lunes, 28 de octubre de 2019

EL SILENCIO DE LA CIUDAD BLANCA Bochornoso ejercicio de género

España 2019 110 min.
Dirección Daniel Calparsoro Guion Roger Danés y Alfred Pérez Fargas, según la novela de Eva García Sáenz de Urturi Fotografía Josu Inchaustegui Música Fernando Velázquez Intérpretes Belén Rueda, Javier Rey, Aura Garrido, Manolo Solo, Álex Brendemühl, Rubén Ochandiano, Pedro Casablanc, Kandido Uranga, Ramón Barea, Álex Monner, Sergio Donado, Itziar Ituño, Richard Sahagún Estreno 25 octubre 2019

Daniel Calparsoro empezó con buen pie en plena década de los noventa del siglo pasado con películas como Salto al vacío o Asfalto, que hacían presagiar un género de acción y drama social netamente español. Pero con el tiempo ha ido degenerando en una especie de irregular artesano del cine de acción, imitando formas y estilos del género procedentes del cine americano, al que en este tipo de producciones es difícil hacerle sombra. Así, cintas como Invasor, Combustión o Cien años de perdón no son sino sucedáneos más o menos aceptables pero a los que siempre les falta ese algo que hace de un film fallido otro estimable.

Parece que el cine español anda empeñado en rescatar ese cine de asesinos en serie que películas como El silencio de los corderos o Seven pusieron de moda en aquella década en la que precisamente debutó Calparsoro. Y si hace una semana lamentábamos el mal resultado artístico de la última película de Gerardo Herrero, El asesino de los caprichos, ahora tenemos que revolvernos porque ésta es aún peor, ya que además de tener los defectos de la otra y algunos más, es pretenciosa. Basada en la novela homónima de la escritora vasca Eva García Sáenz de Urturi, todo un best-seller en el que se combina misterio y crimen con patrimonio cultural, algo muy de moda en nuestra literatura de evasión más actual, la película no acierta ni a describir ambientes ni personajes ni situaciones, y acaba siendo un amasijo de momentos ridículos hasta el bochorno

Solo la imagen de spot turístico de Álava y el ritual de los crímenes se salvan de un conjunto con personajes acartonados, emociones dispersas y poco o nada convincentes, clichés y escenas de acción (carreras a pie) de auténtica vergüenza. Encima Aura Garrido debió simultanear el rodaje de este film con el de Herrero, porque exhibe la misma imagen y tipo de personaje, como si el suyo fuera una continuación igual de malogrado que el de aquella película. Y lo peor es que Eva García escribió una trilogía...

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