Guion y dirección Estibaliz Urresola Solaguren Fotografía Gina Ferrer Intérpretes Sofía Otero, Patricia López Arnaiz, Ane Gabaraín, Itziar Lazkano, Martxelo Rubio, Sara Cózar, Miguel Garcés, Unax Hayden, Andere Garabieta Estreno en el Festival de Berlín 22 febrero 2023; en salas 20 abril 2023
Pocas veces el cine actual es capaz de ofrecer cintas de tanta sensibilidad y emoción sincera como esta película de la directora vasca Estibaliz Urresola Solaguren, que no consiguió con sus dos anteriores trabajos (Cuerdas y Polvo somos) sintonizar tan bien con el público como lo hace ahora. Y pocas veces somos capaces de descubrir una sensibilidad tan indiscutiblemente femenina en películas dirigidas paradójicamente por mujeres como lo hacemos ahora. Suelen mimetizar ese universo masculino que la joven realizadora vasca ha decidido poner en su lugar sin desterrarlo del todo.
El problema de identidad que tiene una niña de ocho años despierta las intrigas y los fantasmas que acosan a las mujeres de una familia rural y acomodada del País Vasco, donde unas vacaciones estivales estarán protagonizadas por las revelaciones y la sanación de heridas. La niña en cuestión es una sobrecogedora Sofía Otero, curiosamente ganadora del premio de interpretación protagonista en Berlín, creemos que por primera vez sin distinción entre actores y actrices. Su mirada, sus líneas de diálogo (¿por qué soy así?) nos conmueven de principio a fin, haciéndonos partícipes de un sufrimiento que nadie, y menos una persona tan joven, debería padecer. Que el personaje de la tía madura y autosuficiente se erija en catalizador de estas emociones y sumidero de comprensión y empatía, casa perfectamente con su condición de apicultura, de quien cuida de esas abejas sin las que no podríamos subsistir, que son germen de vida y de quienes se cuentan tantas especies o muchas más de cuantas razas, géneros imaginables y condiciones humanas se pertrecha este devastado planeta en el que todavía queda un resquicio de esperanza en nuestros paisajes y nuestros corazones.
Solaguren logra el equilibrio perfecto entre las historias de estas mujeres devastadas por su condición, y la más importante, la de la niña que busca su identidad y su futuro para acomodarse a una sociedad que gracias al progreso ideológico y legal poco a poco vamos puliendo en aras de una felicidad plena aquí, y no en los paraísos prometidos durante siglos a los que alguna generación todavía se abraza para sobrevivir en un día a día que hasta hace poco, y todavía en algunos rincones, estaba dominado por el poder castrador del hombre, como demuestra la influencia desde lejos del pater familias de estas mujeres que buscan también su horizonte. Hay poesía pero sobre todo mucha emoción en esta delicada y tierna película de quien además reivindica su nombre en forma de aquel dúo surgido de Mocedades, que entonaba las maravillosas canciones que era capaz de escribir Juan Carlos Calderón, nuestro Burt Bacharach particular.
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