Irlanda-Canadá 2015 118 min.
Dirección Lenny Abrahamson Guión Emma Donoghue, según su propia novela Fotografía Danny Cohen Música Stephen Rennicks Intérpretes Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen, Tom McCamus, William H. Macy, Sean Bridgers, Wendy Crewson, Amanda Brugel, Cas Anvar Estreno en el Festival de Telluride 4 septiembre 2015; en Irlanda 15 enero 2016; en España 26 febrero 2016
Uno de los grandes atractivos de los festivales es que las películas llegan prácticamente vírgenes, listas para ser descubiertas en toda su plenitud. Cuando asistimos a la proyección de una película como ésta, que guarda entre sus alicientes una trama sorprendente y sujeta a inquietantes giros de guión, ya sabemos lo que nos vamos a encontrar, gracias a que medios de comunicación y los propios responsables de su promoción nos la han destripado cruel y despiadadamente. La interpretación de su protagonista, Brie Larson, a quien ya vimos hacer un excelente trabajo en Las vidas de Grace para después perderse en trabajos de poca enjundia en cintas como El jugador o Y de repente tú, se ha convertido astutamente en el principal reclamo para acercarse a ver este título como uno de los imprescindibles de la temporada; los premios que le está reportando a la joven actriz se están encargando de ello. Sin embargo el principal mérito de esta película no reside ni en su argumento ni en la interpretación de Larson, sino en el trabajo de su inteligente e inquieto director y, sobre todo, en la interpretación llena de frescura, naturalidad e intención del niño Jacob Tremblay. Quizás porque ya no se nominan a los Oscar a niños prodigios haya recaído la nominación al mejor director en Lenny Abrahamson, por encima de Scott y Spielberg, puede que como reconocimiento al espléndido trabajo desplegado con el jovencísimo protagonista. Abrahamson, que dirigió la marciana Frank, en la que Michael Fassbender interpretaba a un excéntrico cantante enmascarado y Domhnall Gleeson a su desnortado grupie, firma un trabajo aparentemente más convencional pero que encierra en su supuesta linealidad un convincente tratado de psicología sobre la protección materna, el refugio de la placenta y el despertar a un mundo que no imaginábamos ni en la peor de nuestras pesadillas. La mirada fulminante, asustada y sorprendida de este niño encerrado en las cuatro paredes de un mundo hecho a su medida, nos sumerge en este descubrimiento al mundo y la vida y nos advierte que tenemos que estar muy despiertos para afrontar todo lo que se nos viene encima, defendernos y adaptarnos a una existencia en la que nada es como queremos; nuestros sueños e inquietudes acaban en un elevado porcentaje adaptándose a lo que podemos, y acabaremos siempre añorando el refugio y la protección de una madre, sobre todo mientras esperamos en la placenta. Larson hace un trabajo excelente, pero no es ni de lejos el principal atractivo de una película en la que el niño lo absorbe todo y a todos, incluidos unos también estupendos Joan Allen, William H. Macy y Tom McCamus, sin olvidar a Wendy Crewson como periodista tipo víbora.
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