Francia 2014 127 min.
Dirección Pascale Ferran Guión Guillaume Bréaud y Pascale Ferran Fotografía Julien Hirsch Música Béatrice Thiriet Intérpretes Josh Charles, Anaïs Demoustier, Roschdy Zem, Taklyt Vongdara, Geoffrey Cantor, Camélia Jordana, Radha Mitchell.
Sección oficial
Quien más y quien menos ha soñado alguna vez ser un pájaro, y más específicamente un gorrión, el más pequeño, despreocupado, aparentemente feliz y, sobre todo, libre de cuantos conocemos en un ámbito más o menos vulgar. Cuando más encorsetados nos vemos, más presionados y con un mayor peso de nuestras obligaciones nos sentimos, observar un pájaro con su simpático movimiento nos provoca un sentimiento combinado de agrado y envidia. Una evasión parecida a la de un gorrión es lo que nos propone Pascale Ferran, realizadora que ya visitó el Festival de Sevilla hace unos años con su particular versión de El amante de Lady Chatterley, en esta extraña película que podríamos considerar una comedia romántica. Dotada de un prólogo, una introducción y dos capítulos, su película peca sin embargo de excesivo metraje, lo que lastra sus posibilidades y hace su discurso innecesariamente largo y farragoso. En el prólogo asistimos a la vorágine de la gran ciudad, ilustrada de forma tan recurrente como poco original, en trenes y metros, donde la gente parece encontrar un oasis de intimidad y aislamiento tan sólo en los cascos de música. Posteriormente en la introducción conocemos a los dos protagonistas de la función, dos personas en principio sin nada que ver más que comparten un mismo espacio, un impersonal hotel en las afueras de París, situado estratégicamente junto a un gran aeropuerto, paradigma de la huida y el cambio. Ella es camarera del hotel y él un huésped americano en viaje de negocios. En los capítulos asistiremos a dos formas distintas de escapismo, una convencional, de ruptura y trauma, pero de cualquier forma liberadora; la otra, mágica y literal. Ferran empeña sin embargo demasiado tiempo y parsimonia para contárnoslo, y aunque acierta al sorprender, se pierde en su discurso pretenciosamente poético y metafísico, a la vez que fuerza en exceso un desenlace no por muy esperado convincente. El reparto internacional y la duplicidad idiomática contribuyen a hacer el producto más atractivo, pero no a elevarlo por encima de la superficialidad e incluso de la ingenuidad. Las continuas alusiones al esclavismo en el que nos vemos inmersos son demasiado evidentes, como esa esposa abandonada y victimista que no ve horizonte más allá de lo que se espera tradicionalmente de la vida, o los continuos flashes publicitarios que nos agobian, en calles y televisiones, así como el sempiterno consumismo y el destino predeterminado en necesidades coyunturales, sin reflexionar sobre si otro estilo de vida es posible, si es posible encontrar la felicidad de una forma menos planificada y convencional.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el viernes 14 de noviembre de 2014
Italia-Francia 2014 100 min.
Guión y dirección Eugène Green Fotografía Raphaël O'Byrne Intérpretes Fabrizio Rongione, Christelle Prot, Ludovico Succio, Arianne Nastro, Hervé Compagne, Sabine Ponte, Gilles Tonnelé. Sección oficial
Resulta complicado volcar en tan sólo unas líneas, y con la premura de sentarse ante el ordenador inmediatamente después de la proyección y antes del cierre de la edición, lo que inspira y transmite una joya de orfebrería tan precisa como ésta. Nuestro protagonista es un arquitecto de gran reputación que observa desilusionado cómo todo aquello por lo que había luchado, y tras conseguir imponerse como artista, cae en manos de administraciones y empresas sin prejuicios ni principios, en un mundo en el que la destrucción se impone a la edificación, y en el que nada importa el pasado, nuestro legado. Es como si Howard Roark, el protagonista de El manantial, después de tanto luchar para ser reconocido y hacer valer su arte en libertad, volviera a sufrir la manipulación de la vulgaridad en favor del capital. Apenas encuentra consuelo en su esposa, hasta que en un viaje en Italia, la cuna del arte, la luz y la emoción, y tras conocer un par de ávidos e inquietos hermanos adolescentes, emprenderá un camino de descubrimiento tan enriquecedor como revelador. El suyo será el encuentro de una única religión basada en la satisfacción del conocimiento, de sentirse vivo a través de nuestra herencia cultural, y atrapar la capacidad para emocionarse y alcanzar la felicidad con la belleza alrededor. En la forma la película de Eugène Green recuerda a Oliveira, con gestos precisos y económicos, dicción perfecta y pausada, y cierta irrealidad de conjunto. En el fondo el discurso es más directo y sencillo, y por extensión resulta más fácil emocionarse con él. Podría ser cursi, lánguida, pretenciosa, y sin embargo está llena de vida, fuerza y energía, con una relación de colaboración entre jóvenes y adultos como pocas veces se ha visto en pantalla.
AIMER, BOIRE ET CHANTER
Francia 2014 108 min.
Dirección Alain Resnais Guión Alain Resnais y Laurent Herbiet, según la comedia “La vida de Riley” de Alan Ayckbourn Fotografía Dominique Bouilleret Música Mark Snow Intérpretes Sabine Azéma, Hippolyte Girardot, Caroline Sihol, Michel Vuillermoz, Sandrine Kiberlain, André Dussollier. Sección oficial
Para su último film Resnais se fijó precisamente en una comedia en torno a la muerte, sobre tres parejas a las que la grave enfermedad de un séptimo amigo les provocará una serie de revulsivos relacionados con los celos, la envidia y el amor. Para el director de Hiroshima mon amour, El año pasado en Marienbad y Providence esta película no es gran cosa, pero como testamento cinematográfico tiene un considerable valor. Es la tercera vez que adapta al francés una obra de Alan Ayckbourn; antes fueron Smoking/No Smoking y Asuntos privados en lugares públicos, que también se pudo ver en este festival. Como en éstas, On connait la chanson y Las malas hierbas (otra cinta que tuvo su estreno español en Sevilla), realiza un particular ejercicio nostálgico en el que las relaciones sentimentales y sexuales en personas de edad madura tienen un protagonismo poco habitual en el cine actual. Habiendo decidido rodar en decorados en lugar de Yorkshire, donde se ambienta la trama, la falta de presupuesto parece haber obligado a unos sets austeros inspirados en una representación de La gaviota de Chejov que el director vio siendo muy joven, aunque sin renunciar al espléndido colorido que caracteriza sus últimas producciones y que también tiene su reflejo en el vestuario. El tratamiento dramático es el de típico vodevil, con interpretaciones pasadas de rosca y un ambiente decadente y aburguesado en el que cuesta integrarse. El resultado tendría que ser ligero y liviano, pero a causa de los factores apuntados resulta más bien grotesco y pesado, a lo que se añade su falta de habilidad para levantar el interés más allá de la discreción. Su título francés responde a un vals de Johann Strauss jr. que suena repetidas veces y que con letra Lucien Boyer fue popularizado en los años treinta por el tenor Georges Thill. Es evidente no obstante que el conjunto goza de una envidiable libertad, la que disfrutó Resnais hasta sus últimas días y que es la misma que le hizo ser impulsor de la Nouvelle Vague y sin embargo nunca integrarse en ella.
TONIGHT AND THE PEOPLEFrancia 2014 81 min.
Guión y dirección Neil Beloufa Fotografía Guillaume Le Grontec Música Arnaud Ledoux Intérpretes Joseph Bastian, Curtis Tyrone Scott, Sumiko Braun, J.T. Vancollie, Tony Audin, Cibi Boomer. Las nuevas olas
En su debut como director de largometrajes, el artista conceptual francés Neil Beloufa propone puro cine experimental para contarnos un acontecimiento, el que viven una serie de jóvenes en una California inventada, de decorado, mientras esperan el advenimiento de un nuevo orden en forma de cataclismo, invasión extraterrestre o inspiración celestial. Sus personajes deambulan por escenarios en los que van evidenciando su condición ideológica y de clase, mientras se lamentan de los problemas que acucian un planeta pervertido por las reglas sociales y económicas. Portan bandanas de color rojo, identificación imprescindible para conseguir la depuración que habrá de reportarles la tan anhelada revolución. Rodada como si se tratara del trabajo de fin de carrera de un grupo de alumnos y alumnas de una facultad de cine, sus personajes no paran de hablar, filosofar y adelantar la ilusión que sienten ante el nuevo orden anunciado, sólo para revelar al final que no hay posibilidad de cambio real y que las cosas seguirán igual mientras los humanos poblemos la Tierra. Ni que decir tiene que en su austeridad y planteamiento, tan conceptual como el trabajo de Beloufa, resulta difícil entrar en el juego que propone, lo que la convierte en una película difícil y poco agradecida, aunque mucho más elaborada y orientada que Pueblo, el cortometraje de Elena López Riera que precedió su proyección, ganador del último Premio Europeo Universidad de Sevilla al mejor proyecto de cortometraje, y que cuenta sin talento el regreso de un joven a su pueblo natal en plena Semana Santa. A juzgar por lo mal rodado, montado e iluminado que está, o el premio fue poco generoso o sus receptores lo han malgastado.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el sábado 15 de noviembre de 2014
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el sábado 15 de noviembre de 2014
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