sábado, 30 de septiembre de 2023

ARBÓS RECREA LOS FELICES AÑOS VEINTE A TRAVÉS DE KEATON

Cine mudo con música en vivo. Trío Arbós: Ferdinando Trematore, violín; José Miguel Gómez, violonchelo; Juan Carlos Garvayo, piano. Solistas invitadas: Martina Alonso, violín; Cristina Cordero, viola. Programa: Música para “College” (El colegial, 1927), de Stephen Prutsman. Espacio Turina, viernes 29 de septiembre de 2023


Tras varias semanas de incertidumbre, agravada por la crisis informática del Ayuntamiento, por fin echó a andar la ambiciosa programación del Espacio Turina, englobada en una gran diversidad de temas y ciclos. Poco margen han tenido sus responsables, tras la presentación de la temporada apenas un día antes, para convocar más público del que finalmente se acercó a la sala de la calle Laraña a disfrutar de uno de esos espectáculos siempre agradecidos que combinan cine y música en directo, y que contó para la ocasión con uno de los vehículos de lucimiento cómico y atlético del gran Buster Keaton. Es cierto sin embargo que en la página web del Trío Arbós, conjunto convocado para la ocasión, hacía tiempo que se publicitaba este espectáculo, pero el público del Turina está lógicamente más atento a la información de la sala que de los artistas que intervienen en su programación, y ésta ha brillado por su ausencia debido a los problemas apuntados, cambio de consistorio, que todo lo está poniendo patas arriba, y jaqueo informático.

El colegial, que es como aquí se tituló una película que en su versión original se llama College (Universidad), fue la tercera película dirigida por uno de tantos artesanos del Hollywood de la época, James W. Horne, que más tarde se especializaría en Laurel y Hardy y La pandilla, e incluso consiguió reciclarse en el cine sonoro aunque fuera con películas de serie B y series de televisión. La breve trama del film podría haber inspirado uno de los episodios de Grease, cuando Danny pierde a Sandy y ésta empieza a salir con el atleta del instituto, lo que motiva al primero para atreverse con distintas disciplinas atléticas y así volver a atraer la atención de ella. Algo parecido le pasa a Buster Keaton en este film mucho más inteligente de lo que parece, toda vez que para acabar viviendo una existencia vulgar y convencional y así experimentar esa felicidad oficial que nos venden desde antaño, su personaje renuncia a una carrera intelectual que quizás podría haberle llevado muy alto. Entre medias lo que ofrece el film es la habitual serie de gags visuales ingeniosos y divertidos en los que Keaton luce su inmejorable forma física y sus habilidades gimnásticas. Lástima que la versión ofrecida estuviera recortada alrededor de quince minutos, muchos de ellos gags que alargan situaciones como la del remo o la entrega de distinciones en el instituto. Pero sobre todo falta una secuencia censurada por considerarse hoy políticamente incorrecta, ya que el personaje de Keaton, en su búsqueda desesperada de empleo para poder sufragarse los estudios, se tiñe la piel para parecer negro y colocarse como camarero en un restaurante local, adoptando también ademanes por aquel entonces asociados a la gente de color.


El versátil compositor y pianista norteamericano Stephen Prutsman es el autor de la banda sonora, un genuino divertimento creado ex profeso para la película, de entre más de quince a las que ha puesto música con el fin de divulgar estas joyas en espacios adecuados, recreando el espíritu de los estrenos de entonces. En su partitura, a menudo disonante hasta el punto de no identificarse claramente cuándo se trata de la música o de su interpretación, que pueda llegar a sonar en ocasiones estridente, Prutsman introduce efectos de sonido que han de recrear los propios músicos con pequeños instrumentos y artilugios de todo tipo, así como voces y jolgorios diversos. Pero sobre todo echa mano, como se solía hacer en su época, de melodías populares, desde el recurrente preludio de la Suite nº 1 para violonchelo de Bach a la Marcha nº 1 de Pompa y circunstancia de Elgar. Lo que chirría sin embargo es incluir también Raindrops Keep Fallin’ de Burt Bacharach si hay lluvia, o el inevitable Carros de fuego de Vangelis si hay atletismo; todo un atrevido ejercicio de anacronismo parecido a cuando en una película de los hermanos Marx sus dobladores españoles cantaban María de West Side Story. Más sentido tiene incluir Take Me Out to the Ball Game, tan asociado al baseball. Recursos pueriles que ensombrecen la partitura y distraen el visionado del film. En este marco, el Trío Arbós ofreció una interpretación muy en estilo, esmerado en sus aires de ragtime y blues, reforzados, tal como la partitura exige, por dos intérpretes de cuerda que supieron adaptarse perfectamente al estilo y la frescura de este reconocido trío que no cesa de buscar repertorio para seguir deleitándonos con su música. El piano de Juan Carlos Garvayo mantuvo el ritmo, mientras los acordes del violín y el violonchelo, con los refuerzos apuntados, marcaron la sincronía perfecta con las imágenes ilustradas, fundamental para el éxito de la empresa.

Fotos: Luis Ollero
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

CERRAR LOS OJOS Pura emoción para amantes del cine y la vida

España-Argentina 2023 169 min.
Dirección
Víctor Erice Guion Víctor Erice y Michel Gaztambide Fotografía Valentín Álvarez Música Federico Jusid Intérpretes Manolo Solo, José Coronado, Ana Torrent, María León, Soledad Villamil, Petra Martínez, Mario Pardo, José María Pou, Juan Margallo, Helena Miquel, Antonio Dechent, Dani Téllez, Venecia Franco, Rocío Molina Estreno en el Festival de Cannes 22 mayo 2023; en Francia 16 agosto 2023; en España 29 septiembre 2023

Es cierto que entre El espíritu de la colmena y El sur pasaron diez años sin que Víctor Erice presentara ningún otro trabajo. Pero también que antes de debutar en solitario con la que muchos consideran la mejor película española de todos los tiempos, el director ya había dirigido el mediometraje Los días perdidos y el largometraje compartido con otros cineastas (Claudio Guerin y José Luis Egea), Los desafíos. Lo que no es cierto es que Cerrar los ojos constituya el regreso de Erice a la dirección tras el documental El sol del membrillo que dedicó al pintor Antonio López en 1992. Después ha seguido trabajando e indagando en el cine como lenguaje de vida que tanto le fascina e inquieta, en una serie de cortometrajes y documentales, así como en otro trabajo conjunto, Ten Minutes Later, en el que compartió cartel con nada más y nada menos que realizadores de la talla de Werner Herzog, Chen Kaige, Aki Kaurismaki, Spike Lee, Wim Wenders y Jim Jarmusch… cine de autor en estado puro. Eso es lo que le ha caracterizado durante toda su vida, y sin embargo con este último trabajo demuestra que es capaz de reciclarse y adaptarse a nuevos tiempos en los que el cine se ha vuelto más asequible, especialmente en nuestro país, incluso cuando proviene de cineastas tan apasionados y comprometidos como él. Consciente de esa necesidad de conectar con el público, viste su película del género que más pasiones levanta, y que Hitchcock convirtió en enciclopedia cinematográfica, la intriga y el misterio, el que rodea a la desaparición de una estrella de cine dejando inacabada su última película. Un recurso que nos lleva a otros grandes como Billy Wilder (Fedora) u Orson Welles (Ciudadano Kane).

En este sentido un reciente trabajo junto a Abbas Kiarostami, Correspondencias, da también la clave de este reciclaje, como hizo el autor de El sabor de las cerezas cuando se enfrentó a su trabajo más convencional, y no por ello menos interesante, Copia certificada. Del mismo modo, un documental también reciente, La mort rouge, abre los ojos de nuevo a un niño cuando experimenta su primera película en una sala de cine; los mismos grandes ojos que Ana Torrent abría en El espíritu de la colmena cuando descubre Frankenstein, y los de cuantos redescubren la experiencia en un cine abandonado de una pequeña localidad rural a la que Erice vuelve para cerrar no los ojos sino su particular círculo en torno al amor al cine, a la vida y a todas las experiencias que ambas comparten. Cerrar los ojos es por todo ello un emocionante testimonio de amor a los actores y las actrices, al montaje, a la historia del cine, a la vida, a las historias extraordinarias y al guion, erigiéndose en el trabajo más dialogado del cineasta, después de imponer sus elocuentes silencios en esas dos obras maestras aludidas, El espíritu de la colmena y la inacabada El sur. Pero es también un ajuste de cuentas con ese sur sólo aludido en la cinta protagonizada por Omero Antonutti, y que dejó en el limbo toda esa segunda parte rodada en nuestras tierras. Aquí Erice viaja finalmente al sur, y lo hace de la mano de personajes tan entrañables y llenos de vida y pasión como el que interpretaba Rafaela Aparicio en la cinta en la que descubrimos a Iciar Bollaín. Personajes a los que además hace cantar, un tango a Soledad Villamil, un clásico de Howard Hawks, la canción de Dimitri Tiomkin para Río Rojo, a Manolo Solo, que recibe con esta película y el personaje de director de cine que en ella interpreta, el papel de su vida.

El cine estaba muy presente en sus dos premiadas películas, en el descubrimiento de Ana en el cine del pueblo, y en esa Inés Ríos, estrella de un ficticio cine negro español, que representaba la huida de Antonutti hacia la felicidad que un país dividido y reprimido le había negado. Erice cierra ahora su particular círculo de homenaje al cine, combinando ficción y realidad de forma más explícita que nunca, haciendo quizás que Julio Arenas desaparezca del cine en el mismo momento en el que su personaje en la ficción acepta el encargo que le hace Mr. Levy (un inmenso José María Pou), y recorrer los mismos países que le llevarían a las pesquisas dedicadas a cumplirlo. Cierra también ese círculo con las palabras que una niña Ana Torrent pronuncia a Frankenstein, Soy Ana, y que en Cerrar los ojos repite a su padre en la ficción. Todo es emoción, desde el minuto cero que ya te engancha, en esta maravillosa y sentimental película, cuyas casi tres horas de duración apenas pesan, y que viaja de lo urbano y de esa España moderna a lo rural y ese mar faenado desde la sencillez que reportan las vivencias más simples y primitivas de la vida. Erice canta a la vida, y por extensión al cine a través del cual la disfruta y analiza, para ofrecernos el más conmovedor de los testimonios posibles, y lo hace cuando ha sobrepasado los ochenta, más lúcido y más sentimental que nunca. Se rodea de un reparto ejemplar, todos y todas dando lo máximo de sus posibilidades, y se adapta a las nuevas técnicas de rodaje o grabación, aunque al principio nos despiste echando mano del celuloide con intenciones meramente narrativas. Todo para hacernos vivir una apasionante experiencia en torno a la vida y su reflejo en ese cine que tanto amamos y sin el que no entendemos nuestra propia existencia.

Y aún quedaría mucho que comentar de esta conmovedora película, sobre el dolor, la memoria, el pasado al que Erice vuelve aunque esta vez desde el presente... Todo está en un trabajo monumental y definitivo, con el que es imposible no emocionarse incluso mucho después de haberlo disfrutado.

jueves, 28 de septiembre de 2023

LA FRESCURA DE ISOLDA SUPERA A LA VETERANÍA DE TRISTÁN

TRISTÁN E ISOLDA

Drama musical en tres actos de Richard Wagner. Libreto del propio compositor. Henrik Nánási, dirección musical. Allex Aguilera, dirección escénica y escenografía. Jesús Ruiz, vestuario. Luis Perdiguero, iluminación. Arnaud Pottier, video. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro Teatro de la Maestranza. Íñigo Sampil, director del coro. Con Elisabet Strid, Stuart Skelton, Agnieszka Rehlis, Markus Eiche, Albert Pesendorfer, Jorge Rodríguez-Norton, Fernando Campero y Juan Antonio Sanabria. Producción del Teatro de la Maestranza. Teatro de la Maestranza, miércoles 27 de septiembre de 2023


Dos Tristán e Isolda pudo disfrutar la pasada temporada el melómano español, uno en versión concierto en el Real y otro escenificado por La Fura dels Baus en Les Arts de Valencia del que dimos cuenta en estas mismas páginas, ambos coincidiendo en el mes de abril. Quizás ese fuese uno de los motivos para que a pesar de programarse sólo tres funciones - ¿cuándo va Sevilla a recuperar el relativo esplendor pasado? – el aforo del teatro presentara ayer tantos vacíos. Apostar por un título tan comprometido, complejo y exigente, y hacerlo con una producción nueva y propia, entraña desde luego mucho riesgo y no deja de ser una empresa valiente. Podemos afirmar que la producción que se ha confiado al joven y cada vez más pujante Allex Aguilera, tiene dignidad y grandeza, pero hay también argumentos que la ensombrecen.

Aguilera apuesta por un escenario muy minimalista, casi desnudo, sobre todo cuando al final exhibe todo su esqueleto para abandonarse a una iluminación cegadora. Pero lo llena, a veces de forma barroquísima, de imágenes proyectadas que suplen los decorados. El mar, calmo o embravecido, según el estado de ánimo de sus protagonistas, en el primer acto; el bosque, sosegado o transformado de maleza y flora a raíces y espinas, con idéntica intención, en el segundo; y el castillo de Kareol con evidentes reminiscencias pictóricas y una sensación de profundidad que multiplica el espacio, en el tercero. Lástima que toda esta parafernalia infográfica, obra meritoria de Arnaud Pottier, sufriera en el segundo acto un fallo técnico que desnudó la pantalla, primero para exhibir su origen Microsoft y después para permanecer apagado durante un buen tramo de la Liebes Nacht. En la dramaturgia, Aguilera no se salió del guion ni un ápice, manteniendo con toda esa proyección y un vestuario muy afín a las últimas tendencias de mezclar lo medieval con la cultura pop rock post apocalíptica, el espíritu original del drama concebido por Wagner. Incluso las proyecciones se encargan en momentos puntuales de recalcar sentimientos y emociones; también los escasos elementos de atrezzo lo hacen, como esa corona gigante que acaba convirtiéndose en prisión para los amantes. Una iluminación centrada en la melancolía, completa una propuesta escénica que exige una considerable precisión y un manejo acertado y atento de los recursos.


Si la solución de mantener al timonel del arranque y el coro en la tribuna superior, fuera del alcance de la vista del público, pretende dejar en el escenario sólo a los personajes principales, no se entiende que les acompañen figurantes que poco o nada aportan a la dramaturgia. Lo que en la pasada Tosca funcionó de forma majestuosa y apabullante, aquí se convierte en despropósito, con las voces masculinas del Coro del Maestranza ahogando el conjunto, no digamos la voz del timonel, que normalmente suena en lejanía y aquí se convierte en protagonista absoluto. Por lo demás, Aguilera supo llenar una trama prácticamente inexistente, movida sólo por las emociones y los sentimientos más profundos, con un movimiento escénico elegante y bien medido, salvo cuando en la noche de amor los amantes cantan de cara al público y cogidos por la mano, sin la pasión del abrazo y la complicidad de la mirada que tan buenos resultados suele dar en la mayoría de producciones. Entre las pocas excentricidades que se permitió el director escénico, destacó la danza contorsionista del preludio del tercer acto, que según el propio Aguilera aclara en el libreto, es una manera de emparentar esta ópera con el Butoh japonés, ya que ambas buscan la esencia del ser humano a través de sus aspectos más oscuros y profundos.

Un elenco que prometía

Este verano estuvimos repasando la serie que dirigió el especialista Tony Palmer sobre Wagner en la primera mitad de la década de los ochenta del siglo pasado. Una biografía ciertamente atolondrada, algo caótica y apoyada en una banda sonora reiterativa y mal colocada, bajo la batuta de Solti. Pero llama especialmente la atención en ella el hincapié que se hace en la dificultad que entrañó para el autor componer este título, encontrar las voces adecuadas y adiestrarlas para que alcanzaran toda la emoción que el compositor pretendía transmitir con su excelsa partitura. Para su nueva producción, el Maestranza proponía un elenco curtido en roles wagnerianos, la mayoría con experiencia en el Festival de Bayreuth. Y sin embargo nos dio la sensación de que hubiera decepcionado muchísimo al mismísimo Wagner. Poco reflejó el trabajo del australiano Stuart Skelton su veteranía en el papel, que alcanzará las cien funciones en su próxima comparecencia en Munich, cita que se ha encargado de publicitar holgadamente en su web, lo que no ha hecho con la sevillana, inexistente. Su voz se antojó apagada y sin brillo desde el principio. No ayudó una interpretación parca y sin estímulo, mientras la orquesta se tendría que haber empleado muy a fondo para no ahogarle. El timbre es hermoso y se atisban sin dificultad sus cualidades de heldentenor, pero apenas exhibió proyección y ninguna capacidad para conmover. Todo esto lo superó de forma tímida en el tercer acto, donde mostró un mayor entusiasmo, más fluidez y capacidad de proyección.


La veteranía de Skelton contrastó con el debut de la soprano sueca Elisabet Strid, que se afanó en construir una Isolda de carácter fuerte y temperamental, pero sin caer en las estridencias con las que muchas sopranos defienden el papel. Aunque tampoco exhibió una voz torrencial, y en las partes medias y bajas evidenció cierta dificultad para destacar por encima de la contundente orquestación, la suya fue una voz muy bien entonada, fraseada con gusto y capaz de estimular con una actuación acertada y comprometida. Strid está familiarizada con el universo wagneriano, pero enfrentarse así, con decisión y seguridad, a su primera Isolda, merece grandes elogios. Brangane contó con la experimentada mezzo polaca Agieszka Rehlis, que convenció hace cuatro años en este mismo teatro con su Azucena de Il trovatore. La suya fue una interpretación esforzada, que brilló con contundencia en algunos pasajes, especialmente del primer acto, pero convenció menos en otros, dejando que su voz también languideciera en episodios puntuales. Hasta que no entró el Rey Marke de Albert Pesendorfer al final del segundo acto, no disfrutamos de una voz completamente convincente, arrolladora, muy confiada y muy precisa a la hora de plasmar sus emociones. Markus Eiche fue un Kurnewal muy saltarín en el primer acto y parte del segundo, cumpliendo con buena nota su intervención canora, más potente que la de su amo en la función. Fernando Campero cumplió como el malvado Melot, pero fue Jorge Rodríguez-Norton quien sorprendió excediendo de lo que se espera del pastor en el tercer acto, con una voz contundente y perfectamente articulada.

El director húngaro Henrik Nánási perfiló un Tristán bien construido, atento a las dinámicas y las inflexiones, quizás no tanto a las voces, aunque resultada difícil no ahogarlas con los defectos aludidos. La suya fue una dirección correcta, menos sensual de lo conveniente, pero voluptuosa y envolvente, en cualquier caso fiel al espíritu de una partitura que apoya su fuerza y contundencia precisamente en la orquesta. La plantilla respondió brillantemente en todas sus secciones, mientras el coro acusó esa fuerza arrolladora que propició su particular localización, demostrando eso sí su excelente estado de forma.

Fotos: Teatro de la Maestranza
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 26 de septiembre de 2023

CASSANDRO El luchador sin máscara

USA-México 2023 107 min.
Dirección
Roger Ross Williams Guion David Teague y Roger Ross Williams Fotografía Matías Penachino Música Marcelo Zarvos Intérpretes Gael García Bernal, Roberta Colindrez, Perla de la Rosa, Joaquín Cosío, Raúl Castillo, Bad Bunny Estreno en el Festival de Sundance 20 enero 2023; en Estados Unidos 15 septiembre 2023; en España (Amazon Prime) 22 septiembre 2023

Con un panorama tan plagado de productos que se repiten hasta la saciedad, se agradece algo que cuente una historia distinta, y la de Saúl Armendáriz, luchador norteamericano de origen hispano que saltó a la fama por aprovechar su condición gay para dar un espectáculo en el ring atrevido y diferente, sin duda lo es. Tras la cámara Roger Ross Williams, que hasta ahora sólo había dirigido documentales, uno de los cuales, Love to Love You, Donna Summer, se estrenó hace poco. En su salto a la ficción, eso sí basada en hechos reales, cuenta con dos bazas fundamentales, las divertidas y originales coreografías de las numerosas luchas (libres) que se acumulan en su metraje, y la interpretación de Gael García Bernal, rebosante de frescura y vitalidad, pero sobre todo tan atrevida en sus atuendos, mohines y posturas.

Alrededor de él destaca también la actuación de Perla de la Rosa como madre con quien mantiene una relación muy especial llena de ternura y complicidad, así como la intervención del rapero Bad Bunny en un papel secundario. Sin embargo no parece que Williams y su coguionista hayan encontrado mucho material dramático para su película, al margen del afán de superación del protagonista y su preparación para enfrentarse al ídolo de la profesión en México, El hijo de El Santo, quien además aparece como una colaboración especial en el film. La relación de Cassandro con un hombre casado surge de la nada, mientras su difícil, por no decir nula, relación con el padre ausente se trata con demasiado superficialidad y convencionalismo.

Con todo el film se disfruta por su originalidad, sus divertidas coreografías y cierta sensación de liviandad que evita tópicos a pesar de tratar un tema tan espinoso como es el de la identidad sexual en un mundo excesivamente machista. Sin embargo, incluso en este extremo extraña que no fuera él el único travesti en el ring, apareciendo otros que incluso echan mano de su vena folclórica a la hora de subirse a él y enfrentarse a sus enmascarados contrincantes. Surge ahí la paradoja, son los otros los que llevan máscara, no los valientes que exhiben su diferencia sin prejuicios. Por cierto, el verdadero Cassandro el Exótico fue protagonista de un documental sobre su extravagante figura hace apenas un lustro.

lunes, 25 de septiembre de 2023

MALAS FORMAS PARA DESCUBRIR "LA CASA ENCANTADA"


Hace apenas una semana disfrutábamos en Praga de
La novia vendida, la ópera checa por antonomasia, una sátira popular que Smetana concibió en 1865 como paradigma de una ópera nacional genuina basada en temas de calado propio y músicas de auténtico sabor popular. Fue una increíble oportunidad que nuestro viaje al corazón de la República Checa coincidiese con la representación en formato repertorio de este título. Tanto ésta como otras óperas del autor de Mi patria y de otros compositores que abrazaron el género con idénticos postulados, son difíciles, por no decir imposibles, de ver fuera de su país, y en las raras ocasiones en que lo hacen, se opta por una versión traducida a otro idioma más afín a las voces del momento. Casualmente, nada más regresar de este viaje recibimos la invitación para asistir a una representación fugaz y repentina en los Jardines de La Buhaira de otro ejemplo claro de ópera nacionalista muy difícil de disfrutar fuera de su país, en este caso Polonia. Se trata de La casa encantada o Straszny dwór, para muchos el mejor trabajo de Stanislaw Moniuszko, por encima incluso de la más popular de sus óperas, Halka, que curiosamente se interpretará esta temporada en el Teatro Real en formato de concierto con Piotr Bezcala como protagonista. Nunca antes representada en Sevilla, este supuso además el estreno absoluto de la ópera en nuestro país, auspiciado por el Instituto Polaco de la Cultura y la Fundación Avangart, cuyo gestor principal por cierto acabó resultando ser el protagonista de la función, en otro ejemplo de hermandad entre nuestra ciudad y Varsovia, como ya hemos comprobado antes a través de la Universidad Hispalense.

Moniuszko estrenó también en 1865 La casa encantada, o mansión como prefería llamarla el maestro de ceremonias que se encargó de presentar el evento y narrar la sinopsis de cada acto, y cuyo nombre no trascendió como tampoco lo hizo el del resto de integrantes de la numerosa compañía, incluida la plantilla de una orquesta en la que pudimos divisar algunos de los rostros habituales de orquestas locales como la Bética de Cámara. Y es que la falta de información fue notable. La prensa tuvimos acceso a una relación de nombres según categoría – solistas, coro, orquesta – pero sin aclarar quién era quién. No hubo ninguna octavilla que reflejase el interés de la cita, y aunque seguramente no existe traducción del libreto al castellano disponible, se hubiera agradecido al menos unos subtítulos en inglés, dado que existe versión de la ópera en ese idioma, y que cada vez más gente lo domina; de hecho la organización estaba empeñada en llamarla por su título en inglés, Haunted Manor. De esta forma sólo era posible ver a los numerosos personajes sobre el escenario haciendo gestos a diestro y siniestro, evidenciando mofa e ironía pero sin entender nada de lo que decían, lo que hizo que el resultado fuera aún más ridículo de lo que su formulación ya evidenciaba.


Su director artístico, Waldemar Zawodzinski, se conforma con los espacios naturales en los que se representa la función como escenografía, completada con unos bancos imperiales muy robustos y un vestuario que parecía restos de guardarropía, donde todo cabía y resultaba complicadísimo acertar una época de ambientación determinada. Una escueta iluminación en colores, y el continuo ir y venir de solistas y coro por el escenario y parte del recinto, fue todo el teatro ofrecido en una función sinceramente decepcionante. Recordamos que hace muchos años hubo una iniciativa en la ciudad de llevar la Ópera por barrios, echando mano de compañías itinerantes, la mayoría provenientes de la antigua Europa del Este, que ofrecían funciones de saldo de algunas de las óperas más populares. En nuestro caso pudimos ver una Carmen nada exigente en el patio del Hotel Triana. Pues hasta eso, con su vestuario, su escenografía a base de telones y su nutrida orquesta, era mejor que lo que pudimos ver y escuchar anoche en Sevilla. Raro favor hace esta fundación a la cultura de su país ofreciendo en tan malas condiciones un título que había suscitado al menos nuestra curiosidad.

Wojciech Semerau-Siemianowski dirigió con brío y sentido del ritmo a una orquesta sin embargo alicaída, funcional pero sin brillo alguno, a lo que por supuesto contribuyó la amplificación forzada del espectáculo, imprescindible en espacios abiertos para que el sonido no acabe dispersándose. También las voces sonaron amplificadas, de forma que no pudimos apreciar su proyección ni su control dinámico. Aún así, las protagonistas femeninas, las hermanas Hanna y Jadwiga, evidenciaron buenas facultades, la soprano un poco estridente pero poseedora de refulgentes agudos, y la mezzo con una solvente línea de canto y una estimable técnica coronada con una coloratura muy apropiada para su participación en esta ópera de tintes muy belcantistas, a pesar de su concepción tardorromántica. Sobreactuada y con notorias caídas de tensión la contralto que dio vida a Czesnikowa, la tía de Stefan y Zbigniew, que por cierto dejaron mucho que desear en sus intervenciones, el tenor por ausencia total de color en su voz y el bajo por puntuales estrangulamientos en una voz torrencial pero tendente a la estridencia. Mucho mejor el barítono encargado de personificar a Miecznik, padre de las dos hermanas, estupendo en la polonesa del segundo acto, que defendió con fluidez y considerable soltura, además de poseer un muy agradable y cristalino timbre. Unos alicientes sin embargo escasos dentro de un conjunto en general decepcionante para tratarse de la puesta de largo de una ópera tan representativa de su país, concebida en plena invasión rusa que tanto significado cobra en la actualidad. Una función que pareció improvisada, dirigida a un público muy restringido y sin apenas difusión, por no decir ninguna, por otro lado un factor a agradecer vistos los pobres resultados.

Para disfrutar de las bondades de la partitura, nada mejor que escuchar alguna de las varias grabaciones, todas de difícil acceso por descatalogadas, la mayoría de la época en que Polonia todavía pertenecía al eje soviético. La más recomendable a nuestro juicio es la que dirige Jan Krenza al frente de la Orquesta y Coro de la Radio Polaca en Cracovia.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

domingo, 24 de septiembre de 2023

EL SUPERVIVIENTE DE AUSCHWITZ El infierno en vida

Título original: The Survivor
USA-Canadá-Hungría 2021 129 min.
Dirección
Barry Levinson Guion Justine Joel Gilmer, según el libro de Alan Scott Haft Fotografía George Steel Música Hans Zimmer Intérpretes Ben Foster, Vicky Krieps, Billy Magnussen, Peter Sarsgaard, Saro Emirze, John Leguizamo, Danny DeVito, Dar Zuzovsky, Zachary Golinger Estreno en el Festival de Toronto 13 septiembre 2021; en Estados Unidos (televisión) 27 abril 2022; en España 22 septiembre 2023


Con una nutrida e ininterrumpida filmografía a sus espaldas, que comenzó como guionista de Mel Brooks y acaba de momento en la televisión, el veterano Barry Levinson no parece perder el pulso narrativo con esta meritoria película que combina dos géneros muy reconocibles, como su propio cartel publicitario indica, donde podemos ver a un famélico boxeador interpretado por Ben Foster. Holocausto y boxeo se dan la mano para contar una historia de supervivencia en el infierno de los campos de concentración, y el del ring, especialmente contra uno de los más poderosos del deporte, Rocky Marciano. El mejor, El secreto de la pirámide, Good Morning Vietnam, Rain Man, Avalon, Bugsy, la seudobiográfica Liberty Heights o La cortina de humo, son algunos de los títulos más relevantes de un director que ha continuado dirigiendo productos estimables, como La sombra del actor, con Al Pacino y Greta Gerwig o Rock the Kasbah con Bill Murray y Bruce Willis. Su película anterior la hizo para televisión, Paterno con Al Pacino, y en este mismo medio vio la luz este Superviviente en Estados Unidos, volviendo en su estreno español a la gran pantalla para la que sin duda fue concebido.

De hecho, la película rezuma estilo cinematográfico, clásico y decididamente académico, para contarnos la historia real de Harry Haft, ahorrando algunos episodios escabrosos que hubieran impedido quizás la empatía con su protagonista. Un judío confinado en el famoso y trágico campo de concentración, que encontró su forma de supervivencia a través de los puños, convertido así en entertainer de los oficiales nazis, y condenando de paso a la muerte a los contrincantes de cada combate del que salía airoso. Otra historia estremecedora, y nunca son suficientes para recordarnos que el único infierno posible lo crea siempre la mente y actitud absolutamente siniestra y tenebrosa del hombre contra el hombre. En un momento del film, el comandante encargado de adiestrar y de alguna manera representar a nuestro héroe, le reprocha que su pueblo no se haya defendido de las atrocidades cometidas por el suyo, y de alguna forma la lucha de Haft por su supervivencia sea una defensa en sí misma, justificada por el fin, personal y universal, lo que llevó a uno de sus hijos a escribir el libro redentor frente a quienes lo consideraron un traidor en el que ahora se basa esta entretenida y bien urdida película.

Contada alternativamente en dos tiempos, uno en blanco y negro que retrata el horror nazi y otra en color que sigue al protagonista en su día a día como boxeador en Nueva York, el leit motiv de la cinta, lo que le da impulso, es la búsqueda de un antiguo amor cuyo rastro se perdió en el horror del holocausto, mientras el surgimiento de uno nuevo se va erigiendo en una de las principales piezas de interés del conjunto. A todo ello se prestan con una encomiable profesionalidad Ben Foster y la multilingüe Vicky Krieps, mientras el resto del reparto, la luminosa fotografía y la inquietante y profundamente melancólica banda sonora de Hans Zimmer contribuyen al muy aseado acabado de la cinta.

sábado, 23 de septiembre de 2023

EL CONDE Pinochet, el empalador

Chile 2023 110 min.
Dirección
Pablo Larraín Guion Guillermo Calderón y Pablo Larraín Fotografía Edward Lachman Intérpretes Jaime Vadell, Paula Luchsinger, Gloria Münchmeyer, Alfredo Castro, Stella Gonet, Antonia Zegers, Amparo Noguera, Marcial Tagle, Diego Muñoz, Catalina Guerra Estreno en el Festival de Venecia 31 agosto 2023; en Netflix 15 septiembre 2023


Un poderoso prólogo en el que el heredero de una dinastía de vampiros asiste a algunos de los episodios más descarnados de la historia europea de los últimos doscientos cincuenta años, hasta enfrentarse a la Revolución Francesa y jurar venganza contra la ideología política de izquierdas por la muerte de María Antonieta, precede con la sospechosa voz de una narradora en inglés, esta sátira feroz, ácida y caricaturesca de uno de los más sádicos personajes de la historia reciente de la humanidad, Pinochet. Larraín, que con éste completa póker de radiografías de personajes trascendentales, tras Pablo Neruda, Jackie Onassis y Diana Spencer, convierte al depredador en vampiro, mortificado tras su ficticia muerte más por ser considerado por el pueblo como un ladrón y corrupto que por haber aniquilado a miles de personas durante su represivo mandato de más de veinte años.

Imposible no pensar en nuestro propio monstruo, ese Franco con el que ni el cine ni la justicia acaba de atreverse por completo, y que tanto atraso, miseria y dolor trajo a nuestros congéneres. Monstruos que se reproducen inevitablemente, con Trump amenazando lo que conocemos como democracia a partir de unas inexplicables urnas, o Putin erigiéndose en Mesías de su pueblo aunque para ello tenga que masacrar al vecino. Pinochet fue un monstruo y así lo retrata Larraín en esta película rodada en blanco y negro para ahorrarnos tanta sangre y vísceras, con cuerpos mutilados y corazones devorados. Pero también para homenajear al cine expresionista alemán del que luego surgieron los más famosos monstruos del cine, los de la Universal, así como para reproducir ese delirio religioso que conformaba el cine de Dreyer, con una monja exorcista caracterizada a imagen y semejanza de su Juana de Arco. Todos son referentes fáciles de reconocer en una cinta compleja y llena de ironía, todo lo que supone convertir la peripecia de un depravado asesino en una sátira en el que su familia aparece como un nido de rapiñas con escaso seso y ningún sentido de la realidad.

Toda la maldad posible concentrada en el siniestro personaje y los no menos horribles de su esposa y su sirviente, con sorpresa final que deja bien claro que también las democracias generan monstruos insalvables capaces de arrastrarnos con su codicia y su maldad a los abismos más profundos e insondables. Obra por lo tanto tan original como enriquecedora, gracias también a un impecable guion, tan terrible como divertido, y unas inmejorables interpretaciones. En su banda sonora una muy oportuna e interesante selección de clásicos de Strauss (un arreglo muy particular de la Marcha Radetzky), Purcell, Britten, Ligeti, Fauré, Vivaldi o Shostakovich, interpretados para la ocasión por el Ensemble Serio Ludere, y Verdi y Caplet por el Coro Femenino Deo Gracias, expresamente para la película. Nunca el cine de terror se había fijado en un personaje tan monstruoso.

JEANNE DU BARRY Cenicienta en Versalles

Francia-Reino Unido 2023 116 min.
Dirección
Maïwenn Guion Teddy Lussi-Modeste, Maïwenn y Nicolas Livecchi Fotografía Laurent Dailland Música Stephen Warbeck Intérpretes Maïwenn, Johnny Depp, Melvil Poupaud, Benjamin Lavernhe, Pierre Richard, Pascal Greggory, Noémie Lvosky, India Hair, Robin Renucci, Marianne Basler, Caroline Chaniolleau, Diego Le Fur, Pauline Pollmann, Micha Lescot Estreno en el Festival de Cannes y en Francia 16 mayo 2023; en España 22 septiembre 2023

Muy popular en su país y aquí apenas conocida por su trabajo como realizadora en Polisse, la exótica actriz y directora Maïwenn dice haberse inspirado en la película de de Sofia Coppola María Antonieta, donde Asia Argento interpretaba a Madame du Barry, a la hora de empeñarse en llevar a cabo esta cara y ambiciosa producción. Las formas sobrias y de alguna manera historicistas, así como la relajada narrativa de Barry Lyndon de Kubrick y La muerte de Luis XIV de Albert Serra, se convirtieron después en su línea de trabajo, aunque las diferencias entre ellas, y desde luego con su propia película, son notorias, y en el último caso abismales. Y es que más allá de una puesta en escena suntuosa, aprovechando las bondades de los paisajes naturales, Versalles incluido, y de la cámara analógica, con luminosas imágenes y estremecedores atardeceres, así como de un colorista y variado guardarropa y peluquería, la cinta no da mucho más de sí.

La atractiva historia de esta cortesana que disfrutó de una esmerada educación que supo calibrar gracias a una innata inteligencia, para así llegar hasta el lecho de Luis XV y convertirse en su favorita, con las reticencias de la familia real, daba para un trabajo más interesante y mejor elaborado a nivel dramático y psicológico. En su lugar cabe destacar la fuerza de su protagonista, y a la sazón directora, cuyo exótico y a la vez extraño atractivo la emparenta con una madura Ángela Molina, y que se esfuerza denostadamente por irradiar todo ese poder de fascinación al que debió rendirse el monarca francés. Johnny Depp da vida al rey, dejando afortunadamente de lado todo su arsenal de tics y recursos gestuales, y aprovechando el francés aprendido durante su relación con Vanessa Paradis. Gracias a que no debe pronunciar demasiadas líneas de diálogo, convence con su austera y medida interpretación del caprichoso monarca, uno de tantos que aprovechó la coyuntura para abandonarse a los placeres de la carne, cuanto más desconocidos y sorprendentes, mejor.

Las buenas relaciones de du Barry con la servidumbre, especialmente con el valet del rey Jean-Benjamin de La Borde, a quien da vida con acierto y humanidad Benjamin Lavernhe, así como la grotesca caracterización de las hijas de Luis XV, a las que hay que añadir la rivalidad manifiesta con María Antonieta, hacen que la cinta acabe antojándose una suerte de Cenicienta seudo erótica, cuya bondad e ingenio le hace permanecer por encima del resto de sus congéneres. Nada cuenta la película sobre su fatal desenlace, cuando traicionada por su propio sirviente, Zamor, a quien aquí parece brindarle todo el cariño posible, fue guillotinada sólo unos días después de serlo Luis XVI y su esposa, la delfina María Antonieta.

viernes, 22 de septiembre de 2023

TODOS LOS NOMBRES DE DIOS El valor de una sola vida

España 2023 105 min.
Dirección
Daniel Calparsoro Guion Gemma Ventura Fotografía Tommie Ferreras Música Carlos Jean Intérpretes Luis Tosar, Inma Cuesta, Nourdin Batan, Patricia Vico, Lucas Nabor, Roberto Enríquez, Fernando Cayo, Abdelatif Hwidar, Fátima-Zohra Mohamed, Intissar El Meskina, Joan Solé, Moussa Echarif Estreno 15 septiembre 2023

Hace mucho que Daniel Calparsoro abandonó su estilo inicial de trabajo, un cine personal y arriesgado con ciertas dosis de acción pero con un lenguaje tan ácido y particular que no logró sintonizar con el público. Fue en los años finales del pasado siglo, cuando junto a su entonces pareja Najwa Nimri como protagonista, dirigió cintas como Salto al vacío, Pasajes o Asfalto. Definitivamente instalado en el cine de gran espectáculo a imagen del norteamericano, y con mayor habilidad para suscitar el interés del público, el director vasco estrenó películas como Invasor, Combustión, El silencio de la ciudad blanca, con resultados desiguales, o la más reciente y estimulante Hasta el cielo
Con tacto y sentido de la oportunidad, echa mano ahora del terrorismo yihadista (de haberlo hecho hace una década lo hubiéramos tildado de oportunista), para conseguir su cinta más depurada a nivel narrativo, dramático y técnico. Lástima que la publicidad haya abusado de su imagen más icónica, lo que en cierto modo se ha convertido en una suerte de spoiler que en nada beneficia a una película que debería haber resultado menos previsible.

Con todo, Calparsoro ha conseguido un film inquietante, muy bien urdido por su guionista, la todavía poco experimentada Gemma Ventura, y mejor montado por Antonio Frutos. Todo para conseguir sumergirnos en una vorágine de inquietud y suspense tras un atentado a gran escala en el Aeropuerto de Madrid que los efectos especiales resuelven a la perfección, decantándose por el realismo en lugar de los fuegos artificiales, y tras lo cual se sucede un drama universal y a la vez humano, cuyo peso fundamental recae en el inmenso talento interpretativo de Luis Tosar, acompañado por la efectiva réplica que le dan Patricia Vico y Lucas Nabor, su esposa e hijo en la ficción. Mientras, el trabajo de Inma Cuesta resulta menos convincente, sin que ello tenga necesariamente que malograr una empresa realmente bien estructurada y resuelta, donde se cuidan todos los detalles, incluso los más sentimentales, no en vano todo gira en torno al valor de una, cualquiera, vida humana.

En este proceso cabe destacar su estructura bipartita, con una primera mitad centrada en el drama del terrorismo, el dolor de ambas partes, víctimas y ejecutores, y sus motivaciones. Mientras, en la segunda asistimos al conflicto que su publicidad tanto se ha encargado de airear, y cuya resolución se convierte en eje de todo el suspense que es capaz de acumular. Calparsoro ha sabido aprovechar una producción holgada para, con la complicidad de un equipo técnico y artístico impecable, al que cabe añadir la desasosegante banda sonora de Carlos Jean, conjugar todos los recursos y lograr una inquietud extrema sin más ambición que la de entretener, a pesar de que por el camino desparrama alguna que otra interesante idea.

jueves, 21 de septiembre de 2023

VANDALIA TRÍO CON AROMA A TIERRA

Concierto inaugural de la temporada 2023/24 de Juventudes Musicales de Sevilla. Vandalia Trío: Irene Jiménez Lizcano, flauta; Fernando García Calvo, violín y teclados; Pablo Estébanez Blanco, contrabajo; y la colaboración de Ignacio Ampurdanés, batería. Programa: Interludio I – Habanera; Tema en re; Interludio II – Nana; Origen (Asturias); Hiromi, Encuentro; Recovecos; Oblivion - Olvido. Miércoles 20 de septiembre de 2023


Apenas quedaron atrás los conciertos estivales del Alcázar y ya estamos dando la bienvenida a la nueva temporada musical de Sevilla, con Concha Arenal, Arnold Collado y Emilio Puch tomando la iniciativa y ofreciendo en el Teatro Cajasol que tantas veces les ha servido de escenario, el concierto inaugural de su nueva temporada cargada de ilusiones. Afianzaron la ocasión contando con Vandalia Trío, grupo que ellos mismos han apadrinado casi desde su aparición hace escasos años, y de cuyo concierto en el ciclo Alternativas de cámara del Maestranza hace dos años, ya nos hicimos eco en estas mismas páginas. Volvieron ahora con una mayor confianza y una voz más singular que la exhibida entonces, fruto sin duda del esfuerzo y la dedicación que a buen seguro han dedicado a su empresa en este tiempo. Pablo, Irene y Fernando prestan mucha atención a la puesta en escena, de manera que no nos pareció casual su armónico vestuario tintado de tierra, la misma que protagonizó un concierto tan anclado en nuestros orígenes y cultura.

Si en el Maestranza coquetearon con su formación eminentemente clásica, jugando con las formas, melodías y estéticas de Bach, Mozart o Ravel, y sometiendo sus partituras a quiebros y arreglos en consonancia con el estilo desenfadado que han acuñado desde un primer momento, ahora su voz se ha tornado más personal y propia, abrazando ese free jazz fusionado con ritmos flamencos y afrocubanos que tanto gusta a un público desprejuiciado y abierto a nuevas experiencias. De esta forma arrancaron su particular concierto, haciendo sonar sus instrumentos de forma poco ortodoxa, un contrabajo percutido, un violín rasgado, con las dificultades y puntuales imprecisiones que ello conlleva. De la introducción pasaron a una Habanera de cuño propio en la que hicieron ya acopio de ritmos exacerbados, con la flauta de Irene Jiménez asumiendo la línea melódica en solitario o con episodios alternados y dialogados con el virtuosismo de Fernando García al violín. Como otros de los temas programados, éste pertenece a su primer disco, GEN, del que no se cansaron de proclamar que salió a la luz gracias al apoyo de Juventudes Musicales de Sevilla. Tema en re sin embargo pertenece al segundo disco, aún en preparación, por lo que se trata de un work in progress susceptible de tantas transformaciones como sean convenientes hasta adoptar su forma definitiva.


Con una hermosa y relajada Nana, el trío evidenció su buen gusto a la melodía y el acompañamiento, ya con unos toques de flamenco fusión que se harían más evidentes en su recreación de Asturias de Albéniz al más puro estilo rock indie de los años setenta, lo que teniendo en cuenta la edad media del público asistente derivó en el entusiasmo incondicional de éste. Con la colaboración de Ignacio Ampurdanés a la batería, el trío pudo volver a algunos de los temas que ya desgranaron en su intervención del Maestranza, ahora con el añadido de percusión con el que fueron ideados y grabados. Con Encuentro el virtuosismo casi sicodélico del conjunto se tornó algo delirante. Pablo Estébanez mantuvo el ritmo y el empuje, así como imprimió músculo a la pieza, mientras García se atrevió con el teclado al estilo Hammond, reforzando esa estética funk setentera, y Jiménez exhibió un fraseo entre delicado y arrebatado a la flauta, con la exhibición de Ampurdanés reforzando la viveza enérgica de una propuesta que se completó con un homenaje en clave virtuosística, especialmente al piano, a la afamada jazzista Hiromi Uehara, y una nueva transformación, más rítmica, del precioso Oblivion de Astor Piazzolla.

Fotos: Óscar Romero
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 20 de septiembre de 2023

MISTERIO EN VENECIA Noche transfigurada

Título original: A Haunting in Venice
Reino Unido-USA-Italia 2023 103 min.
Dirección
Kenneth Branagh Guion Michael Green, según la novela “Hallowe’en Party” de Agatha Christie Fotografía Haris Zambarloukos Música Hildur Gudnadóttir Intérpretes Kenneth Branagh, Tina Fey, Michelle Yeoh, Jamie Dornan, Kelly Reilly, Jude Hill, Camille Cottin, Kyle Allen, Riccardo Scamarcio, Emma Laird, Ali Khan Estreno en Reino Unido y España 15 septiembre 2023

Se agradece que en su tercera adaptación de una novela de Agatha Christie protagonizada por Hercules Poirot, Kenneth Branagh haya optado por una que no ha sido llevada a la gran pantalla con anterioridad. Tras hacer nuevas versiones de Asesinato en el Orient Express y Muerte en el Nilo, hubiera sido lógico pensar que el director de Mucho ruido y pocas nueces se decantase ahora por Muerte bajo el sol o Cita con la muerte, que también fueron objeto de adaptación cinematográfica el pasado siglo. Ahora, sin embargo, echa mano de Las manzanas, que es como aquí se tradujo el original Hallowe’en Party, para transfigurarla por completo y convertirla en un thriller radicalmente distinto al propuesto por la escritora inglesa a finales de su carrera, y que no le reportó en vida reseñas elogiosas.

Para empezar todo transcurre prácticamente en una sola noche, traslada la acción del Reino Unido en época contemporánea, a una improbable Venecia agitada por el temporal y la hambruna poco después del final de la Segunda Guerra Mundial. Improbable porque dudamos de la efectividad que una fiesta de Halloween pudiera tener en la ciudad del carnaval en época tan temprana, sin haberse consolidado todavía la invasión cultural norteamericana. Reduce además el plantel de personajes, cambiando incluso sus identidades y hasta nombres, y de forma muy considerable la trama, en la que introduce elementos parasicológicos de mayor enjundia que los que aparecen en el libro original, y que la expresionista banda sonora de Hildur Gudnadóttir no hace sino potenciar.

Con un excelente trabajo artístico y una fotografía intencionadamente lúgubre, Branagh aprovecha el material para entregarse sin prejuicios a los sustos y efectos propios de un tren de la bruja, mientras su guionista, Michael Green, se ve incapaz de convencer con una resolución tan convencional que parece sacada de la chistera de un mago. En el elenco se echan en falta más estrellas, aunque Tina Fey, Michelle Yeoh y Jamie Dornan cumplen con su cometido, mientras el niño Jude Hill, que descubrimos en Belfast también como hijo de Dornan, esta vez da vida a un personaje harto repelente. De cualquier forma estos whodunit siguen siendo tan atractivos que no nos cansamos si se estrenan más.

EL SOL DEL FUTURO Donde hubo pasado, queda esperanza

Título original: Il sol dell’avvenire
Italia-Francia 2023 95 min.
Dirección
Nanni Moretti Guion Francesca Marciano, Nanni Moretti, Federica Pontremoli y Valia Santella Fotografía Michele D’Attanasio Música Franco Piersanti Intérpretes Nanni Moretti, Margherita Buy, Mathieu Amalric, Silvio Orlando, Barbora Bobulova, Jerzy Stuhr, Valentina Romani, Flavio Furno, Zsolt Anger, Teco Cellio Estreno en Italia 20 abril 2023; en España 15 septiembre 2023


Como ya hiciera hace ocho años en Mi madre, Moretti vuelve al mundo del cine que tan bien conoce, y se recrea como director maniático y caprichoso cuya visión del arte y, por extensión, la vida, tiende a manifestarse tan pesimista como falta de esperanza. A través de tres películas en rodaje, la que dirige él mismo, la que produce su esposa, una vez más la extraordinaria Margherita Buy, y la que maneja en su mente como próximo trabajo, Moretti sienta las bases de su ideología política, a la vez que arremete contra las invasiones rusas, expresamente la soviética contra la revolución húngara y de forma soterrada contra la actual de Ucrania, así como contra el giro a la extrema derecha que ha sufrido su país.

Pero ya desde el propio título del film, el director italiano apuesta por un cambio de actitud y un abrazo a la esperanza como único fármaco de supervivencia, traducido en un espíritu cómico que hace de este su último film uno de los más divertidos de su filmografía. Por otro lado, el trabajo de su esposa en un film violento le hace reflexionar sobre la educación emocional que está recibiendo nuestra juventud, mientras el trabajo romántico musical que ambiciona dirigir a partir del referente francés de Jacques Demy, Lola, le abre una ventana a la nostalgia y los errores del pasado, siempre con la posibilidad de enmendarlos y abrazar ese rumbo de futuro que parece tan perdido.

Todo esto lo resuelve Moretti metiéndose en la piel de este director, incluido un fraseo extremadamente preciso y paladeado, y haciendo mención y homenaje a sus referentes, incluyendo esa Passarella dell Addio de Fellini o la música de sus queridos y desaparecidos Franco Battiato y Aretha Franklin. El film se desliza como una sucesión de secuencias, algunas de ellas realmente brillantes, como su lección de cómo resolver una escena violenta de forma elegante, mientras su tendencia a la comedia en clave algo woody alleniana, va cediendo paso al drama, como suele ser habitual en el cine actual. De esta forma el conjunto puede resultar algo deslavazado, perdiendo fuelle e interés paulatinamente, a pesar de lo cual se puede disfrutar con tanto agrado como melancólica amabilidad.

UNA ESPLÉNDIDA NOVIA VENDIDA EN PRAGA


Asistimos a una representación en el Teatro Nacional de Praga de la ópera de Bedrich Smetana, considerada quintaesencia del espíritu popular checo. Hay que ser muy afortunado para programar un viaje a Praga con el pretexto de asistir a un concierto de la icónica Björk, evitando así otra visita a Madrid, donde actuó hace un par de semanas, y recuperando de paso un viaje abortado hace dos años con motivo del covid, y coincidir con una representación en el Teatro Nacional de la ópera de Smetana La novia vendida. Seguramente éste no sea el título más logrado de la lírica checa, ahí están Dvorák y su Rusalka, que podremos ver esta temporada en Les Arts de Valencia, o cualquiera de las imprescindibles óperas de Janacék para demostrarlo; pero sí es desde luego la que mejor representa el espíritu decididamente desenfadado y alegre del pueblo checo, además de un título poco o nada representado en nuestras latitudes, por lo que la ocasión ha sido única y muy celebrada, ya que la producción, a pesar de su sencillez, ha merecido además nuestro más encendido entusiasmo. En el recuerdo queda la grabación en alemán que protagonizó Pilar Lorengar y dirigió Rudolf Kempe en 1962, o la muy colorista que para la televisión grabó la Filarmónica Checa en 1982.

He podido comprobar en sucesivos viajes a países del entorno que sus teatros de ópera conservan sus propias compañías, con las que alternan la temporada con la recuperación de producciones de repertorio, más o menos antiguas, que permiten un fluido continuo de espectáculos, además de la posibilidad para propios y turistas de disfrutar de la ópera en países especialmente relacionados con el género. Así asistimos hace años a una Bohéme en Budapest ciertamente vetusta pero muy efectiva, resuelta con mucha profesionalidad por cantantes y técnicos del propio teatro, o de un Barbero de Sevilla en Viena cuya celebrada producción en una suerte de patio de vecinos se remontaba nada más y nada menos que a los años sesenta del pasado siglo. Del mismo modo, esta La novia vendida (Prodaná nevesta) de Smetana es una producción del propio Teatro Nacional de Praga estrenada en mayo del año pasado, cuya intermitente recuperación se alterna con una programación más a tono con la costumbre en otros escenarios reputados de la geografía europea. Su directora escénica, Alice Nellis, curtida en este emblemático teatro, propone una adaptación muy inteligente e ingeniosa de su rancia trama, de forma que ésta queda algo velada por el argumento adicional que se añade con tanta inventiva como oportunidad. Así, el tema de los matrimonios de conveniencia y el triunfo del verdadero amor pero con connotaciones machistas, queda relegado a un segundo lugar, mientras Nellis centra su atención en el proceso de creación de un espectáculo operístico, aprovechando de este modo para cuestionar el empeño de muchos directores escénicos por modernizar la ambientación de sus óperas, a menudo de forma harto inoportuna.

Imagen publicitaria de la ópera
Dividida en tres actos, asistimos en el primero a la lectura y adjudicación de personajes, con el principal, Marenka, en manos de dos candidatas y una sustituta, hasta que el director de escena ficticio se decanta por la voz rutilante, fluida, colorida y magníficamente fraseada de Jana Sibera. Como un auténtico divo algo hortera aparece Peter Berger como Jenik, el enamorado de la protagonista, de voz algo apagada y un pelín rugosa, aunque poseedor de un agradable timbre y una inmejorable vis cómica. El espíritu mozartiano se adueña rápidamente de la función, casi un siglo después de las óperas bufas del genio de Salzburgo, evocando esa alegría que rezuma el título y para la que Smetana echó mano del folclore checo, sin por ello tener que introducir melodías populares en la partitura. Así este primer acto deriva al final en una furianta, danza típica checa que el espléndido cuerpo de baile defiende como si se tratara de un baile urbano contemporáneo, ropa deportiva incluida, anticipando así la primera intención del director de escena en la ficción. La combinación de la música de Smetana y el baile urbano resulta sencillamente deliciosa y hasta emocionante.

Ya en el segundo acto, Jenik aparece como un joven bohemio de la actualidad que trabaja descargando cajas en un bar, mientras Kecal, el intrigante casamentero al que da vida con considerable solvencia el bajo Zdenek Plech, potencia el ambiente periférico de la función vistiendo un chándal. La responsable de vestuario que figura entre un elenco que incluye al disciplinado perro de la coreógrafa, proporciona a Kecal un complemento de vestuario al final del acto que preconiza el cambio de opinión del director de escena, que finalmente decide ambientar la ópera en su época y ambiente originales, acorde al costumbrismo imperante, aunque alterado con un sentido minimalista de la escena y el luminoso blanco del vestuario. Llegamos así a un sorprendente acto tercero que arranca con una virtuosa exhibición de espectáculo circense a cargo de acróbatas de la propia compañía, mientras un accidente sufrido en el segundo acto por la diva que interpreta a Marenka, propicia que entre de nuevo en escena su sustituta, Markéta Klaudová, alternándose en el rol de forma tan original como atrevida.

Foto: Luis Pascual

Con su pierna escayolada, Sibera no renuncia a ser la estrella de la función, y como su estado físico se lo impide, se opta por doblar a Klaudová como si del final de Cantando bajo la lluvia se tratara. Todo así resulta feliz y divertido, decididamente estimulante, destacando también la divertida intervención de Ondrej Koplík como el atolondrado Vasék, prometido de Marenka, especialmente en su aria tartamuda de presentación. Concluimos así felices de haber asistido a una ópera clave del nacionalismo checo, imbuida de alegría y ganas de vivir, y no exenta de ironía y cinismo, como muy bien supieron captar la directora de escena y la vitalista y aguerrida dirección musical de David Svec al frente de una espléndida y precisa Orquesta del Teatro Nacional de Praga. Una interpretación orquestal en perfecta compenetración con las voces, haciéndose eco de una lúcida comprensión del sentido cómico de la trama y una música exquisita que no sufre en manos de su director musical la vulgarización a la que muchos otros la condenarían.

martes, 19 de septiembre de 2023

EL PORVENIR, UNA NOVELA MUY RECOMENDABLE

Fiel enamorado de nuestra tierra, el madrileño Ignacio Sainz de Medrano disfrutó los veranos de su infancia y juventud en las playas malagueñas, concretamente en Torre del Mar, en la comarca de la Axarquía. Desde que decidió dedicar la mayor parte de su tiempo a la literatura, hace apenas unos años y después de una fructífera carrera profesional en el campo de las finanzas y los seguros tras haberse licenciado como economista en la Autónoma de Madrid, ha escrito dos libros ambientados en ese trozo de Andalucía, con escalas en Sevilla y Málaga. Ahora se encuentra inmerso en la que será su tercera novela, cerrando una trilogía ambientada en Torre Pedrera, seudónimo tras el que se encuentra la turística localidad malagueña, con la que pretende trazar cierto paralelismo entre nuestra sociedad y, de momento, la que nos dejó la transición a finales de los años setenta del pasado siglo y la que sufrimos hace dos siglos, cuando el mundo que nos rodeaba se enfrentaba al progreso que prometía la revolución industrial.

Si La fragua de Vulcano, su primera novela tras un volumen dedicado a relatos cortos, mostraba la triste herencia de cuarenta años de dictadura cuya herida aún no se ha cerrado, a través de los ojos de tres amigos que vivieron aquella época durante sus años más jóvenes, y que en tiempos contemporáneos sufren las consecuencias de una educación política y sentimental que tanto deja que desear, El Porvenir fija su mirada más atrás, estremeciéndonos al comprobar que no hemos cambiado tanto como creíamos, y que en esencia seguimos purgando los mismos defectos de antaño. Conviene por lo tanto descubrir la fuerza dramática y emocional que encierra este imponente trabajo fruto de una exhaustiva investigación que ha llevado a su autor a encerrarse durante un dilatado periplo en bibliotecas e instituciones donde encontrar toda la riqueza que atesora su flamante libro.

Basándose ligeramente en un personaje tan singular y carismático como Ramón de la Sagra, un empresario e industrial gallego que intentó sentar las bases de una prometedora industria azucarera en la comarca, y que se encontró con tantos obstáculos de distinta índole como para hacerle desistir de sus pretensiones, Sainz de Medrano acierta al configurar un país, y especialmente una tierra, la nuestra, reticente hacia la modernidad, anclado en la tradición y las costumbres, sobre todo cuando a través de ellas se puede perpetuar la pirámide de clases y privilegios que caracterizaba a nuestra sociedad y que todavía hoy podemos llegar a apreciar en ciertos ambientes conservadores a los que las leyes progresistas que pretenden gobernarnos no parecen hacer suficiente sombra. Ese inmovilismo que caracteriza a las ideologías más conservadoras y excluyentes, que sólo abrazan el progreso y la progresía cuando vienen impuestas desde la oposición y descubren que también favorece a su convivencia, se ve perfectamente reflejado en una novela que procura acercarse a la época que describe con el máximo rigor histórico y detallismo posible.

No cabe duda de que el trabajo del autor ha debido ser agotador a la hora de cumplir dos premisas fundamentales, por un lado adaptarse al estilo literario de la época sin por ello resultar complicado ni anticuado para el lector, y por otro describir procesos y técnicas de producción tan ajenos a su pasado profesional, con la exactitud y el detalle de quien se pretende un especialista. Sainz de Medrano cumple con nota alta esas dos premisas fundamentales, de manera que por momentos parece que estuviésemos leyendo a alguno de nuestros grandes clásicos de la época, tipo Pérez Galdós o Blasco Ibáñez. Del mismo modo, y siempre que prestemos a nuestra lectura una atención muy precisa, seremos capaces de aprender técnicas y procedimientos industriales del momento con una exactitud sorprendente. Todo ello enmarcado en una absorbente trama de intriga, crimen y hasta pasión que deja en evidencia la lacra provocada por la práctica de una iglesia trasnochada y una gravísima falta de formación en educación, asignatura todavía pendiente en nuestro país, con la facilidad que ello entraña para mantener el control de las clases altas y políticas sobre un pueblo anestesiado tras la creencia de disfrutar de un régimen democrático.

Resulta muy significativo en todo este contexto que Vélez Málaga, que en la novela se esconde tras el nombre de Castillar, lleve décadas negando a Torre del Mar su constitución como municipio independiente con un consistorio propio. La capital de la Axarquía no prescinde así se su particular gallina de los huevos de oro, abandonándose como lo hace el resto de nuestra comunidad, al turismo como principal fuente de ingresos, y relajando la cada vez más acuciante necesidad de implantar un tejido industrial poderoso que nos permita competir con el resto de países de nuestro entorno y no conformarnos con ser el paraíso final de sus jubilados. Sainz de Medrano ha dado en la diana, seguimos siendo un país mediocre y mezquino, que apenas ha escapado de esa imagen en los dos siglos transcurridos entre la triste historia de Ramón de la Sagra y las de muchos que sufren condiciones parecidas aún en la actualidad. Dejarse seducir por su fluida narrativa y sorprender por las verdades que esconde, se convierte en manos del lector en una experiencia fascinante, sobre todo por el dominio que su autor exhibe en todos los sentidos, gramático, literario y narrativo. El Porvenir, editado por Libros Indie, se puede adquirir fácilmente en plataformas digitales de comercio cultural.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 13 de septiembre de 2023

VERANO EN ROJO Un thriller sólido y bienintencionado

España 2023 101 min.
Dirección
Belén Macías Guion Belén Macías y Helio Mira, según la novela de Berna González Harbour Fotografía Gabriel Guerra Música Paula Olaz Intérpretes Marta Nieto, José Coronado, Luis Callejo, Francisco Carril, Richard Sahagún, Marc Martínez, Tomás del Estal, Zoe Arnao, Ramón Agirre, Javier Godino Estreno 8 septiembre 2023 

Típica producción de Gerardo Herrero, supone el cuarto largometraje de Belén Macías tras El patio de mi casa, Marsella y Juegos de familia, cintas que evidencian la capacidad de la realizadora para adaptarse a las exigencias del cine académico y comercial que caracterizan a su productor. A partir de una novela de intriga y denuncia, plantea una trama de crímenes que derivan hacia una diatriba que preocupa y mucho a nuestra sociedad, desde aquellos primeros años del nuevo siglo en los que se ambienta.

La solidez de la dirección y el buen trabajo de la totalidad de su elenco interpretativo, dan como resultado un trabajo serio y bien medido, aunque se evidencie en su desarrollo la querencia de sus artífices por el cliché y el tópico. Entre éstos sobresale las innecesarias relaciones de la investigadora protagonista con un compañero de trabajo y con su hija, que nada aportan al material dramático central y sólo sirven para distraer nuestra atención.

Por lo demás, la cinta ofrece lo que promete, entretenimiento y un añorado juego de intriga, si bien en el apartado de denuncia sobre una cuestión que no vamos a desvelar para mantener su capacidad de sorpresa, no provoca todo el interés que merece. En general se trata de un trabajo bien urdido, muy bien interpretado y realizado con un inusitado nivel de responsabilidad y seriedad palpable incluso en sus localizaciones y su banda sonora, atmosférica y siempre en el lugar idóneo.

domingo, 10 de septiembre de 2023

GUZMÁN Y ORDEN DESLUCEN EN EL ALCÁZAR

XXIV Noches en los Jardines del Alcázar. María Esther Guzmán, guitarra; Luis Orden, flauta. Programa: Tres piezas para flauta y guitarra, de Tárrega; Valses poéticos, de Granados; Après un rêve y Pavane, de Fauré; Tres piezas para flauta y guitarra op. 62, de Respighi; Claire de lune y Golliwog’s Cakewalk, de Debussy; El Albaicín, de Albéniz.
Sábado 9 de septiembre de 2023


Huelga destacar aquí, a estas alturas, el magisterio que Luis Orden a la flauta y María Esther Guzmán a la guitarra imprimen a sus interpretaciones. Juntos llevan mucho tiempo ofreciendo recitales marcados imperiosamente por el arreglo o la transcripción. Las adaptaciones del concierto de ayer recayeron en la excelente guitarrista, sin embargo no lograron captar el espíritu que informaba el evento, evocar la atmósfera imperante durante la vida del pintor Joaquín Sorolla, a quien estas Noches del Alcázar brindan un sentido homenaje por el centenario de su muerte. Faltó el color y el espíritu propios de aquella encrucijada de siglos, un palpable ambiente modernista al que tanto se prestaron el impresionismo y el nacionalismo presentes en las partituras (Fauré, Debussy, Albéniz, Granados…) pero no sus particulares resoluciones. Por el contrario tuvimos la sensación de encontrarnos ante una suerte de easy listening, libre de cualquier complicación y falto de la emoción subyacente en las piezas elegidas.

Las suyas fueron por lo tanto unas interpretaciones impecables, sutiles, pulcras y puras. Orden mantuvo en todo momento un proverbial control de la respiración, un fraseo fluido y un trabajo esmerado en la exposición melódica, mientras Guzmán abrazó la guitarra como siempre suele hacerlo, con mimo y exquisitez, resaltando cada acorde con una claridad extraordinaria. Juntos además fueron capaces una vez más de exhibir una perfecta compenetración y capacidad de diálogo. Pero los arreglos no hicieron justicia al programa, y eso se notó enseguida con tres emblemáticas piezas de Francisco Tárrega, Capricho árabe, Recuerdos de la Alhambra y Gran Vals, de las que apenas logramos disfrutar con la última, siempre bajo el protagonismo líquido de la flauta, quedando la guitarra empobrecida y apenas responsable de algunas, pocas, líneas melódicas. Muy desfigurados quedaron los Valses poéticos de Granados, que al piano evidencian el espíritu europeísta del compositor, y que el tándem resolvió vulgarizando sus postulados, de forma apresurada, convirtiéndolos en apenas unas piezas coyunturales y faltas de interés. Obligados por la organización a ilustrar el programa, Orden sólo lo hizo con dos de las piezas elegidas, las tripartitas de Tárrega y Respighi, de nuevo tan insustancial en su versión para flauta y guitarra a partir del original para violín y piano, que no logramos sintonizar con la propuesta. Después ya no hubo más explicación.


Algo mejor resultó Après de rêve de Fauré, apoyado en su carácter eminentemente romántico y melódico, aunque con su famosa Pavana, víctima de todo tipo de arreglos y adaptaciones, el dúo volvió a exhibir su tendencia a lo meramente convencional. También el Claro de luna debussyano resultó anodino e insustancial, más que Golliwog’s Cakewalk, que quizás por su carácter animado y juguetón permite disfrutarlo con menos prejuicios. Guzmán y Orden se empeñaron a fondo, al final del recital, con El Albaicín de la Suite Iberia de Albéniz atacada con sentido idiomático, aunque siempre por debajo de las magníficas prestaciones de las que es capaz la pieza en manos del piano o la guitarra. La famosa Danza de La vida breve de Falla sirvió como propina afín a provocar el aplauso enfervorecido del público.

Foto: Actidea
Artículo publicado en El Correo de Andalucía