Irlanda-Reino Unido-Francia 2020 103 min.
Dirección Tomm Moore y Ross Stewart Guion Will Collins, Tomm Moore, Ross Stewart y Jessica Cleland Música Bruno Coulais Voces (en versión original) Honor Kneafsey, Eva Whittaker, Sean Bean, Simon McBourney, Tommy Tiernan, Maria Doyle Kennedy Estreno en el Festival de Toronto 12 septiembre 2020; en Irlanda 4 diciembre 2020; en España (internet) 11 diciembre 2020
Con esta película Tomm Moore se consolida como el más importante animador irlandés, y como en sus anteriores trabajos echa mano de la mitología celta para construir un cuento tan educativo como revelador de una cultura ancestral. Wolfwalkers amplía y mejora el universo creado con cintas como El secreto del libro de Kells y La canción del mar, siguiendo los mismos cánones estilísticos y narrativos de aquellas, y contando para ello también con la música del francés Bruno Coulais, que contribuye sobre manera a definir ese estilo visual y sonoro tan característico del autor, esta vez codirigiendo con Ross Stewart y logrando con la gesta una nominación al Oscar en el apartado de mejor película de animación.
En Wolfwalkers Moore y Stewart nos hablan del hostigamiento de Irlanda por los ingleses ya en tiempos remotos, enfocándolo desde el punto de vista de unas inocentes niñas y una manada de lobos temidos y perseguidos hasta la extinción, que las niñas, desde diferentes bandos, tendrán que evitar. La cinta despliega mucha magia y creatividad tanto en el diseño de personajes y espacios, siempre desde una óptica que recuerda la iconografía celta y a la vez permite acción y perspectivas asimilables por los más pequeños. Pero quizás lo más relevante de la función es que dibuja un discurso muy constructivo alrededor de la empatía y el entendimiento, haciendo que los personajes adopten la figura y la psicología de los temibles lobos con el fin de ponerse en su piel y entender sus reivindicaciones, algo así como ingleses e irlandeses obligándose a entenderse y respetarse mutuamente.
El conjunto funciona no obstante con limitaciones, ya que el exceso poético tanto en el diseño como en el discurso llega a hacerse un poco pedante, y tampoco logra superar ese lastre presente también en la niña protagonista, una pesada irredenta que hace flaco favor al género y la edad. Con todo un espectáculo original, sorprendente y creativo, aunque por momentos llegue a resultar moderadamente aburrido en sus frecuentes caídas de interés y tensión.
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