XXIV Noches en los Jardines del Alcázar. Manu Brazo, saxofón. Cuarteto Bruma: Claudia Gallardo e Irene Morales, violines; Julián Huete, viola; Ricardo Huete, violonchelo. Programa: Aria de Lensky, de Chaikovski; Fantasía sobre La traviata, de Lovreglio; Seis estudios sobre canción folk inglesa, de Vaughan-Williams (arr. Robert Stanton); Fantasía brillante sobre Carmen, de Borne (arr. Iwan Roth); Aria, de Bozza; A Gershwin Fantasy, de Martino. Viernes 11 de agosto de 2023
No sabemos cuántas veces hemos celebrado ya
el talento que emana de nuestra tierra en términos musicales. Es algo de lo que nos sentimos enormemente orgullosos y que no ha conocido igual en tiempos pretéritos a menudo tan extrañados. Lo que
Manu Brazo es capaz de hacer ya lo hemos constatado en numerosas ocasiones. Que
Claudia Gallardo es una buena compañera de viaje lo constatamos en el
concierto que junto a la pianista Prajna Indrawatinos brindaron en el Maestranza en febrero del año pasado de la mano de Juventudes Musicales. Entonces nos pareció algo destemplada pero con aptitudes de sobra para poder superarlo en futuras ocasiones, como así ha sido a tenor de lo escuchado anoche en el Alcázar. Pero lo que más nos sorprendió de ella es
su capacidad para realizar unos arreglos tan atinados como los que el Cuarteto Bruma presentó ayer junto a Brazo, en los que sin eclipsar la voz dominante cada uno y una asume sus partes con ahínco y singularidad, aprovechando sus texturas y timbres para desarrollar todo
un universo sonoro capaz de sustituir al piano o la orquesta, según la pieza, sin perder brillo ni color y acercándonos sensaciones tan estimulantes como las que fuimos capaces de disfrutar en este concierto al aire libre en el que tantas veces tuvieron que afinar sus instrumentos
para acoplarse con las máximas garantías de calidad al instrumento del joven utrerano.
Con Una noche en la ópera, título tantas veces aprovechado del original de los Hermanos Marx, Brazo y el joven cuarteto – dos gaditanas y dos conquenses que han perfeccionado sus estudios en el Conservatorio Manuel Castillo, cantera de grandes solistas y sorpresas – nos invitaron a un recorrido por títulos tan emblemáticos para la lírica como La traviata o Carmen, que sirvieron al saxofonista para lucir virtuosismo y habilidad al instrumento, con ornamentaciones a veces imposibles, agilidades extraordinarias y arabescos vertiginosos, sin por ello sacrificar expresividad, como muy bien pudimos apreciar en un arranque de la Habanera de Carmen henchido de sensualidad, buena muestra de la capacidad de seducción del joven intérprete. Piezas que Brazo ha grabado en el álbum recientemente editado Fantasía junto al pianista británico Bryan Evans, prueba de que su matrimonio con la cultura inglesa sigue dando muy buenos resultados, y que Gallardo ha traducido al universo del cuarteto de cuerda con tanto gusto como buena caligrafía. La Fantasía sobre La traviata del flautista napolitano Donato Lovreglio resultó más endiablada que la más sensual y relajada de François Borne, gran estudioso de la flauta, que con su Fantasía brillante sobre Carmen logró una pieza icónica del repertorio romántico para el instrumento. Punteados e increíbles juegos de dinámicas acompañaron al control absoluto de la digitación y la respiración de Brazo en estos dos endemoniados cometidos.
Elegancia por fuera y por dentro
El saxofonista siempre presta especial atención a la puesta en escena, traducida en esta ocasión en unos elegantes atuendos blancos y de color crema que lucieron a juego los cinco jóvenes convocados. Así arrancaron con una tempestuosa Aria de Lensky de la ópera de Chaikovski Eugene Oneguin, donde primó la atormentada expresividad del desafortunado protagonista, asumida en la voz tortuosa y muy a tono del saxofón. Con enorme delicadeza y estilo interpretaron las preciosas canciones que Vaughan Williams recopiló y arregló a partir del folclore inglés. Originales para cello y piano, aquí podemos apreciar el tono bucólico que el autor empleó en su obra más icónica, El ascenso de la alondra, todo un ejemplo de etnomusicología que Brazo llevó al máximo de sus consecuencias con un sonido aterciopelado y tan estimulante como evocador. Sin duda toda una fuente de inspiración para Richard Rodney Bennett a la hora de acometer su partitura para la película Lejos del mundanal ruido, que Julie Christie protagonizó en 1967.
El Aria de Eugéne Bozza, una de las obras más célebres del compositor francés, sirvió al conjunto para desplegar la religiosidad bachiana que le informa, en perfecta combinación con el impresionismo de Ravel o Satie al que tanto apela, y que Brazo, Gallardo y el resto defendieron con tanto acierto. Para terminar, otra fantasía, esta vez dedicada a George Gershwin, obra del pianista Ralph Martino, muy vinculado a la marina norteamericana, y que Brazo resolvió con idiomáticos acercamientos al universo jazzístico, acompañado en estilo ragtime por el Cuarteto Bruma, pasando de la sensibilidad del blues de la Rapsodia en Blue a los vibrantes Strike Up the Band, Lady Be Good, Fascinatin’ Rhythm o I Got Rhythm, así como a un enrevesado It Ain’t Necessarily So de la ópera Porgy and Bess, con tanta fluidez como sustancia narrativa. Toda una demostración de los estimulantes resultados que se pueden lograr cuando las cosas se toman tan en serio, y un concierto ligero estival se defiende con tanta responsabilidad y trabajo como hicieron estos impecables y jóvenes músicos. En la propina, El paño moruno de Falla nos puso literalmente los piel de gallina.
Fotos:
ActideaArtículo publicado en
El Correo de Andalucía