El virtuoso ruso Dmitri Sinkovsky |
De regreso de una pequeña gira con el mismo programa que les ha llevado al Auditorio Hospería Fonseca de Salamanca y el Auditorio Nacional en Madrid, la Barroca desembarcó en la sala Joaquín Turina, donde afortunadamente continuarán su temporada de conciertos. Dos solistas de excepción le acompañaron, el ya familiar Christophe Coin, y Dmitry Sinkovsky, que a la larga se convirtió en el verdadero director, pendiente en todo momento de cada miembro del conjunto, sus entradas y ataques, y de que todo sonara con el equilibrio y empaste necesarios.
Centrándose de nuevo – ya lo hicieron en febrero pasado – en el trescientos aniversario del cada vez más imprescindible Carl Philip Emmanuel Bach, interpretaron dos de sus tres conciertos para violonchelo; en realidad se trata de transcripciones de conciertos para clave que luego adaptó también a flauta, de los que Coin ofreció unas versiones más cargadas de lirismo, elegancia y delicadeza que de verdadero drama. Casi sin rozar la cuerda, por puro magnetismo, el genial violonchelista extrajo un sonido sedoso del instrumento, con un meditado fraseo y provecho de la generosa inventiva en articulaciones y contrastes de la obra de este representante del Sturm & Drang que marcaría más adelante las pautas del Romanticismo. Sus cadencias fueron de un virtuosismo y una expresividad fuera de serie, mientras nuestra orquesta mostró ese carácter rebelde que identifica su sonido y su estilo independientemente de quien la dirija.
En el programa también disfrutamos de la alegría electrizante e idílica de la Obertura del Oratorio Il Tobia del compositor español afincado en Nápoles Francisco Javier García Fajer, Lo Spagnoletto, contemporáneo de Carl Philip aunque destilando todavía ecos del Barroco italiano y francés. Entre saltos y bailes, Sinkovsky se dejó seducir por la fuerza de un conjunto que destacó de nuevo en ímpetu, marcados contrastes y ataques enérgicos. El violinista se lució ampliamente con uno de los conciertos de Giacomo Facco, natural del Véneto pero afincado en la Corte de Felipe V; obras apenas descubiertas en México hace cincuenta años y que evocan a Vivaldi con ese estilo inquieto que dejó muy bien reflejado Sinkovsky, tan virtuoso como esteta. Una de las muchas sinfonías de Karl von Ordóñez, austriaco de ascendencia española y próximo a Haydn, completó la sesión; la orquesta la abordó con su proverbial personalidad y precisión, y con el habitual entusiasmo que les caracteriza.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el lunes 1 de diciembre de 2014
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