USA 2019 136 min.
Guion y dirección Noah Baumbach Fotografía Robbie Ryan Música Randy Newman Intérpretes Scarlett Johansson, Adam Driver, Laura Dern, Azhy Robertson, Alan Alda, Julie Hagerty, Ray Liotta, Merritt Weaver, Wallace Shawn Estreno en el Festival de Venecia 29 agosto 2019; en Estados Unidos 6 noviembre 2019; en España (no en Sevilla) 22 noviembre 2019; en Internet 6 diciembre 2019
Hay dos cosas que merecen la pena en esta película, una nueva, tierna y emotiva banda sonora de Randy Newman acompañada por un par de sensacionales canciones del musical Company de Stephen Sondheim, y la cautivadora presencia de una Laura Dern que llena y alumbra la pantalla cada vez que asoma. Por lo demás nos encontramos con la enésima revisión del fracaso matrimonial, que muchos han querido ver como una de las crónicas más amargas sobre el tema que recuerdan... será porque recuerdan poco. Desde Escenas de un matrimonio hasta La guerra de los Rose, pasando por el doloroso litigio por la custodia de un hijo en Kramer contra Kramer, por citar solo algunas, son muchas las películas que en clave de comedia o drama han tratado tan espinoso tema.
Cuestionar la institución o profundizar sobre la herencia judeocristiana que nos obliga a creernos monógamos y eternamente entregados a un único e insustituible amor, hubiera sido mejor objeto para la tesis de un Noah Baumbach que más que nunca parece emular al maestro Woody Allen. Desde Una historia de Brooklyn sus semejanzas con el inagotabe cómico son evidentes y se han corroborado en cintas como Mientras seamos jóvenes, Frances Ha o Mistress America, estas dos últimas protagonizadas por la mujer que más se parece también a Allen cuando dirige, Greta Gerwig. El puente aéreo ente Manhattan y Hollywood nos retrotrae a Annie Hall, el mundo del teatro y las canciones de Broadway también tienen mucho de Allen, pero el resto ni tiene el gancho ni el ingenio de su cine.
Nos limitamos a disfrutar de dos grandes intérpretes, aunque la buena actuación de Adam Driver tarda en emerger, y prácticamente lo hace cuando entona con rabia y descorazonada melancolía el Being Alive de Company, mientras Scarlett Johansson se recupera como gran actriz de carácter después de sobrevivir con papeles intrascendentes en películas de superhéroes y similares. Pero ni hay profundidad ni novedad en esta crónica de un divorcio, solo en cuanto denuncia de las trabas burocráticas y judiciales que terminan amargando y arruinando a los litigantes, así como una misógina reivindicación del hombre como víctima del sistema, física, emocional y económicamente, cosa que poco o nada ayuda a mejorar un conjunto que parece estar dando vueltas continuas sobre sí mismo, destacadas incoherencias de guion incluidas.
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