USA 2022 135 min.
Dirección Gina Prince-Bythewood Guion Dana Stevens y Maria Bello Fotografía Polly Morgan Música Terence Blanchard Intérpretes Viola Davis, Thuso Mbedu, Lashana Lynch, Sheila Atim, John Boyega, Jordan Bolger, Hero Fiennes Tiffin, Jimmy Odukoya, Masali Baduza, Jayme Lawson Estreno en el Festival de Toronto 9 septiembre 2022; en Estados Unidos 16 septiembre 2022; en España 25 noviembre 2022
Partía ya con razones para desconfiar de ella, y las dos procedían del título. Otra vez historias de reyes, y con una anomalía feminista, llamar a su protagonista mujer rey en lugar de directamente reina. Sin embargo esos prejuicios quedan justificados a lo largo del argumento, enfocado más bien hacia el liderazgo merecido y la razón natural para ser encumbrado jefe de un estado. El problema deriva sin embargo de otras consideraciones. Una película sobre el Reino de Dahomey, que en su tiempo (siglos XVII y XVIII) estuvo ubicado donde actualmente se encuentra la República de Benín, hacía esperar algo más instructivo y apasionante de lo que son capaces de ofrecer su directora y la actriz ocasionalmente metida a argumentista Maria Bello.
Gina Prince-Bythewood ya había dado muestras de no saber conciliar entretenimiento convencional con proclamas feministas en películas como La vida secreta de las abejas y Beyond the Lights, y repite ahora fracaso con esta vetusta cinta sobre un ejército de amazonas que habitó en el lugar cuando este y todo su entorno pretendía progresar a costa de la venta de esclavos y esclavas. Todo el potencial que la historia prometía se diluye en un espectáculo de aspecto rancio, envejecido hasta la médula por una concepción del cine histórico como de cartón piedra, entrañable cuando de revisar clásicos se trata pero imperdonable cuando se trata de hacer cine contemporáneo y comprometido. Si a eso se añade un folletín sentimental y emocional de muy baja intensidad y una desmesurada duración, el entretenimiento no puede resultar más decepcionante y aburrido.
Por si fuera poco, estas mujeres guerreras parecen repetir esquemas masculinos y machistas, al más puro estilo de los trescientos de turno pero con aptitudes dancísticas. Aunque pensándolo bien, y dada la escasa fortuna de la educación para paliar los efectos cada vez más preocupantes de la violencia machista, la única solución posible podría ser adiestrar a las víctimas en técnicas de lucha y defensa. Cabe reconocerle a Viola Davis el esfuerzo desplegado para mazarse de esa forma y lucir junto a una actitud de permanente enfado, un físico considerablemente musculado para lo que le conocemos habitualmente.