USA 2019 130 min.
Guion y dirección Rian Johnson Fotografía Steve Yedlin Música Nathan Johnson Intérpretes Daniel Craig, Ana de Armas, Chris Evans, Jamie Lee Curtis, Toni Collette, Don Johnson, Michael Shannon, Christopher Plummer, LaKeith Stanfield, Katherine Langford, Jaeden Martell, Riki Lindhome, Edi Patterson, Frank Oz, M. Emmet Walsh, Raúl Castillo, K Callan, Noah Segan, Marlene Forte, Shyrley Rodriguez Estreno en el Festival de Toronto 7 septiembre 2019; en Estados Unidos 27 noviembre 2019; en España 29 septiembre 2019
Rian Johnson, autor de películas y series de culto como Looper y Breaking Bad, y responsable del penúltimo episodio de Star Wars, ha utilizado su ingenio y habilidad para crear este típico whodunnit que hunde sus raíces en las clásicas tramas de Agatha Christie, combinadas con el humor coral del Neil Simon de Un cadáver a los postres. Aunque particularmente a lo que más se nos parece esta divertida y enrevesada trama detectivesca es a los episodios de Colombo, aquel perspicaz policía al que se le metía entre ceja y ceja quién había de ser el o la asesina desde el minuto cero.
Una familia excéntrica, portadora de tantos secretos y miserias como sean necesarias, un patriarca presuntamente asesinado, y un continuo ir y venir de pistas falsas y sorpresas, tratando al espectador con respeto y dando al conjunto la necesaria coherencia, conforma un entretenimiento divertido y saludable. Contribuye por supuesto un reparto de lujo, reminiscencia también de aquellas adaptaciones de Christie de los setenta, la comedia de Robert Moore apuntada y el cine catastrofista de la misma época. Todos y todas están perfectos en sus respectivos roles, mientras para la española Ana de Armas se revela como oportunidad definitiva de afianzar su carrera en Estados Unidos.
Una elegante ambientación al más puro estilo británico, aunque se desarrolle en Kentucky, y el inevitable mensaje sociopolítico que parece no pueda faltar en cualquier producto contemporáneo, lo que lo aparta en cierto modo de la liviandad con que esta clase de cintas se trataban en el pasado, completan un estimulante divertimento con estilo. Dicho mensaje está centrado en esta ocasión en las bondades de la inmigración y la putrefacción de los valores tradicionalmente americanos; vamos, el clásico mea culpa que tanto gusta entonar a los americanos, pero que sirve poco o nada en la práctica. Su buen pulso narrativo, un ritmo pausado y elegante, y una acertada banda sonora centrada en la cuerda, a menudo grotesca y estridente, contribuyen decisivamente al éxito de esta estimulante empresa.
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