Guión y dirección Laura Poitras Fotografía Kirsten Johnson, Trevor Paglen, Laura Poitras y Katy Scoggin Música Atticus Ross y Trent Reznor Documental Estreno en el Festival de Nueva York 10 octubre 2014; en Alemania 6 noviembre 2014; en Estados Unidos 23 febrero 2015; y en España 27 marzo 2015
Edward Snowden sacrificó su carrera como consultor e ingeniero en puestos de relevancia de la CIA y la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos) al asumir el riesgo que suponía para su libertad y su propia vida revelar los secretos a los que tuvo acceso desde su privilegiada posición y que se referían a la práctica de vigilancia ilegal al conjunto de la ciudadanía norteamericana, privándoles del derecho a su privacidad y libertad misma. El caso dio la vuelta al Mundo hace un par de años y aún está por resolver la petición de asilo político que ha hecho el protagonista a varios países, incluido el nuestro. Buena muestra de que siempre surge de entre la multitud alguien con las agallas suficientes para enfrentarse al sistema e intentar cambiar las cosas por el bien de la humanidad, gente sin la cual nunca avanzaríamos y nos sentiríamos abocados a un destino programado y previamente urdido por los recursos del poder, para el que asirse a sus postulados justifica todos los medios a su alcance. La singularidad de este documental, galardonado con el Oscar, el Bafta y un sinfín de premios más, consiste en grabar de primera mano el proceso, estando presentes en cada uno de los pasos dados por Snowden en los lugares que sirvieron de escenario de la noticia. Periodismo de primera mano y primera categoría que hay que agradecer especialmente a dos personas: Laura Poitras, que tras sus documentales sobre la Guerra de Irak y Guantánamo, fue elegida por Snowden para divulgar sus revelaciones, cuando le escribía e-mails bajo el seudónimo de Citizenfour; y el periodista de The Guardian Glenn Greenwald y su heorica lucha en Estados Unidos y Brasil por reforzar y demostrar la veracidad de su fuente y el riesgo que para nuestro bienestar suponía. Y es ahí donde radica el valor de esta cinta, aparte de su inquietante, atractiva y muy cinematográfica estructura como thriller político; en poner en valor el gran periodismo, el que no asume sin más lo que el poder le transmite, sino que va más allá, pone en tela de juicio lo que nos cuentan, investiga y saca sus propias consecuencias. Sólo así podremos avanzar algo y dejar de ser marionetas al servicio de los hilos tejidos por los de siempre, los que ganan elecciones aunque nadie los quiera, los que buscan chivos expiatorios en inexplicables tragedias humanas, los que ocultan las intrigas para mantenerse en el poder y el control sobre nuestras vidas y destinos. La mayoría nos conformamos con vivir, sobrevivir, disfrutar y procurar que el orden de nuestra existencia no se desequilibre. Otros buscan respuestas, investigan a nuestros enemigos y sirven a la sociedad, sin aceptar que justificarse en actos crueles e injustificados de terrorismo sirva para menoscabar las libertades y derechos que tanto nos ha costado conseguir.
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