USA 2015 132 min.
Dirección Ryan Coogler Guión Ryan Coogler y Aaron Covington Fotografía Maryse Alberti Música Ludwig Göransson Intérpretes Michael B. Jordan, Sylvester Stallone, Tessa Thompson, Rhylicia Rashad, Will Blagrove, Juan-Pablo Veza, Andre Ward, Tony Nellew, Philip Greene, Manny Ayala, Rupal Pujara Estreno en Estados Unidos 25 noviembre 2015; en España 29 enero 2016
Esta es la séptima vez que Rocky Balboa aparece en pantalla. El personaje de boxeador creado por Sylvester Stallone en 1976 a su imagen y semejanza, y que le valió dos nominaciones a los Oscar como mejor actor y guionista, reaparece en esta ocasión como secundario determinado a conseguir que el hijo ilegítimo de su gran contrincante en la primera entrega, Apollo Creed, e impulsador involuntario de su carrera, se convierta así mismo en un destacado púgil. Dirigida por el director afroamericano Ryan Coogler, que obtuvo hace un par los premios a la mejor película y el del público en Sundance con Fruitvale Station, que no se ha estrenado en nuestro país, Creed ha protagonizado este año, junto a Straight Outta Compton y Concussion (La verdad duele), la polémica sobre la ausencia de artistas de color en la inminente entrega de los Oscar; en el caso de ésta sólo Stallone ha sido reconocido. Despreciado durante toda su carrera como un actor pésimo y laureado ahora hasta lo imposible por su caracterización como el personaje que le hizo famoso en horas decadentes, lo cierto es que como otros compañeros de género y profesión, Stallone se ha limitado a prestar su físico para el tipo de papeles de hombre duro y de acción que se le demandaban, y lo ha hecho bien, como corresponde al tipo en concreto. Cuando ha intentado labrarse un prestigio como actor de carácter en títulos como F.I.S.T. o Evasión o victoria, tampoco ha desmerecido, únicamente fracasando cuando se ha atrevido con la comedia en películas como Oscar o ¡Alto o mi madre dispara!, por lo que tampoco es que su buen hacer en Creed resulte tan sorprendente. Por otro lado no es que se trate de una interpretación memorable más allá de la propia leyenda del personaje y la determinación del cineasta que lo hizo posible, quizás lo que más reconocimiento merezca. Por lo demás nos encontramos ante un film bien hecho, bien contado, que repite esquemas y tópicos sobre el esfuerzo y la determinación, y que poco o nada aporta ni a la saga ni al subgénero deportivo ni por supuesto al cine en general, más que puro entretenimiento. Si bien destacamos el mensaje de colaboración y solidaridad que expide en el diseño de la relación entre el joven boxeador al que da vida dignamente Michael B. Jordan y su mentor y entrenador, aportándose cada uno la fuerza necesaria para lograr sus objetivos en la gesta deportiva y en la enfermedad. Los personajes femeninos se limitan a meros objetos decorativos cuya presencia quizás sólo se justifique para aportar algo más de emoción al inevitable combate final, ni que decir tiene que estupendamente rodado, con uso de los mejores recursos tecnológicos posibles y una acertada y espectacular utilización del sonido. Stallone ha envejecido mejor que su personaje, al que ver subir con dificultad las míticas escaleras de Filadelfia que hoy llevan su nombre, se convierte en el momento más nostálgico y mitológico de la función. El compositor Ludwig Göransson recupera el espíritu de la legendaria partitura de Bill Conti, añadiendo heroicidad a una historia ya de por sí generosamente épica.
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