sábado, 1 de abril de 2023

EL BÁLSAMO ESPIRITUAL DEL HOLLAND BAROQUE

XL Festival de Música Antigua de Sevilla FeMÀS. Camille Allérat, Hannah Morrison y Lucretia Starke, sopranos. Ludmilla Schwartzwalder y Laura Lopes, mezzosopranos. Judith Steenbrink, Chloe Prendergast y Filip Rekieç, violines. Rodney Prada, viola da gamba. Moni Fischaleck, dulcian. Matthijs van der Moolen y Susanna Defendi, trombones. Christoph Sommer, laúd. Tineke Steenbrink y Emmanuel Frankenberg, órganos. Programa: Obras del Gemert Gradual, Benedictus à Sancto Josepho, Carl Rosier, Jan Baptist Verrijt, Herman Hollanders y el canto gregoriano. Espacio Turina, viernes 31 de marzo de 2023


Holland Baroque no es ese conjunto oficial de los Países Bajos que cabría esperar por su denominación, para eso ya están formaciones como la Barroca de Ámsterdam, más representativa de la interpretación historicista de la música de esa época con efectivos del país. Pero son el resultado de un meticuloso trabajo por parte de sus dos hermanas fundadoras, la violinista Judith Steenbrink y la organista y directora del conjunto Tineke Steenbrink, autoras además de las reconstrucciones, disminuciones y soluciones de cada pieza hasta dar a la propuesta la cohesión y la fuerza expresiva que demanda. En sus gestos y los del resto del elenco pudo adivinarse desde un principio su intención de ofrecer todo el programa de una tacada, sin interrupciones, como si de una celebración litúrgica se tratara. Algo que gran parte del público no supo entender, tanta falta de estudio del lenguaje corporal hace falta, y se dedicó a malograr constantemente con sus impertinentes aplausos entre piezas, a veces incluso interrumpiendo la unidad de algunas de las obras programadas, como la selección de la Missa pro defunctis de Benedictus à Sancto Josepho que el ensemble atacó con toda la espiritualidad y el tono de lamento que un réquiem de estas características merece.

Éste fue sin duda el autor que sirvió de hilo conductor de una propuesta que pretendía recrear el reducto que en la provincia de Bramante quedó para la práctica, no sin carácter veladamente clandestino, del Catolicismo tras la reforma de índole calvinista que sufrió la Iglesia con la pérdida del dominio español en la zona. Con toda la delicadeza y dulzura imaginable desfilaron piezas que las hermanas acompañaron en su caso de una instrumentación exquisita y en otros desnudaron de todo artificio para ofrecerlas en el más puro estilo conventual, echando mano para ello de diversas páginas del canto más genuinamente gregoriano. Una exhibición que arrancó con un himno extraído del Gradual Romano de Gemert, una suerte de gregoriano adornado con profuso acompañamiento instrumental en el que la violinista dio sus primeras muestras de virtuosismo extremo y sonido tan sedoso como estimulante al que no fueron ajenos su compañera y compañero de instrumento, como muy bien demostraron en una original selección de danzas del también violinista Carl Rosier.

Una delicada carga emocional

Fue Benedictus à Sancto Josepho, nacido Benedictus Buns, quien dio consistencia, unión y carta de naturaleza al programa. Carmelita y organista de la Basílica católica de Boxmeer, compuso motetes, letanías, misas, sonatas y toda índole de piezas instrumentales y corales, generalmente breves y meditativas, pero siempre con una fuerte carga espiritual. En su música se puede adivinar la influencia de Corelli, Charpentier y Monteverdi, pero con una singularidad especial que hizo de esta última propuesta del Femás antes de la traca final que disfrutaremos esta noche y mañana Domingo de Ramos por la mañana, una de las más originales y distinguidas de esta edición. Para ello se contó con cinco voces femeninas soportando el peso fundamental de la velada, y el liderazgo indiscutible de la soprano Camille Allérat, de holgadas y elegantes agilidades y tan satisfactoria proyección como el resto de sus compañeras, a las que se unieron el resto de componentes femeninas del conjunto en las piezas menos comprometedoras, e incluso se invitó a participar al siempre tímido público sevillano en un aleluya con el que brindaron una propina.


El talante fue fundamentalmente delicado, predominando la ternura por encima de los habituales contrastes a los que estamos acostumbrados cuando de música barroca se trata. Así pudimos comprobarlo en O dulcissime Jesu de Rosier, el Rogo te de Jan Baptist Verrijt, originario de Rotterdam, del que solo se conserva su Flammae divinae, rebautizado como opus 5, una colección en estilo concertante italiano que contiene motetes y misas a dos y tres voces, con quien la combinación de sopranos y mezzo logró ese efecto cándido y estimulante que persiguió todo el concierto y al que se adaptaron con una técnica impecable y una flexibilidad impoluta el resto del conjunto. La misma atmosfera se pudo apreciar también en las piezas del Parnassus Ecclesiasticus seleccionadas de otro desconocido para nosotros, Herman Hollanders, nacido en la mítica Breda. La estimulante aunque algo monótona propuesta de las hermanas Steenbrink y el resto de los quince integrantes con los que vino a Sevilla este conjunto barroco, terminó con un sorprendente ejercicio comparativo entre el canto gregoriano desnudo del Victimae paschali laudes y la versión con añadido completo instrumental de Sancto Josepho, incluidos unos majestuosos trombones y un bajón renacentista o dulcian que Moni Fischlaeck controló con tanta flexibilidad como la flauta que chisporroteó como un pajarillo en el Jesu Redemptor omnium con el que arrancó el concierto.

Fotos: Lolo Vasco / FeMÀS
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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