USA 2017 97 min.
Dirección Tom McGrath y Hendel Butoy Guión Michael McCullers, según el libro de Maria Frazee Música Steve Mazzaro y Hans Zimmer Voces (en versión original) Alec Baldwin, Miles Bakshi, Steve Buscemi, Jimmy Kimmel, Lisa Kudrow, Tobey Maguire Estreno en Estados Unidos 31 marzo 2017; en España 12 abril 2017
Dreamworks sigue confeccionando cuentos para un público contemporáneo, capaz de reflejarse en las historias y situaciones que plantean sus exitosas producciones. Esta declaración de principios queda perfectamente clavada en la reflexión que este gordinflón y desagradable bebé parlanchín hace de cuentos como Hansel y Gretel, propios de gente enferma y susceptibles de generar auténticos traumas en los niños. Por el contrario lo que propone esta divertida película es una terapia para príncipes y princesas destronadas, que ven cómo pierden el protagonismo en sus familias a favor de un nuevo huésped más joven. Algo así como El príncipe destronado de Miguel Delibes que llevara a la pantalla Antonio Mercero bajo el título de La guerra de papá, protagonizada por el niño prodigio de nuestra transición, Lolo García. Dos magníficos arranques introducen la película, en el primero asistimos a la feliz infancia de un niño, presidida por su generosa imaginación al servicio de mil aventuras y juegos, y la esmerada atención que le propician sus padres, toda una lección de valores para los estresados progenitores de hoy en día. El segundo nos lleva a una fábrica de bebés donde se determina cuál irá destinado a una vida corriente en una familia al uso, y cuál está destinado a formar parte del comité ejecutivo que mantenga la buena salud de la fábrica y la prioridad de los futuros humanos en una sociedad tan proclive a buscar entretenimientos que generen menos responsabilidad que la educación de un hijo, como por ejemplo los animales domésticos. Nuestro protagonista naturalmente es del segundo tipo, lo que derivará, siempre desde la fructífera imaginación de ese príncipe destronado aludido, en una serie de situaciones hilarantes, en las que este personajillo a medio camino entre James Cagney y Mickey Rooney, irá haciendo gala de su inteligente y descarado humor, para desgracia de su hermanito y gozo del público, que además disfruta, como en otras ocasiones similares, identificando referencias de todo tipo, mayoritariamente cinéfilas. Todo funciona como de costumbre, como un reloj, con una factura técnica excelente, personajes muy bien definidos, aunque el joven peque en cierto grado, no excesivo, de eso tan proclive entre los niños americanos que los convierten en enanos redichos. Para poner en marcha la empresa se ha contado con dos directores curtidos en la animación de forma muy distinta, Tom McGrath con la saga Madagascar y Hendel Butoy más clásico, con títulos como Los rescatadores en Cangurolandia y dos segmentos de Fantasia 2000. El entretenimiento merece la pena, más por su carácter jocoso que por su mensaje, de cualquier forma ingenuo y previsible.
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