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John Axelrod, sin complejos |
Recién regresado de la presentación de la nueva temporada de la Sinfónica en el Maestranza, llega el momento de hacer alguna valoración, aunque sea somera y a la carrera, de la programación diseñada por el nuevo director musical de la formación, el norteamericano John Axelrod. Una primera aproximación de la misma, a vuelo de pájaro, nos da una idea de ligereza y amabilidad, así como del enorme cariño que su artífice parece haber puesto en ella. Una programación nada convencional en la que se pueden apreciar más de treinta títulos jamás abordados en los atriles de la orquesta, todo un récord en sus veinticinco años de existencia. La ausencia de los grandes nombres, de Beethoven a Chaikovski, pasando por Mahler, Wagner o Brahms, no debiera disuadir al público de seguir el itinerario propuesto por el tejano, un viaje exótico y muy peculiar por sonoridades nunca antes escuchadas en nuestro templo de la música, aunque sus autores no resulten muchas veces familiares. No se trata sin embargo de una programación audaz capaz de ofrecer las últimas tendencias, las más vanguardistas, sobre el terreno. En cierto modo cuando se trata de obras jóvenes podemos apreciar en ellas una estética bastante conservadora, y en general con un nivel de exigencia por debajo del recomendable.
Se han programado pocos conciertos; al Egipcio de Saint-Säens que ya se escuchó hace apenas unas temporadas, se unen el nº 27 para piano de Mozart, nunca antes interpretado por la ROSS pero cuyos ecos aún resuenan recientes tras el concierto del pasado enero con Barenboim y la WEDO, y el Concierto para la mano izquierda de Ravel, además de dos conciertos de Fazil Say, pianista que esta vez actúa en calidad de artista residente tras el éxito cosechado la pasada temporada con su recital en solitario, y que esta vez ofrecerá además otras de sus composiciones; también otro para guitarra de José Mª Gallardo del Rey que interpretará él mismo. Y menos sinfonías, apenas la de Franck, interpretada hace unos cinco años, la recurrente Italiana de Mendelssohn (y van...), la nº 103 de Haydn y la Sevillana de Turina. Pero sobre todo hay muchas piezas de concierto que no se adscriben a un género concreto, y obras poco divulgadas de autores muy frecuentados, como Debussy, Dukas, Saint-Säens, Bartók o Ibert. Todas con una misión, un leit motiv, que es evocar un panorama eminentemente mediterráneo en el que el exotismo árabe se combine con el folclore europeo que se baña en las azules aguas de un mar con una cultura y una vegetación sin igual.
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Fazil Say, artista residente |
Tratándose de Axelrod, responsable de los conciertos Hollywood in Vienna que se celebran anualmente en el Wiener Konzerthaus, la música de cine tenía que estar presente, y lo hará de forma directa con la proyección de Carmen (1915) de Cecil B. de Mille con partitura de Hugo Riesenfeld a partir de la música de Bizet, y un concierto en el que se invocará la música del Magreb a través de Max Steiner (Casablanca), Miklós Rózsa (Sahara y El Cid), John Williams (En busca del arca perdida), Cliff Eidelman (Christopher Columbus) y Vangelis (1492). Y de forma indirecta a través de piezas como Noche en el monte pelado de Mussorgsky, Pinos de Roma de Respighi o La consagración de la primavera, inmortalizadas también en el cine, concretamente en las Fantasías de Disney. Todo muy Entertainment, como se puede apreciar, incluso la indumentaria de Axelrod para la ocasión, un precioso traje de inspiración española de Dolce & Gabbana que adquirió en Florencia.
Los conciertos de cámara seguirán celebrándose una vez al mes y volverán a tener al English Language Institute como patrocinador, manteniendo una programación rica y variada, en la que los músicos de la ROSS, por primera vez presentes en el acto de introducción de la temporada, darán sin duda lo mejor de sí mismos. Entre los solistas y directores invitados destacan la pianista Lilya Zilberstein, el violonchelista Asier Polo, la recuperación de la soprano gaditana Ruth Rosique, ausente de la programación sevillana el año pasado, y los jóvenes directores Giacomo Sagripanti y Maxim Emelyanychev, que nos ofrecieron recientemente unas estupendas Cenerentola y Don Giovanni, respectivamente. Lástima que no se haya contado con Pedro Halffter, un excelente director cuyo trabajo frente al teatro y la orquesta ha sido encomiable y muy aplaudido por crítica y público, y que esta nueva temporada sólo veremos frente a la ROSS, al margen de la temporada lírica, en una gala conmemorativa de las dos instituciones, naturalmente en calidad de director artístico del Maestranza. La ausencia de los grandes nombres del sinfonismo no debiera ahuyentar público, pues a buen seguro que ésta será una temporada quizás discutible en algunas de sus propuestas, pero a la que asistiremos ilusionados por la sorpresa y el descubrimiento que muchas veladas nos proporcionarán.