Dirección Gerardo Herrero Guion Ángela Armero Fotografía David Omedes Música Vanessa Garde Intérpretes Maribel Verrdú, Aura Garrido, Roberto Álamo, Daniel Grao, Antonio Velázquez, Tamar Novas, Ruth Gabriel, Ginés García Millán Estreno en Festival de Sitges 7 octubre 2019; en salas comerciales 18 octubre 2019
Prolífico como productor y frecuente como director, Gerardo Herrero es uno de esos realizadores que entienden el cine no solo como un vehículo para contar historias sino también como un negocio, una industria de la que y con la que vivir, como antaño lo fueron otros en su momento poco distinguidos y hoy reivindicados, tipo Eloy de la Iglesia o José Antonio de la Loma. Herrero ha cultivado todo tipo de géneros, desde el bélico (Territorio Comanche, Silencio en la nieve), el drama (Los aires difíciles), la crónica feminista (Malena es un nombre de tango) y especialmente el thriller, con películas como Desvío al paraíso, El misterio Galíndez, El corredor nocturno o La playa de los ahogados. Pero curiosamente donde más destacó fue hace un par de décadas con un drama generacional más propio del cine de autor, Las razones de mis amigos.
A pesar de abundar las cintas de corte criminal en su filmografía, no parece encontrar el punto exacto para hacer de éstas productos suficientemente solventes y brillantes, y El asesino de los caprichos o Los crímenes de Goya como pretende distribuirse fuera de España, no es la excepción. Aunque se vislumbra su personalidad, abusa de clichés, y el personaje de Verdú es buena muestra de ello; apunta además muchas cuestiones de índole política al más puro estilo americano, que se quedan en la superficie y no aportan gran cosa, como tampoco lo hacen temas como la conciliación de la vida laboral y familiar, la ambición de los más ricos (en este caso los vecinos del barrio Salamanca de Madrid), ni la injerencia de la prensa en según qué casos. Sin embargo el buen oficio de Herrero y el hábil manejo de los recursos, aunque sin los convenientes alardes de forma, provocan que se trate de una cinta entretenida y con buen ritmo, que mantiene la intriga a pesar de vislumbrarse su resolución, lo que ya es más que la media en este tipo de producciones que nuestro cine apenas sabe encarar con éxito.
El guión de Ángela Armero, curtida en televisión (Hospital Central, Velvet) y que ahora espera el estreno de la muy publicitada comedia Si yo fuera rico, está lleno de ridiculeces ya desde la propia escenificación de los crímenes. Con todo, su vocación de mero entretenimiento, la recuperación del cine de asesinos en serie tan de moda hace veinte años y que siempre ha contado con el favor del público, y cierto empoderamiento de la mujer, aunque el personaje de Verdú exhiba una condición masculinizada, hacen que el film se vea con cierto agrado y no demasiada insatisfacción.
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