USA 2019 141 min.
Dirección J. J. Abrams Guion J. J. Abrams, Chris Terrio, Derek Connolly y Colin Trevorrow, según los personajes creados por George Lucas Fotografía Daniel Mindel Música John Williams Intérpretes Daisy Ridley, Adam Driver, John Boyega, Oscar Isaac, Carrie Fisher, Billy Dee Williams, Harrison Ford, Mark Hamill, Domhnall Gleeson, Richard E. Grant, Anthony Daniels, Joonas Suotmao, Lupita Nyong’O, Naomi Ackie, Keri Russell, Kelly Marie Tran, Ian McDiarmid, Shirley Henderson Estreno 19 diciembre 2019
Dicen que con este noveno episodio la saga llega a su fin, lo que quizás no signifique exactamente que termina. Conociendo a Disney y su codicia desmedida mucho nos tememos que algo se sacarán de la manga para continuar con las aventuras de Rey, más allá de los consabidos spin off (Rogue One, Han Solo) y series de televisión (Mandalorian), para muchos superiores en calidad e inventiva a estos capítulos oficiales de la saga. Pero de momento esta entrega completa el concepto original de George Lucas de hacer tres trilogías y un total de nueve títulos, si bien ya desde la anterior cinta se desmarcó por completo del proyecto y quedó relegado del conjunto. De esta forma Lucas se ha traicionado a sí mismo y a sus seguidores, dejándolo todo a esa máquina de hacer dinero en que se ha convertido la antaño factoría de dibujos animados.
La falta de emoción, sensibilidad y alma en que ha degenerado el cine americano, como demuestran cintas recientes como esa Historia de un matrimonio que tanto hace añorar el cine sentimental que se hacía en Hollywood hace una treintena de años, ha cristalizado en productos como este Ascenso de Skywalker, que redundan en el más de lo mismo y el todo vale que caracteriza la ciencia ficción y la fantasía tal como se aborda actualmente en la meca del cine occidental. Abrams retoma la saga después de que Rian Johnson (Puñales por la espalda, Looper) dirigiera el anterior capítulo, y hace lo que ya hizo en El despertar de la fuerza, recrear la saga central, la clásica, sin aportar nada nuevo y perpetuando estas guerras galácticas sin más imaginación que una sucesión incesante de secuencias de acción y muchos efectos visuales. Menos mal que ahí está la música de John Williams, que por cierto hace un cameo en la película, para dotar de dignidad a un conjunto que se ha prostituido paulatinamente, y es que sin bien tampoco él ha aportado temas de fuerte calado emocional, al margen del dedicado a la nueva heroína, como sí hizo en la saga primera, segunda en estrenarse, donde brillaban ese Duelo de los destinos de La amenaza fantasma o el precioso e inspiradísimo A través de las estrellas de El ataque de los clones, su música constituye sin duda el motor emocional de una serie que ha languidecido por la ausencia de inspiración.
Decíamos hace cuatro años a propósito de El despertar de la fuerza que Lucas había fracasado con su primera trilogía, la que ilustra la evolución de Annakin y Darth Vader, mientras el paso del tiempo nos hizo reflexionar, llegando a añorar en nuestra reseña de Los últimos Jedi una saga en la que su creador puso todo el empeño en experimentar con novedosos y sofisticados efectos visuales, un lenguaje diferente al acuñado en la trilogía clásica, estrenada veinticinco años antes, y sobre todo contar algo nuevo, un precedente coherente y fascinante que diera respuesta a muchos de los personajes y situaciones recreados desde 1977 a 1983. No pasa lo mismo ahora con esta tercera y última trilogía, que ya sin Lucas en el guion ni el proceso creativo, se ha limitado a reiterar situaciones ya vistas, poniendo toda su atención en recuperar el espíritu y el estilo de los tres títulos originales, sin prejuicio alguno a la hora de explotar el todo vale, desde resucitar personajes liquidados sin remisión, a dotar a otros de recursos y poderes ilimitados e inimaginables cuando Lucas ideó la saga.
En este fin de fiesta acudimos a todo un espectáculo, por supuesto entretenido, pero con tal acumulación de despropósitos que poco interés suscita ni tan siquiera, nos tememos, en los más aguerridos fanáticos de la serie. Mientras tanto se homenajea a cada una de las leyendas que la pueblan, especialmente de las entregas más primitivas, que la del génesis se somete a un inmerecido desprecio absoluto. Así, el homenaje final se nutre de metraje recuperado de una incombustible Princesa Leia, la desaparecida Carrie Fisher, unas apariciones oníricas de Han Solo y virtuales de Luke Skywalker, y un Billy Dee Williams como Lando que parece haber pedido permiso en la residencia de la tercera edad para participar en este fin de fiesta como quien no se entera de gran cosa. Lucas merecía otra cosa, pero él mismo se traicionó cuando se pasó al lado oscuro y se vendió a la insaciable Disney.
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