Dirección Tim Miller Guión Rhett Reese y Paul Wernick, según los personajes creados por Rob Liefeld y Fabian Nicieza Fotografía Ken Seng Música Tom Holkenborg Intérpretes Ryan Reynolds, Morena Baccarini, Gina Carano, T.J. Miller, Ed Skrein, Rachel Sheen, Brianna Hildebrand, Paul Lazenby, Ben Wilkinson, Sean Quan, Stefan Kapicic Estreno en Estados Unidos 12 febrero 2016; en España 19 febrero 2016
Presentado por primera vez en la gran pantalla en 2009 en X-Men Orígenes: Lobezno, Masacre muta ahora su nombre castellano por el original Deadpool y se presenta de nuevo bajo la piel de Ryan Reynolds para convertirse en una nueva especie de superhéroe, y autoconsciente de sus propias ridiculeces y constantes se dirige una y otra vez al público para labrarse el calificativo del más socarrón y divertido de entre sus compañeros y compañeras, aunque a algunos nos parezca directamente cargante. Seguramente lo conseguirá con un alto porcentaje de la platea, ese que se entrega ciegamente a las ocurrencias de estos intelectuales del comic, que con lenguaje grosero a la par que infantil, y maneras decididamente soeces se aprovecha de la complicidad de un público complaciente y agradecido. Tim Miller, hasta ahora cortometrajista de animación, debuta en el largo con esta singular comedia de acción a la que hay varias cosas que reconocerle. Antes que nada que haya prescindido finalmente del héroe traumatizado y melodramático con el que nos han estado acribillando en los últimos años; pero también hay que reconocer el mérito de haber construido una película ágil, con buen ritmo y estructura férrea, en la que a pesar de contar más o menos lo mismo de siempre, consigue entretener e incluso interesar a los más incrédulos, entre los que nos incluimos. Miller y sus guionistas, que parecen haberse tomado varios tripis antes de ponerse a currar, coquetean con el romance y la comedia para al final ofrecernos lo que no es sino otra película de acción desorbitada y violencia extrema. Si uno echa la mirada atrás recuerda con nostalgia que ni en las películas de James Cagney y Humphrey Bogart ni en las del Superman de Christopher Reeve había esta hiperviolencia que sacude hoy nuestras pantallas, y que poco o ningún favor está haciendo a una sociedad cada vez más fascinada con el dolor ajeno. El contenido de Deadpool por lo tanto nos parece abominable y obsceno, y sus formas intencionadamente groseras, pero reconocemos su mérito como producto cinematográfico bien dirigido, estructurado e interpretado.
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