Dirección Charlie Kaufman y Duke Johnson Guión Charlie Kaufman y Dan Harmon Música Carter Burwell Voces (en versión original) David Thewlis, Jennifer Jason Leigh y Tom Noonan Estreno en el Festival de venecia 8 septiembre 2015; en Estados Unidos 30 diciembre 2015; en España 19 febrero 2016
El nombre de Charlie Kaufman, guionista de Spike Jonze (Cómo ser John Malkovich, El ladrón de orquídeas) y Michel Gondry (¡Olvídate de mí!), que a tantos provoca admiración e inquietud, a otros más bien nos espanta, por la pedantería y vanidad con la que suelen firmar sus trabajos. Por lo tanto enfrentarnos a la primera película de animación, con la ayuda de un especialista en el género, de alguien de la pandilla, tras haber dirigido la inédita entre nosotros Synedoche New York, se prometía tarea ardua y comprometida. Y sin embargo nos ha sorprendido la extrema y sincera sensibilidad con la que ha abordado esta historia de marionetas animadas por Stop Motion que se enfrentan al dolor cotidiano de vivir en sociedades mastodónticas en las que las relaciones humanas son cada vez más difíciles e ingratas, lo que obliga a enfrentarse a otro dolor, el de la soledad. Ambientada en espacios tan presuntamente cómodos como definitivamente sórdidos, entre los que se encuentran aeropuertos, hoteles y bares de cocktail tan habituales en las vidas de millones de personas obligadas por su profesión a frecuentarlos, Anomalisa se erige en incómoda fábula sobre la necesidad de romance y otras experiencias sentimentales en el hombre desvaído e impersonal de la actualidad. Quizás por eso en la película todos los personajes, hombres y mujeres, hablan con la misma voz, y sólo cuando una no lo hace reafirma su individualidad, su valor como ser diferente y con una personalidad propia. Es lo que en definitiva nos han obligado a aceptar como normal, como si todo lo que no se sitúa en los límites de lo oficialmente aceptable, lo diverso, fuera anormal; lo que nos invita a reflexionar sobre el abuso al que sometemos en nuestro lenguaje cotidiano el paradójico término. Nuestro grisáceo protagonista fija su atención en la ingenuidad y la naturalidad de quien, con la voz de una definitivamente recuperada Jennifer Jason Leigh, llama a la puerta de su vida y su corazón. Un cuento para adultos en el que las marionetas exhiben su desnudez y hacen el amor; que a pesar de su trazado tristón consigue dominar nuestra atención, emocionarnos e identificarnos con la necesidad, para los más afortunados colmada, de encontrar también en nuestras vidas aquello que nos devuelva la inocencia y la individualidad. En un mundo tan homogeneizado es ahí donde radica el valor, la diferencia y la diversidad, descubrir aquello que nos hace diferentes y originales, lo que podemos aportar a los demás, a la sociedad en general y a la humanidad en particular. Encuadres perfectos, diseño portentoso de personajes y una exquisita y emotiva banda sonora del compositor oficial de estas aventuras de los cineastas más presuntamente corrosivos y originales del actual cine americano, Carter Burwell, completan un trabajo tan singular y llamativo como éste, nominado al Oscar en el apartado correspondiente a su categoría, la de cine de animación, aunque hubiera merecido también otras consideraciones. Al menos logró en Venecia el Gran Premio del Jurado, y también se pudo ver en Toronto y San Sebastián antes de su estreno limitado en Estados Unidos justo a las puertas del nuevo año.
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