USA 2016 106 min.
Guión y dirección Joel y Ethan Coen Fotografía Roger Deakins Música Carter Burwell Intérpretes Josh Brolin, George Clooney, Ralph Fiennes, Tilda Swinton, Channing Tatum, Scarlett Johansson, Alden Ehrenreich, Frances McDormand, Jonah Hill, Christopher Lambert, Clancy Brown, Wayne Knight, Veronica Ossorio, Heather Goldenhersh, Max Baker, Fisher Stevens, Patrick Fischler, Tom Musgrave, David Krumholtz, Greg Baldwin, Patrick Carroll, John Bluthal Estreno en Estados Unidos 5 febrero 2016; en España 19 febrero 2016
Un homenaje a la época dorada de Hollywood sirve a los Coen para su última propuesta de comedia disparatada, generando una enorme expectativa que se va paulatinamente desinflando conforme vamos descubriendo la poca consistencia de un pastel en el que los ingredientes sobrepasan el talento de los cocineros. Aquí es la política de estudio de la Metro Goldwyn Mayer la que parece más visible de cuantas convivían en los cincuenta en los grandes polígonos industriales de la Meca del Cine. Y es así porque la recreación que de musicales (Un día en Nueva York, La hija de Neptuno), cine de romanos (Qvo Vadis, Ben Hur) e incluso dirección artística en interiores (la casa de los conspiradores recuerda a la de James Mason a pie del Monte Rushmore en Con la muerte en los talones) responde más al estilo de esa mítica productora que al de cualquier otra, aunque se haga referencia también a cine negro de la Warner, el western, menos transitado por la casa del león, y películas de Hitchcock (Veronica Ossorio interpreta a una estrella latina de nombre Carlotta Valdez, como el antepasado de Kim Novak en Vértigo; los pies en blanco y negro que desfilan en la película inventada Merrily We Dance recuerdan a Extraños en un tren). Es ahí y en un par de gags memorables, de entre todos los que los Coen articulan para intentar hacernos reír, así como en el descubrimiento que supone el joven actor Alden Ehrenreich dando vida a un cowboy entre Tom Mix, John Wayne (pequeñito) y James Dean, con cara de desnortado, donde residen los mayores atractivos de un film que no acierta a contar una historia interesante ni mucho menos convincente. Todo parece apuntar a querer ser un homenaje al inagotable productor de la época, un hombre para todo que empeñaba la mayor parte de su tiempo en arreglar las torpezas y meteduras de pata de sus estrellas, lidiar con columnistas impertinentes (estupenda Tilda Swinton desdoblada en una especie de Hedda Hopper y Louella Parsons, rivales en la realidad) y procurar contentar a la industria y al público con elaborados (y disparatados) estudios de mercado. Por el camino un secuestro y una ridícula liga de escritores cinematográficos enfrentados a la caza de brujas de McCarthy más por mejorar su estatus económico personal que por rebatir los postulados capitalistas, se combinan con una suntuosa puesta en escena. La escenificación de los peores presagios del macartismo, tan ridículos como improbables, pretende ser otro de los puntos en los que se apoye un cinismo que no logra despegar en ningún momento, mientras la incansable sucesión de personajes no ayuda a la digestión de un producto que encuentra en su recargamiento su único punto de apoyo. Ni siquiera la recreación de los grandes números musicales de Busby Berkeley (las películas de Esther Williams) o Gene Kelly están a la altura, y eso que hoy se pueden hacer maravillas disimuladas con la tecnología digital. La de las producciones de romanos están más conseguidas, aunque George Clooney vuelva a no dar la talla como actor, y en este caso haber dado vida a un aventajado sucedáneo de Robert Taylor hubiera dado mucho juego. Al conjunto le falta sobre todo carácter nostálgico y evocador.
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