Estos días se está escribiendo mucho sobre la ópera de John Adams Doctor Atomic, cuyo estreno absoluto en nuestro país tiene lugar el viernes 13 de este mes, sólo diez años después de su composición. Raro es el día desde hace una semana que los periódicos no incluyan reportajes, crónicas o entrevistas sobre el esperado título. No cabe duda de que nos encontramos ante un acontecimiento del que el Teatro de la Maestranza y con él Sevilla debe sacar buen rédito, pues se trata de una ocasión única para realzar el papel de la lírica en nuestra comunidad y elevar el estatus del coliseo al nivel de los grandes, que sin complejos ni miedos se atreve a programar títulos alejados del repertorio clásico y habitual, como ya hizo cuando estrenó Der ferne Klang de Schreker, La mujer silenciosa de Strauss o Lulu de Berg, por citar algunos, siempre bajo dirección artística de Pedro Halffter.
La música del compositor cuyo nombre coincide con el del segundo presidente de Estados Unidos y padre de la patria, parece ser poco conocida entre nuestros aficionados, a pesar de su índole amable y agradecida para el oído, tan alejada de la música experimental y vanguardista que habitualmente identificamos con música clásica contemporánea. En 2010 el realizador italiano Luca Guadagnino dirigió una elegante y sofisticada película en la que Tilda Swinton interpretaba a una inglesa madre de una familia de la alta burguesía italiana que, aburrida de su acomodada existencia, descubre la pasión de la mano del amigo de uno de sus hijos. Guadagnino estuvo diez años detrás de John Adams para que se encargara de la partitura de Io sono l'amore (Yo soy el amor), cediendo éste finalmente los derechos de un buen puñado de piezas suyas que funcionan como un guante en la dramaturgia del film. Su edición discográfica nos permite viajar por la música de Adams a modo de exposición, logrando así hacernos una idea bastante completa de su estética musical.
The Chairman Dances, espectacular foxtrot orquestal extraído de su primera ópera, Nixon in China, se ofrece entera. Esta obra y las segunda y tercera parte de Harmonilehere cuentan con la interpretación de Edo de Waart y la Sinfónica de San Francisco, y son familiares para el público sevillano, ya que el año pasado la Sinfónica Conjunta interpretó los bailes del presidente bajo la batuta de Juan García Rodríguez, mientras Halffter dirigió a la ROSS la segunda de las piezas reseñadas. El lirismo jazzístico del primer movimiento de Century Rolls recibe de manos del pianista Emmanuel Ax una excelente recreación, acompañado de Christoph von Dohnányi y la Orquesta de Cleveland. Los coros con aires místicos de la ópera Klinghoffer's Death están muy bien representados en la escena 2ª del Acto I con Kent Nagano al frente de la Orquesta de la Ópera de Lyon y las voces femeninas del English Opera Chorus. Nagano se hace cargo de los juguetones y enrollados metales de Lollapalloza, en esta ocasión frente a la Halle Orchestra. Mientras el propio Adams y la Orquesta de St. Luke recrean el ambiente misterioso, suspendido y meditabundo de Shaker Loops, de la que se ofrecen sus partes 3 y 4. Su vertiente más minimalista se refleja en Fearful Symmeries, cuya versión completa contaba con el barítono Sanford Sylvan. Nonesuch editó esta banda sonora que sirve perfectamente como aperitivo y sampler para iniciarse en la música del único autor vivo cuya música se ha escuchado en una temporada lírica de nuestro teatro.
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