Dirección Christopher Nolan Guión Jonathan y Christopher Nolan Fotografía Hoyt Van Hoytema Música Hans Zimmer Intérpretes Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Jessica Chastain, John Lithgow, Mackenzie Foy, Michael Caine, Wes Bentley, David Gyasi, Matt Damon, Timothée Chalamet, Ellen Burstyn, Casey Affleck, Topher Grace Estreno en España 7 noviembre 2014
Cuando Christopher Nolan estrenó Memento muchos nos preguntamos si sería capaz de mantener una filmografía tan sorprendente e innovadora como aquel debut; pensamos entonces que tendríamos que calibrar su talento como director de cine a partir de un título más convencional. Sin embargo Nolan, haciendo gala de un ingenio sin precedentes, logró seguir haciendo carrera a partir de cintas cada vez más elaboradas y sorprendentes, sin bajar la guardia aunque mostrándose más y más pretencioso con cada nuevo título. Elevó a la categoría de ser atormentado y psicológicamente complejo a los hasta entonces frívolos y divertidos superhéroes, a través de la trilogía de El caballero oscuro, e intercaló estos títulos con otros de tanto ingenio tecnológico como dramático, caso de la desconcertante Origen. Por eso no cabía esperar otra cosa de este viaje intergaláctico suyo que otra vuelta de tuerca que no se asemejase mucho a lo visto hasta ahora. Su particular expedición a otros planetas y galaxias lo ha querido revestir de veracidad, de forma que se ha fijado más en la escenografía y acabado estético de cintas como Elegidos para la gloria y Apolo XIII que en otras de mayor depuración técnica y más sofisticados efectos visuales. A partir de ahí la odisea de Nolan vuelve a adoptar fórmulas religiosas, convirtiendo toda la pieza, con inestimable ayuda de la omnipresente a la vez que muy estimulante música de Hans Zimmer, en puro ritual litúrgico. Con él Nolan se atreve a filosofar sobre la raza humana y las relaciones afectivas desde un punto de vista místico y religioso. El suyo es un Universo que domina nuestro destino y mueve los hilos como si de un Dios se tratara. En él habitan sus apóstoles, y a la vez sus padres de la Humanidad, a imagen y semejanza de Adán y Eva, personajes bíblicos que son y seguirán siendo siempre más jóvenes que nosotros, las almas que han salvado. En sus casi tres horas de entretenimiento cabe de todo, épica fordiana en una tierra castigada por plagas y tormentas de polvo; parques temáticos en unas galaxias en las que agujeros de gusano, bucles y túneles negros sirven para impulsar y explicar una trama que exige mucha condescendencia por parte del público, mientras una barroquísima amalgama de datos seudocientíficos se encargan de poner el acento intelectual y complejo a un argumento que persigue hacer caja y a la vez intentar dar una explicación al sentido de la Humanidad y su instinto de supervivencia. No son gratuitas las comparaciones con Kubrick y 2001, pero donde ahí había sugerencia y magia aquí hay palabrería y determinismo, así como una grosera tendencia a la manipulación ideológica y religiosa en la que sólo tiene cabida el orden establecido, la familia, los superpoderes y la alabanza a Dios. El sello Nolan a la hora de crear espacios imposibles se concentra en una quinta dimensión tan fascinante como ininteligible, y que hace aparición casi al final del espectáculo. Por todo ello no cabe banalizar ni reducir esta propuesta, sin duda una buena película que no obstante merece no pocos reparos.
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