sábado, 17 de noviembre de 2018

15º FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA. JORNADA 9 Y ÚLTIMA

JUMPMAN Antihéroe disparatado de la corrupción

Título original: Podbrosy
Rusia-Irlanda-Lituania-Francia 2018 90 min.
Guión y dirección Ivan I. Tverdovskiy Fotografía Denis Alarcón Ramírez Música Kirill Richter Intérpretes Denis Vlasenko, Anna Slyu, Pavel Chinarev, Vilma Kutaviciute, Alexandra Ursulyak, Daniil Steklov Estreno en el Festival de Karlovy Vary 4 julio 2018

Hay algo peor que sentir aburrimiento en un cine, y es sentir indignación porque a uno le traten como si fuera tonto. El mensaje de esta disparatada película es tan obvio y burdo que causa auténtica vergüenza y una impotencia absoluta ante el descaro con el que se nos está manipulando. Tan básico que sonroja, propone una suerte de metáfora sobre la diferencia (tema recurrente en la filmografía de su director) como instrumento para manipular un sistema corrupto y abyecto, el que a buen seguro estrangula a la sociedad rusa en tiempos de Putin, y que finalmente sucumbe y se refugia en lo ya conocido, aunque sea tan opresor y autoritario como el propio sistema al que denuncia. El protagonista de esta película es un joven recluido en el orfanato en el que fue abandonado siendo un bebé. Conocedora de su capacidad para soportar el dolor, su madre lo recupera con fines criminales y abyectos, y con la complicidad de un sistema corrompido e inmoral hacer fortuna. Metáfora descarada y directa, básica y elemental, sobre la política y la justicia rusa, aunque con el sorprendente apoyo de su ministerio de cultura, si bien aún no se ha exhibido comercialmente en su país. La película se agota casi a la media hora, entre disparates y situaciones absurdas que no se compenetran con su estética realista e invitan a una solución onírica que finalmente no se produce. Bien hecha pero tan básica, disparatada y burda que molesta. Sólo la mención especial recibida en el Festival de Karlovy Vary justifica su inclusión en una muestra de cine europeo como es el festival de Sevilla, aunque aquí se proyectan muchas cosas injustificables.

EN GUERRA Despachos llenos, fábricas vacías

Título original: En guerre
Francia 2018 113 min.
Dirección Stéphane Brizé Guión Stéphane Brizé y Olivier Gorce Fotografía Eric Dumont Música Bertrand Blessing Intérpretes Vincent Lindon, Mélanie Rover, Jacques Borderie, David Rey, Olivier Lemaire, Isabelle Ruffin, Bruno Bourthol Estreno en el Festival de Cannes 15 mayo 2018; en Francia 16 mayo 2018

Hay una secuencia en esta película que puede provocar estupefacción, cuando los trabajadores indignados por una reunión con la patronal insatisfactoria y humillante, arremeten contra ellos de forma violenta y según quién desproporcionada. Recordemos sin embargo que si hoy disfrutamos de esos derechos y libertades que poco a poco nos van hurtando con vaselina, es porque hubo una vez una revolución en Francia que nos abrió el camino. A veces desgraciadamente es necesaria la violencia, como lo son películas como las que ha dirigido Stéphane Brizé con Vincent Lindon, La ley del mercado y ahora ésta En guerra. El tema no nos es ni muchísimo menos ajeno, el cierre de una fábrica auspiciada por una legislación tan favorable al mercado como al empresario, que puede hacer y deshacer a su gusto en función del capital y la inversión. Está ocurriendo ahora mismo con el cierre de Cemex en Gádor (Almería) y Lloseta (Baleares) y ha ocurrido ya muchas veces antes en los últimos años. Todo cambia y hay que adaptarse a los tiempos. El gobierno anuncia que para 2040 todos los coches deberán ser eléctricos y las fábricas y gasolineras se echan las manos a la cabeza. ¿Imaginan que siguiésemos montando en coches de caballos o que guisáramos sobre una fogata? El progreso tiene su precio, pero no debería cobrarse sistemáticamente a los más débiles, al pueblo llano, mientras sólo genera beneficios, cada vez mayores y con menos gasto, a los poderosos, a quienes la legislación protege, y mientras los gobiernos se postran a la banca y los poderes económicos. Por eso va a hacer falta una revolución, y Brizé nos lo dice de forma directa y tajante, sin tapujos, sin previo aviso ni preparación. Un parto con dolor en toda regla. Desde el minuto cero asistimos a la lucha entre trabajadores y directivos y ya no se para. Manifestaciones, mesas de trabajo, reuniones, acuerdos, promesas incumplidas y enfrentamientos entre ambos y entre trabajadores entre sí. Situaciones que hemos visto muchas veces en televisión y sobre las que hemos leído en muchas ocasiones, y que amenazan con acabar con el estado de bienestar al que nos hemos acostumbrados. La proliferación de partidos políticos basados en el populismo y el capitalismo a ultranza no hace sino agravar aún más una situación que se nos va de las manos y que estallará en cualquier momento sin que apenas nos demos cuenta. Para entonces será tarde, así que no sobra que Brizé base su espectáculo en reiteraciones y remarque los peligros que nos acechan, porque o le ponemos freno o lo lamentaremos. Seguramente parecerá un mensaje apocalíptico, pero no hay remedio que hacer caso a quienes como el director francés nos lo advierte tan dura y gráficamente, y como el líder, fundamental en estos casos, que tan bien personifica un imprescindible ya en estas lides como es Vincent Lindon.

DIAMANTINO Una parodia con muy poca vergüenza

Portugal-Francia-Brasil 2018 92 min.
Guión y dirección Gabriel Abantes y Daniel Schmidt Fotografía Charles Ackley Anderson Música Ulysse Klotz y Adriana Holtz Intérpretes Carloto Cotta, Claeo Tavares, Anabela Moreira, Filipe Vargas, Margarita Moreira, Carla Maciel, Vítor de Almeida, Abílio Bejinha, Chico Chapasi, Joana Barrios Estreno en el Festival de Cannes (Semana de la Crítica) 11 mayo 2018

Hemos despedido el festival de Sevilla con una película inclasificable. Ya lo es de por sí el hecho de ser una comedia portuguesa, pero si además parece que esté realizada por aficionados, el desconcierto es aún mayor. Escribimos sobre ella para dejar constancia de haberla visto, pero dudamos si merece algún comentario. Digamos que toma a un clon de Ronaldo como protagonista de una disparatada y absurda intriga política, definiéndolo como el ser más tonto sobre la Tierra, bueno a él no, a Diamantino, su alter ego, a la vez que el más bueno y generoso, para compensar. A sus hermanas como las más pérfidas vulgares e ignorantes, y a los partidos de extrema derecha que practican la nostalgia por el antiguo imperialismo, como los más burdos. Todo ello complicado con una vergonzante trama jamesbondiana y un acabado técnico y artístico ridículo y cutre. Si hasta la fotografía es de mala calidad. Es como si de un Aterriza como puedas o un Scary Movie se tratara, pero con gracia mínima y muy poca vergüenza, porque trasciende a la parodia para convertirse en algo inclasificable y esperamos que irrepetible.

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