Tradicionalmente por estas fechas la ROSS nos ofrece un concierto de música religiosa, al que este año ha añadido dos piezas de estética y contenido diametralmente opuesto, quién sabe si con la intención de reflejar las dos caras de una fiesta en la que lo religioso se mezcla con lo pagano, siempre con la cultura y en cierto modo la espiritualidad como base. Al menos así lo confesó Juan Carlos Pérez Calleja antes de ofrecer junto a su compañero, Francisco Javier Rosario Vega, la festiva propina que para la ocasión les compuso Antonio Moreno, natural de Puente Genil, cuando aseguró que para ellos este concierto era una auténtica fiesta; de hecho así fueron los aires que nos trajeron las extravagantes e inusuales piezas de Vaughan Williams y Tomasi seleccionadas al efecto.
Haydn se sentía tan satisfecho del trabajo que realizó por encargo del Marqués del Mérito para la celebración de la misa del Viernes Santo de la Hermandad de la Santa Cueva de Cádiz en la Parroquia del Santo Rosario, Las Siete Últimas Palabras de Cristo, que lo adaptó a conjunto de cámara, realizó una versión coral e incluso una reducción para piano, además de ser la obra que dirigió personalmente en su última actuación pública. Se trata de una pieza compleja y exigente, que el espectador debe seguir con mucha atención para no caer en la monotonía. Su carácter profundamente conmovedor e íntimo quedó reflejado en una interpretación meticulosa y esmerada en la que brillaron cuerdas y maderas a un altísimo nivel, con especial mención para los solos de Eric Crambes, generosos en lirismo y ternura. No obstante, su concepción sencilla no exenta de profundidad exige una mayor fuerza dramática y expresiva que la desplegada por Onofri, más atento en exprimir la belleza de unos adagios que más parecen arias. Su más de una hora de duración alcanzó el cénit con un Terremoto final vivo y enérgico que coronó una hermosa lectura de tan espiritual página.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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