USA 2019 92 min.
Guion y dirección Woody Allen Fotografía Vittorio Storaro Intérpretes Timothée Chalamet, Elle Fanning Selena Gómez, Jude Law, Rebecca Hall, Diego Luna, Liev Schreiber, Cherry Jones, Kelly Rohrbach, Will Rogers, Annaleigh Ashford Estreno en Polonia 26 julio 2019; en España 11 octubre 2019
Partimos de celebrar el estreno por fin de esta penúltima película de Woody Allen en salas comerciales, después de haber sido secuestrada como consecuencia de una campaña de desprestigio a grandes artistas y creadores acusados de comportamientos censurables y atentatorios a la igualdad de género, algo que consideramos debe resolverse en otros ámbitos, más relacionados con la educación y la formación que con el linchamiento a menudo indiscriminado. De cualquier modo, Día de lluvia en Nueva York sigue sin fecha de estreno en el mojigato Estados Unidos, el mismo cuya principal fuente de ingresos sigue siendo la industria armamentística y donde cada año cientos de miles de personas mueren por efecto de las balas.
A la satisfacción que supone reencontrarnos con un cineasta de culto, un clásico viviente que nos tiene acostumbrados a estreno por año y que por las circunstancias apuntadas faltó a su cita el pasado año, se une la decepción ya anunciada de un título decididamente menor en su filmografía. Una cinta dentro de lo que cabe insustancial, cargada de clichés, que apenas aporta nada a una filmografía tan suculenta, y en la que Allen vuelve a demostrar que no se maneja bien con personajes tan jóvenes. Ya le pasó en Todo lo demás, donde Jason Biggs y Cristina Ricci se comportaban como el Allen y la Keaton de Annie Hall, sin distinción de edad ni generación. Un Timothée Chalamet demasiado curtido en cuestiones trascendentales y con una vasta cultura entre melancólica y vintage, deambula por un Nueva York soñado de gente elegante y burguesía proclive a la pedantería, como bien demuestra el personaje resabido de Selena Gómez, uno de los vértices amorosos de un triángulo que se completa con la rubia tonta de turno, una Elle Fanning siempre deslumbrada por el supuesto brillo de cineastas de presunto culto, y cuya voluntad parece destinada a desaparecer entre tanto macho de relumbrón.
Mucha cita intelectual para tan jóvenes intérpretes, eclipsada por una banda sonora en la que la acumulación de títulos e intérpretes del repertorio habitual distraen al melómano del vitaminado guion. El resultado es una variedad de casualidades para tejer una historia poco creíble, un sinfín de personajes, muchos de los cuales no aportan nada a la narración, en un Nueva York luminoso a pesar de la lluvia, donde Cherry Jones se luce con un sermón de madre con pasado intenso y el adorado realizador pierde el rumbo entre peripecias y momentos románticos, más preocupado por el efecto melancólico y nostálgico de la obra que por dotarla de un sentido práctico digno de la admiración que tantos profesamos a su cine.
Con todo, lo peor es que gran parte de su reparto decidiera prescindir de sus emolumentos para destinarlos a la lucha contra el abuso sexual, como signo de protesta y humillación a un veterano cuyo proceso fue archivado hace muchos años por falta de pruebas y credibilidad.
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