USA 2014 148 min.
Guión y dirección Paul Thomas Anderson, según la novela de Thomas Pynchon Fotografía Robert Elswit Música Jonny Greenwood Intérpretes Joaquin Phoenix, Josh Brolin, Owen Wilson, Katherine Waterston, Reese Witherspoon, Benicio del Toro, Jena Malone, Maya Rudolph, Martin Short, Joanne Newsom, Sasha Pieterse, Eric Roberts, Hong Chau, Serena Scott Thomas, Jefferson Mays, Michael Kenneth Williams, Yvette Yates Estreno en Estados Unidos 9 enero 2015; en España 13 marzo 2015
De la mente de dos personalidades nada convencionales del panorama intelectual norteamericano como son Paul Thomas Anderson y Thomas Pynchon, surge esta extravagante y compleja película de resortes laberínticos y complicada comprensión. Durante mucho tiempo se ha homenajeado el cine negro americano de los años cuarenta; desde hace menos le toca el turno al no menos carismático cine policíaco de los setenta, en el que se curtieron actores como Gene Hackman, Elliot Gould o James Caan, así como realizadores como Robert Altman o Robert Benton. Más cerca del primero se encuentra este nuevo film de Paul Thomas Anderson, en quien quisimos ver un nuevo Martin Scorsese en sus celebradas Boogie Nights y, sobre todo, Magnolia. Más rara aún que Pozos de ambición y The Master, Puro vicio (o vicio propio, que es el título original de la novela y designa en jerga de seguros a un defecto interno u originario del que el asegurador no se hace responsable), es una cinta que puede fascinar e irritar a partes iguales. Desde luego no es un film sencillo ni meramente coyuntural, sino que encierra muchas capas y exige varios visionados para llegar a su fondo y lograr entender todas sus tesis y propuestas. Un ir y venir continuo de personajes van tejiendo su difícil dramaturgia alrededor de un asunto de corrupción inmobiliaria, con una muy cuidada ambientación a principios de los setenta y abundante presencia de estupefacientes y narcóticos, alcohol y sexo, aunque sin llegar en ningún caso a la provocación en la que su autor literario es un consumado maestro. Lástima que el guión se resienta de excesiva falta de naturalidad, con jóvenes bohemios largando frases lapidarias y pensamientos poéticos con la facilidad con la que únicamente lo haría una persona muy madura y cultivada. Así mismo sobra el aluvión de canciones de la época como telón de fondo a menudo injustificado. Por el contrario Jonny Greenwood, que ya colaboró con Anderson en sus dos anteriores películas, firma una intrigante y muy ajustada banda sonora. Joaquin Phoenix se revela como un posible sucesor de Jack Nicholson, aunque afortunadamente más contenido. Difícil resulta cogerle el punto al multipersonaje que interpreta Josh Brolin, mientras la lista de atractivas mujeres que pueblan la pantalla sitúan la cinta a la altura de un Casino Royale, ese disparate en torno a James Bond perpetrado por entre otros John Huston en los años sesenta.
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