a mayor gloria de su entonces esposa Patricia Neal, la fascinante protagonista de El manantial. Pero sobre todo por las numerosas adaptaciones que el cine ha hecho de sus cuentos infantiles, desde Willy Wonka y la fábrica de chocolate y su remake Charlie y la fábrica de chocolate, hasta Fantastic Mr. Fox, pasando por Matilda, James y el melocotón gigante o La maldición de las brujas. The BFG (Big Friendly Giant), cuento que aquí se titula El gran gigante bonachón, ya fue llevado a la pantalla, pero la pequeña y en animación, por Brian Cosgrove, con una estética que unida a la de las ilustraciones originales del cuento han servido de referente absoluto al diseño de producción de la película de Spielberg. El rey Midas de Hollywood, como antes se le conocía, ha evidenciado siempre un cariño y una atención muy especiales por la infancia, no sólo en sus películas directamente relacionadas con ella, como E.T. o Peter Pan, sino también en otras de temática diferente, como Encuentros en la tercera fase, Parque Jurásico o incluso La lista de Schindler. Los Goonies, Poltergeist o Gremlins son otra muestra, esta vez de su filmografía como productor, que confirman esta tendencia. Ahora se trata de una niña huérfana y un poco especial, insomne y encerrada en su propio mundo de fantasía a la vez que obligada a reflejar un grado de madurez inusual para su edad, a la que sin traicionar esas ilustraciones referidas, Spielberg le ha dado apariencia de joven Judy Garland en su Oz particular. Su encuentro con otro ser diferente dentro de los de su especie, un gigante de aspecto bonachón y sentimental, al que el oscarizado por la anterior película del director, El puente de los espías, da vida con rasgos y gestos sumamente tiernos, desencadena la trama de un film que sin embargo no logra levantar el vuelo durante más de una primera mitad centrada en los dos personajes y sus luchas con una pandilla de gigantes caníbales con aspecto entre los orcos de Tolkien y el orondo Shrek. Spielberg no acertó con Tintin y tampoco lo hace con toda esa primera mitad de animación generada por ordenador, que se nos antoja bastante aburrida. A partir de la irrupción de personajes reales, como la divertida reina de Inglaterra a la que da vida Penelope Wilton, el espectáculo mejora considerablemente, a pesar de que sorprende que tratándose de un trabajo tan largamente acariciado por su realizador, éste sea incapaz de insuflarle el alma y el corazón que demanda, ese que tanto rédito le ha dado en otras de las cintas que conforman su extensa y atractiva filmografía. Sorprende aún más considerando que la encargada de adaptar el cuento ha sido Melissa Matheson, guionista también de E.T. y ex esposa de Harrison Ford, que falleció poco después de terminar este trabajo, al final del año pasado. Con todo, si la comparamos con otros títulos suyos, éste decepciona, pero si lo hacemos con la cartelera habitual, mantiene una dignidad que muchas películas que vemos ya quisieran. Sólo por lo bien rodada que está, lo bien que funciona la música de John Williams, y ese tercio final hilarante, merece la pena.

TODO SALDRÁ BIEN Intento estéril de gran duelo interpretativo

España 2015 90 min.
Guión y dirección Jesús Ponce Fotografía David Barrio Calderón Música Juan Cantón Intérpretes Isabel Ampudia, Mercedes Hoyos, Víctor Clavijo, Darío Paso, Juan Carlos Sánchez Estreno 8 julio 2016

Hace unos pocos de años, y antes de pasarse a una televisión en la que apenas ha cosechado éxito reseñable, Jesús Ponce dirigió un par de películas cuyo mayor acierto residió en la humanidad con la que retrataba a sus personajes. Una era el drama 15 días contigo y la otra Déjate caer. Desde entonces apenas ha pisado la gran pantalla y su regreso no puede resultar más decepcionante, perdiendo incluso la habilidad para ese retrato al que hacíamos referencia. Flanqueado por sus dos actrices fetiches, Isabel Ampudia y Mercedes Hoyos, pretende construir un drama entre Lorca (esa tierra andaluza anclada en la ignorancia, el patriarcado y un pasado tan negro como las vestimentas de sus pobladoras) y Robert Aldrich (sus dos antagonistas se enfrentan cual Joan Crawford y Bette Davis en ¿Qué fue de Baby Jane?). La mezcla podría haber dado lugar a algo interesante, pero sus posibilidades se diluyen desde el momento en el que todo suena rancio y tópico, empezando por la descarada confrontación entre un mundo urbano egoísta y manipulador, y otro rural resignado y generoso; el eterno dilema entre la franqueza de lo sencillo y la impostura del mundo material, sometido a premisas, diálogos y situaciones tan raquíticas como simplonas. Dos hermanas encerradas en una casa esperando el fatal (o feliz) desenlace de una madre permanentemente moribunda, mientras en el cocktail se van mezclando todo tipo de temas de supuesta actualidad, como la sexualidad, la crisis económica, la pérdida de valores y de derechos y el declive de las tradiciones. Todo muy maniqueo y en manos de un guión rayante más de una vez en el ridículo, y unas interpretaciones tan esforzadas y a veces pasadas de rosca que apenas logran convencer. Chirría hasta su música, una nada original combinación de los experimentos escuchados recientemente en Birdman y Whiplash. Su pretendidamente sorprendente final sólo lo es para quienes no estén muy atentos; quienes no tenemos más remedio que atender lo veíamos venir.

viernes, 8 de julio de 2016

EXHIBICIÓN DE NERVIO Y MÚSCULO EN EL ÚLTIMO CONCIERTO DE TEMPORADA DE LA ROSS

16º concierto de abono de la 25ª temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Alexandre Da Costa, violín. John Axelrod, director. Programa: Sinfonía Sevillana Op. 23, de Turina; Arabescos, de Lorenzo Palomo; Sevilla, de Albéniz (arr. Frühbeck de Burgos); Aires gitanos Op. 20, de Sarasate; Habanera, de Bizet (arr. Sarasate); El sombrero de tres picos, de Falla. Teatro de la Maestranza, jueves 7 de julio de 2016

Aunque el programa estaba lógicamente diseñado con mucha anterioridad, esta celebración del reflejo de una Sevilla pintoresca en la música ha venido muy bien como anticipo de la histórica visita del presidente Obama a la ciudad, y así lo han entendido varias empresas sevillanas con sede en Estados Unidos, que unieron fuerzas para promocionarse de cara al evento y de paso hacer realidad una necesidad que vienen demandando orquesta y teatro desde hace mucho tiempo, combinar el respaldo público con el patrocinio privado. Así discurrió la última cita de la temporada de la ROSS a orillas del Guadalquivir, víctima de un nuevo disparate urbanístico que está convirtiendo el emblemático Paseo de Colón, premio de arquitectura en su día por conciliar respeto al entorno y modernidad, en uno de esos centros de interpretación que nadie demanda ni comprende, con un desafortunado aspecto futurista entre la Torre del Oro y la Giralda.

Axelrod se empleó a fondo en este cierre de su primera temporada al frente de la Sinfónica, exhibiendo más fuerza y musculatura que honda expresividad. Su interpretación de la música nacionalista española denota que aún no entiende nuestra idiosincrasia, adoptando una estética más propia del gran espectáculo hollywoodiense, al que nada podemos objetar pero no es la que demandan Albéniz o Falla, que del temperamento de una tierra que alterna llanto y alegría de forma tan particular como ésta. En el camino se quedaron los aromas evocadores de la Sinfonía Sevillana, contenida en el andante inicial, lírica con especial mención para el corno inglés de Sarah Bishop en el movimiento central, pero decididamente festivalera y fuera de tono en la Fiesta final. Peor les fue con el legendario arreglo de Frühbeck de Burgos de Sevilla de Albéniz, decididamente tosca y efectista, sin atisbo de elegancia. Las suites de El sombrero de tres picos ofrecieron una nueva ocasión de lucimiento para la orquesta, pero aunque la batuta se mantuvo correcta y digna, de nuevo un marcado carácter festivalero malogró la Jota final.

La cita nos devolvió a Alexandre Da Costa, que hace algunas temporadas alternó la función de concertino con Eric Crambes y ya partició como solista en un Doble concierto de Brahms junto a Asier Polo y la dirección de Halffter. El joven canadiense dio nuevas muestras de una técnica soberbia y un sensacional virtuosismo en páginas como Arabescos de Lorenzo Palomo, un estreno a él mismo dedicado, que se enrosca de forma demoníaca mientras la orquesta arropa sutilmente potenciando el misterio y la sensualidad de oriente. Sus recreaciones de Sarasate, en Aires más bohemios que gitanos, rascando y acariciando el instrumento por igual, y en la Habanera de Carmen, fueron sencillamente prodigiosos. En esta última un desinhibido y simpático Axelrod canturreó amour en varias ocasiones, y antes de la propina, La vida breve en un arreglo para violín de Fritz Kreisler de 1929, Da Costa demostró con un perfecto castellano que sacó buen provecho de su estancia en Sevilla.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 7 de julio de 2016

MONEY MONSTER Banalización de una tragedia

USA 2016 108 min.
Dirección Jodie Foster Guión Alan DiFiore, Jim Kouf y Jamie Linden Fotografía Matthew Libatique Música Dominic Lewis Intérpretes George Clooney, Julie Roberts, Jack O'Connell, Caitriona Balfe, Dominic West, Giancarlo Esposito, Christopher Denham, Lenny Venito, Chris Bauer, Dennis Boutsikaris Estreno en Estados Unidos 13 mayo 2016; en España 6 julio 2016

Jodie Foster dirigió su primera película, El pequeño Tate, en 1991, a la que siguió la menos interesante A casa por vacaciones (1995) y mucho después la convencional El castor (2011). Como actriz inteligente y comprometida que es, se esperaba algo más de su cuarto film como realizadora, y no una simple banalización de los efectos de la crisis económica en la línea de la que en nuestro país ha perpetrado Daniel Calparsoro y su Cien años de perdón. A saber, un gran espectáculo, ingenuo y entretenido que acaba siendo más un mero entretenimiento que una denuncia seria y rigurosa sobre los tejemanejes del poder económico y sus poderosos y nada escrupulosos agentes. Un argumento cogido con alfileres en el que la injusticia se pretende, una vez más, vencer con la violencia, relaciona a un carismático presentador de un programa televisivo de inversiones, su realizadora y un joven víctima del fraude bursátil que busca vengarse del programa que presuntamente le engañó y de la agencia de inversiones que anduvo detrás de él. Todo al servicio de una especie de intriga se supone que vertiginosa e irrespirable, si bien son tantas sus caídas de tensión y ritmo, y tantas las convenciones a las que se somete un guión escrito a seis manos, que toda la operación naufraga considerablemente, aunque mantenga con cierta dignidad su vocación de simple entretenimiento. Es una lástima que no se haya dado con la clave para hacer una película, aunque sea dentro del mismo género, suficientemente clarificadora y justa sobre un drama que vienen sufriendo millones de personas desde hace casi una década, y a quienes flaco favor se les hace con productos como éste, que hacen recaer toda la responsabilidad en los malvados de turno, salvando a sus intermediarios, llámense políticos o periodistas, y reflejando un falso ejercicio de la justicia por quienes, sean policías o jueces, se encargan de impartirla. Clooney, que también produce, se esfuerza en convencer incluso con coreografías macarras, y Julia Roberts aporta su elegancia y fotogenia, mientras el joven Jack O'Connell ('71, Invicto) se extralimita en su histeria y desesperación.

miércoles, 6 de julio de 2016

DEMOLICIÓN Catarsis a la americana

Título original: Demolition
USA 2015 100 min.
Dirección Jean-Marc Vallée Guión Bryan Sipe Fotografía Yves Bélanger Intérpretes Jake Gyllenhaal, Naomi Watts, Chris Cooper, Judah Lewis, C.J. Wilson, Heather Lind, Polly Draper, Wass Stevens, Debra Monk, Blaire Brooks, Ben Cole, Brendan Dooling Estreno en el Festival de Toronto 10 septiembre 2015; en Estados Unidos 8 abril 2016; en España 1 julio 2016

Desde su ya lejana carta de presentación con C.R.A.Z.Y., el realizador canadiense Jean-Marc Vallée ha buscado incansablemente su lugar en Hollywood con películas tan diversas como La reina Victoria, un drama histórico romántico protagonizado por Emily Blunt, Dallas Buyers Club, que le valió el Oscar a Matthew McConaughey, y Alma salvaje, un esforzado trabajo de interpretación para Reese Witherspoon mientras se busca así misma haciendo senderismo con mochila a cuestas. Ahora le toca el turno de ponerse a sus órdenes y demostrar de nuevo sus aptitudes como actor a Jake Gyllenhaal, acostumbrado a aparecer en películas notables que no logran el respaldo comercial suficiente (vg. Nightcrawler) y que por este trabajo ha recibido los mayores elogios de la cinta, aunque mucho nos tememos no repetirá la hazaña de sus compañeros y compañeras antes mencionados de llegar finalistas a los premios de la Academia. Más por su carisma y encanto personal que por su esfuerzo interpretativo, es verdad que Gyllenhaal justifica el visionado de este film regular en sus planteamientos y premisas. Se trata de la sempiterna crónica del duelo por la pérdida de un ser querido, en plan catarsis y con desmadres tan propios de una sociedad cada vez más desquiciada como la americana. La mayor originalidad de la cinta es situar al protagonista por la senda de la locura, exhibiendo cómo puede ser esa peligrosa frontera que nos lleva de ser seres civilizados y maleables a personas totalmente enajenadas y encerradas en sí mismas, y sin embargo redimirle de tan escabroso proceso y devolverle a sus cabales por una serie de puntos de inflexión más propios del culebrón televisivo que de un film serio. Y es que en el camino son muchos los lugares comunes y los convencionalismos de los que se abusa como para inquietar un mínimo. La relación con Naomi Watts y su hijo rebelde e inadaptado consiguen elevarse por encima de un conjunto que decepciona más que convence. Una curiosidad, Chris Potter hace el mismo parlamento que Carmen Machi en Rumbos cuando ambos se lamentan de haber perdido un hijo o una hija...

lunes, 4 de julio de 2016

INDEPENDENCE DAY: CONTRAATAQUE De Mille del Apocalipsis

Título original: Independence Day: Resurgence
USA 2016 119 min.
Dirección Roland Emmerich Guión Carter Blanchard Fotografía Markus Förderer Música Harald Kloser y Thomas Wander Intérpretes Liam Hemsworth, Jeff Goldblum, Bill Pullman, Maika Monroe, Jessie T. Usher, Travis Tope, Judd Hirsch, Charlotte Gainsbourg, William Fichtner, Brent Spiner, Angelababy, Nicolas Wright, Deobia Oparei, Sela Ward, Vivica A. Fox, Chin Han, Robert Loggia Estreno en Estados Unidos 24 junio 2016; en España 1 julio 2016

Recuerdo que a pesar de sus excelentes y novedosos efectos visuales, para mí lo más espectacular de ver Independence Day en el verano de 1996 fue la sala de cine, el gigantesco Odeon de Leicester Square en Londres, ciudad que le toma el relevo a Nueva York para ser devastada en esta segunda entrega. No parece por lo tanto que la película me marcara mucho, y eso que soy un incondicional del cine de catástrofes, con el que crecí en los años setenta con películas como El coloso en llamas, La aventura del Poseidón, Terremoto o la saga Aeropuerto. Toda su carga marcial y descaradamente reaccionaria fue en parte motivo de que la cinta no convenciera ni a mí ni a gran parte de la crítica, por mucho que se convirtiera en el mayor éxito de taquilla de la temporada. Su artífice, Roland Emmerich, que se estrenó en esto de los blockbusters un par de años antes con Stargate, siguió explotando la vena catastrofista en los años siguientes con cintas como Godzilla, El día de mañana, mucho más interesante e inquietante que la de los extraterrestres, 2012 y Asalto al poder, mientras las alternaba con otras de calado más ambicioso como la fallida 10.000 a.c., El patriota o las más insólitas en su filmografía Anonymous y la inédita entre nosotros Stonewall, sobre los orígenes del orgullo gay en el San Francisco de principios de los setenta. De cualquier forma el cine espectáculo ha sido siempre su detonante. Tiene gracia que algún crítico norteamericano le haya definido como el Cecil B. De Mille del cine de catástrofes, tratándose precisamente de un director que entre los veinte y los cincuenta fijó su atención en varias ocasiones en la Biblia, aunque nunca en el libro del Apocalipsis. Este Contraataque lo sufrimos más los espectadores que los sufridos humanos de la Tierra, pues en estos veinte años nos hemos acostumbrado tanto a este esquema narrativo en el que nos pasamos los primeros veinte minutos esperando la gran escena catastrofista (esta vez lo que parece Kuala Lumpur volando por los aires para caer en picado sobre Londres, y acaba con un inmenso ovni posado sobre la costa este de Estados Unidos como si fuera un gran herpes sobre la Tierra) que ya sorprende poco y aburre más. La historia se ambienta en un presente distópico (palabreja de moda), lógicamente como consecuencia del punto de inflexión que supuso la anterior invasión extraterrestre, y que sirvió a la humanidad para desarrollar nuevas tecnologías capaces de vencer al enemigo en un hipotético contraataque, como así ocurre. Después viene el nudo argumental, la preparación para la batalla, que ocupa más del último tercio de la función, de la que ya se anuncia una tercera parte interplanetaria. Entre tanto se presentan los personajes de la anterior entrega, todos menos Will Smith, y los nuevos, y se les hace protagonistas de unas tramas personales insustanciales y estériles. Todo plano y superficial para cargar las tintas sobre unos efectos visuales y un montaje frenético que ya ni sorprenden ni estimulan. Todo es puro disparate, con humor metido con calzador y contando con la complicidad de un espectador que ve cómo una vez más los aguerridos héroes y heroínas de Estados Unidos nos libran de la aniquilación por parte de una civilización mucho más adelantada que la nuestra, pero al parecer convenientemente vulnerable a nuestro encanto y obcecación. En fin, se acaba mirando más el reloj que la pantalla.