Guión y dirección Joanna Kos-Krauze y Krzysztof Krause Fotografía Krzysztof Ptak Música Jan Kanty Pawluskiewicz Intérpretes Jowita Miondlikowska, Zbigniew Walerys, Antoni Pawlicki, Artur Steranko, Andrzej Walden Estreno en Polonia 15 noviembre 2013; en España 28 agosto 2015
La grandeza del cine reside muchas veces en acercarnos a personajes que desconocíamos y que amplían y enriquecen nuestra cultura y conocimiento. Mejor que el documental, las formas y estructuras narrativas de la ficción ayudan frecuentemente a transmitir mejor dicho conocimiento, siempre que el realizador cuente con el talento y los recursos necesarios para triunfar en su empresa. Bronislawa Wajs, más conocida como Papusza (Muñeca en romaní), fue una poetisa y cantante que nació y vivió en Polonia durante setenta y seis años, erigiéndose en la primera mujer gitana de su país en publicar poemas y ser incluida en la Unión Polaca de Escritores, además de recibir numerosos galardones y condecoraciones por su labor intelectual. El matrimonio formado por Joanna Kos y el ya fallecido Krzysztof Krause utilizaron el personaje para tejer una mirada más estética que profunda sobre el carácter y costumbres del pueblo nómada romaní a través de la Historia más reciente de Europa. Algo no funciona cuando la mayoría de las crónicas hacen más hincapié en los logros estéticos de la película que en su contenido. Sin duda alguna el mayor mérito de la cinta, que ya se pudo ver en enero en el ciclo de cine polaco contemporáneo del CICUS y que fue galardonada en Valladolid con los premios a la mejor dirección y actor (Zbigniew Walerys, que interpreta al esposo de la protagonista), reside en su extraordinaria puesta en escena y fotografía, que hacen que cada fotograma parezca una obra pictórica, a través de un blanco y negro pulcro, digital y estilizado que ilumina portentosamente cada una de las andanzas elegidas para trazar este retrato parcial y elitista del personaje. Y es que la literatura del film apenas consigue esbozar el talento y la figura de una persona tan singular y presuntamente fascinante como ésta, sin siquiera detenerse en su trabajo creativo. Elementos mágicos que van de la concesión a la mujer de un deseo por parte de la madre naturaleza, la misma que irá susurrándole las palabras que ella interpretará y trasladará al papel, lo que hizo que nunca se considerase a sí misma una autora sino más bien una médium, hasta el carácter profético del aviso que recibe de adolescente en el seno de una fiesta de clase alta, y que le llevará a experimentar una vida de desdichas dentro y fuera de su etnia, por el rechazo que recibe de su gente, el maltrato de un marido no deseado y un amor no consumado, pasando por las guerras europeas y la persecución de los suyos, el internamiento en un psiquiátrico y hasta la cárcel. Un cúmulo de desgracias que el film, en su afán esteticista, apenas logra plasmar a través de una estructura errática, fragmentaria y desordenada. Al menos sirve para recrear la vista y hacerse una idea de la vida de esta mujer, y sobre todo de los ritos y costumbres de un pueblo nómada por antonomasia y, según sus artífices, intransigente e intolerante.
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