Dirección Ken Loach Guión Paul Laverty Fotografía Robbie Ryan Música George Fenton Intérpretes Barry Ward, Simone Kirby, Jim Norton, Francis Magee, Aisling Franciosi, Aileen Henry, Andrew Scott, Brian F. O'Byrne Estreno en España 21 noviembre 2014
Fiel a su equipo, en el que se incluyen el escritor Paul Laverty y el compositor George Fenton, y a su proverbial habilidad para remover conciencias, el director de Tierra y libertad o Buscando a Eric regresa al escenario en el que rodó hace algunos años El viento que agita la cebada, el entorno de la Guerra Civil Irlandesa, para contarnos la historia real de James Gralton, que fue deportado por las autoridades del país por incitar al libre pensamiento. Su crimen fue abrir un local social y cultural en el que las gentes, acuciadas por una crisis económica y un empobrecimiento paulatino, pudieran desarrollar su intelecto y su capacidad para solucionar problemas y necesidades. Acosado por la Iglesia Católica, en connivencia con el IRA, Gralton fue acusado de comunista, obligado a clausurar el local en el que se enseñaba arte y se acudía a bailar, y finalmente explusado al exilio por considerarse persona incómoda para los intereses de terratenientes y autoridades, a las que convenía más tener al pueblo adormecido y sometido. A nadie escapa que a Loach lo que le interesa no es tanto recuperar la memoria como adaptarla a la actual coyuntura social y política, la que estamos padeciendo en tantos países desarrollados del Mundo. Las conciencias están adormecidas, anestesiadas, sin lograr entender que quienes han corrompido nuestro bienestar y han ayudado a liquidar nuestros derechos son los mismos a los que se acude en masa a venerar en los altares de una supuesta modernidad cuando fallecen, y se les dedican obituarios generosos y minutos de silencio hasta en lugares públicos. En su primera mitad la cinta ofrece su lado más amable, las fiestas y bailes lugareños y la construcción de un sueño; la segunda acoge la pesadilla, la desilusión y la destrucción masiva de nuestras esperanzas. En el proceso Loach vuelve a mostrar sus cartas, agresivas y oportunistas, pero el resultado es eficaz y la empresa útil y necesaria. Una buena ambientación y algo más que correctas interpretaciones, dentro siempre de un contexto académico, clásico si se quiere, hacen el resto.
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