Dirección Adam Wingard Guion Eric Pearson, Max Borenstein, Terry Rossio, Michael Dougherty y Zach Shields Fotografía Ben Seresin Música Tom Holkenborg Intérpretes Alexander Skarsgard, Rebecca Hall, Kaylee Hottle, Millie Bobby Brown, Demian Bichir, Eiza Gonzalez, Shim Uguri, Kyle Chandler, Bryan Tyree Henry, Julian Dennison, Lance Reddick Estreno 26 marzo 2021
Peter Jackson resucitó a King Kong inmediatamente después de su trilogía de los anillos, recreando con todo lujo de efectos y diseño artístico la famosa película de Cooper y Schoedsack y tratando así de borrar la versión kitsch que protagonizó Jessica Lange y produjo Dino de Laurentiis en 1976. Por su parte, el megalómano Roland Emmerich intentó en 1998 resucitar a Godzilla, el más famoso de los megamonstruos japoneses, justo después del mastodóntico éxito de Independence Day. Sin embargo aquello resultó fallido y en 2014 se volvió sobre el terreno con una nueva versión de Godzilla que dio lugar a una saga continuada con la muy estimable Kong: la isla calavera, y la estrepitosa y confusa Godzilla: El rey de los monstruos. Entre medias Japón reivindicó su autoría en el tema con la estrafalaria Shin Godzilla.
Aparte de retomar la serie original que inundó cines de los cincuenta y sesenta en plena época de pánico nuclear, con King Kong contra Godzilla del año 1962 como eje de la operación, esta nueva entrega continúa por la senda de La isla calavera y El rey de los monstruos, pero dando más de lo mismo, aportando nada o casi nada, y echando mano de más parafernalia desatada si cabe. Para eso se ha contado con Adam Wingard, curtido en toda clase de géneros pero siempre desde una óptica genuinamente de serie B, que encontró su oportunidad con la delirante cinta colectiva VHS y las películas The Guest y Blair Witch, aunque ambas acabaron pasando más bien sin pena ni gloria. Que esta nueva lucha entre los dos grandes monstruos nos haya resultado otro peñazo es una lástima, porque el arranque promete, sumergiéndonos en lo que parece pura fantasía y ciencia ficción al estilo Julio Verne, con una Tierra hueca como principal escenario y una total desinhibición a la hora de proponer tramas y situaciones. Pero pronto todo deriva hacia el clásico video juego, la acción vertiginosa sin más, la violencia más cruda y encarnizada, en la que la muerte de miles de figurantes apenas cobra relevancia, y una galería de personajes a cual más inservible y anodino, entre quienes se encuentra la protagonista de Stranger Things, Millie Bobby Brown, ya presente en El rey de los monstruos y curiosamente nacida en Málaga.
No falta el gordo payaso ni la niña repelente, en este caso sordomuda pero igual de revieja que cualquier otro infante entrañable amigo o amiga de un monstruo con corazón sensible, para intentar añadir poesía al conjunto. El resto sirve solo para justificar que se trata de una cinta de imagen real, entre tanto monstruo y paisaje generado por ordenador, a menudo con poco sentido de la proporción. Destrucción y más destrucción adornada con una trama rutinaria y disparatada que solo nos merece atención por el mérito de devolver público a las maltrechas salas de cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario